Artículo publicado en el último número de periódico CNT en conmemoración de los 90 años del asesinato de Salvador Seguí.
El 10 de
marzo de 1923, en la calle de la Cadena de Barcelona, era asesinado
Salvador Seguí, conocido como el Noi del Sucre. Era entonces una de
las figuras más representativas del anarcosindicalismo español.
Caía víctima de las pistolas de la patronal y de sus aliados del
Sindicato Libre. La ofensiva patronal contra el creciente poder del
movimiento obrero llevó a la muerte a muchos de sus integrantes.
Junto a Seguí era asesinado también su compañero y amigo Francisco
Comás “Perones”.
¿Pero
que significaba la muerte de Seguí? ¿A quién habían asesinado los
sicarios de la patronal?
Salvador
Seguí Rubinat nació el 23 de diciembre de 1886 en Tournabous, un
pueblo de la provincia de Lérida. Nació en el seno de una familia
humilde lo que le obligó desde muy temprano a trabajar para poder
manterse. Adquirió el oficio de pintor. Desde muy temprano se
vincula a las sociedades obreras de Cataluña y llega al anarquismo a
través de las lecturas que realiza de Kropotkin, Reclus, Bakunin,
etc. Por aquellos primeros años del siglo XX se comenzaba a
desarrollar la obra pedagógica de Francisco Ferrer Guardia al que
Salvador Seguí admiraba profundamente.
Eran
momentos complicados para el anarquismo que llevaba bastante tiempo
buscando a ciegas el camino de una organización que aglutinase a las
sociedades obreras diseminadas por España. Primero con Solidaridad
Obrera en Cataluña y a partir de 1910 con la CNT en todo el estado,
el movimiento libertario comienza a ganar influencia y se convierte
en el movimiento obrero mayoritario. Salvador Seguí participó en la
fundación de Solidaridad Obrera siendo delegado por la sociedad de
pintores en el congreso de 1908.
Los días
30 y 31 de octubre y 1 de noviembre de 1910 en el Palacio de Bellas
Artes de Barcelona los trabajadores deciden poner en marcha una
organización sindical que aglutina a las sociedades obreras que no
están dentro de la UGT. Inspirada por el sindicalismo revolucionario
de la Carta de Amiens y con la memoria reciente de lo sucedido en la
Semana Trágica de 1909, la CNT pronto tomó importancia entre la
clase obrera. Tal es así que tan solo un año después es puesta
fuera de la ley por las autoridades. Parece ser que Salvador Seguí
no asistió al congreso inaugural de la CNT, aunque en 1911 participa
de la huelga general convocada por la organización sindical y acude
a Marsella como delegado de la misma.
En el
tiempo que pasa en la clandestinidad militantes como Salvador Seguí
fueron forjándose en influencia. Toman el relevo de la primera
generación de militantes obreros, aquellos que participaron de la
introducción de la Internacional en España. Anselmo Lorenzo, Jose
Llunas, Jose Prat, Fernando Tarrida de Marmol, etc., fueron dejando
paso a los Salvador Seguí, Ángel Pestaña, Mauro Bajatierra, Manuel
Buenacasa, etc. En esos momentos Seguí participó en el motín del
hambre de 1914 así como en la presidencia del sindicato de la
construcción de Barcelona en 1915
Si por
algo se distinguió Salvador Seguí fue por el respeto que le
profesaban integrantes de otras tendencias políticas. Tuvo buenas
vinculaciones con republicanos como el abogado Francesc Layret o
Lluis Companys. También fue respetado por los dirigentes sindicales
de la otra gran organización, la UGT (Francisco Largo Caballero,
Julián Besteiro, Andrés Saborit, etc.)
Salvador
Seguí tenía una idea clara. La única manera de conseguir hacer
avanzar a la clase obrera era uniendo la fuerzas de la misma. Por
ello desde el I Congreso de la CNT se buscó la unidad sindical con
la UGT. Como buen defensor del sindicalismo revolucionario para
Salvador Seguí la influencia de los partidos políticos podría ser
perniciosa en la lucha obrera. Por eso el sindicalismo no tiene que
estar controlado por ninguna organización partidista. Salvador Seguí
fue uno de los impulsores de los acercamientos a la central sindical
socialista en la Asamblea de Valencia de 1916, que iba a conducir a
un pacto entre la CNT y la UGT que desembocó en la huelga general
revolucionaria de agosto de 1917, con los ecos de la Revolución rusa
de fondo. Formó parte del Comité de Huelga.
Pero la
gran aportación de Seguí a la CNT vino en 1918. En el congreso de
Sans de la Regional de Cataluña, Seguí fue el máximo defensor de
la creación de los sindicatos únicos. Quedando aprobados la CNT se
convertía en el sindicato más moderno de Europa por su modelo de
organización interna.
Desde
muy pronto Salvador Seguí vio con reticencias el desarrollo del
movimiento revolucionario en Rusia. Por ello en 1919 no se mostró
entusiasta con la adhesión sin fisuras de la CNT a la Internacional
Sindical Roja. Por ello valoró la posibilidad de estudiar primero in
situ lo que sucedía en Rusia antes de tomar una decisión en firme.
En 1920 se desplazó a Andalucía y conoció en primera persona las
huelgas que se desarrollaban en Riotinto. Fue un año de enorme
actividad política y sindical para Seguí que acabó con su
detención en noviembre y su deportación al castillo de La Mola
(Mahón) junto con Lluis Companys y Martí Barrera.
Es
importante destacar las conferencias que dio en el Ateneo de Madrid
un año antes, en octubre de 1919. Allí, junto a Ángel Pestaña,
desarrolló la concepción del sindicalismo que defendía. En dichas
conferencias dejó claro que las disputas sobre la independencia de
Cataluña solo formaban parte de los debates de la burguesía
catalana que servía para retroalimentar los deseos de la burguesía
española. Para Seguí el problema era único y universal: el sistema
de explotación capitalista. Para acabar con dicho sistema Salvador
Seguí daba preponderancia a los sindicatos por encima de cualquier
cosa. Eran los sindicatos las bases de lucha contra la explotación
del capitalismo y las bases de transformación social por encima
incluso de las disquisiciones ideológicas. Pero sindicalismo tenía
que tener una fisonomía concreta (horizontal, asambleario,
apartidista, revolucionario, etc.). Solo así la clase trabajadora
podría alcanzar la victoria frente a sus enemigos.
Para
esas alturas Salvador Seguí era ya una personalidad reputada dentro
del movimiento obrero. Su participación en las negociaciones por la
Huelga de la Canadiense de 1919 que llevó a consecución de las ocho
horas de trabajo fue fundamental.
A partir
de ese momento Salvador Seguí se había convertido en el enemigo
público número uno de la patronal. Estos, apoyados por los
gobernadores de Barcelona, subvencionaron a los Sindicatos Libres con
el objetivo de minar las fuerzas del movimiento obrero. El terrorismo
fue una de las grandes preocupaciones de Seguí y Pestaña, ya que
comenzaban a minar las fuerzas obreras por la violencia. Fueron
cayendo personalidades importantes de las luchas obreras y sindicales
en Cataluña. Francesc Layret asesinado el 30 de noviembre de 1920,
Evelio Boal (secretario general de la CNT) asesinado el 18 de julio
de 1921 o el atentado fallido contra Ángel Pestaña en agosto de
1922. En la trama de los atentados estaban desde gobernadores como
Severiano Martínez Anido hasta policías corruptos como Manuel Bravo
Portillo, pasando por dirigentes del Sindicato Libre como Ramón
Salas, contrabandistas como el falso barón de König (Fritz
Stallmann), integrantes de la patronal como Félix Graupera, hasta la
aquiescencia de algunos presidentes del gobierno como Eduardo Dato.
La
muerte de Seguí significó un duro golpe para la CNT y para el
movimiento obrero. El trabajo que Seguí imprimió a la CNT fue una
de las razones del éxito del anarcosindicalismo en los años
posteriores a nivel de influencia en la clase obrera.
En el 90
aniversario de su asesinato se merece un reconocimiento por parte de
la organización por la que él tanto trabajó y luchó y por cuyas
ideas fue asesinado.
Julián
Vadillo Muñoz
Nota: En la fotografía, de izquierda a derecha: Ángel Pestaña, Salvador Seguí, Simón Piera y Mauro Bajatierra
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