Tomamos prestado el texto que sobre el aniversario del periódico CNT ha publicado Tierra y Libertad, la cabecera más antigua del anarquismo español.
El pasado 14 de noviembre se cumplieron
ochenta años de la aparición del primer número del periódico CNT.
Se decidió su creación en un congreso confederal, el llamado del
Conservatorio (Madrid, 1931) por el local en el que se celebró
(actualmente el teatro María Guerrero). Se había proclamado la
República en España tras una dictadura militar instaurada, sobre
todo, para frenar las victorias de los sindicatos adheridos a la CNT.
A pesar de la brutal represión, la CNT continúa siendo una
organización potente: a este congreso acuden delegados en
representación de más de 500.000 trabajadores, ¡a solo dos meses
de la vuelta a la legalidad!
El Congreso decide tener un segundo
periódico diario, aparte del barcelonés Solidaridad Obrera.
Tendrá ámbito nacional y se editará en Madrid. Pero, ¿por qué en
esta ciudad? Sin contar con las poblaciones catalanas, donde la CNT
tenía una afiliación numerosísima, hay ciudades con fuerte
implantación del sindicalismo revolucionario como Valencia (23.000
afiliados), Sevilla (21.000) o Zaragoza (16.000). La decisión, a
pesar de que Madrid cuenta con solo 5.000 afiliados, es más de orden
político; se trata de editar el diario en la capital de España, que
es donde se elabora la política del país. Una decisión que la
Historia ha demostrado acertada por la repercusión que tuvo el
periódico en el conjunto de la clase obrera española y también,
justo es decirlo, por el incremento que supuso en la afiliación
capitalina: al siguiente congreso (Zaragoza, 1936) son 37.000 los
trabajadores madrileños con carnet confederal.
Pero en 1932 la militancia es exigua.
Los sindicatos revolucionarios se han mantenido en la capital
alrededor del Ateneo Sindicalista, una creación de los grupos
anarquistas. El dato no es trivial, pues ayuda a explicar el
radicalismo que se enfrentó al reformismo de los sindicatos
socialistas (UGT), colaboracionistas con la Dictadura y, después,
defensores a ultranza de la recién nacida República. República que
no dudó en prohibir el periódico tras la Revolución de Octubre de
1934. Reapareció en julio de 1936, informando durante todo el
periodo bélico. Pasó después a editarse en el exilio, donde tuvo
periodicidad semanal. También se imprimió clandestinamente en el
interior.
Cuando en 1975 el movimiento anarquista
reorganiza la CNT, se decide volverlo a editar, esta vez con
periodicidad mensual. Y hasta la fecha ha seguido saliendo, para
orgullo de libertarios y disgusto de autoritarios de todo tipo. Para
saber más de la historia del periódico se puede consultar el libro
de reciente aparición, El hilo rojinegro de la prensa confederal
(1932-2012). 80 aniversario del periódico CNT, de J. P. Calero,
M. Losada, C. Sanz y J. Vadillo.
Pero queremos también aprovechar la
ocasión para resaltar una característica del periódico
frecuentemente olvidada. Nos referimos a la creación de los símbolos
identificativos de la CNT. Cuando se crea el periódico, para
referirse a la CNT se suele decir “los sindicatos”, “la
Confederación”, “la Organización”, escribiéndose así o, si
se recurre a las siglas, se suele poner “CN del T”. A partir de
entonces se generaliza la utilización de las siglas CNT. Por cierto,
el nombre del periódico surgió en contraposición al máximo órgano
de las clases conservadoras, el ABC.
La CNT ya tenía un escudo, Hércules
despedazando al león de Nemea. Se dice que surgió a partir del
Congreso de la Regional catalana de Sans (por el barrio barcelonés
donde se celebró) pero no está claro que se presentara allí y,
mucho menos, que se sometiera a votación; pensamos que se aceptó
sin más (lo mismo ocurrió con el supuesto emblema de la AIT a
mediados del siglo pasado). El problema del escudo es que, en la
época, era complicado reproducirlo en la propaganda; habrían tenido
que contar los compañeros de todos los sindicatos con imágenes de
diferentes tamaños, y eso resultaba muy caro. Por eso se optó por
poner las siglas para que, en un golpe de vista, se identificara
quién editaba la propaganda. Lo de introducir los colores rojo y
negro en la cabecera es de 1934 y tiene mucho que ver con la
pertenencia a grupos anarquistas de los animadores del periódico. La
CNT, si usaba alguna bandera, era la roja. Lo mismo vale para el
anarquismo, al menos en España. El anarquismo internacional empieza,
tras la Comuna de París, a teñir sus banderas de negro y, sobre
todo, a confeccionarlas rojas y negras por mitades. Esto a pesar de
quien identifica esos colores como unión de anarquismo y
sindicalismo, y de cierto ególatra que se presenta como inventor de
la bandera rojinegra en 1931. La rojinegra es la bandera anarquista
tras la Dictadura, pues es conocida por los compañeros exiliados en
Europa; también por los contactos con el movimiento libertario de
Sudamérica. De hecho, en los primeros años treinta se la conoce
como “la bandera de la FAI”. No es ajena la redacción del
periódico CNT a que sea adoptada como propia por los sindicatos
confederales, e incluso por la AIT. Y así hasta la fecha.
Felicitamos al periódico CNT
por sus primeros 80 años y le deseamos una larga y revolucionaria
vida. Con salud y anarquía.
Alfredo González
(Publicado en Tierra y libertad
294, enero de 2013)
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