El pasado 22 de junio se presentó en el Centro Cultural Blanquerna de Madrid la presentación del libro La Idea. Negre sobre blanc. Una recopilación de artículos del anarquista tarraconense Josep Alomá. Edición a cargo de su nieto, Ramón Gras Alomá. Una presentación que contó con la presencia de Heleno Saña, Pablo Herrero y Julián Vadillo. Se podría haber hecho una entrada en ésta bitácora sobre el libro y su contenido. Pero he preferido volcar el texto de la presentación de Ramón Gras, que resumen mejor que nadie la necesidad de recuperación de la figura de Josep Alomá, completando así la biografía que le dedicó en el 2009 con el título Alomá. Una utopía, una esperança así como el documental con el mismo nombre. Me quedo con una frase de Ramón para hacer una crítica que define la sociedad actual y que tiende a buscar nuevos valores "(...) una sociedad que recompensa lo bajo y lo vulgar y condena lo elevado."
En
primer
lugar,
quiero
agradecer
vuestra
presencia
hoy
en
el
Centro
Cultural
Blanquerna,
con
motivo
de
la
presentación
de
La
Idea,
negre
sobre
blanc.
También
la
generosidad
de
los
ponentes
que
me
han
precedido.
Constituye
una
excelente
noticia
que
los
sectores
más
avanzados
de
la
juventud,
con
personas
como
Julián
Vadillo
al
frente,
desarrollen
su
actividad
investigadora
en
el
ámbito
de
la
historia
del
anarquismo,
el
movimiento
más
brillante,
sofisticado,
de
mayor
arraigo
popular
e
impregnado
de
humanismo
que
ha
conocido
la
península
ibérica.
La
publicación
de
su
estudio
biográfico
del
gran
militante
libertario
Mauro
Bajatierra,
así
como
otros
estudios
que
Julián
ha
publicado
que
mucho
tienen
que
ver
con
la
tesis
doctoral
que
está
desarrollando,
son
una
importante
contribución
al
conocimiento
de
un
periodo,
de
unas
ideas
y
sobre
todo
de
unas
personas,
que
completan
un
vacío
historiográfico
y
que
hoy
pueden
ayudar
a
iluminar
el
difícil
camino
que
se
nos
presenta.
Enhorabuena,
Julián,
y
gracias
por
estar
hoy
aquí.
En
este
sentido,
pocos
sitios
tan
adecuados
como
el
Centro
Cultural
Blanquerna,
representación
de
la
cultura
catalana
en
Madrid,
para
recordar
el
enorme
vacío
historiográfico
que
existe
con
respecto
al
movimiento
libertario
y
sus
figuras.
Aunque
parezca
sorprendente,
todavía
no
se
ha
acometido
la
tarea
de
elaborar
las
biografías
de
personas
tan
significadas
como
Salvador
Seguí,
Ángel
Pestaña,
Joan
Peiró,
Joan
Puig
Elias,
Fèlix
Martí
Ibáñez,
Diego
Abad
de
Santillán,
Josep
Llunas,
Eusebi
Carbó,
Josep
Viadiu,
Llibertat
Ròdenas,
Roser
Dulcet,
Joan
Saña
Magrinyà,
y
tantos
y
tantos
otros
militantes
entregados
a
la
causa
de
luchar
por
una
humanidad
mejor.
En
su
excelente
biografía
del
gran
intelectual
y
militante
revolucionario,
y
quien
fuera
secretario
general
de
la
CNT
Andreu
Nin,
el
historiador
Pelai
Pagès
nos
cuenta
que
el
proyecto
de
ensayo
para
el
cual
Nin
acumulaba
notas
y
estudios
durante
la
primavera
de
1937
consistía
en
una
biografía
de
Salvador
Seguí,
a
quien
Nin
consideraba
sin
ningún
género
de
dudas
el
coloso
del
movimiento
revolucionario
en
Catalunya
y
España.
Lamentablemente
Nin
fue
secuestrado
y
asesinado
por
agentes
soviéticos,
títeres
de
Stalin
afincados
en
la
España
republicana,
con
la
colaboración
y
aquiescencia
de
elementos
del
PSUC
y
del
PCE,
de
modo
que
dicho
trabajo
no
se
pudo
completar.
El
trabajo
de
investigación,
con
frecuencia
laborioso,
callado,
arduo,
ofrece
sin
embargo
en
ocasiones
recompensas
de
valor
incalculable.
