miércoles, 26 de junio de 2019

LA CONQUISTA DE LAS OCHO HORAS DE TRABAJO EN ESPAÑA

Reseña del libro de Ferrán Aisa (2019), La huelga de La Canadiense. La conquista de las ocho horas (Barcelona, Entre Ambos), publicado en el periódico CNT. Esta es la versión amplia de la reseña.

Puede que a mucha gente se le haya pasado por alto que en este año 2019 se conmemora el centenario de la conquista por ley de las ocho horas de trabajo en España. Un acontecimiento apenas conocido pero que marcó, de forma indeleble, la historia de nuestro país por la transcendencia del mismo. Y no tanto por el hecho de conseguir las ocho horas de trabajo sino por la forma en la que se llegó a este fin.
            Para poner un poco de luz a este acontecimiento, el historiador Ferrán Aisa i Pampols ha escrito un libro dedicado a la huelga que marcó el inicio de aquella conquista: la de la fábrica La Canadiense de Cataluña. Y para ello pone en el centro del protagonismo de la reivindicación a la organización que canalizó el sentimiento de protesta de la clase obrera en Cataluña y que se hizo extensivo a todo el territorio español: la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
            El esquema del libro de Aisa es sencillo pero esclarecedor para entender la dimensión del acontecimiento que aborda. Partiendo de los antecedentes de la organización en España, de la formación del sindicato CNT y de algunos debates organizativos que se dieron dentro del mismo, pasa a explicar de forma pormenorizada el conflicto que se desató en Cataluña y, más concretamente, en el área metropolitana de Barcelona que condujo a una huelga que durante 44 días dejó a Barcelona a oscuras y provocó un movimiento de trabajadores que puso en jaque a la patronal y al gobierno del país. El resultado fue forzar una negociación que acabó con la readmisión de los despedidos, la libertad de algunos presos y la consecución de la jornada de ocho horas de trabajo, reivindicación histórica del movimiento obrero internacional. Un conflicto que marcó la mayoría de edad de la CNT como organismo sindical, presentándose ante la opinión pública española como una organización que a partir de la acción directa era capaz de canalizar los sentimientos de lucha de los trabajadores. Esa posición de poder social y laboral que va a adquirir la CNT, y que la va a convertir en hegemónica en muchos lugares, significó también una reacción contra ella, en una auténtica guerra sucia y sin cuartel contra el sindicalismo. Algo que no era nuevo en la historia de España pero que adquiriría un carácter dramático abriendo las puertas a la dictadura de Primo de Rivera en 1923. El libro de Aisa no olvida esas consecuencias, y analiza ese periodo del pistolerismo y de crecimiento del anarcosindicalismo.
            Quizá, para los más avezados en la materia o especialistas en la historia del movimiento obrero español, lo que escribe Aisa en su libro no aporta gran cosa. Pero teniendo en cuenta que estamos hablando de un acontecimiento poco conocido en los manuales de secundaria, bachillerato y Universidad, y de una población que adolece, en gran parte, de una sólida formación histórica, el libro cumple a la perfección el cometido para el que se ha escrito, que no es otro que mostrar de forma sencilla un acontecimiento capital no solo en la historia del movimiento obrero sino en la historia general de España. Y refuerza el protagonismo de aquellos que lo hicieron posible y han quedado desdibujados por la historia en un mar de lugares comunes: los trabajadores, lo obreros afiliados y militantes de un sindicalismo de acción directa. Esta es la gran virtud del libro de Ferrán Aisa, que no es poco.
