martes, 18 de marzo de 2014

LA COMUNA DE PARÍS. EL IMAGINARIO COLECTIVO DEL OBRERISMO

Muchas son las fechas que jalonan la historia del movimiento obrero. El Primero de Mayo es quizá la más conocida. Tomando como orígen la huelga que se produjo en Chicago en mayo de 1886 y donde se reivindicaba las 8 horas de trabajo. Posteriormente fechas como el aniversario de la Revolución Rusa (7 de noviembre), el día de la mujer trabajadora (8 de marzo) y otros son muestras de ese imaginario colectivo del que se dotó el obrerismo.
Pero entre las primeras fechas las que más destacó fue una que hoy ya no se celebra. Por menos a nivel internacional. El 18 de marzo, aniversario de la Comuna de París. Solo Francia sigue rindiendo homenaje a los communards. Si bien es una fecha que el paso del tiempo no ha deformado.
En marzo de 1871 París se proclamó en Comuna en medio de la guerra franco-prusiana. Por primera vez en la historia los trabajadores tomaban las riendas del poder. Constituyeron comités, se organizaron en la defensa, crearon talleres, gestionaron los barrios, etc. Todo un impulso creativo del obrerismo amparado por una organización como la Asociación Internacional de Trabajadores que había nacido en Londres en 1864. Un movimiento capitalizado de forma mayoritaria por los proudhionianos, seguidores del anarquista de Besançon Pierre Joseph Proudhon. Aquí destacaría algunos de los militantes obreros más importantes de Francia, entre los que destacó Eugène Varlin. Perteneciente a una familia de campesinos pobres, Varlin se convirtió en un obrero tipógrafo. Varlin se muestra rápidamente seguidor del ideario del anarquista Pierre Joseph Proudhon e impulsa la creación de Sociedades de Socorros Mutuos, embrión de los modernos sindicatos. Participante en numerosas huelgas de tipógrafos se afilia a la Asociación Internacional de los Trabajadores siendo delegado en los Congresos de Londres (1865) y Ginebra (1866). Fundó un comedor cooperativo en París (La Marmita) y formó parte del Consejo de la Internacional en Francia junto a otro personaje fundamental como Jean Louis Pindy. Desde el primer momento Varlin se compromete con la Comuna y el 26 de marzo de 1871 forma parte de su Consejo en la Comisión de Finanzas. Opositor a la creación del Comité de Salud Pública del que era partidario la mayoría de los blanquistas, Varlin tiene un trágico final. Detenido en combate durante la Semana Sangrienta es linchado por un grupo de burgueses, siendo fusilado sentado.
Aun así el corolario de integrantes de aquel acontecimiento es múltiple. Edouard Vaillant, Jules Valles, Nathalie Le Mel, Gustave Courbet (uno de los pintores más famosos de Francia), Emile Eudes, etc. Entre los participantes habría que destacar también a Louise Michel, uno de los personajes más importantes del movimiento obrero francés. Dedicada a la enseñanza conoce a las máximas personalidades políticas y literarias de la época. Condenada por su participación en la Comuna es deportada a Nueva Caledonia donde toma contacto con los autóctonos de la zona y les enseña a leer aprendiendo la lengua de los canacos. De vuelta a Francia se vincula a los grupos anarquistas y participa de numerosos movimientos y procesos huelguísticos, debatiendo con las otras corrientes del movimeinto obrero. Escribió numerosos textos entre ellos sus propios recuerdos de la participación en la Comuna. Murió en 1905 siendo su entierro una gran manifestación del obrerismo francés. Su vida ha sido objeto de numerosos trabajos, documentales y películas.
La represión contra la Comuna fue desmedida. Siendo un movimeinto que no generó víctimas excepto al final del mismo, durante las jornadas de la Semana Sangrienta, el objetivo de las autoridades de Versalles era claro: borrar de un plumazo la obra de los revolucionarios parisinos. Y esto llevó a la ejecución de 30000 communards y el juicio contra miles de integrantes de la misma que fueron deportados y encarcelados. Durante años estuvo prohibido en Francia hablar de la Comuna. El Mac Mahon se encargó de ejecutar la represión. Incluso se erigieron algunos monumentos actuales de París, como el Sacre Croeur en Montmatre.
Entre los grandes logros de la Comuna estuvieron la implantación de una educación para todos, la abolición de la pena de muerte, el establecimiento de una jornada digna de trabajo, la extensión de los derechos y los deberes en la población, la igualdad entre hombre y mujer, etc. Fueron dos meses frenéticos con los versalleses y los prusianos presionando. Además la Comuna no solo se quedó en París. En Lyon se produjo también un importante movimeinto donde incluso se llegó a tomar el Ayuntamiento de la ciudad. Bakunin participó activamente en la Comuna de Lyon. También se dieron movimientos en Burdeos, Narbona o Marsella.
Sin embargo la Comuna vivió en el imaginario de la clase obrera internacional. Dentro de Francia se recordaba a través de canciones y en celebraciones cerradas. Y tan solo un año después de la misma ya comienza a ser conmemorada en muchos lugares.
El cementerio de Pere Lachaise de París, que fue escenario de los últimos combates entre los versalleses y los communards, también fue testigo de ejecuciones masivas y sumarias. Allí se encuentra el Muro de los Federados, como recuerdo de las víctimas de la Comuna.
Lo curioso de la Comuna de París es que es reivindicada por el amplio conjunto del movimiento obrero. Anarquistas, marxistas, socialdemócratas, etc. Incluso sus personajes, siendo definidos como el caso de Varlin o Louise Michel, son queridos y admirados por el conjunto del movimiento obrero. La Comuna fue la máxima referencia del movimiento obrero revolucionario antes de la Revolución rusa de 1917 o la española de 1936.

