Al cumplirse 75 años del final de la Guerra Civil, reproduzco aquí el último epígrafre de mi tesis doctoral donde relató el final de la Guerra en Alcalá de Henares. En unos días el libro completo de mi tesis doctoral va a estar disponible en las librerías (El movimiento obrero en Alcalá de Henares, 1868-1939. Silente ediciones, 2014)
La partición de la zona
republicana en dos, cuando el ejército sublevado llegó a Vinaroz,
la pérdida de Teruel, la situación mermada del Ejército Popular de
la República tras la Batalla del Ebro y la caída de Barcelona el
26 de enero de 1939, dejaba herida de muerte a la República
española. El gobierno de Juan Negrín, que desde el 5 de abril de
1938 contaba nuevamente con la participación de todas las fuerzas
políticas y sindicales, quedaba duramente erosionado por los reveses
militares.
A estos problemas de
carácter militar se unían los de carácter político. A nivel
internacional, las Brigadas Internacionales se habían retirado de
España. En febrero de 1939, Francia y Gran Bretaña reconocieron de
forma oficial al gobierno sublevado de Franco. Si la política de No
Intervención había generado a la República un duro revés y se
encontraba internacionalmente aislada, la retirada de la ayuda de los
brigadistas, el cambio de estrategia política de la URSS y el
abandono definitivo de las potencias democráticas, dejaba a la
República con unos pertrechos muy pobres de cara al exterior.
A todo ello se unía un
sentimiento, en muchos sectores de la izquierda, de rechazo al
gobierno de Negrín y a la actitud del PCE. Para diversos sectores
del PSOE, gran parte del movimiento libertario y una parte de los
partidos republicanos, la legitimidad del gobierno negrinista estaba
entredicho. Y la política en la dirección de guerra del PCE se
tomaba como una manipulación soviética. Muchos sectores
consideraban que Negrín estaba en manos de los comunistas y que
estos estaban manipulando la guerra a sus propios intereses
partidistas y en franca obediencia a los designios de la URSS. La
oposición a Negrín, por parte de diversos sectores del PSOE, sobre
todo del largocaballerismo, venía por las disputas del control del
propio partido. La salida de Largo Caballero del gobierno no fue bien
recibida y los intentos de los distintos sectores por el control de
la UGT deterioran mucho a la organización socialista. Muchos jóvenes
socialistas comenzaron a separarse de la JSU y a reestructurar las
Juventudes Socialistas. Las acusaciones de “criptocomunismo” se
empezaron a hacer extensivas. La unificación del PSOE y del PCE, que
se buscó en algunos momentos, quedó suspendida.
Por lo que respecta al
movimiento libertario, la competencia por el control del movimiento
obrero entre comunistas y anarquistas fue algo que se desarrolló
durante toda la Guerra Civil. Los numerosos enfrentamientos entre
ambas tendencias habían llegado a sucesos sangrientos que
desencadenaron la primavera de 1937 y los luctuosos Sucesos de Mayo
en Barcelona. En aquella ocasión, los comunistas tomaron ventaja
respecto a los libertarios. La CNT se vio excluida del gobierno tras
la caída de Largo Caballero y Negrín no estaba por la labor, en un
principio, de dar participación a las organizaciones sindicales en
la dirección política de la República. Los libertarios buscaron
entonces una alianza con la UGT y siguieron pidiendo la constitución
de un gobierno de carácter sindical. Aun así, el Comité Nacional
de la CNT, encabezado por Mariano Rodríguez Vázquez, quería que
los libertarios volviesen a tomar parte del gobierno, cosa que
consiguieron en abril de 1938 con Segundo Blanco. Esta cuestión
suscitó enfrentamientos y discusiones entre los que veían el
colaboracionismo como positivo, para impedir así el avance
comunista, y los que no lo veían conveniente y solicitaban regresar
a los postulados antiestatistas. Aunque en cualquiera de las
posiciones los comunistas eran vistos como un rival a batir.