            Pero las aportaciones no se quedan ahí. Siguiendo la estela de historiadores actuales, Aisa pone en conexión las reivindicaciones del movimiento obrero español con el movimiento obrero internacional. Una dimensión a la que apenas se le presta atención y que es fundamental para entender muchas cosas. España no fue el primer país del mundo donde se aprobaron las ocho horas de trabajo, pero si fue el primer país de Europa que lo hizo. Igualmente, esa CNT que había nacido en 1910 bajo parámetros del sindicalismo revolucionario, poco a poco y al calor de los cambios de las estructuras económicas del país fue perfeccionando su organización, pasando de las viejas sociedades obreras de oficio a los especializados sindicatos únicos de ramo, modernizando el concepto del sindicalismo mucho antes que su rival UGT y haciéndose con la mayoría del movimiento obrero en muchas zonas. Ese cambio de estructuras iniciado en Sans en diciembre de 1918, es la piedra angular para entender la fuerza que la CNT va a mostrar en el conflicto de La Canadiense. Además, en los diversos comicios de la CNT ya se fue apuntando las estructuras que eclosionaría en las Federaciones Nacionales de Industrias, que si bien en 1919 no lograron ser aprobadas si lo serían en 1931.
            Además, el proceso que se había abierto en el movimiento obrero español en 1915 y 1916, que llevó a los primeros acercamientos de las centrales sindicales, marcaron una nueva tipología de practicas de lucha obrera, que como la huelga solidaria ejemplificaría el aumento del poder obrero y su influencia sobre los trabajadores. Algo que no pasó inadvertido a las autoridades y sectores conservadores de la sociedad española que pusieron todo su empeño en frenar aquel movimiento ante el temor del efecto dominó que podía provocar el triunfo de la Revolución rusa de 1917. Y aunque las prácticas obreras de España y de Rusia no eran iguales, lo cierto es que la victoria revolucionaria rusa espoleó al movimiento obrero internacional que vio la posibilidad de poder tomar las riendas de la situación.
            Igualmente, no se olvida el autor de la importancia que tuvieron en el proceso algunas personalidades, como fue Salvador Seguí o Simón Piera, entre otros. Aunque la movilización fue coral, los nombres propios también son importantes tenerlo en cuenta.          
            Todas estas cuestiones, junto a un pormenorizado desarrollo del conflicto de La Canadiense, están presentes en el libro de Aisa. Evidentemente, hay cuestiones que pueden ser sometidas a crítica, como en cualquier obra que se precie. Quizá el autor le da excesivo peso a un nacionalismo catalán que aunque en alguna de sus manifestaciones más avanzadas podía tener una simpatía hacía el movimiento huelguístico, en realidad no dejaba de ser un rival en el campo político y social donde las relaciones eran más tensas que amistosas.
            De la misma forma, en los antecedentes es imposible entender la jornada de ocho horas sin los orígenes de la Primera y la Segunda Internacional así como la huelga de Chicago de 1886, que llevó a una serie de anarquistas al patíbulo. Aunque el autor ubica a aquellos “Mártires de Chicago” en la organización IWW (Industrial Workers of the World), lo cierto es que dicho sindicato no nació en EEUU hasta 1905, algunos años después de los acontecimientos de Chicago. Por otra parte, y aunque es recurrente en varias obras, la complejidad de la Revolución rusa nos lleva en ocasiones a catalogar a algunos de sus personajes en grupos políticos a los que no pertenecían. Kerensky, jefe de uno de los gobiernos provisionales antes de la revolución de octubre, pertenecía realmente al Partido Trudovique (una especie de partido laborista). Aunque fue designado por los socialistas revolucionarios como su representante en el gobierno provisional, Kerensky ni era eserista ni mucho menos menchevique, donde estaría situado, en este último caso, personajes como Martov en su ala internacionalista o Feodor Dan en su rama más moderada. Una cuestión que podía haber quedado solventada con referencias a algunos de los libros que recientemente se han escrito sobre el proceso histórico al calor del centenario del movimiento revolucionario de 1917.
            En cualquier caso son cuestiones que no desmerecen la obra y el cometido para el que ha sido escrita, que no es otro que sacar del baúl del olvido un acontecimiento trascendental en la historia del movimiento obrero. Además, el autor, partiendo de su sólida formación histórica, se apoya sobre documentos de primera mano y prensa de la época, lo que hace de este libro una parada obligatoria, no solo porque este año sea el centenario de la huelga de La Canadiense sino porque es un acontecimiento que marcó el curso de la historia de nuestro país. Gran acierto su publicación y felicitación al autor del mismo.