La Comuna en Alcalá de Henares

No quiero dejar pasar la oportunidad de referirme a como este episodio del movimiento obrero tuvo también su reflejo en la ciudad de Alcalá de Henares. Tan solo un año después del acontecimiento parisino en la ciudad complutense se estaba formando la primera sociedad obrera adscrita a la Federación Regional Española, la sección de la AIT en España. A su cabeza se situó en fotógrafo, Florencio Navarro, que siempre estuvo vinculado en la ciudad a los movimientos progresistas. El 16 de marzo de 1872 el periódico La Emancipación decía los siguiente: “Las secciones de Alcalá de Henares piensan conmemorar igualmente la gran revolución de París con una manifestación pública”. Por primera vez en Alcalá se celebraba un acontecimiento relacionado con el movimeinto obrero internacional. El lugar de la celebración fue desconocido.
Pero la vinculación de Alcalá con la Comuna fue incluso más estrecho. No solo por las celebraciones alrededor del acontecimiento, sino que junto a Florencio Navarro, Francisco Ainsúa y Julián Ramos, la gran figura del origen del movimiento obrero alcalaíno es Paul Lafargue. Yerno de Marx, este francés nacido en Cuba participó de la creación de los primeros núcleos obreros en Burdeos y luego participó de la Comuna de París. Obligado a salir de Francia por ello llega a Madrid y comienza a trabajar con una parte de los militantes madrileños. Llega a Alcalá de Henares y acude como delegado de la Federación Local complutense al congreso de Zaragoza de abril de 1872, siendo el impulsor de la ponencia sobre la propiedad. Escribió numerosos artículos para La Emancipación y participó activamente de los debates que llevaron a la ruptura de la Internacional en España. La sección de Alcalá de Henares y la Nueva Federación Madrileña se decantaron por las posiciones marxistas frente a las mayoritarias del bakuninismo en España y que en Madrid representaba la Federación Local y el periódico El Condenado de Tomás González Morago.
Lafargue volvió a Francia y allí se vinculó al POF de Jules Guesde. Es una de las figuras más singulares del movimiento obrero internacional, con una gran producción bibliográfica y de artículos. Incluso su muerte es realmente curioso. Cuando vio que no podía dar más a la sociedad se suicidó junto a su mujer, Laura Marx. Ambos están enterrados en el cementerio de Pere Lachaise en París. Un hijo de ambos murió mientras estaban en Madrid y está enterrado en la capital de España.
Pero este imaginario colectivo de la Comuna no se quedó en los orígenes del obrerismo alcalaíno. Cuando a inicios del siglo XX la ciudad ve nacer un poderoso movimeinto obrero socialista impulsado bajo la figura de Antonio Fernández Quer, la Comuna de París es uno de esos acontecimientos que sirve para la unión y participación de la clase obrera de la ciudad.
Y esta celebración fue algo que se extendió mucho en el tiempo. Tal como dice el historiador Manuel Morales “Una fecha que venía mostrar la comunidad de intereses de la que participaban los trabajadores de todo el mundo y la afirmación de su identidad como clase obrera (...)”

La Comuna de París y el cancionero

Si algo legó la Comuna de París fue un amplio cancionero que aun hoy pervive. Canciones como Les temps des cerises, Vive la Commune, Elle n'est pas morte, La semaine sanglante, etc. Pero de todas las que adquirió fama internacional fue precisamente un poema que hizop Eugene Pottier, L'Internationale. Años despues Pierre Degeyter le puso música, convirtiéndose en el himno internacional de la clase obrera. Aquí su letra originaria:

C’est la lutte finale :
Groupons-nous, et demain,
L’Internationale
Sera le genre humain

Debout ! les damnés de la terre !
Debout ! les forçats de la faim !
La raison tonne en son cratère :
C’est l’éruption de la fin.
Du passé faisons table rase,
Foule esclave, debout ! debout !
Le monde va changer de base :
Nous ne sommes rien, soyons tout !

Il n’est pas de sauveurs suprêmes :
Ni Dieu, ni César, ni tribun,
Producteurs, sauvons-nous nous-mêmes !
Décrétons le salut commun !

Pour que le voleur rende gorge,
Pour tirer l’esprit du cachot,
Soufflons nous-mêmes notre forge,
Battons le fer quand il est chaud !

L’État comprime et la loi triche ;
L’Impôt saigne le malheureux ;
Nul devoir ne s’impose au riche ;
Le droit du pauvre est un mot creux.
C’est assez languir en tutelle,
L’Égalité veut d’autres lois ;
« Pas de droits sans devoirs, dit-elle
« Égaux, pas de devoirs sans droits ! »

Hideux dans leur apothéose,
Les rois de la mine et du rail
Ont-ils jamais fait autre chose
Que dévaliser le travail ?
Dans les coffres-forts de la bande
Ce qu’il a créé s’est fondu
En décrétant qu’on le lui rende
Le peuple ne veut que son dû.

Les Rois nous soûlaient de fumées,
Paix entre nous, guerre aux tyrans !
Appliquons la grève aux armées,
Crosse en l’air, et rompons les rangs !
S’ils s’obstinent, ces cannibales,
À faire de nous des héros,
Ils sauront bientôt que nos balles
Sont pour nos propres généraux.

Ouvriers, paysans, nous sommes
Le grand parti des travailleurs ;
La terre n’appartient qu’aux hommes,
L’oisif ira loger ailleurs.
Combien de nos chairs se repaissent !
Mais, si les corbeaux, les vautours,
Un de ces matins, disparaissent,
Le soleil brillera toujours !

C’est la lutte finale :
Groupons-nous, et demain,
L’Internationale
Sera le genre humain

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