Hace pocas fechas el periódico Diagonal ha editado el libro Niños robados. De la represión franquista al negocio de la periodista e integrante del colectivo editor del periódico María José Esteso Poves. Una recopilación de 13 artículos de esta autora aparecidos en Diagonal desde 2009 hasta la actualidad. Además de ser una obra más que recomendable, he tenido el placer de poder escribir uno de los prólogos de la obra, junto a Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), y a José María Pedreño, presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, que ha escrito el epílogo de la obra. En el libro aparece una versión reducida del prólogo que he escrito, que versa sobre la figura e ideas de Antonio Vallejo-Nájera, psiquiatra sobre cuyos pensamiento se asienta las bases ideológicas de la desaparición durante el franquismo y que sobrevive al mismo. Desapariciones que se extienden hasta los años '90 del siglo XX demostrando, una vez más, que la ausencia de depuración de responsabilidades y de instituciones tras la muerte de Franco establecieron un continuismo tolerado por las fuerzas políticas que firmaron ese pacto de silencio que condenó al ostracismo a miles y miles de luchadores por la justicia y la libertad represaliados por el régimen liberticida franquista.
Cuelgo aquí el prólogo de la obra en su versión ampliada.
Todos los regímenes políticos se
sustentan en concreciones ideológicas o ideas que dan sentido a todo lo que
hacen. Catalogar a determinados regímenes políticos como “dementes” o “locos”
es una inconcreción que solo beneficia a la barbarie y la justifica.
En
este contexto hay que analizar el franquismo. Porque el franquismo parte de
unas concepciones ideológicas y de formación claras que hace que se entienda,
pero nunca se justifique, toda su barbarie.
Y tras esas
concepciones ideológicas había incluso pretensiones “científicas” que
intentaban justificar bajo parámetros completamente equivocados las decisiones
y políticas. El nazismo es el mejor
ejemplo de ello, pero el franquismo también
Uno de los
baluartes más importantes del franquismo fue la Iglesia católica. La Iglesia le
dio un fundamento religioso a todo un régimen, así como una historia de
represión que en la Inquisición tenía el mejor ejemplo. Porque la idea de
exterminio del enemigo que Franco y el franquismo presentó y desarrollaron tenía una base de carácter
inquisitorial innegable. Sin ir más lejos, la Iglesia franquista siempre
presentó la Guerra Civil como una “Cruzada” contra los que consideraba sus
enemigos: masones, comunistas, librepensadores, anarquistas, republicanos, etc.
Lo que políticamente se vino a llamar la “Anti España”. Los herejes de ayer
eran los enemigos de hoy y de siempre de una España oscurantista y que negaba
el desarrollo y el progreso.
Y, tal como
sucedió en la Alemana nazi, fue la ciencia médica la que mayor contribuyó a
desarrollar tendencias pseudo-científicas, que intentaba concretar la
segregación y la diferencia biológica entre las personas. Personajes como Juan
José López Ibor o F.J. Cortezo, son un ejemplo de ello. Venían a contrarrestar
un avance inusitado de médicos de izquierdas como el caso de Emili Mira o
Rodríguez Lafora.
Pero de todos
ellos hay que destacar a Antonio Vallejo Nájera. Porque Vallejo Nájera explica
muchas cuestiones ideológicas del franquismo. Pero también porque es un
psiquiatra que no crece al amparo del propio régimen franquista, si que sus
teorías son anteriores y se completan perfectamente con las disposiciones que
necesitaba el ejercito sublevado de Francisco Franco.
Antonio
Vallejo Nájera había nacido en el pueblo palentino de Paredes de Navas en 1889.
Sus estudios de medicina los completó en la Universidad de Valladolid, en la
especialidad de psiquiatría. Como agregado de la Embajada de España en Berlín,
conoció de primera el desarrollo de la psiquiatría en el país teutón. Allí
conoció a Emil Kraepelin, Gustav Schealbe o Hans Walter Gruhle. Este último, a
pesar de que siempre negó su vinculación con el nazismo, desarrolló toda su
actividad psiquiátrica durante el periodo nazi, donde ocupó puestos en
hospitales médicos.
