viernes, 24 de abril de 2015

UNA LUCHA DESIGUAL. Aniversario del levantamiento del Gueto de Varsovia

Reproduzco el artículo aparecido en el último número del periódico Diagonal. Escrito por Iván Pascual y Julián Vadillo en el aniversario del levantamiento del Gueto de Varsovia en 1943.

Origen y desarrollo del gueto
Cuando el 1 de septiembre de 1939 los alemanes invadieron Polonia el destino de la población judía (así como de muchas otras personas) ya estaba sellado por los nacionalsocialistas alemanes. Basándose en la Leyes de Núremberg de 1935 la poblacion judía quedó marcada y el objetivo era aislarla. El plan que fraguó fue un gueto para la población de Varsovia donde poder albergar a ese 30% de la población en un principio como paso previo a los campos de exterminio como Treblinka. Si algo caracterizó el gueto de Varsovia fue la escasez, el hambre y la situación límite en la que vivieron sus habitantes.
Los judíos del gueto constituyeron un gobierno, el Judenrat, y se dotaron de todos las infraestructuras para intentar desarrollar su vida. Aun así, junto a las actividades culturales y políticas que se llevaron en el gueto (muchas de ellas clandestinas), también la policía del Judenrat y el propio gobierno en muchas ocasiones colaboraron con las autoridades alemanas. Algo que a las organizaciones clandestinas del gueto, de cariz socialista muchas de ellas, no compartían en ningún punto.
En el gueto llegó a contar con 445000 internados teniendo una capacidad de 400000, tuvo personalidades de primer orden de la vida de polaca como el pianista Wladyslaw Szpilman, el director de orquesta Simon Pullman, el historiador Emanuel Ringelblum (autor de Crónica del gueto de Varsovia), el poeta Yitzhak Katzenelson, el pedagogo Janusz Korczak o la trabajadora social Irena Sendler que ayudó a salvar muchas vidas.
La suerte de los judíos se decidió el 20 de enero de 1942 en la Conferencia de Wannsee. Allí personajes como Eichmann o Heydrich propusieron el exterminio total de los judíos. La Solución Final en la llamada Operación Reinhard. La deportación de judíos del gueto de Varsovia comenzó a hacerse masiva hacía los campos de exterminio.
A pesar de ello algunos judíos intentaron resistir y fueron constituyendo sus grupos que hicieron frente a los nazis, destacando el ŹBO de Mordechai Anielewicz y el ŹZW, que tomaron incluso contacto con el exterior del gueto. Ellos fueron los que plantearon batalla del 19 de abril hasta el 16 de mayo de 1943
El levantamiento
El 19 de abril se inició el trágico acto final del gueto. Los alemanes seguían con las deportaciones. Una operación planeada para tres días, se convirtió en la resistencia de un mes. Los combatientes del ŹOB y del ŹZW habían estado trabajando desde hacía tiempo en la construcción de refugios y búnkeres. Habían hecho acopio de las pocas armas y pertrechos que habían conseguido reunir del exterior. Se habían entrenado rudimentariamente y habían decidido por fin luchar. La victoria era imposible, pero consideraban que el tiempo en el que los judíos se dirigían a su propio final sin oponer la más mínima resistencia, había terminado. Los resistentes apenas llegaban a los 800, mientras que las tropas alemanas disponibles, a las órdenes de Jürgen Stroop, superaban los 2000.
Tras unos primeros días de desconcierto y combates inconexos, los alemanes decidieron cambiar de táctica e ir reprimiendo el levantamiento del gueto. Mediante el uso de lanzallamas, artillería y explosivos, los defensores fueron siendo expulsados uno tras otro de sus posiciones. La inferioridad de los resistente fue aprovechada por las tropas alemanas para cometer todo tipo de salvajadas. Si el número de resistentes apenas llegaba a los 800, el número de muertos (según el informe que Stroop, elevó a sus superiores poco después) fue de 13.000.
Para el 29 de abril la resistencia empezó a languidecer. Siendo poco a poco arrinconados y sin ninguna esperanza, una parte de los resistentes, usando las alcantarillas, consiguieron cruzar a la parte polaca. Para el 8 de mayo fue descubierto el cuartel de mando de los resistentes, siendo asesinados la mayoría, entre ellos su líder, Mordechai Anielewicz. La resistencia, cada vez más inconexa y débil, acabó por desmoronarse el 16 de mayo. Ese mismo día era volada por los aires la Gran Sinagoga judía, y Stroop informaba a Hitler que “el antiguo barrio judío de Varsovia ha dejado de existir”.
Epílogo
Una vez sofocada la revuelta, lo que quedaba en pie del Gueto fue destruido. Durante un mes de lucha, cerca de 13.000 civiles y resistentes fueron asesinados y 56.000 enviados a los campos de exterminio, de los cuales muy pocos regresarían a sus hogares con vida. El levantamiento del Gueto les había costado a los alemanes cerca de un centenar de bajas entre muertos y heridos, lo que habla de la terrible disparidad de fuerzas y la bestial brutalidad usada por los alemanes. Aquel era un combate desigual pero supuso una muestra de que las víctimas no estaban dispuestas a seguir siéndolo, y que si su destino era morir, al menos lo harían con las armas en la mano.
Para finalizar unas últimas palabras emitidas por el verdugo del gueto: “la tenacidad de vuestros judíos de Varsovia nos cogió completamente por sorpresa. Esa es la auténtica razón por la que la destrucción del Gueto llevó tanto tiempo”. Sin saberlo y sin quererlo, este nazi reconoció la heroicidad de aquellos resistentes.

martes, 21 de abril de 2015

El movimiento obrero como agente modernizador. Segunda parte

Segunda parte de la conferencia del pasado 14 de abril en Alcalá de Henares organizada por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Alcalá de Henares. Nos centramos en el desarrollo del movimiento obrero durante la Segunda República en la ciudad complutense.

- Evolución del movimiento obrero en Alcalá de Henares

El movimiento obrero complutense fue un reflejo del movimiento obrero en España si bien tuvo particularidades interesantes a destacar. Podemos establecer varias etapas en la evolución del movimiento obrero complutense.

Primera etapa. Las elecciones del 12 de abril

Esta etapa es corta y viene precedida de toda la reorganización del obrerismo socialista, único existente en la época, durante la dictadura de Primo de Rivera. Una reorganización que había empezado de facto en 1926.
El asentamiento y fuerza de las organizaciones obreras socialistas en Alcalá de Henares fue tan fuerte que el PSOE es el partido más votado ese 12 de abril obteniendo 8 concejales. Algo que diferencia a Alcalá de otras poblaciones. Si bien en Madrid provincia el PSOE siempre fue el más votado, en otros lugares el peso lo tiene los republicanos de distintas tendencias.
Pero en Alcalá fueron los socialistas los grandes triunfadores.

Segunda etapa. Los socialistas en el primer bienio republicano

Esta etapa se caracteriza porque los dirigentes obreros del PSOE y de la UGT son también concejales en el Ayuntamiento. Pedro Blas, Simón García de Pedro, etc. Esto posibilita que se lleven las reivindicaciones de las sociedades obreras de la UGT a la aplicación de la legislación republicano.
Un movimiento obrero el de Alcalá de Henares en ese momento fuertemente besteirista por la enorme influencia que Antonio Fernández Quer tiene en la ciudad. Es un momento reformista en que comienza a aparecer la primeras medidas en materia laboral con el cumplimiento de la normativa emanada del propio Ministerio del Trabajo, donde los patronos están obligados a contratar personal de las listas de trabajadores en paro que les facilita las sociedades obreras, etc. Además son sociedades obreras en permanente crecimiento y que aun no tiene rivales en el campo obrero. Los republicanos eran débiles y diseminados, los libertarios eran embrionarios y los comunistas inexistentes.
El socialismo complutense tuvo la suerte de que hasta ese momento no había tenido escisiones. El tercerismo del periodo 1918-1921 no afecto a los socialistas alcalaínos que con Fernandez Quer a la cabeza fueron en bloque de raíz pablista.
También es un momento que por empeño de Pedro Blas, probablemente asesorado por Francisco Pardina, se aplica la legislación laica republicana y se intenta establecer un centro de segunda enseñanza en Alcalá de Henares.

Tercera etapa. La división del socialismo

Sin embargo la participación del socialismo en el gobierno de la República se comenzó a poner en entredicho debido a medidas que resultaron polémicas para el resto de fuerzas del movimiento obrero (Ley de Términos Municipales y Ley de Vagos y Maleantes), así como por la división que surge en el seno del propio gobierno. Los casos del golpe de Estado de Sanjurjo en 1932 (donde en Alcalá hubo movimiento del mismo) o los sucesos de Casas Viejas de enero de 1933, así como las diferencias en tratar un caso y otro hizo que se resquebrajara la unidad de 1931 que se hizo sobre bases muy débiles.
En el seno del movimiento obrero socialista en Alcalá comienzan a emerger las corrientes caballeristas, representadas por el profesor Ángel García, o desarrollarse los comunistas en el seno de la Casa del Pueblo y de las sociedades obreras de la UGT. Hubo en 1932 un juicio por intento de lo que se denomino “sedición comunista” dentro del Ejército donde participaron tres intengrantes obrerista alcalaínos que posteriormente serán fundadores del PCE: Eugenio Cumplido, Manuel Muñoz Muñoz y Víctor Calleja. En en seno de la Casa del Pueblo surgió el Socorro Rojo Internacional, con futuros comunistas como Daniel Elola.
Se produce también una radicalización de la Juventudes Socialistas que se ve reflejada en el desplazamiento que dirigentes moderados como Pedro del Pliego por otros de nuevo cuño como Agustín Anuarbe
También se produce la aparición de un nuevo modelo sindical en la ciudad: el anarcosindicalismo. Los libertarios complutenses habían estado organizados a través de un club ciclista, la UCA. Las obras de la construcción del Manicomio de Alcalá hizo que llegasen a la ciudad nuevos trabajadores que traían prácticas sindicales distintas a las hasta entonces mayoritarias en la ciudad. En noviembre de 1933 se constituye el primer sindicato de la CNT, si bien los trabajadores cenetistas ya habían tenido participación en una huelga anterior del sector de la construcción. Aparecen militantes como Leandro García, Ignacio España (que había vivido los años del pistolerismo patronal en Barcelona), Mauricio Heredero, etc. Una CNT muy sindicalista la de Alcalá de Henares que buscará desde muy temprano los pactos puntuales con la UGT.

Cuarta etapa. Punto de cesura. La huelga general de octubre de 1934

Este nuevo panorama obrerista que iba surgiendo poco a poco en la ciudad, se ve reflejado ya cuando en febrero de 1934 se produce el primer acercamiento entre la CNT y la UGT, a raiz de los conflictos laborales que iban surgiendo en la ciudad. Aunque el Ayuntamiento seguía siendo de izquierdas el gobierno de la nación ya había cambiado y la derecha había salido triunfante en las elecciones de noviembre de 1933. Ese estado de alerta provocado también por el avance de los fascismos en Europa, se deja sentir en la ciudad complutense.
Dentro de la Casa del Pueblo se van generando debates interesantes e importantes que marcarán el futuro del movimiento obrero complutense.
La Juventudes Socialistas de Alcalá de Henares participaron en la primera de 1934 en el V Congreso de la FNJS donde piden abiertamente una ruptura total con los republicanos, la superación de la República burguesa por una República Socialista y una estrecha colaboración, si no fusión, entre el PSOE y el PCE, que entonces no existe todavía en Alcalá.
Este estado de debate fue el reflejo de la huelga general de octubre de 1934. En Alcalá fue convocada por la UGT y la CNT. El 7 de octubre se declara el Estado de Guerra en la ciudad y aunque no hubo disturbios reseñables el 9 de octubre se procedió a la clausura de la Casa del Pueblo y de la CNT con la detención de distintos dirigentes obreros de la ciudad. El Ayuntamiento quedó suspendido y sustituido por una gestora de clara tendencia derechista.
Es un momento de reflujo para el movimiento obrero.

Quinta etapa. Tiempo de reflexión y reorganización

Este periodo mediaría entre el fracaso de octubre de 1934 y las elecciones de febrero de 1936. Un momento de avance de un obrerismo cercano al corporativismo fascista, pues se fundó en la ciudad la Acción Obrerista de Rodolfo López Tello, que bebe de todo el catolicismo social anterior. La derecha alcalaína se extremiza en este sentido ante lo que suponen un peligro comunista.
Por su parte la izquierda tiende a la reorganización. A nivel nacional los republicanos fundaron dos partidos. Izquierda República de Manuel Azaña y Unión Republicana de Diego Martínez Barrio. Quien más desarrollo tiene en Alcalá es IR y realizan numerosos actos a lo largo de 1935.
El movimiento obrero también comienza a reorganizarse y junto a actos y charlas (muchos prohibidos por orden gubernativa) se inicia una campaña para la libertad de los presos políticos en la que participan todos los integrantes de las distintas formaciones obreras complutenses.

Sexta etapa. De la victoria del Frente Popular al Golpe de Estado

A la altura de 1936 el obrerismo complutense está reconstruido y sus locales nuevamente en funcionamiento. Se reconstituye el Ayuntamiento disuelto en octubre de 1936 con la salvedad de que el gobierno ahora lo tomaran solo los socialistas conviertiéndose Pedro Blas en el primer alcalde socialista de la ciudad.
A partir de ese momento los acontecimientos fueron muy rápido. Mientras desde el Ayuntamiento se volvió a aplicar la legislación republicana perfeccionándola, la evolución de las organizaciones obreras fue las siguientes.
Las Juventudes Socialistas continuaron su camino y se fusionaron la Unión de Juventudes Comunistas de España, surgiendo la Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). En Alcalá no existió JJCC, con lo cual las socialistas se reconvirtieron y nació la JSU. A su cabeza Agustín Anuarbe, que siempre fue de las JSU y del PSOE, y Fernando Macarro Castillo (Marcos Ana), que posteriormente se afilió al PCE.
En mayo de ese mismo año, un grupo de militantes socialistas de separan del PSOE y fundan el Radio Comunista de Alcalá de Henares. Es el nacimiento del PCE, con Eugenio Cumplido Barco a la cabeza. Aun así fue un partido minoritario. Los marxistas que se radicalizaron en aquel momento se mantuvieron en las filas del PSOE y siguiendo los postulados de Largo Caballero. El PCE solo tomó importancia con la Guerra Civil.
Se produce también un crecimiento de la CNT. En el Congreso de Zaragoza de mayo de 1936, donde se estableció la que sería la política de la CNT, participaron los libertarios complutenses dando un censo de 100 afiliados en la ciudad y en proceso de crecimiento.
Por la ciudad complutense pasaron personajes de primer orden nacional: Estevan Vega, Amor Nuño, Lorenzo Iñigo, Trifón Medrano, Luis P. García-Lago, Eduardo Ortega y Gasset, etc.
Hay que destacar el pacto entre la UGT y la CNT en solidaridad con la huelga de la Construcción de Madrid que se desarrollaba en ese momento, mayo de 1936, en la capital de España.
A partir de ese momento todas las organizaciones obreras lucharon con un mayor control de ese movimiento obrero. Con una salvedad. Si en 1931 solo los socialista copaban ese espacio, cinco años después los socialistas estaban en retroceso y comunistas y anarquistas estaban en plena expansión.

- El Golpe de Estado de 1936 y el movimiento obrero en la Guerra Civil

Si por algo fracasó el golpe de Estado de 1936 fue precisamente, entre otras cosas, por la participación decidida del movimiento obrero de oponerse a él. La participación de las organizaciones obreras en lugares como Madrid o Barcelona es determinante para su fracaso.
En Alcalá esa participación también se produjo. Fue Francisco Pardina, junto a José Antonio Cumplido (republicano), quienes se desplazaron a Madrid para informar de la sublevación en la ciudad. Muchos soldados de los regimientos acuartelados, cuando fracasó la sublevación, salieron de los cuarteles portando carnets de las organizaciones obreras y alistándose de las milicias. Y las milicias anarquistas de Madrid fueron determinantes. La cobertura de las organizaciones complutense también se dio. Se constituyó en Alcalá el "Batallón Libertad".
Pero la importancia del movimiento obrero complutense de dio ya durante la Guerra, que tendió a una profundización mayor de la democratización de la ciudad.
Lo primero por la participación de todo el obrerismo en los organismos de gestión de la ciudad. La UGT y la CNT eran las minorías mayoritarias en el Consejo Municipal. La labor que los diferentes integrantes en el mismo hicieron fue fundamental.
A nivel educativo, junto al impulso de la escuela republicana, se pusieron en práctica en la ciudad nuevas experiencias como la Escuela Racionalista impulsada por el Sindicato Comarcal de la Enseñanza de la CNT. Un modelo basado en el concepto pedagógico de Ferrer o el de CENU de Puig Elías en Cataluña.
La reconstrucción económica también corrió a cargo de las organizaciones obreras. Proliferaron las explotaciones obreras y las colectividades agrarias. Existieron colectividades de la UGT, conjuntas UGT-CNT o colectividades en solitario de la CNT. Los libertarios llegaron incluso a crear un Consejo Económico Comarcal que gestionó distintas colectividades del corredor del Henares. La producción en algunas zonas se vio favorecida por este nuevo modelo de explotación económica.
Las fabricas alcalaínas tuvieron también Control Obrero. Aunque la implantación de la UGT siempre fue mayoritaria en la incipiente industria complutense, también contó con la participación de la CNT.
Durante mucho tiempo se ha mantenido el mito de la participación del movimiento obrero en la represión de la ciudad. Nombres de dirigentes obreros circulan por las listas de la Causa General y de los Consejos de Guerra. Muchos de ellos fueron ejecutados tras la Guerra Civil. Sin embargo, y aunque no es el tema de esta conferencia ya que nos podría llevar otra conferencia entera, el movimiento obrero solo participó en el orden de la retaguardia y las acusaciones que se vertió contra él fueron falsas.

  Los años de desarrollo del movimiento obrero sirvieron para una profunda democratización de la vida en la ciudad. Una democratización que fue frenada en seco, una vez más como vimos más arriba, con un golpe de Estado y una represión inquisitorial contra sus estructuras.


miércoles, 15 de abril de 2015

El movimiento obrero como agente modernizador. Primera parte

Primera parte esquematizada de la conferencia que di con motivo del 84 aniversario de la Segunda República en Alcalá de Henares, organizada por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de la ciudad complutense.

Agradecimiento a la ARMH de Alcalá de Henares por invitarme a este acto y felicitarles por la labor realizada en este año de existencia que llevan en la ciudad, así como a Manuel Ibáñez por la presentación y a Raúl González Luciano, viejo amigo de la facultad y que ahora coincidimos en estas cosas, entre otras muchas, que tenemos en común.

-          ¿Dónde radica la importancia del movimiento obrero?

      La larga duración de la dictadura franquista hace que se pierda perspectiva histórica respecto a la importancia del movimiento obrero. El movimiento obrero queda como un agente distorsionador de la historia, algo negativo.
      Las distintas corrientes de interpretación histórica en España ha tenido, como es lógico, distintas visiones del movimiento obrero. El franquismo lo estigmatizó. Habló en genérico de “marxismo” y lo consideró uno de los grandes males de la nación.
      La visión liberal lo considera un aparato distorsionador una vez que el Estado liberal se asentó. Los liberales aun así distingue entre un movimiento obrero que se adapta a las nuevas estructuras y los revolucionarios que quieren subvetir un orden  libre.
      La escuela marxista si ve en el movimiento obrero un factor fundamental de la evolución histórica. Aun así distingue entre movimientos obreros embrionarios o utópicos frente a un movimiento obrero representado por el socialismo ciéntifico y vanguardistas. Teniendo también en cuenta diversas tendencias de ese socialismo científico en los debates de inicios del siglo XX entre las posiciones socialdemócratas y las revolucionarias.
      Hoy también podemos hablar ya de una escuela anarquista de interpretación del movimiento obrero. Quizá establecida en dos visiones. Una más cercana a posiciones de reivindicación pasional del pasado libertario. Pero otra acercándonos a la medida del pasado libertario con base científica e investigaciones muy serias para un movimiento que como el libertario estaba necesitado de ello.
      En lineas generales, independientemente de estas escuelas que hemos hablado, las investigaciones tienden a romper la idea de un movimiento obrero “bueno” frente a un movimiento obrero “malo”.

-          Proceso de democratización en España

      En muchas ocasiones parece que la democracia a España llega por ciencia infusa con la proclamación el 14 de abril de 1931 de la Segunda República. Y esto nos puede llevar a equivocos y a confundir la verdadera importancia de la propia Segunda República. Es imposible que tan solo un pacto entre políticos de distintas tendencias republicanas en San Sebastián y unas elecciones municipales que se convirtieron en plebiscitarias trajeran un cambio tan profundo y radical en la sociedad española. En España no existía una base burguesa avanzada y liberal. Los republicanos, que habían sido el motor de cambio en muchos otros países, en España siempre estuvieron muy divididos (federales, unitarios, progresistas, etc.). La posibilidad de artícular un partido de base liberal-demócrata como fue el Partido Reformista de Melquíades Álvarez fueron un fracaso. Las opciones políticas de personajes como Azaña fueron muy minoritarias y débiles en el seno de la sociedad española.
      Las raíces de estos cambios fueron anteriores y tiene un protagonista principal: el movimiento obrero. Y los avances sociales y políticos que se conquistan en España básicamente desde inicios del siglo XX tuvieron al movimiento obrero como un agente fundamental. ¿Cómo lo consiguieron? Ejerciendo una presión social que provocó que las autoridades fuesen cediendo paulatinamente derechos laborales, sociales y políticos. ¿Qué sucedía cuando el avance marcaba ritmos más altos por los cuales las autoridades y el statu quo de las clases acomodadas se ponía en peligro?. Se cortaba de raíz por diversos procedimientos. La represión era una de ellos. La guerra sucia, como por ejemplo el pistolerismo de la patronal en el periodo que media entre 1918-1923. O en último extremo la instauración de dictadura por medios de golpe de Estado, como el ejemplo de 1923 con Primo de Rivera o el golpe de Estado de 1936 que tiene características distintas y propias porque generó una Guerra Civil.
      A esto hay que unir que el movimiento obrero había avanzado de forma espectacular desde su introducción en España en diciembre de 1868 y el establecimiento de las primeras sociedades obreras de la Asociación Internacional de Trabajadores. No solo en lo numérico y organizativo (pues tuvo flujos y reflujos) sino en la generación de toda una cultura obrera, en el desarrollo de unas formas de socialización que anticipaba el modelo de sociedad que defendían. Un modelo de organización muy alejado del desarrollo liberal capitalista.
      Vamos a poner algunos ejemplos de esos avances que provocó el movimiento obrero en la sociedad el momento. Por ejemplo se fueron perfeccionando el derecho a huelga, las subidas salariales, la reducción de la jornada laboral, legislación en materia de protección laboral y derechos sociales, etc.
      Algunos dan la interpretación de que estos avances se produjeron gracias a la labor del sindicalismo de concertación. La labor que el sindicalismo de la UGT y sus dirigentes llevaron a cabo en instituciones como la Comisión de Reformas Sociales que se desarrolló en el siglo XIX y se dio una visión de la situación de la clase obrera, el Instituto de Reformas Sociales fundado en 1902 y donde desde el primer momento los socialistas tuvieron participación o a nivel local la participación ugetista en las Juntas Locales de Reformas Sociales. Sin quitar un ápice de importacia a estas instituciones y a la labor del movimiento obrero socialista en ellas es imposible establecer  esta razón única para considerar que la situación de la clase obrera mejoró. Por ejemplo las Juntas Locales de Reformas Sociales funcionaron de forma muy deficiente. No porque los socialistas no las utilizasen sino porque la patronal no prestó atención a las demandas y a las resoluciones de las mismas. Algo que incluso denunció públicamente el propio movimiento obrero socialista.
      Pero es imposible entender los avances sociales si se olvida los procesos de luchas en la calle del movimiento obrero. Por ejemplo la Ley de Contratos de 1902 se aprueba tras el ciclo huelguístico que media entre 1898 y 1901. En una frontera en la que se pasa de los motines de subsistencia del periodo finisecular a la huelga científica de inicios del siglo XX. Un proceso de movilización donde los anarquistas tuvieron un protagonismo destacado. Esas disposiciones sobre el contrato de trabajo y las huelgas, firmadas por Sagasta y Segismundo Moret, venía a legislar tras ese proceso precisamente gran parte de las peticiones que la clase obrera hizo y con el objetivo de las autoridades de frenar el avance del movimiento obrero con dichas concesiones. Un párrafo interesante de estas disposiciones está en la página 17 del folleto Disposiciones sobre el contrato del trabajo y las huelgas editado en 1902 por orden del Ministerio de Gobernación y de la presidencia del gobierno: “El peligro, sin embargo, arrecia, y la intranquilidad se extiende por los campos, sobre todo en esta época en que las labores de siega y de la trilla, aumentando la demanda de brazos, ociosos en el invierno, despiertan en los jornaleros esperanzas que, desnaturalizadas por las predicaciones anarquistas, engendran, al formularse, amenazas e inquietudes precursoras de violencias y represiones”. Estaba claro quien ponía como enemigo las instituciones del momento.
      Otro ejemplo sería la jornada de 8 horas de trabajo. Ciertamente el 1 de julio de 1931 se desarrolló un decreto sobre la “Duración máxima legal de la jornada de trabajo” que fue aprobado como ley de la República el 9 de septiembre de 1931, siendo Ministro de Trabajo Francisco Largo Caballero. En él se aprobó la jornada legal de 8 horas de trabajo. Sin embargo la normalización de ese hecho no es una conquista de la República. La jornada laboral de 8 horas de trabajo se había alcanzado en España unos años antes. En 1919, tras la Huelga de La Canadiense, canalizada por la CNT, que se hizo extensiva a otros sectores laborales, una delegación de la organización anarcosindicalista se desplazó hasta Madrid, con Salvador Seguí a la cabeza, para negociar con el gobierno. El acuerdo fue el decreto de aprobación de las 8 horas de trabajo. Ahora bien, esa disposición era sistemáticamente violada por la patronal, lo que hizo que la gran mayoria de las sociedades obreras españolas se tuvieran que poner en huelga en el periodo que media entre 1919 y 1923 para reclamar su cumplimiento. En Alcalá de Henares esas huelgas fueron recurrentes en ese periodo hasta el establecimiento de la dictadura de Primo de Rivera. A nivel nacional, en esas mismas huelgas, participó Francisco Largo Caballero, que después sería el Ministro de Trabajo. La República si que intentó el establecimiento de mecanismo de obligado cumplimiento, aunque el enfretamiento de muchos patronos con las instituciones republicanas hicieron que estas disposiones muchas veces no se cumplieran que con el tiempo generó un cambio de estrategia tanto de la UGT como de una parte de los socialistas, como veremos.
      Igualmente uno de los grandes triunfos de la Segunda República fue la educación. En el primer bienio de la República se había avanzado más en esta materia a nivel nacional que en los treinta años precendentes. Y es que para las autoridades de la Restauración, la educación no fue una cuestión prioritaria. Con solo decir que la Ley Moyano de 1857 era mucho más avanzada que la Ley Orovio de 1876. Aunque tampoco podemos obviar que en el tiempo que media entre el inicio de la Restauración en 1876 hasta la proclamación de la República en 1931, se produjeron avances como una implicación mayor del Estado en las políticas educativas que llevó a la creación del Ministerio de Instrucción Pública en 1901.
      Aun así las medidas adoptadas no fueron suficientes y el analfabetismo siguió campando a sus anchas a lo largo y ancho de la geografía nacional.
      Una vez más tenemos que buscar los proyectos más avanzados, de los que bebió la legistalación republicana, fuera del Estado. Proyectos como la Institución Libre de Enseñanza, creada por Francisco Giner de los Ríos en 1876. En la ILE se formaron muchos de los políticos republicanos como Julián Besteiro o Fernando de los Ríos.
      Pero fue el movimiento obrero nuevamente pionero en el desarrollo de una educación equitativa. Proyecto como las escuelas generadas en el seno de los ateneos republicanos y libertarios, donde se tendía a la alfabetización de la clase obrera, creación de Escuelas de Artes y Oficios en el seno de los sindicatos (base de la formación profesional posterior), o proyectos avanzados como las escuelas laicas (por ejemplo la de Guadalajara) o la Escuela Moderna de Ferrer basada en principios pedagógicos libertarios en 1901, son ejemplos en los que miró la naciente República de abril de 1931.
      En Alcalá de Henares existen esos casos. No se podría entender la lucha que desde el Ayuntamiento se desarrolló en la República por el mejoramiento de las escuelas primarias y la lucha tenaz por el establecimiento de un centro de segunda enseñanza, sin los ejemplos previos en la ciudad. Frente a una escuela destartalada durante la Restauración, surgieron proyectos como la escuela del Centro Obrero republicano en 1901 o la Escuela de Oficios del Ateneo Obrero, también republicano, de 1904. Pionera en la educación fue la escuela “El porvenir de la infancia” de Francisco Pardina, maestro socialista que mantuvo esta escuela a lo largo del tiempo. O ya en al década de 1910 la Escuela de Artes y Oficios de la UGT ubicada en la Casa del Pueblo. Cuando ya en la República se comenzó a desarrollar una escuela más equitativa y comenzaron a destacar maestro como Fernando G. Matilla, los ejemplos que les precedieron fueron fundamental, teniendo en cuenta que Pardina también participó.
      La conclusión es que todas estas cuestiones previas se consolidaron con la República y se hicieron más extensivas. Pero evidentemente la República no lo consiguió todo. Siguieron existendio problemas laborales múltiples, la reforma agraria fue el gran problema de la República o polémicas leyes como la Ley de Terminos Municipales o la Ley de Defensa de la República.