Supuso
una
enorme
alegría
el
recibir
en
mayo
de
2010
el
mensaje
de
Pablo
Herrero,
en
el
que
me
comunicaba
que
había
encontrado
artículos
de
Alomà
en
sendas
colecciones
parciales
del
periódico
“Sur”,
conservadas
respectivamente
en
el
Archivo
General
Militar
de
Ávila
y
en
el
Centro
Documental
de
la
Memoria
Histórica
de
Salamanca.
Además
de
los
numerosos
paralelismos
que
podemos
trazar
entre
la
trayectoria
de
Hernández
Alfonso
y
Alomà,
fue
muy
revelador
el
profundizar
en
el
conocimiento
del
papel
de
ambos
en
las
últimas
semanas
de
la
guerra,
cuando
se
opusieron
frontalmente
al
totalitarismo
estalinista,
y
decidieron
permanecer
en
territorio
español,
a
pesar
de
que
la
victoria
militar
del
bando
nacional
era
ya
una
realidad
de
facto,
y
los
dirigentes
de
determinados
partidos
políticos
llevaban
ya
semanas
repartiéndose
el
botín
en
el
exilio,
con
la
salvedad
de
Julián
Besteiro
y
unas
pocas
honrosas
excepciones.
Hernández
Alfonso
permaneció
voluntariamente
en
la
sede
de
Sur,
que
fue
el
último
periódico
antifascista
que
clausuraron
las
fuerzas
de
las
potencias
del
Eje.
El
Dr
Fèlix
Martí
Ibáñez,
destacado
militante
de
de
la
FAI
y
la
CNT,
ofreció
a
Alomà
la
posibilidad
de
marcharse
a
los
Estados
Unidos,
pero
a
pesar
de
los
graves
peligros
que
suponía
el
permanecer
en
lo
que
ya
era
la
España
del
fascio,
Alomà
decidió
quedarse,
y
afrontar
todas
las
consecuencias,
por
coherencia
y
lealtad
a
su
familia
y
a
sus
compañeros.
Gracias,
Pablo,
por
tu
amistad
y
enhorabuena
por
la
labor
que
estás
desarrollando
en
la
recuperación
de
la
figura
de
tu
abuelo.
Hay
dos
momentos
más
que
cabe
destacar.
En
primer
lugar,
cuando
el
historiador
Jordi
Piqué,
autor
de
La
Crisi
de
la
rereguarda,
Revolució
i
guerra
civil
a
Tarragona
1936-39,
me
facilitó
las
grabaciones
de
las
tres
entrevistas
que
le
hizo
a
Alomà
en
los
años
ochenta.
El
otro
momento
fue
cuando
Heleno
Saña
aceptó
la
invitación
de
prologar
el
libro
que
presenta
la
antología
periodística
de
Josep
Maria
Alomà.
Fiel
al
legado
de
sus
padres,
Heleno
Saña
ha
puesto
siempre
su
elegante
pluma
al
servicio
de
la
verdad
y
de
la
causa
de
los
desheredados
de
la
tierra,
al
margen
y
frecuentemente
en
contra
de
las
capillas
de
pseudointelectuales
que
ejercen
de
apologetas
del
orden
vigente.
En
un
momento
en
que
cobra
aún
mayor
fuerza
la
traición
de
los
intelectuales
de
la
que
hablaba
Benda,
y
haciendo
buena
la
cita
de
Luis
Hernández
Alfonso
que
reza
que
“por
el
camino
de
la
claudicación
sólo
puede
llegarse
al
abismo
de
la
esclavitud”,
Heleno
Saña
eligió
la
independencia,
eligió
la
libertad.
La
obra
filosófica,
histórica,
de
estudio
económico,
poética,
y
literaria
de
Saña
no
necesita
presentación.
No
hace
falta
destacar
cómo
nos
ha
acercado
la
filosofía
grecolatina,
el
humanismo
cristiano,
las
figuras
del
pensamiento
moderno
o
sus
innovadores
planteamientos
en
relación
con
la
Teoría
Crítica
de
la
Escuela
de
Frankfurt,
que
tan
bien
conoce.