Lo cierto es que los
comunistas había tomado el control de muchos mandos del Ejército y
eso fue visto por el resto de fuerzas antifascistas como un peligro.
Muchas de ellas se lanzaron a controlar el mayor número de unidades
militares así como el comisariado.
Pero lo que quedaba
claro es que a la altura de febrero de 1939 determinadas fuerzas
antifascistas y leales a la República tenían excesivas querellas
tanto con el gobierno de Negrín como con los comunistas. Algunos
sectores del Ejército también estaban disconformes con el
desarrollo de la Guerra. En la mente de todos, tanto del gobierno
como de sectores que se oponían a él, planeaba la idea de una “Paz
Honrosa” y de intentar liquidar la guerra de tal manera que la
República y sus defensores quedaran en la mejor posición. La
táctica de la resistencia por todos los medios era compartida por
muchos sectores antifascistas. Pero las fuerzas de la población cada
vez eran más escasas al igual que los recursos.
En ese contexto se
produce la formación del Consejo Nacional de Defensa (CND) en Madrid
el 5 de marzo de 1939 y la destitución del gobierno de Juan Negrín.
A la cabeza del CND se sitúo el coronel Segismundo Casado, que en
aquel momento era Jefe del Ejército del Centro. A su lado estuvieron
representantes de las organizaciones republicanas, los libertarios,
los socialistas caballeristas y algunas figuras de importancia como
el socialista Julián Besteiro o el general José Miaja. El motivo de
la constitución del CND era llenar el vacío de poder que había en
la zona republicana e intentar negociar la paz con el ejército
sublevado.
El gobierno de Negrín
consideró la formación del CND como un golpe de Estado contra la
República. Apoyado por los comunistas defendieron la legalidad del
gobierno y acusaron de intrusión y golpismo a Casado y los suyos.
Esto provocó que unidades militares que no apoyaron al CND se
mantuvieran leales al gobierno y se iniciara dentro de la zona
republicana, ya circunscrita solo al Centro y Levante, una guerra
civil entre los partidarios del gobierno de Negrín y los partidarios
del CND.
Y en esta lucha
intestina, que acabó por desangrar a la España republicana, Alcalá
de Henares tuvo un papel protagonista. El Consejo Municipal de Alcalá
de Henares en aquel momento tenía al socialista Simón García de
Pedro como Alcalde, y una amplia mayoría representativa de
socialistas y libertarios. Los comunistas tenían entonces dos
concejales, siendo uno de ellos Victoria Aparicio, la primera
concejala mujer de Alcalá de Henares.
Cuando se constituyó el
Consejo Nacional de Defensa en Madrid, la 300 Brigada Guerrillera y
la Primera Brigada de Tanques, ubicadas en Alcalá de Henares, se
mantienen fieles al gobierno de Negrín. El IV Cuerpo de Ejercito, al
mando del anarcosindicalista Cipriano Mera, hace movilizar a la 14
División, en manos del socialista Liberino González, para que
cerque la ciudad de Alcalá de Henares.
Aun así en un primer momento la unidad guerrillera logra mantener
Alcalá de Henares y ocupa Torrejón de Ardoz. Casado manda entonces
desde Madrid unidades militares para apoyar a las fuerzas del IV
Cuerpo de Ejército que el día 9 de marzo toma definitivamente
Alcalá de Henares y Torrejón de Ardoz. “(…) Liberino me
telefoneó para anunciarme que se habían apoderado de Alcalá de
Henares y que se encontraban en el Puente de San Fernando, sobre el
Tajuña, de nuevo parados por orden de Casado.”.
Tomada Alcalá de
Henares por las fuerzas del CND, la ciudad complutense albergó un
gran número de detenidos y de material de Guerra. En los días
sucesivos, cuando las fuerzas casadistas se hicieron con el control
total de la situación, todos los detenidos fueron trasladados a
Alcalá de Henares. Según las memorias de Segismundo Casado “La
sublevación comunista terminó con la concentración de 15000
prisioneros en la zona de Alcalá de Henares, creándose bastantes
dificultades para su abastecimiento.”.
