Y lo recuerdo perfectamente. Como si fuese ayer mismo. El 10 de
marzo fui a la Universidad como todos los días. Aquel día con una
misión más. Un grupo de activistas sindicales estudiantiles nos
íbamos a reunir después de las clases para debatir la conveniencia
o no de ir a una huelga para el día siguiente. Una huelga convocada
para profesores por el sindicato CSI-CSIF. Tras las clases nos
reunimos. Yo me oponía a esa huelga. Convocada para profesores y por
un sindicato conservador, a tres días de las elecciones generales,
etc., me parecía todo una estrategia. Pero el resto de compañeras y
compañeros estaban por la huelga. La idea era ir a las 8:00 de la
mañana del 11 de marzo a la Renfe de la Universidad Autónoma,
repartir folletos haciendo piquetes y luego ir a la manifestación
convocada, si no recuerdo mal, a las 12:00. Yo dije que en vista que
había una amplia mayoría que quería ir a la huelga que la
secundaría. Pero no iba a participar de los piquetes ni de la
manifestación.
Tras la reunión quedé con mi amigo Eduardo y con otra compañera
de clase y nos fuimos a una conferencia que la Fundación Pablo
Iglesias celebró en su sede de Montesquinza. Allí estuve debatiendo
con el profesor Santos Juliá sobre los Hechos de Mayo de 1937, los
problemas internos del PSOE o la injerencia soviéticas en los
asuntos de la República.
Y tras la charla vuelta para casa. Todavía recuerdo hablando con
Eduardo sobre la conferencia pasando de vuelta para Azuqueca y
Guadalajara por las estaciones de Atocha, El Pozo o Santa Eugenia.
Quien nos iba a decir que tan solo unas horas después iba a ser
escenario del horror.
Al día siguiente me levanté pronto porque mi madre me dijo que
había habido unas explosiones en Atocha. Ante la falta de
información en la televisión a eso de las 8:00 puse la cadena SER.
Primero hablaron de atentado sin víctimas. Luego que habían habido
varias explosiones en distintas estaciones. La cosa iba cambiando.
El gobierno no dudó en apuntar a la autoría de ETA. Y quizá a
primera hora de la mañana nadie pensaba otra cosa. Pero comenzaron a
aparecer imágenes de Atocha, de El Pozo, de Santa Eugenia. Demasiado
destrozo. Demasiadas vidas sesgadas. No puede ser un autosuicidio de
ETA· Los medios internacionales comienzan a apuntar a la vía
yihadista. Genial. Gracias PP. Por tu política exterior en Irak, esa
a la que tanto nos opusimos los españoles, por la foto de las
Azores, estabamos sufriendo la Guerra Santa en casa. Aun así todavía
era todo confuso, pero teniendo en cuenta que unos meses antes habían
reventado la Casa de España en Casablanca era una opción que tomó
fuerza.
A las 11:00 de la mañana acudí a la manifestación de repulsa por
el atentado que se convocó en la puerta del Ayuntamiento de
Azuqueca. Previamente había redactado el comunicado de condena del
atentado para la CNT de Guadalajara. En medio de todo eso muchos
amigos y amigas llamaban a mi móvil para ver si había cogido uno de
los trenes. Porque mi tren era todas las mañanas el que explotó en
El Pozo. Yo estaba también intranquilo. No sabía si en alguno de
esos trenes iban amigos míos. Mi padre trabajaba entonces en
Torrejón de Ardoz, así que era muy improbable que estuviese allí.
Pero siempre caía la duda. Mucha intranquila y agobio. Yo podía
haber estado allí. Haber sido una de las víctimas. Me acordaba de
la huelga, de la reunión del día anterior, de los piquetes
informativos. Y de que gente me estaba buscando en hospitales. Una
horas intensas.
Tras la concentración de condena estuve hablando un rato con amigos
de IU de Azuqueca. Me invitaron a ir a un programa de radio para
poder hablar sobre lo sucedido. Allí leí el comunicado de mi
sindicato. Ya comenzaba, también, a hablar con amigos y compañeros.