Su
enorme
contribución
a
la
historia
del
pensamiento
no
tiene
parangón
en
nuestros
días
en
España,
pero
para
mí
tiene
un
valor
incluso
mayor
el
que
nos
haya
honrado
con
su
amistad
y
con
su
generoso
y
hermoso
prólogo.
Josep
Alomà
definió
al
anarquismo
como
“un
ideal
de
bondad,
de
belleza,
de
servicio
a
los
demás
y
sobre
todo
de
independencia
personal”.
Pero
este
ideal
no
debía
imponerse
a
cualquier
precio:
su
asimilación
precisa
de
la
aceptación
del
principio
de
libertad
y
del
respeto
al
otro,
al
prójimo,
a
sus
ideas
y
a
su
persona.
Durante
los enfrentamientos de los Sucesos de Mayo, Alomà escribió en su
editorial del Diari de Tarragona del 7 de mayo de 1937: “Contribuïm
tots plegats, oblidant odis i rancors, a posar la pau en tots els
esperits i en totes les llars. La superioritat dels partits, de les
idees, es demostra per la força moral de les seves conviccions, mai
per l’esperit de revenja o represàlia. Col·laborem tots junts en
l’obra comuna, que és derrocar el feixisme”.
En
este
sentido,
podemos
recordar
las
palabras
de
Diego
Abad
de
Santillán,
filósofo
de
la
FAI
y
quien
ostentara
el
cargo
de
Conseller
d’Economia
de
la
Generalitat
de
Catalunya
durante
el
periodo
revolucionario:
“Si
Cristo hubiese sido un calculador frío e indiferente a la suerte de
los hombres de su tiempo, no habría sido crucificado; pero por algo
se ha convertido en un símbolo de justicia; la causa que predicaba,
la verdad que difundía valían más que su vida material,
perecedera. Cristo es la no-violencia y el anarquismo que fue
circundado por la aureola del heroísmo, es una traducción más
moderna de la no-violencia, levadura y fermento de un mundo sin
explotadores y sin expoliados”.
En
estos momentos de colapso de las sociedades occidentales, en que
entran en crisis las ideas-basura que entienden a la persona como
mero objeto; en estos momentos de apoteosis de la mendacidad
sistemática de los medios de adoctrinamiento de masas, de una
sociedad que recompensa lo bajo y lo vugar y condena lo elevado; en
estos momentos en que la servidumbre voluntaria y la confusión
interesada han tenido una gran difusión en las últimas décadas,
dejando un poso de destrucción, deshumanización, aculturación y
embrutecimiento sin igual en la historia de la humanidad;
precisamente en estos momentos, es cuando más necesario es recuperar
la valía
de
la
persona,
el
individuo;
condición
previa
para
construir
una
sociedad
mejor.
Si
necesitamos
ejemplos
para
orientar
nuestro
proceso
reflexivo
y
nuestro
obrar
humano,
los
encontraremos
muy
cerca.
Cuando
hoy
vemos
cómo
entra
en
declive
la
época
del
individuo
atomizado,
aturdido,
narcotizado
y
teledirigido,
cuando
esta
época
lleva
décadas
dando
muestras
de
su
capacidad
destructora
de
lo
humano,
cuando
el
individuo
medio
actual
se
muestra
incapaz
para
empresas
colectivas
trascendentes
dignas
de
tal
nombre,
no
está
de
más
recordar,
que
no
hace
mucho
tiempo
hubo
hombres
y
mujeres
que
articularon
un
movimiento
social
revolucionario,
partiendo
de
la
herencia
espiritual
más
sublime
de
la
tradición
occidental.
Era
el
movimiento
anarquista,
que
Josep
Alomà
definió
el
primero
de
junio
1979
como
“el
ideal
de
más
elevada
concepción
ética,
filosófica,
sociológica
y
de
integral,
pleno
y
viviente
humanismo,
el
más
moderno,
novísmo
y
de
impulsión
constantemente
renovadora
entre
las
ideologías
existentes
y
conocidas”.
El
21
julio
de
1937
Alomà
había
afirmado:
“L’Espanya
lleial,
l’Espanya
proletària
ha
sabut,
amb
el
seu
únic
esforç,
fer
d’una
Espanya
inquisidora,
d’una
Espanya
ignorant
i
arruïnada,
un
poble
culte
i
fecund
que
és
l’admiració
del
món.
Poc
esperaven
ells
que
un
poble
sotmès
durant
segles
i
més
segles
a
la
misèria
i
a
l’esclavatge
moral,
pogués
parar
els
peus
a
la
bèstia
feixista
que
compta
amb
l’ajut
del
capitalisme
mundial
i
pogués
arribar
a
crear
tot
allò
que
ells
mai
no
havien
pogut
fer”.
Josep
Alomà
se
implicó
en
la
defensa
de
los
trabajadores
del
agro,
de
la
industria,
también
de
los
llamados
trabajadores
de
cuello
blanco,
cuando
fue
nombrado
Presidente
del
Sindicato
Único
de
la
Enseñanza
y
Profesiones
Liberales;
luchó
por
los
presos;
por
una
la
economía
libre
y
colectivizada,
por
la
difusión
de
la
cultura,
y
en
su
gran
obra
que
fue
la
implantación
en
la
provincia
de
Tarragona
del
Consell
de
l’Escola
Nova
Unificada.
Pero
a
la
vez
que
nacía
un
nuevo
mundo,
aprovechando
la
confusión
propia
del
momento,
se
produjeron
actos
vandálicos
y
de
rapiña,
frecuentemente
motivados
por
el
deseo
de
venganza,
actos
que
los
revolucionarios
conscientes
repudiaron
y
combatieron.
El
sacerdote
Salvador
Ritort
Faus
declaró
en
el
juicio
de
1940:
“El
que suscribe, Reverendo Salvador Ritort Faus, organista de la
Catedral y profesor de música de la Casa de Beneficencia,
DECLARA:
Que conoce a Don José Alomà Sanabras, estándole sumamente
agradecido como benefactor mío durante el periodo revolucionario,
pues debido a mi condición de sacerdote perseguido,me refugió en la
Casa de Beneficencia, evitando que se efectuaran registros en dicho
establecimiento como querían efectuarlos las patrullas y elementos
revolucionarios con el fin de mi captura.
Además
me consta, por personas que me merecen absoluto crédito, que el
mencionado José Alomà interpuso todo su esfuerzo para que no fuese
saqueada la Catedral de Tarragona. Por su intervención fueron
llevadas a la Casa Provincial de Beneficencia para su resguardo,
objetos ropas y muebles, entre ellas una sección de pianos y
armonios de iglesias, para que no fueran saqueadas ni destruidas.
Objetos que después han pasado a manos de los dueños. Y para que
conste, firmo la presente en Tarragona a veinte de enero de mil
novecientos cuarenta”.
A
pesar
de
los
numerosos
testimonios
de
personas
que
declararon
que
Alomà
les
había
salvado
la
vida,
las
autoridades
del
régimen
condenaron
a
Josep
Alomà
a
la
pena
de
muerte
por
el
delito
de
“rebelión
militar”.
Sólo
las
incesantes
gestiones
de
su
esposa
Ángeles
Canelo
pudieron
salvarle
en
el
último
instante
de
la
muerte,
a
finales
de
1940,
cuando
Hitler
era
el
amo
y
señor
de
esta
Europa
que
hoy
da
nuevamente
muestras
de
agotamiento
del
modelo
que
representa.
Un
claro
ejemplo
de
la
mendacidad
y
de
las
frágiles
bases
de
esta
agónica
sociedad,
que
recompensa
lo
bajo
y
condena
lo
elevado,
se
puede
comprobar
en
Tarragona,
que
olvidó
el
legado
de
Alomà
durante
años.
En
cambio,
el
dirigente
del
partido
estalinista
Josep
Recasens
Mercadé,
que
hoy
da
nombre
a
la
fundación
de
un
determinado
partido
de
los
que
llaman
mayoritarios,
fue
recompensado
por
los
funcionarios
del
régimen
franquista
por
sus
delaciones
en
la
cárcel
con
una
rápida
excarcelación.
Mientras
Alomà
se
despedía
en
la
cárcel
de
Pilatos
de
Tarragona
de
su
hermano
mayor
Pau
Alomà,
el
día
antes
de
que
éste
fuera
fusilado
por
las
victoriosas
fuerzas
llamadas
nacionales
en
junio
de
1940,
Recasens
Mercadé
repartía
entre
el
funcionariado
franquista
ejemplares
de
periódico
en
los
que
Alomà
denunciaba
la
barbarie
y
criminalidad
de
los
regímenes
nazi-fascistas.
