viernes, 1 de julio de 2016

LA SOLIDARIDAD Y EL APOYO MUTUO EXPLICADO A LOS NIÑOS

Artículo publicado hace unos meses en la edición digital del periódico Diagonal

Muchas veces damos vueltas de como intentar explicar determinadas pautas de comportamiento, determinadas actitudes sin caer en el dogmatismo. A veces buscamos enrevesados procedimientos cuando, quizá, la solución o la mejor manera se encuentra en nuestra mano.
La pregunta, casi retorica, sería: ¿y por qué no a través de una ópera?. Esa es la principal labor de Brundibár, una ópera infantil que se representa estos días en el Teatro Real de Madrid. Y podemos decir que es una muy buena ópera, escrita en 1938 por el compositor checo Hans Krása y con libreto de Adolf Hoffmeister. Y ya resulta curioso que una ópera escrita en una Europa que caminaba al desastre con el avance de los nazis tenga tanta actualidad.

Adaptación a la actualidad

La ópera tiene a Jordi Francés como director musical, a Susana Gómez como directora de escena y a Ana González como directora del coro del niños. Porque la obra es infantil y representada por niños y jóvenes. En este caso por el Coro y Solistas de los Pequeños Cantores de la ORCAM y la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid (JORCAM). En una puesta en escena atrevida y perfectamente interpretada.
La historia es simple y a la vez trágica y actual. Aninka y Pepicek son dos hermanos que buscan leche para su madre enferma pero no tienen dinero. Aparece en escena Brundibár, un personaje invasivo que se hace control de la plaza del pueblo y engaña a los niños. Aninka y Pepicek intentan imitar a Brundibár para conseguir el dinero de la leche cantando pero el tirano logra poner a todos los niños en su contra y los expulsa de la plaza. La aparición de tres personajes (un gorrión, un gato y un perro) logran que los niños vuelvan a defender a Aninka y Pepicek y expulsen al tirano de la plaza.
Evidentemente, la puesta en escena entre la primera versión de 1938 y la actual ha tenido variaciones. Brundibár no es el músico harapiento y autoritario de la obra de Hoffmeister y Krasa sino un personaje más moderno con un traje llamativo. Aparecen en escena las nuevas tecnologías. Como dijeron sus directores en la rueda de prensa celebrada el pasado 4 de abril se ha mantenido las esencias de la obra pero se ha desgajado de las circunstancias particulares en la que se desarrolló. La situación de los niños en la Europa ocupada por los nazis hoy se puede adaptar a la situación de los niños refugiados. La opera tiene por ello un alto valor pedagógico.
Aun así no podemos dejar de ver esta obra en el contexto en el que surge. Brundibár no deja de ser un invasor. Alguien que llega para romper las relaciones sociales normales. Un personaje que con un discurso demagógico logra romper la unidad. Los niños se ponen en contra de otros niños en la ópera por medio de Brundibár. Pero frente a esa injusticia y tiranía siempre tiene que existir un deseo de resistencia. Por ello la obra de Krasa tiene enormes paralelismo con lo que sucedía en la Europa de la ocupación nazi. Brundibár no deja de ser otro que Hitler. Los niños son esa sociedad sometida por la invasión nazi, que tendió a la división. Y los animales que salen (el gorrión, el gato y el perro) la resistencia con la invasión. El lazo de unión y solidaridad que puede hacer posible la expulsión del tirano para vivir en paz. Toda una declaración de intenciones que vale para la Segunda Guerra Mundial. Pero que si le cambiamos el nombre propio de los protagonistas tiene vigencia actualmente. Una situación, que en palabras de Susana Gómez, podría volver a repetirse. Ahí radica la importancia de una obra como Brundibár y su efecto pedagógico.

