“En el claroscuro de la Segunda República española (1931-1936/39) hay,
al menos, dos elementos que arrojan mucha más luz que oscuridad. Uno es el
esfuerzo por adecentar y expandir la educación, abordándola como un servicio público
y sustrayéndola a la influencia clerical. El otro es la mejora sustancial de la
situación legal de las mujeres y el incremento de su presencia en los asuntos públicos.
En ambos aspectos el avance republicano llama la atención, no solo en relación
con la situación precedente, sino sobre todo con respecto al brutal retroceso
que le siguió”.
Con
este párrafo, que es toda una declaración de intenciones, comienza el libro de
Feliciano Páez-Camino Arias Mujer y política
en la Segunda República española. Perfil y actividad de las diputadas. En
realidad nos encontramos ante un texto que el profesor Páez-Camino realizó como
conferencia en la Universidad de Málaga y que la editorial de la misma se avino
a publicar. Un texto que invita a leerse y a la reflexión de la pluma de uno de
los mejores conocedores del periodo republicano español, sobre todo de las
relaciones internacionales del mismo.
Nos
encontramos ante un texto breve pero de enorme valor historiográfico. Porque
puede parecer un poco manido el hecho de volver una y otra vez sobre las
cuestiones del voto femenino en la República, pero el profesor Páez-Camino ha
logrado traspasar lo estrictamente del debate y acercarnos a la personalidad de
todas y cada una de las diputadas que se sentaron en los escaños del Congreso
en el periodo que media entre 1931 y 1936.
La
estructura del libro es muy simple. Se ha dividido la historia en los bienios
republicanos y se ha analizado las candidaturas electorales de la izquierda y
la derecha, haciendo un repaso biográfico a las diputadas que alcanzaron el
escaño. Pero no solo es eso. Se ha mostrado toda esa actividad con el telón de
fondo del contexto histórico y no se ha olvidado Páez-Camino de otras mujeres
que aun siendo candidatas al Congreso no conquistaron el acta.
No
nos encontramos pues ante un texto que vuelve a repetir los argumentos del
debate del debate en las Cortes entre Clara Campoamor (defensora del sufragio
femenino) y Victoria Kent o Margarita Nelken (que eran partidarias de posponer
ese debate). Si bien esa cuestión se aborda en uno de los epígrafes del texto,
lo interesante y lo que aporta es la contribución que todas esas mujeres
tuvieron para el avance político en la sociedad.
Con
mucho acierto, Feliciano Páez-Camino rompe algunos lugares comunes que existen
alrededor de estas mujeres así como bastantes errores históricos que se han ido
acumulando a lo largo de tiempo en obras que son referencia para el estudio de
la Segunda República y del papel de la mujer. Igualmente el manido argumento de
que el voto de la mujer favoreció a la derecha es perfectamente analizado en el
libro, donde si bien pudo ser un debate en las elecciones de noviembre de 1933
(donde por primera vez la mujer tuvo acceso al voto) lo cierto es que apenas
dos años y medio después ese mismo electorado dio el triunfo a la izquierda. Por
ello el profesor Páez-Camino apunta algunos otros elementos que implican tanto
al derrota como la posterior victoria electoral de la izquierda (sistema de
coaliciones electorales, abstencionismo o participación libertaria, etc.).
Fueron
nueve las diputadas en las cortes republicanas: Victoria Kent Siano, Clara
Campoamor Rodríguez, Margarita Nelken Mansberger, María Lejárraga García,
Matilde de la Torre Gutiérrez, Veneranda García-Blanco Manzano, Francisca
Bohigas Gavilanes, Julia Álvarez Resano y Dolores Ibarruri Gómez. De ellas solo
una fue diputada en las tres legislaturas (Margarita Nelken por Badajoz) y solo
fue una diputada de derecha (Francisca Bohigas Gavilanes). Sus perfiles políticos,
sus aportaciones, sus discusiones y sus diferencias son perfectamente plasmados
en el libro de forma simple y profunda. Quizá para nuestro interés hay dos de
ellas que siendo más desconocidas puedan llamar más la atención. La primera la única
diputada de derecha, Francisca Bohigas Gavilanes, que salió elegida por León en
la candidatura de la CEDA. Una persona muy vinculada al catolicismo y la
educación que continuó en España tras el golpe de Estado de julio de 1936 (al
que mostró su apoyo) y en la dictadura franquista. La otra de las diputadas
menos conocida es la figura de Veneranda García-Blanco Manzano, diputada por el
PSOE en Oviedo en 1933.
Feliciano
Páez-Camino hace todas las divisiones posibles. Sus adscripciones ideológicas
(republicanas, socialistas, comunistas, derechistas), las legislaturas
(Margarita Nelken en todas, Victoria Kent en la primera y la tercera, el resto
solo en una de las tres). Pero no solo se queda en las elegidas pues también
aborda los resultados de algunas de las que no fueran elegidas, analizado la
forma de voto y la situación que tenían en las listas electorales, donde se
denota que la izquierda primó más la participación de la mujer que la derecha.
Otros nombres jalonan el libro como el de Isabel Oyarzábal (Isabel de
Palencia), Matilde Huici, Federica Montseny, Belén Sárraga, María Rosa Urraca
Pastor, etc. Quien se pueda acercar a la obra podrá comprobar in situ la
importancia de personajes como la navarra Julia Álvarez Resano, diputada por Madrid en 1936, o la interesante vida de María Lejárraga (o María Martínez Sierra)
diputada por Granada en 1933.
No
se queda Feliciano Páez-Camino en la vida de las diputadas en 1939, sino que
hace un interesante capítulo de lo que las deparó en el exilio o en su
permanencia en el interior (para el caso de Bohigas). Una generación
irrepetible que, al mismo tiempo, fue extremadamente longeva salvo en algún
caso particular.
El
texto se cierra con una pequeña entrevista que hicieron al autor en la revista Lamaga News.
El
libro es muy recomendable, muy fácil de leer y muy bien escrito. La importancia
del mismo y del olvido que se ha producido alrededor de las mujeres nos la da
el propio autor ya casi finalizando el libro en el siguiente párrafo:
“Sabemos que algunos de los más categóricos promotores de la Guerra
Civil usaron con profusión el término ‘la anti-España’ para referirse al amplio
espectro de sus enemigos ideológicos. Vemos aquí que estas mujeres a las que vilipendiaban,
no solo encarnaban, como sus compañeros varones, la anti-España sino que también
eran la anti-mujer. El designio era excluirlas, no solo de la comunidad
nacional, sino de la condición femenino.”
Porque
aunque breve, Feliciano Páez-Camino deja clara dos cosas aunque sea de forma
implícita. La primera es lo que sostenemos muchos desde el campo de la educación
y la investigación. Unir la República a la Guerra Civil es un craso error, pues
determina que el fracaso de la experiencia republicana conlleva una guerra. En realidad
la República hay que investigarla como una entidad independiente, como la
primera experiencia democrática del siglo XX con sus aciertos y sus errores. Es
la Guerra Civil la causa de una consecuencia terrible: el establecimiento de
una dictadura de corte fascista y autoritaria que duró demasiado tiempo y se
cobró infinidad de víctimas. Y a raíz de esto último hay que engarzar la
segunda cuestión. El franquismo no solo fue una dictadura con una represión
cruel en lo personal sino en lo psicológico y sociológico. Y estas mujeres que contribuyeron
al avance social chocaron con un muro de hormigón llamado nacional-catolicismo que
las condenó al ostracismo y las relegó en la historia. Por eso hoy es tan
desconocida aun.
Gracias
a Feliciano Páez-Camino Arias y esta pequeña gran obra se esclarece un poco (o
mucho) aquel periodo del que somos deudores y deudoras.
Pd: De la magnífica pluma de
Feliciano también existe la novela En el
sabor del tiempo que comentamos en esta bitácora hace años
http://fraternidaduniversal.blogspot.com.es/2013/02/en-el-sabor-del-tiempo-una-novela.html
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