Recasens
Mercadé,
hoy
puesto
por
algunos
como
ejemplo
a
seguir,
obtuvo
una
amnistía
por
parte
del
régimen
franquista
como
recompensa
por
sus
delaciones.
Ésta
es
la
sociedad
del
consenso,
del
progresismo,
de…
Una
sociedad
de
la
mentira
no
tiene
futuro.
Una
sociedad
de
la
mentira
sólo
puede
legar
a
sus
descendientes
un
poso
de
deshumanización
y
barbarie,
aunque
sea
bajo
un
disfraz
posmoderno
y
sostenible.
Poner
en
evidencia
los
falsos
dogmas
de
la
sociedad
y
hacer
tambalear
sus
cimientos
es
una
necesidad
hoy
para
contraponer
al
imperante
sistema
de
subvalores
y
contravalores
una
alternativa
verdaderamente
humana.
La
alternativa
que
los
libertarios
intentaron
construir.
Estas
personas,
con
sus
aciertos
y
errores,
con
sus
dudas
y
sus
convicciones,
con
las
enormes
responsabilidades
que
sustentaron
y
los
escasos
medios
materiales
con
los
que
frecuentemente
tuvieron
que
acometerlas,
tuvieron
el
decoro
de
hacer
frente
a
su
destino
con
la
lealtad
y
coherencia
que
mantuvieron
a
lo
largo
de
sus
vidas.
Saber
extraer
lo
mejor
de
su
legado
y
darle
una
continuidad
digna
de
tal
nombre
es
hoy
un
reto
para
las
nuevas
generaciones.
Un
reto que requiere de esfuerzo y dedicación, o como dejó escrito
Émile Armand: "No debemos olvidar que el anarquismo no es para
los ineptos del esfuerzo. No se nace anarquista, sino que se hace tal
por razonamiento, por observación, por análisis y por sensibilidad,
siempre es necesario el esfuerzo".
Quiero
aprovechar para agradecer a los profesores Magí Feixa y Alejandro
Salvador su apoyo y estímulo de cara a continuar la investigación
acerca de la trayectoria de Josep Alomà. Recientemente, con motivo
de la celebración del Homenaje a Josep Alomà, en noviembre de 2009,
coincidiendo con la inauguración de una calle en Tarragona que lleva
su nombre, y con la publicación de la biografía Una
Utopia, una Esperança
y del documental Alomà
que se distribuye con la misma, se ha desencadenado una un renovado
interés por su figura y la fragua de unas nuevas condiciones que
favorecen que hoy estemos más cerca de conocer la historia de Josep
Alomà y de tantas otras personas, portadores de la Idea, la historia
que tantos intentaron silenciar.
Uno
de
los
grandes
de
la
literatura
germánica,
Hermann
Hesse,
escribió
acerca
de
la
Idea
libertaria:
“Yo
deseo
que
esta
Idea,
esta
pequeña
y
maravillosa
maga
encante
a
muchos
y
los
llene
de
nostalgia
por
su
patria,
por
la
patria
de
todos
nosotros.
La
Idea
es
una
chispa
del
más
allá,
una
llamada
sutil
del
mundo
superior,
una
delicada
invitación
a
lo
que
es
nuestra
meta
y
nuestra
tarea,
el
camino
de
la
humanidad
que
se
abre
ante
nosotros.
No
miremos
con
desdén
ni
persigamos
a
esta
bella
muchacha
de
mundos
extraños,
no
la
persigamos
ni
la
condenemos
a
la
hoguera,
ni
la
degrademos
convirtiéndola
en
prostituta.
Es
nuestra
querida
hermana,
es
un
mensaje
de
nuestra
patria
lejana”.
Parafraseando
a
Manel
Aisa
en
el
prólogo
a
Homenaje
a
Catalunya
de
George
Orwell,
podemos
decir
que
“el
mejor
homenaje
que
le
podemos
rendir
al
propio
Alomà,
es
dar
a
conocer
de
nuevo
su
obra
y
dejarse
arrastrar
con
él
por
las
embarradas
trincheras
del
frente
de
Andalucía
y
las
barricadas
de
la
Tarragona
revolucionaria,
con
el
cuerpo
entumecido
y
hambriento
y
el
espíritu
generoso
y
ardiente
de
quien
se
sabe
del
lado
justo
de
la
Historia”.
Ramon
Gras Alomà
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