Una obra en entorno hostil

Es la primera vez que Brundibár se representa en teatro grande. Han existido otras representaciones para colegios o en salas más pequeñas. Pero en un espacio como el Teatro Real es la primera vez que se muestra. Un entorno inmejorable para poder poner en escena esta ópera.
Sin embargo las primeras representaciones de Brundibár se hicieron en entornos más hostiles. La primera vez que se represento la obra de Krása fue un orfelinato de Praga en 1941, sin la presencia de Krasa. Para entonces Checoslovaquia ya estaba invadida por los nazis. El protectorado de Bohemia-Moravia estaba en manos de un siniestro personaje en la historia: Reinhard Heydrich. Heydrich, junto a Adolf Eichmann, fueron los promotores de la reunión de Wansee en enero de 1942 donde se decidió “la solución final” contra el pueblo judío. Y aunque Heydrich fue asesinado por la resistencia checa en junio de ese mismo año, su plan se puso en marcha.
Hans Krása había sido internado en el campo de concentración de Terezín. Un lugar fundado por el emperador José II en el siglo XIX y que los nazis lo reconvirtieron en ghetto. Allí Krása recompuso el texto de Brundibár de memoria y se representó hasta en 55 ocasiones por los niños que estaban allí internados. Una duras condiciones de vida para esos niños, que intentaron paliar con la música y el dibujo. Se estima que de los 15000 que estuvieron recluídos solo sobrevivieron 100. El propio Krása fue deportado a Auschwitz-Birkenau el 16 de octubre de 1944 y asesinado en la cámara de gas.

Memoria histórica de Terezín

Afortunadamente, la barbarie nazi no llegó a su objetivo final y hoy hay testimonios de algunos de esos niños de Terezín que se pueden escuchar. Uno es el de Dagmar Lieblová, que ha asistido a la representación de Brundibár en Madrid. Dagmar fue una de esas niñas que representó esta misma obra en Terezín. Para ella significa muchísimo verla representada. Esta obra significó para los niños un cuento sobre la vida real, sobre cosas normales. Su representación en aquellos duros años era algo sobre lo que poder soñar, el deseo de expulsar al tirano, que todos juntos podían vencer al mal y que todo acabará bien. Un sentimiento de solidaridad, de hermandad y de apoyo mutuo. Algo que para Lieblová se hizo realidad cuando salieron del infierno de Terezín.
Dagmar ve con tristeza y peligro el aumento de los grupos xenófobos y racistas en Europa. Grupos que niegan el Holocausto. Hoy, con 87 años de edad, Dagmar sigue luchando contra estos grupos a través de sus conversaciones con los jóvenes, mostrando lo que fue el campo de concentración, lo que sufrieron los judíos de Terezín. A pesar de ello para Dagmar la situación de la Europa de la década de 1930 difiere con la actual. No cree que vuelva a suceder aquella catastrofe, aunque lo dice más en deseo que en certeza.
Ante la pregunta de que siente cuando ve Brundibár representado, Dagmar no duda en decir que le emociona. Recuerda con emoción cuando la volvieron a ver representada en 1991. Y no esconde su emoción cuando la ha visto representada en el Teatro Real de Madrid.
Oyendo a Dagmar Lieblová comprendes y reafirmas muchas cosas. Su testimonio, su vivencia y su lucha es el mejor arma contra aquellos que quieren resucitar el pasado más ominoso de Europa.

Brundibár se podrá disfrutar en el Teatro Real hasta el próximo 24 de abril. Habrá representaciones para colegios y para el público en general. Para ello se ha diseñado una Guía Pedagógica. Y la obra forma parte del propio programa pedagógico del Teatro Real. Junto a la obra se expone también una serie de dibujos y pinturas de los niños de Terezín, algunos relacionados con la propia obra.

 Cabe una última consideración. La ópera de Krása es infantil. Interpretrada también por niños. Pero su actualidad, su temática y todo lo que aporta la hace accesible a todos los públicos. Brudibár es uno de los mejores ejemplos para esos valores.

No hay comentarios: