Reproducimos la entrevista aparecida en el periódico Diagonal (en su edición digital) coincidiendo con la presentación del libro en Madrid el pasado 11 de enero
La
sociedad civil ha conseguido recuperar acontecimientos y canalladas
que se habían escamoteado durante esta farsa que llaman Transición
Miquel Izard ha dedicado gran parte de su
vida de investigación a la historia de América y las políticas
colonialista al otro lado del Atlántico, prestando mayor atención a
los ámbitos de cimarrones. Díscipulo de los maestros Pierre Vilar y
Jordi Nadal, Izard ha trabajado en la Universidad de Barcelona como
experto americanista. Con su Que
lo sepan ellos y no lo olvidemos nosotros. El inverosímil verano del
36 en Cataluña, nos acerca a
la experiencia revolucionaria de los trabajadores en Cataluña tras
el golpe de Estado contra la República en julio de 1936. El autor,
que presenta su libro en Madrid (Librería LaMalatesta, el viernes 11
de enero a las 19:30), concede una entrevista para Diagonal.
¿Por qué un
libro sobre la experiencia revolucionaria en Cataluña ahora?
En este momento de crisis total (económica,
social, política o cultural) del sistema parlamentario liberal,
quizás es aconsejable, necesario y prudente revisar el pasado para
averiguar dónde erramos la ruta y que experiencias –antagónicas y
estimulantes- pueden sernos útiles para enderezar tanto entuerto.
¿Cómo y cuando surgió la idea de un libro
así?
Por una parte, la jubilación me dejó sin los
apoyos materiales para seguir viajando a América nuestros veranos y
continuar las pesquisas que inicié tras mi exilio en Venezuela sobre
sociedades cimarronas; por otra muchas horas reflexionando durante
una larga hospitalización, imaginando qué haría en el futuro, me
sugirieron leer sobre la vida cotidiana de la gente común, en el
verano de 1936, cuando los dirigentes hacían la revolución y la
guerra. En alguna autobiografía detecté que durante unas semanas en
Cataluña se ensayaron cambios desconcertantes e imaginativos, en
producción, cultura, pedagogía, usos y costumbres o ética.
¿Qué consideras que pudo llevar al
proletariado español a realizar unas de las revoluciones más
profundas de la historia de la humanidad?
Pienso que llevaban décadas discutiendo,
leyendo, escuchando o proponiendo una forma totalmente diferente de
organizar una sociedad que consideraban represiva, desigual y
despótica. En su búsqueda de alternativas se interesaron, vía
Reclus, por ejemplo, por las naciones autosuficientes americanas, que
los castellanos adjetivaron, de forma incomparable, como gentes “sin
Dios, rey, ni ley”.
¿Cuál fue el resultado general de la
experiencia colectivista en Cataluña?
Prácticamente todos los que han tratado el
tema coinciden en que a nivel de producción, servicios o
intercambios fueron exitosas y funcionaron mucho mejor que en la
etapa anterior. Hubo incluso avances sorprendentes en comunicaciones,
sanidad, ecología o educación.
Siempre se ha achacado al anarquismo la
responsabilidad, o parte de la misma, de los “abusos” que
pudieron cometerse en la retaguardia republicana. Sin embargo en el
libro aclaras muchos de estos temas. ¿Por qué esa especial aversión
al anarquismo para responsabilizarle de todo?
Precisamente porque los beneficiarios de un
sistema esperpéntico, absurdo, injusto o suicida deben borrar,
anatematizar o ningunear, de forma absoluta, cualquier alternativa.
¿Qué destacas más de esa experiencia? ¿La
gestión económica? ¿La educación? ¿El control social por parte
de los trabajadores?
Si la nueva gestión económica generó una
sociedad más equilibrada y menos alienada, la nueva pedagogía
pretendía formar una humanidad distinta centrada en valores genuinos
y auténticos en lo ético o estético y el control social liquidaba
hambrunas, injusticias y desequilibrios, modelos obsoletos e
ineficientes, egoísmos castradores o crisis funestas.
¿Qué crees que puedes aportar a la
historiografía sobre la Guerra Civil con este libro? ¿Y a la
enseñanza social con el recuerdo de esta experiencia?
En cuanto a lo primero, sencillamente,
acercarse al pasado sin prejuicios y no buscando defender intereses
espurios. En cuanto a lo segundo, porfío, capaz podemos averiguar
formas menos incoherentes e irracionales de funcionamiento social.
¿Crees que el movimiento de la memoria
histórica ha facilitado el conocimiento más amplio de esta
experiencia?
La sociedad civil ha conseguido recuperar
acontecimientos y canalladas que se habían escamoteado durante esta
farsa que llaman Transición, quieren presentar como modélica y
tienen la desfachatez de decir llevó a la democracia. Pero los
obstáculos y resistencias del poder, la iglesia o la academia siguen
siendo, de momento, infranqueables. Padecemos la tiranía del
franquismo parlamentario y pueden preguntarle al juez Garzón!
¿Qué utilidad le ves en la actualidad a la
revolución que realizaron los trabajadores españoles en 1936?
Aprender
de una experiencia que fue exitosa y estimulante. Movimientos como el
madrileño de la Puerta del Sol se preguntan si hay otro mundo
posible y durante el inverosímil e inimaginable verano del 36 se
imaginó cualquier mudanza, todo era cuestionable y posible,
predominaron entusiasmo euforia, espontaneidad, esperanza, frente a
la sociedad anterior, dominada por apatía, desaliento, engaños,
pesimismo y desequilibrio.
Julián
Vadillo Muñoz
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