lunes, 27 de febrero de 2012

Una historia de la guerra sucia contra el anarquismo español. La Mano Negra


La represión contra el anarquismo en España ha sido un leiv motiv que ha movido a diversos gobiernos, desde que las organizaciones libertarias se implantaran con fuerza.

Uno de los procesos mas sonados fue el conocido con el nombre de “La Mano Negra”. Andalucía era uno de los baluartes del anarquismo español. Provincias como Cádiz o Córdoba tuvieron una gran influencia anarquista entre el campesinado. Las ideas libertarias calaron hondo entre unas masas jornaleras que tenían salarios de miseria y condiciones de vida ínfimas.

A pesar de la desaparición de muchas sociedades obreras de la Federación Regional Española (FRE) y la persecución contra los internacionalistas tras la caída del Sexenio Democrático y la vuelta de la monarquía borbónica de Alfonso XII, con Cánovas del Castillo como ingeniero del sistema, muchas sociedades obreras se mantuvieron en la clandestinidad.

La aprobación de la ley de asociación en 1881 por Sagasta hace que aquellos núcleos que habían quedado clandestinos, se reorganicen la legalidad. Los anarquistas vuelven a impulsar una Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), que toma fuerza e impulso en distintas áreas de España, sobre todo Cataluña (y mas concretamente Barcelona) y algunas extensas áreas de Andalucía. Y es que muy por delante de sus rivales socialistas (que por esas fechas habían organizado el Partido Socialista Obrero Español) los anarquistas supieron entender el problema agrario en España y ofrecer alternativas. Eso hizo que las sociedades obreras se extendieran a lo largo y ancho del campo andaluz.

Ese desarrollo tan extenso del anarquismo fue algo que preocupó a los terratenientes de la zona, así como al propio gobierno, que veía con inquietud el avance de unas ideas que mostraban una alternativa revolucionaria al sistema de la Restauración.

En esa expasión anarquista se comienza a hacer pública a finales de 1882 e inicios de 1883 la existencia de crímenes e incendios en diversas zonas de Andalucía. Las autoridades no tienen ningún pudor al apuntar con el dedo a los anarquistas. El asesinato de Fernando Olivera, de Antonio Vázquez, del matrimonio Núñez (asesinados en su finca de Trebujena) y sobre todo el del Bartolomé Gago (el Blanco de Benaocaz) consternan a la opinión pública.

Comienzan las detenciones contra anarquistas por estos sucesos. Las confesiones de los detenidos se hacen bajo fuertes torturas por parte de la Guardia Civil.

Pero el hecho más extraordinario fue cuando aparecieron unos documentos que se hacían ver como los estatutos de una sociedad secreta anarquista dedicada al crimen y al incendio. Se denominaba “La Mano Negra”. Sus estatutos fueron localizados por la Guardia debajo de una piedra en el campo de Jérez (literal). Y curiosamente todos los detenidos por los crímenes anteriores aparecían como integrantes de esta sociedad secreta.

De todos los juicios el más trascendente fue por le crimen del Blanco de Beanocaz. Supuestamente una partida de miembros de esta sociedad asesino a Bartolomé Gago y enterró su cuerpo. Lo curioso es que en este caso Bartolomé Gago no era un terrateniente si no un antiguo miembro del citado grupo.

El caso tiene todos los tintes de la guerra sucia contra el anarquismo. Crímenes poco claros, incendios inesperados, aparición de sociedades de turbio origen, etc. Y sobre todo un número elevados de detenidos para justificar la represión contra las sociedades obreras, el anarquismo y la FTRE.

Hubo ocho condenas a muerte, ejecutándose siete, pues el acusado José León Ortega entró en estado de locura. Francisco Corbacho, Pedro Corbacho, Manuel Gago, Cristobal Fernández Torrejón, Gregorio Sánchez Novoa y Juan Ruiz fueron ejecutado por garrote vil en Jerez de la Frontera el 14 de junio de 1884.

La prensa anarquista y socialista clamó contra la injusticia. Así como la prensa extranjera que veía a España como un oscuro país donde era imposible poder desarrollar una propaganda progresista gracias al poder de aristocracia y el oscurantismo de la Iglesia. Se comenzó una campaña de revisión del juicio. Aun así los supuestos militantes de esta sociedad penaron en las cárceles españoles durante muchos años.

Aun así las autoridades consiguieron su objetivo. Muchas sociedades obreras de jornaleros del campo andaluz quedaron desarticuladas. La FTRE quedó muy mermada. Y el movimiento anarquista se cerró sobre sí mismo. Es el momento del desarrollo de la Organización Anarquista de la Región Española (OARE) y de la búsqueda del movimiento libertario de una organización que canalice las distintas sociedades obreras a lo largo y ancho de la geografía española y que no estaban en la linea socialista. Objetivo que se conseguirá en 1910 con la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT)

Por lo que se refiere a La Mano Negra es evidente el montaje y guerra sucia impulsado. Ya en 1884 el periodista y escritor Ramón de Cala dejaba constancia en su obra El problema de la miseria resuelto por la armonía esta afirmación: “La Mano Negra es un mito, que no ha existido, ni existe”. Estudios posteriores mas recientes afirman que todo fue un montaje. Aunque Clara E. Lida no lo deja claro en su La Mano Negra, los estudios de Juan Madrid (La Mano Negra. Caciques y señoritos contra los anarquistas) y de José Luis Gutiérrez Molina (El Estado frente a la Anarquía. Los grandes procesos contra el anarquismo español, 1883-1982) dejan muy claro el complot y la invención de La Mano Negra para criminalizar el anarquismo. “Este interés abrumador por imputar a los anarquistas cualquier crimen con el fin de deteriorar la imagen del colectivo ha sido una constante en la historia de este país y de cualquier país”. Esta frase de Juan Madrid ejemplifica muy bien lo que se desarrolló con el affaire de La Mano Negra, así como otros muchos casos en los que se vio inmerso el anarquismo español.

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