martes, 4 de agosto de 2009

Una historia de fútbol que merece ser recordada


Por Fabrizzio Zuñiga
En el futbol hay relatos, comentarios, noticias, análisis y sin fin de cosas que se oyen a diario y pasan, pero lo que a uno le quedan siempre son las historias de algún suceso, no es lo mismo ver una jugada a que alguien te la cuente, puedes ver la jugada, pero ya estas recordando lo que te contaron y añadiéndole la emoción de aquel que te la contó.
Curiosamente hoy leí una historia que realmente me conmovió y que me hizo investigar más acerca de este equipo y de este increíble historia, que no hace más que reflejar lo que ya sabemos: El fútbol es pasión.
No había nacido, tampoco soy viejo, me hubiera gustado escuchar esta historia de boca de alguien y no tener que leerla como hacen Uds. ahorita pero en fin, lei los libros en ingles, los consegui via internet o al menos los extractos que hablan de este suceso y una traduccion que encontre una pagina, basicamente lo escrito aqui es la traduccion, pero omitieron algunos datos interesante que introduje en la historia. Aqui va:
Los años 40 fueron épocas realmente duras sobre todo para Rusia. Corrían los meses de 1941 y estaba siendo ocupada por el ejército Nazi, quienes arrasaron con todo a su paso, desalojaron a las personas de sus casas, trabajos (si eras alemán, no pasaba nada), así que la mayoría vagaban por las calles, como indigentes, en una ciudad a la que llegaban prisioneros de guerra de Hitler, básicamente se había convertido en una cárcel enorme en la cual ni cama tenias por qué no podías entrar a tu casa.
Obviamente se suspendieron las actividades deportivas de los rusos, así que los jugadores deambulaban por las calles, entre ellos Nikolai Trusevich, arquero del Dinamo de Kiev.
Para suerte de Trusevich, había un panadero alemán llamado Josef Kordik, hincha incondicional del Dinamo, que en una de sus salidas de su negocio (recordemos que es alemán) se cruzo con Trusevich, su ídolo.
Rápidamente lo reconoció y le ofreció empleo, mediante artimañas convenció a los nazis para que aquel hombre pudiera trabajar en su panadería, aun sabiendo que era ilegal y que podría ser castigado y torturado duramente por eso.
Trusevich estaba realmente agradecido con Kordik por la oportunidad que le brindaba de dormir bajo techo, tener dinero para alimentar a su familia y el panadero andaba feliz por que tenía a su ídolo conviviendo con él. Hablaban siempre de futbol, algo inevitable entre un hincha y un jugador de futbol.
Así, un día a Kordik se le ocurrió la idea de buscar a los demás jugadores del Dinamo, le dio la tarea al guardameta de buscar a sus compañeros y traerlos, para salvarlos de la situación por la que estaban atravesando.
El arquero recorrió lo que quedaba de la aquella ciudad devastada y entre heridos y mendigos fue descubriendo, uno a uno, a sus amigos del Dinamo. Kordik les dio trabajo a todos, esforzándose para que no se descubriera la maniobra.
Trusevich encontró también algunos rivales del campeonato ruso, tres futbolistas del Lokomotiv, y también los rescató. En pocas semanas, la panadería escondía entre sus empleados a un equipo completo.
El panadero y Trusevich lograron reunir a casi todos y los jugadores no tardaron en dar el siguiente paso, y decidieron, volver a jugar. Era, además de escapar de los nazis, lo único que podían hacer. Muchos habían perdido a sus familias a manos del ejército de Hitler, y el futbol era la última sombra que sobrevivía de sus vidas anteriores.
Como el Dinamo estaba clausurado y prohibido, le dieron a su conjunto un nuevo nombre. Así nació el FC START, que a través de contactos alemanes comenzó a desafiar a equipos de soldados enemigos y selecciones de la órbita del III Reich.