lunes, 6 de abril de 2015

UNA GRAN TUMBA FRANQUISTA LLAMADA BURGOS

Artículo aparecido en la edición digital del periódico Diagonal

Muchas veces establecemos lugares comunes en la historia y en nuestra memoria a la hora de analizar la realidad. En ese sentido siempre hemos oído como se ha catalogado a provincias como Guadalajara o Burgos como conservadoras en lo político. Sin embargo, cuando nos acercamos a la realidad histórica, nos damos cuenta que esos lugares comunes son eso: lugares comunes. Decir lo contrario sería obviar que en otros momentos históricos provincias como Burgos tuvieron uno de los movimientos sindicales más dinámicos. Que la población de Aranda de Duero contó con unos de los sindicatos de la CNT más poderosos, el de los ferroviarios que le unía a otra ciudad también insertada en esos lugares comunes como Soria.
Desgraciadamente en este país nos damos cuenta de esto por dos vías. Cuando hacemos estudios históricos de esas provincias que en muchos casos tiene una relativa difusión. O cuando se exhuma alguna de las múltiples fosas que pueblan la geografía de nuestro país. Y aquí Burgos tiene un protagonismo inusitado.

Lo último. Monte Estépar

Mientras España vivía unos momentos de reposo, preparada para las elecciones municipales próximas o veía pasar diversas procesiones, un grupo de personas se reunía en Monte Estépar, un lugar muy cercano a Burgos capital. Monte Estépar es un lugar escondido dentro del municipio de Estépar. Allí durante la Semana Santa (el viernes día 3 para ser más precisos) un grupo de arqueólogos, represetantes de la memoria histórica y familiares han llevado a cabo una exhumación. Una exhumación que no ha contado con apoyo de ninguna institución. Que no ha despertado el interés de una clase política que considera todo esto de la memoria histórica como algo “incómodo”. Solo las organizaciones civiles, las asociaciones de la memoria y los familiares de la víctimas se movilizan. En el caso de Monte Estépar el dinero para la exhumación ha salido de un crowdfunding, impulsado por la Coordinadora Provincial de Memoria Histórica de Burgos o por grupos como Espacio Tangente.
El año pasado ya comenzaron las exhumaciones de esta zona. Se localizaron 70 cuerpos bajo la tierra. Este fin de semana han aparecido 26 más. Cuatro fosas. 96 cadáveres. Todos ellos fusilados entre agosto y octubre de 1936. La mano ejecutora el ejercito sublevado franquista, las partidas de falangistas que iban de pueblo en pueblo y de prisión en prisión para cobrarse una contribución de sangre generada por el odio. A su cabeza el gobernador de la provincia en esa época: Fidel Dávila Arrondo. A muchos este nombre ya ni les sonará. O sí les suena, pero como el nombre de una calle. Muchas calles en la geografía española tiene todavía el nombre de Fidel Dávila. Un militar africanista, fuertemente conservador, que durante la Segunda República pasó a la reserva y que una vez que se consumó el golpe de Estado de julio de 1936 se unió a los rebeldes en Burgos donde residía. Fue uno de los mandos del Ejercito del Norte, formó parte del Junta Técnica de Estado, embrión del Estado franquista y ocupó numerosos cargos militares y políticos durante la dictadura hasta su fallecimiento en 1962.
Fidel Dávila fue la cabeza de todo un aparato represivo que se cobró la vida de miles de personas en la provincia de Burgos y otros lugares. Entre las víctimas hay personajes como director del Orfeón de Burgos Antonio José Martínez Palacios, el director de Burgos Gráfico Antonio Pardo Casas, etc.

El modus operandi. ¿Por qué el Monte Estépar?

La represión tuvo muchas aristas. De los cuerpos encontrados en Monte Estépar hay varios ejemplos. Algunos eran sacados de sus casas por las partidas de falangistas, llevados a lugar del crimen y ejecutados. La fosa donde se enterraban estaba cavada previamente (muchas veces por vecinos de los pueblos limítrofes) o bien la cavaba el propio reo. Era una represión extrajudicial. Desaparecidos que no dejaron ningún rastro hasta que se exhuma la fosa. Para otros el final era también igual de cruel. Se hacían listas en las cárceles, se dictaba orden de libertad y en el traslado eran asesinados. Sacas de presos que sí dejaron listas de personas que nunca aparecieron. Por eso se sabe que los lugares de fusilamientos fueron muchos más. Otros eran sacados y ejecutados tras consejos de guerra sumarísmos donde se dictaminaba pena de muerte bajo leyes aberrantes y que contravenía cualquier tipo de derecho.
La elección de los parajes de ejecución tampoco era aleatoria. En un principio las ejecuciones era muy visibles. Pero paulatinamente los rebeldes fueron perfeccionando su técnica. Había que tapar responsabilidades. Luis Castro, documentalista, historiador e integrante de la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX de la Universidad Complutense de Madrid nos da la clave de la elección de estos lugares en su libro Capital de la Cruzada, Burgos durante la Guerra Civil: “La situación llegó a ser tan escandalosa en este aspecto que las autoridades dictaron normas para tratar de disimular los crímenes y se ordenó que las ejecuciones se hicieran en lugares más alejados (Estépar, la Brújula, la Pedraja, etc.) y que los cadáveres fueran debídamente enterrados. Con frecuencia se hacía en zanjas longitudinales, cavadas al efecto por los ejecutores o por los vecinos de pueblos próximos que eran obligados a ello por lo que se denomina 'prestación personal'”.
Eran pues elecciones de lugares premeditadas. El paraje de Monte Estépar era un lugar ideal para estas ejecuciones. Un lugar ideado por el franquismo. Un lugar premeditamente olvidado por las autoridades tras la muerte de Franco. Un lugar en la memoria de muchos habitantes de Burgos, que muchos años después ha podido salir a la luz.
Al pie de las fosa exhumada estos días, junto a los esqueletos de los represaliado, se encontraron los casquillos de las balas falangistas que les ejecutaron. Una prueba más del crimen del franquismo. Unos tiros de gracia que tienen también nombres propios. El libro La Guerra Civil en Burgos: fusilados, detenidos y represaliados en 1936 de Fernando Cardero Azofra y Fernando Cardero Elso, narra una de las historias más terribles de ese lugar llamado Monte Estépar: “Se comentaba que José Iñigo, comandante de Caballería, encargado de descerrajar el tiro de gracia en la nuca de los fusilados de Estépar, cada vez que lo hacía, exclamaba en tono sarcástico '¿véis lo que me obligáis a hacer, comunistas de mierda?'”