A pesar de que el número que facilita Casado de detenidos es
excesivamente alto, no tuvieron que ser pocos los que fueron
trasladados a la ciudad complutense. Estos presos fueron hacinados
cerca del aeródromo de Alcalá, donde se encontraba la que fue
residencia del jefe de la aviación republicana, Hidalgo de Cisneros.
Allí establecieron un campo de concentración donde fueron presos
muchos militantes comunistas y mandos del Ejército que habían
defendido al gobierno de Juan Negrín. Este campo de concentración
fue conocido como Caño Gordo. Allí quedaron esos presos cuando las
tropas franquistas tomaron Alcalá de Henares. Y a ellos se unieron
en los primeros días tras la derrota republicana el resto de
militantes antifascistas detenidos por las fuerzas rebeldes.
Los días que duró la
lucha, la actividad municipal quedó suspendida y las actividades de
las organizaciones sindicales y políticas también. En la sesión
municipal del 14 de marzo de 1939, el Consejo Municipal de Alcalá se
adhiere al CND y excluye de la representación municipal al PCE.
“Expresan también su protesta para el Partido Comunista y su
adhesión a la Junta Nacional de Defensa. Cumplido por Izquierda
Republicana, Hollemaert por Unión Republicana, Castaño por la CNT y
Cao por el Partido Socialista (…)”.
Por
aquellas fechas el consistorio alcalaíno estaba en plena elección
de nuevo Alcalde, que de forma accidental lo estaba ejerciendo el
libertario Elías Fernández. Este pasará a la historia por ser el
último Alcalde constitucional de Alcalá de Henares.
Al
ser suspendido el PCE y todas las organizaciones a él afines, sus
locales fueron clausurados. En Alcalá de Henares esa clausura se
produjo durante los días de las luchas entre el CND y los
negrinistas. El local del PCE y de la AMA son incautados y sus bienes
controlados por las fuerzas triunfantes.
Los
socialistas también intentan limar sus diferencias y encauzar su
propia situación representativa. Destituyen a algunos de sus
representantes en el Consejo, como Claudio Sanz, que había sido
presidente del Comité Enlace UGT-CNT, “por pertenecer al
Partido Comunista y en su virtud retirarle la confianza”.
Nombra como sustituto al ugetista Saturnino Pérez Guajardo. Era el
22 de marzo de 1939. Nunca llegó a ejercer como concejal. La última
sesión del Ayuntamiento se celebró el 19 de marzo.
El
día 28 de marzo, cuando las calles de Madrid eran ocupadas por el
ejército rebelde, en Alcalá de Henares se izó la bandera bicolor
en el balcón de Teléfonos. Los partidarios del nuevo régimen
estaban felices. Los defensores de la legalidad republicana
preocupados y con miedo. El Ayuntamiento lo ocupó Antonio Luis Sanz.
Las calles comienzan a llenarse de falangistas que hasta la fecha
habían estado escondidos o emboscados. Muchos leales a la República
huían de la ciudad.
El
día 30 de marzo Alcalá de Henares es ocupada por la columna de
Sagardía. Se celebró una misa en la Plaza de Cervantes y se
constituyó una administración municipal compuesta por José Félix
Huerta Calopa, Tomás García Hidalgo, Baltasar Rodríguez Salinas,
Máximo de Francisco y de la Riva y Ricardo Pérez Manzano.
A
partir de ese momento las cárceles y los campos de concentración se
llenaron de militantes obreros. La República había perdido la
guerra. El movimiento obrero había sido derrotado. Más de setenta
años de historia de obrerismo complutense que le esperaba la cárcel,
los paredones de fusilamiento, el exilio y la clandestinidad.
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