Y es en
Alemania donde Vallejo Nájera conoce de primera mano muchas de las teorías, aun
embrionarias, que después los nazis pusieron en práctica en la década de 1930.
Aun así las teorías biopsíquicas ya habían sido desarrolladas por el italiano
Cesare Lombroso y su antropometría a la hora de catalogar la criminalidad en
determinadas tendencias de la izquierda, sobre todo hacia el anarquismo. Unas
teorías las lombrosianas de carácter pseudo-científico, que en España contó con
la crítica del anarquismo Ricardo Mella.
Pero Vallejo
Nájera no cita en ningún momento a Lombroso. Si por el contrario al alemán
Ernest Kretschmer, donde relaciona directamente la constitución del individuo
en la predisposición de padecer enfermedades mentales.
Algo que esta
muy en boga en la época pero que los totalitarismo europeos los fomentaron.
A pesar de que
Antonio Vallejo Nájera fue el jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares
durante el periodo franquista, la mayoría de sus posiciones psiquiátricas las
desarrolló durante la Segunda República española. Así deja constancia en las
revistas de la época. En 1932 Vallejo Nájera publica en Acción Española un artículo sobre la esterilización eugénesica,
donde hace toda una apología a la esterilización de deficientes mentales,
poniendo ejemplos, como en algunos Estados norteamericanos, donde se
desarrolla. E incluso Vallejo Nágera lo justifica por el apoyo que tiene
incluso en la Iglesia católica: “En 1927
aparece una obra del sacerdote católico doctor Mayer, que levanta
extraordinario revuelo, por defender que la Iglesia católica nada opone a la
esterilización de determinados psicópatas”[1]. Pone ejemplo
históricos para apoyar su idea así como concepciones filosóficas y políticas.
En esos
momentos Vallejo Nájera ya tiene la completa convicción que las personas
defensores de ideales como el marxismo, el anarquismo o de la igualdad y
libertad tienen una patología que les lleva a defender tales circunstancias.
Para tal afirmación el propio Vallejo Nájera se basa en el caso de Aurora
Rodríguez Carballeira y el parricidio que comete sobre su hija Hildegart.
Hildegart era una de las más prometedoras figuras de la izquierda durante la
Republica. Su madre la había concebido solo y exclusivamente para trabajar la emancipación
de la mujer. A más puro estilo Frankenstein, Aurora fue moldeando a Hildegart
en la línea que pretendía. Pero Hildegart se fue separando paulatinamente de su
madre. Una independencia que Aurora nunca acepto y que la llevó a asesinarla el
9 de junio de 1933 en Madrid. Algo que causó una gran consternación en los
círculos izquierdistas de la época. Vallejo Nájera asistió al juicio contra
Aurora y tuvo conocimiento de todo lo relaciona con este caso, pues Aurora fue
recluida en el sanatorio de Ciempozuelos que dirigía Vallejo Nájera desde 1930.
Un caso que para Vallejo Nájera era la evidencia de la paranoia y enfermedad
mental que podría significar declararse anarquista o defensor de las teorías de
la izquierda. Huelga decir que para otros psiquiatras de la época como
Rodríguez Lafora nada tenía que ver con lo que afirmaba Vallejo Nájera.
De reconocida
militancia derechista, Vallejo Nájera apoya desde el principio la sublevación
militar contra República. Y como miembro del cuerpo militar se convierte en
Jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares. Allí es donde Vallejo Nájera
desarrolla, a través de distintos textos, teorías psiquiátricas cercanas a los
postulados nazis a la hora de catalogar las enfermedades mentales.
Vallejo Nájera
experimentó con una serie de prisioneros republicanos. Estudió a prisioneros de
la Brigadas Internacionales y a un grupo de mujeres que habían sido capturadas
en 1937 tras la toma de Málaga por las tropas sublevadas. Estos estudios le
valen a Vallejo Nájera para publicar un artículo titulado Psiquismo del fanatismo marxista y un texto titulado La locura en la guerra. Psicopatología de la
guerra española, ambos publicados en 1939.
Vallejo Nájera
establece en estos textos al marxista como un débil mental. Y aquí marxista hay
que entenderlo en una visión amplia, donde dentro del vocabulario franquista
aglutina a todas las tendencias políticas que se opusieron al golpe militar de
Franco. Vallejo Nájera afirmaba cosas como las siguientes en sus trabajos: “La idea de las íntimas relaciones entre
marxismo e inferioridad mental ya la habíamos expuesto anteriormente en otros
trabajos. La comprobación de nuestra hipótesis tiene enorme trascendencia
político-social, pues si militan en el marxismo de preferencia psicópatas
antisociales, como es nuestra idea, la segregación de estos sujetos desde la
infancia, podría liberar a la sociedad de plaga tan terrible”[2]
Aquí
Vallejo Nájera habla de segregación por motivos ideológicos. Una cuestión que
será la base para el posterior robo de niños que se desarrolló durante la
dictadura franquista y que incluso la trascendió. Junto al negocio creado
alrededor de estos casos, había una fuerte convicción ideológica de segregación
social de aquellos que consideraban asociales. Por ello afirma que existía un
“gen rojo” que portaba todos estos inconvenientes sociales. Un “gen rojo” que
podría ser aplacado o curado, si desde el principio se segrega a aquellos que
ya no tienen cura de los que todavía están por formar. Es decir, la separación
de los hijos de los “rojos” de sus progenitores.
Y
en este aspecto entraría la visión que tiene de la mujer de izquierdas el
propio Vallejo Nájera. En los estudios que hace sobre las presas malagueñas
escribe los siguiente: Coméntese que en la
revolución comunista española han participado las mujeres altamente en la
criminalidad y que no han dudado en alistarse como milicianas para combatir en
los frentes (…) muriendo muchas de ellas en el parapeto y alguna al pie de la
ametralladora que manejaba con rara habilidad (…) Son características del sexo
femenino la labilidad psíquicas, la debilidad del equilibrio mental, la menor
resistencia a las influencias ambientales, la inseguridad del control sobre la
personalidad y la tendencia a la impulsividad, cualidades psicológicas que en
circunstancias excepcionales pueden acarrear consecuencias patológicas y
anormalidad en la conducta social (…) Aunque la mujer suele ser de carácter
apacible, dulce, bondadoso y pacífico ello se debe a los frenos sociales que
sobre ella obran, ya que el psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto
con el infantil y animal”[3].
Considerando
a la mujer como una menor de edad y cercana al animalismo, Vallejo Nájera ve
imposible la crianza de un niño para una mujer que se cataloga como “roja”. Por
ello cuando habla de la “higiene mental en la post guerra” uno de los puntos es
sobre educación, donde Vallejo Nájera afirma: “Educación sexual nacional adecuada a los intereses raciales (…) (para)
conseguir sobre el medio ambiente social de la postguerra una purificación
psíquica a fondo”[4].
Y
es precisamente en esa post guerra donde el franquismo, junto al exterminio al
que son sometidos los derrotados en la Guerra Civil, comienza el robo de niños.
Junto a ese negocio hay una perfecta disposición ideológica y de base
pseudo-científica para hacerlo, donde no solo participa el Ejército, sino
también Iglesia. Vallejo Nájera se presenta así como el mejor exponente de todo
ese desarrollo con sus trabajos. Algo que no se puede pasar por alto pues es
fundamental para el entendimiento de la tragedia que significo el robo de
niños. Una más dentro del régimen franquista.
Julián Vadillo
Historiador, miembro del Colectivo Editor de Diagonal
[1] Antonio Vallejo Nájera.
“Ilicitud científica de la esterilización” en Acción Española, número 2. 1º de enero de 1932. Pág. 142-154
[2]
Antonio Vallejo Nájera. La locura en la
guerra. Psicopatología de la guerra española, Valladolid, 1939
[3] Citado en Pau Pérez Sales.
La psiquiatría en la guerra civil
española: un estudios bibliográfico, 1992. Pág. 43
[4] Ídem.
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