viernes, 14 de junio de 2019

RESEÑA. Un acercamiento histórico a la Segunda República española (1931-1936).


La particularidad que tiene nuestro país es que todavía existen clichés y lugares comunes que hace complicado acercarse a nuestro pasado más reciente. Esto provoca que cuando vas a hablar de la Segunda República, de la Guerra Civil o del franquismo se levantan todas las alarmas. Lo más curioso de esta anomalía es que llega un momento que casi todo el mundo tiene algo que decir al respecto y corrigen de forma insistente a los profesionales de la Historia cuando hablan de este tema. No quiere esto decir que los únicos autorizados para hablar de esta parte de la historia sean los historiadores, pero bien es cierto que en mayoría de las ocasiones las “correcciones” al profesional se hacen en base a lugares comunes que entroncan con los años de propaganda franquista y que, a día de hoy, muchos publicistas y revisionistas históricos siguen alimentando. A veces las respuestas a estas cuestiones no son las mejores, por lo que la historiografía fundamentada y bien estructurada del periodo queda desdibujada en un mar de opiniones y debates donde lo que sobran son bocas y lo que faltan son historiadores.
            Afortunadamente, el campo historiográfico cada vez goza de un mayor número de profesionales que en base a la documentación y el contraste de las fuentes ha conseguido establecer una aproximación muy certera a lo que fueron los años republicanos para colocar a la Segunda República en lo que en realidad fue: la primera experiencia democrática en España en el siglo XX y el primer intento serio de establecimiento de un sistema de libertades colectivas tras el fracaso del Sexenio Democrático (1868-1874) en el siglo XIX. El panorama historiográfico español se ha ido nutriendo de obras que han trabajado este periodo de forma muy seria, y en los últimos tiempo han aparecido dos obras que, a mi juicio, son en este momento las que mejor plasman el periodo republicano entre 1931 y 1936. La primera es la obra coral escrita por los historiadores Eduardo González Calleja, Francisco Cobo Romero, Ana Martínez Rus y Francisco Sánchez Pérez con el título La Segunda República, publicada en 2015 por la editorial Pasado & Presente. Una monumental obra de más de 1000 páginas que nos hace un recorrido por los cinco años de República y centrándose en aspectos concretos. Una magna obra que es parada obligatoria para hablar y escribir sobre el periodo y que esta escrita por los que, quizá, sean los mejores conocedores de ese terreno en la actualidad. Algunos de ellos profesores que vienen de la escuela de Julio Aróstegui (DEP) o Ángel Bahamonde, historiadores con enorme peso en el panorama historiográfico español mas reciente.
            Sin embargo, la obra que quiero reseñar aquí brevemente, es la que publicó no hace muchas fechas el profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, Ángel Luis López Villaverde, con el título La Segunda República (1931-1936). Las claves de la primera democracia española del siglo XX, publicada por la editorial Silex y con un prólogo de Ángel Viñas. El trabajo del profesor López Villaverde tiene una serie de virtudes que hacen de esta obra muy recomendable para aquellos que quieran aproximarse a la historia de la Segunda República española por primera vez o a aquellos que quieran dar una vuelta a las visiones comunes que sobre ella pesan.
            El libro de López Villaverde esta divido en dos partes. En la primera parte, compuesta por cuatro capítulos, nos aproximamos a lo que es la evolución histórica de la Segunda República, desde su proclamación en abril de 1931 hasta el golpe de Estado de julio de 1936. En segundo lugar se habla del relato que se ha legado de la Segunda República, como se nos ha trasmitido la misma y el peso que ha tenido y tiene la Guerra Civil y el franquismo sobre las lecturas que se dan al proceso. Los dos últimos capítulos de esta primera parte abordan los protagonistas del periodo y las culturas políticas que se movieron en el mismo.
            La segunda parte de la obra, compuesta también de cuatro capítulos, desentraña cuestiones de mucho interés para la República, desde como se va a desarrollar el poder republicano hasta las reformas que se van a articular en el periodo no olvidando la conflictividad y el trágico final del sistema republicano con el golpe de Estado de 1936. Un bloque que nos muestra los esfuerzos de modernización de un país, el intento de extensión democratizadora, pero también los retos y dificultades a los que se tuvo que enfrentar, en ocasiones propiciado por agentes externos y otras por la dificultad de desarrollar una legislación que no iba a convencer a todos.
            Como el autor establece en su introducción, el libro es completo pero se puede leer de forma desordenada. Lo podemos leer de principio a fin o bien solo un capítulo porque nos interese y todo tiene comprensión e hilo conductor. Además aborda todas las cuestiones de interés del periodo (laicismo, movimiento obrero, reforma agraria, reforma social, feminismo y participación de la mujer, conflictividad, etc.). Muy interesante y sugerente me ha resultado como ha abordado las culturas políticas y el papel de la religión y la Iglesia católica en el periodo. Rompiendo esos clichés de la Iglesia monolítica, el autor marca muy bien el compromiso que gran parte de ella adquiere contra la República, pero también como otra parte, aunque fuese minoritaria, siempre tendió al dialogo cuando no a la propia fidelidad al régimen republicano, que les llegó a costar el exilio. Algo de lo que el autor habla con mucho conocimiento de causa, ya es que es especialista en conflictividad religiosa, y nos muestra a una Iglesia que siempre estuvo más apegada a los sectores más tradicionalistas y reaccionarios de la sociedad.
            Aunque López Villaverde pone encima de la mesa todas las corrientes de interpretación sobre el periodo estudiado, marca a la perfección los errores que la incipiente historiografía revisionista tiene respecto a la Segunda República y como esos historiadores en muchas ocasiones juegan con los datos para que les encaje una visión negativa tendente a justificar el golpe de Estado de 1936.
            Por otra parte, el autor tiene un dominio de las fuentes bibliográficas, que ha llevado al libro a que en su segunda edición se nutra de las obras más novísimas del periodo o de aspectos concretos del mismo. Se podrían debatir cuestiones del contenido, como en toda obra de historia, pero desde luego el profesor López Villaverde ha dado en la tecla a la hora de explicar el proceso.
            En la siempre difícil tarea, tanto investigadora como docente, de poder recomendar una obra sobre la Segunda República, actualmente la cosa esta mucho más clara. Los dos libros aquí citados son los mejores para conocer el periodo. El libro de Ángel Luis López Villaverde esta llamado a ser una obra referencia para iniciados y para aquellos que quieran ver varios prismas de la Segunda República. Además, esta muy escrito lo que hace que su lectura sea ágil y amena. Gran acierto de los editores de Silex de ofrecer a López Villaverde hacer esta obra. Esperamos ya una tercera edición con más cosas actualizadas.