Los otros lugares de la memoria

En Monte Estépar se han recuperado en total 92 cuerpos. Hay más. Los testimonios dicen que muchas de esas sacas fueron ejecutadas allí. El problema viene que tras la construcción de la carretera que une Valladolid y Burgos, muchos de esos lugares fueron destruídos. Nada nuevo bajo el sol. Rita Barberá lo hizo en Valencia. Gallardón en Madrid.
Pero de un tiempo a esta parte en Burgos las asociaciones civiles y de la memoria, junto a los familiares están realizando un trabajo titánico. Ya en Monte Estépar se señalizó en 1989 como lugar de fusilamientos. Tuvo que pasar muchos años más para que haya sido exhumada.
Otros lugares han tenido tambien su exhumación. Incompleta, porque siempre hay falta de recursos, problemas de la administración y mucho voluntarismo. Aranda de Dueron en lugares como Monte Castoján o La Lobera han sido exhumados ya 130 cuerpos. Se estiman que hay muchos más. En Gumiel de Izán se localizaron 59 en un lugar llamado La Legua. En Milagros, en La Casilla de los Camineros se exhumaron 46. En Quintanilla de la Mata, en Monte Andaya los cuerpos fueron 85. En el cementerio de Valdenoceda 114 cuerpos. En Villamayor de los Montes, en en Alto de la Venta, 46 cadáveres.
Mención especial merece la fosa de Villafranca de los Montes de Oca, en el Monte de La Pedraja. Allí han sido localizados 135 cuerpos. De entre ellos vamos a nombrar a uno. Antoni Benaiges, maestro de Bañuelos de Bureba. Benaiges era un maestro freinetista, una técnica educativa que se basaba en la utilización de la imprenta en el aula. El maestro Benaiges prometió a sus alumnos que irían a ver el mar en el verano de 1936. Sin embargo tras el golpe de Estado Benaiges desapareció. Fue ejecutado por los falangistas en La Pedraja. Nunca pudo llevar a sus alumnos al mar. Muchos años después su familia, investigadores y documentalistas como Sergi Bernal lo han dignificado. Pero junto a él hay 134 cuerpos más por dignificar.
En Burgos se han localizado tambien fosas más pequeñas, que tienen entre uno y diez-doce cuerpos y otras con algunos más. Otros lugares están localizados pero no exhumanos. Por ejemplo la Torca Palomera en Mozuelos de Sedano. En ese paraje las partidas falangistas fusilaban y lanzaban los cuerpos a una sima de más de 60 metros de profundidad. Unos de los dirigentes falangistas ejecutores que vivia en Masa dijo que en esa sima cabían todos los militantes de izquierdas del Valle de Sedano. Según Jesús Gutiérrez Flores en su libro Guerra Civil en Cantabria y pueblos de Castilla calcula unos 40 ejecutados en ese paraje. No se sabe. No se ha podido bajar a la sima. Hoy esos cuerpos descansan bajo una pila de basura y animales muertos.
Burgos, la que fuera la capital de la España franquista, es una gran tumba bajo cuya tierra todavía reclaman justicia cientos y cientos de fusilados. Puede que miles. No se sabe el censo que a medida que se exhuma crece.
No se puede edificar una democracia cuando aquellos que la fueron a defender en sus diversas formas tras el golpe de julio de 1936 están enterrados bajo el asfalto de carreteras, en parajes perdidos o bajo toledas de carroña y basura. Esto no es necesario que lo diga alguien de izquierda. No hace falta que lo diga un historiador. Es una cuestión de sentido común. Pero para los herederos de aquel régimen, para los que defienden a rajatabla la Ley de Amnistía de 1977 el peligro es el sentido común.

Pd: Foto de Álvaro Minguito. Diso Press