Pasé una tarde realmente aterrorizado. Se iba confirmando la pista
yihadista. Y el Gobierno seguía mintiendo. Convocaron una
manifestación para el día siguiente con un lema defiendo la
constitución. Yo pensaba ¿con quienes quieren marcar distancia? ¿A
que jugaba el gobierno Aznar?. Me pase toda la tarde y noche
escuchando noticias y recopilando información. Al día siguiente
acudí a la multitudinaria manifestación de repulsa que se convocó
en Guadalajara. Allí fui con mi cartelito de No a la Guerra. Porque
el pueblo español se había opuesto a la Guerra de Irak, el gobierno
no escuchó al pueblo y ahora era el pueblo el que sufría las
consecuencias de la política nefasta del PP. Y lo peor es que el PP
no lo reconocía (y lo sigue sin reconocer)
Tuve varias conversaciones con compañeros y amigos. Al día
siguiente se comenzó a mover las concentraciones delante de las
sedes del PP. Porque ya había más que indicios, había detenciones
y el gobierno insistía en ETA. Fui a la sede del PP de Azuqueca pero
allí no se concentró nadie. Todo el mundo fue a la de Guadalajara o
a la Madrid. Imposible desplazarme. El servicio de tren estaba
suspendido. Y por entonces no tenía coche. Decidí seguir los
acontecimientos desde casa. Allí comprobé como TVE 1 puso un
documental sobre víctimas de ETA. De verdad que era realmente
alucinante.
Al día siguiente, domingo 14 de marzo, fueron las elecciones. El
PSOE de Rodríguez Zapatero se alzó con el triunfo. Luego nos
enteramos como el PP tuvo algún intento de frenar las elecciones.
Quizá un estado de excepción. Todos rumores. Pero hubiese sido
paradójico que aquellos que nos opusimos a la Guerra de Irak, que
hubiésemos podido morir en los atentando del 11-M, hubiésemos sido
detenidos, arrestados o vigilados por una suspensión de las
garantías constitucionales. Muy en la línea de la derecha de toda
la vida de este país.
Hoy se cumplen 10 años de todo aquello. Dos lustros. 192 muertos,
miles de heridos. Algunos conocidos. Otros nos libramos por poco. Lo
que vino después fue lamentable. Intoxicación por algunos medios de
comunicación que entendieron la “información” como carroña.
Una campaña repugnante de manipulación, de falta de respeto a las
víctimas, de intoxicación y de conspiranoia que en cualquier país
normal les podría haber costado su propia salida. Pero no. Aquí
todo vale. Los miserables pueden decir lo que quieran.
Desde aquel día cada vez que el cogido el tren no ha sido igual.
Cuando el lunes 15 cogí el tren para ir a la Universidad no podía
hacer otras cosa que pensar y temer. Estuve muchos meses sin pasar
por Atocha. Me cogía el tren Civis directo que solo paraba en
Azuqueca, Alcalá, Torrejón y Chamartín. No quería pasar por el
epicentro. No quería mirar ese monstruo que estuvo mucho tiempo en
El Pozo. Me venía a la cabeza las imágenes de los trenes
explosionados, los heridos y las víctimas. La imágenes de IFEMA. El
terror, el horror y la barbarie del terrorismo. Esa que muchas veces
veíamos en la tele en otros países y nos parecía todo tan lejano,
ocurrió a pocos kilómetros de nuestra casa.
A las víctimas nunca las olvidaremos. Ellas fueron las grandes
derrotadas de todo esto. El pueblo español fuimos los grandes
damnificados. Hoy va por todos ellos. Parafraseando a Julia Conesa,
una de las 13 rosas asesinada por el franquismo en agosto de 1939,
que sus nombres no se borren de la historia. Y para los miserables
que realizaron el atentado, para quienes les ayudaron, para los
carroñeros, para los mentirosos y manipuladores todo nuestro
desprecio.
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