El 7 de junio de 1942, jugaron su primer partido. Pese a estar hambrientos y haber trabajado toda la noche, vencieron 7 a 2. Su siguiente rival fue el equipo de una guarnición húngara y le ganaron 6 a 2. Luego le metieron 11 goles a un equipo rumano.
El problema empezó un 17 de julio, cuando enfrentaron a un equipo del ejército alemán y lo golearon 6 a 2. Muchos nazis empezaron a molestarse por la creciente fama de este grupo de empleados de panadería y le buscaron un equipo mejor para terminar con ellos. Llego MSG húngaro con la misión de derrotarlos, pero el FC Start lo aplastó 5 a 1, y más tarde, ganó 3 a 2 en la revancha.
El 6 de agosto, convencidos de su superioridad, los alemanes prepararon un equipo con miembros de la Luftwaffe, el Flakelf, que era un gran equipo, utilizado como instrumento de propaganda de Hitler. Los nazis buscaron formar el mejor rival posible para acabar con el FC Start, que ya había ganado gran popularidad en el pueblo sometido. La sorpresa fue mayúscula, en un partido accidentado donde las hubieron patadas a diestra y siniestra, el Start venció 5 a 1.
Luego de esa escandalosa caída del equipo de Hitler, los alemanes descubrieron la maniobra del panadero. Desde Berlín llego la orden de matarlos a todos, pero los nazis no se contentaban con eso. No querían que la última imagen de los rusos fuera una victoria, porque pensaban que matándolos así no harían más que perpetuar la derrota alemana.
La superioridad de la raza aria, en particular en el deporte, era una obsesión para Hitler y los altos mandos. Por esa razón, antes de fusilarlos, querían ganarles en la cancha.
Con un clima tremendo y amenazas por todas partes, para el 9 de agosto se anuncio la revancha, en el repleto estadio Zénit. Antes del choque, un oficial de la SS entró en el vestuario y dijo en ruso: "soy el árbitro, respeten las reglas y saluden con el brazo en alto", exigiéndoles que hicieran el saludo nazi.
Ya en el campo, los futbolistas del START (camiseta roja y pantalón blanco) alzaron el brazo, pero en el momento del saludo se lo llevaron al pecho y en lugar de decir "!Heil Hitler¡", gritaron"!Fizculthu ra¡", un eslogan soviético que proclamaba la cultura física. Los alemanes (camiseta blanca y pantalón negro) marcaron el primero gol, pero el Start llego al descanso ganando 2 a 1.
Hubo más visitas al vestuario, esta vez con armas y advertencias claras y concretas: "si ganan, no queda nadie vivo". Los jugadores tuvieron mucho miedo y se plantearon no salir al segundo tiempo. Pero pensaron en sus familias, en los crímenes que se cometían, en la gente sufrida que en las tribunas gritaba por ellos. Y salieron. Les dieron a los nazis un verdadero baile. Hacia el final del partido, cuando ganaban 5 a 3, el delantero Klimenko quedo mano a mano con el arquero alemán. Lo eludió y al estar solo frente al arco, cuando todos esperaban el gol, se dio vuelta y pateó hacia el centro del campo. Fue un gesto de desprecio, de burla, de superioridad total. El estadio se vino abajo.
Como todo Kiev hablaba de la hazaña, los nazis dejaron que se fueran de la cancha como si nada hubiera ocurrido. Incluso el Start jugó a los pocos días y le ganó al Rukh 8 a 0. Pero el final estaba escrito: tras ese último partido, la Gestapo visitó la panadería.
El primero en morir torturado fue Kortkykh. Los demás arrestados fueron enviados a los campos de concentración de Siretz. Alli mataron brutalmente a Kuzmenko, Klimenko y al arquero Trusevich, que murió con su camiseta puesta. Goncharenko y Sviridovsky (en la foto anterior), que no estaban en la panadería, fueron los únicos que sobrevivieron, escondidos, hasta la liberación de Kiev en noviembre del 43. El resto del equipo fue torturado hasta la muerte.

No hay comentarios: