viernes, 1 de mayo de 2015

UNA CUESTIÓN DE PRINCIPIO. EL INTERNACIONALISMO EN EL ANARQUISMO ORGANIZADO. Primera parte

Reproduzco aquí la primera parte de artículo publicado en la revista Ekintza Zuzena sobre el internacionalismo y el movimiento anarquista

Puede parecer un lugar común, pero estudiar el anarquismo sin considerarlo y entenderlo en su dimensión internacionalista sería un completo error. Probablemente jamás se entendería la capacidad organizativa del anarquismo si no lo pusiéramos en contacto con lo que fue su participación a nivel internacional.
            Y esto en dos direcciones.
1. Porque el anarquismo siempre ha buscado una unión a nivel internacional que lleve a una transformación revolucionaria a gran escala.
2. Porque para el anarquismo la cuestión nacional era un mero concepto burgués y una lucha que alejaba a la clase trabajadora de su cometido social.

            Por eso desde el origen y desarrollo del anarquismo organizado siempre se buscó la confluencia con otros movimientos similares en distintos puntos del planeta. En algunas ocasiones con fortuna y en otras tornándose en fracaso.
            Y viene bien traer este concepto cuando este año 2014 se cumplieron 150 años de la fundación de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), donde los anarquistas tuvieron un papel protagonista desde prácticamente sus orígenes. Además el bicentenario del nacimiento de Mijail Bakunin (1814-1876) y el centenario de la muerte de Anselmo Lorenzo (1841-1914) trajeron de la mano el recuerdo del anarquismo como un agente internacional. Y su historia es muy dilatada.

El anarquismo y la Primera Internacional

            Es habitual presentar la Primera Internacional como una permanente pugna entre anarquistas y marxistas, haciéndolo desde una posición laxa y excesivamente esquemática.
            Sin embargo, lo primero que habría que determinar es que cuando en 1864 surgió la Primera Internacional en Londres (aunque el funcionamiento efectivo se comenzó a fraguar en el Congreso de Ginebra de 1866) las secciones que componían aquella organización supranacional estaban alejadas de las tendencias que la determinarían ya en la década de 1870. Por ejemplo, en Francia las sociedades obreras adheridas a la Primera Internacional eran básicamente proudhonianas, sin dejar de lado que existía apoyo a las posiciones de personajes como Louis Blanc o Auguste Blanqui. En otros lugares, como Italia, el peso del republicanismo político era evidente (teniendo en cuenta que era una zona en proceso de unificación) al igual que en Alemania, donde personajes como Wilhem Liebnekcht o Ferdinand Lassalle marcaron el ritmo. Y sobre todo en muchas zonas asentada sobre el mundo de los oficios.
            Los debates del marxismo y el bakuninismo no fueron el epicentro del debate hasta una vez represaliada la Comuna de París, aunque las diferencias entre ambos modelos a la hora de entender la organización ya se constataba en los congresos y las conferencias de la Primera Internacional.
            Las diferencias entre ambas concepciones fueron básicamente las siguientes:
-          Los bakuninistas o colectivistas (como se hacían llamar en la época), concebían la organización de la AIT como una unión de secciones, dotándose estás de libertad de funcionamiento. Alejados de cualquier posición política y de partido, los colectivistas creían en la descentralización de la Internacional. El Consejo General solo debía de ser una mera estructura de recepción y distribución de correspondencia entre las secciones. La finalidad de las secciones era la destrucción de todo poder político y la creación de una sociedad nueva sin Estado por medio de la libre federación de productores.
-          Los marxistas o socialistas científicos, consideraban que el Consejo General debía de tener capacidad e influjo sobre las secciones, centralizando parte del trabajo de las mismas. Al contrario que los bakuninistas creían en la capacidad de creación de partidos políticos obreros que, por medio de la conquista de poder, pudieran desde ahí transformar la sociedad antes de pasar a la sociedad sin Estado.

Mientras que los bakuninistas tuvieron una fuerte implantación en Italia, parte de Suiza, España y parte de las secciones francesas (recogiendo toda la tradición del proudhonianismo), los marxistas obtuvieron más éxito en las secciones inglesa, alemana u holandesa.
Podrían haber sido modelos de organización complementarias pero no existió voluntad para ello. El Consejo general que residía en Londres ejerció una dirección sobre la Internacional, cuestión que no agradó a las secciones más decantadas por el modelo de organización bakuninista.
El fracaso de la Comuna de París fue el canto del cisne de la propia Internacional. La Conferencia de Londres de 1871 sirvió para empezar a mostrar divisiones irreconciliables así como actas formales de acusación contra Bakunin. Allí Utin[1]  acusó al anarquista ruso de ejercer un poder en la sombra a través de la propia Alianza de la Democracia Socialista, organización fundada por Bakunin que tras su integración en la Internacional acabó por disolverse (o acabó siendo disuelta por éste). En aquella conferencia pocas voces salieron en la defensa de Bakunin. André Bastelica fue una de ellas, junto a un Anselmo Lorenzo, que no daba crédito a lo que oía en aquel comicio.
Las disputas entre la secciones de la Suiza romanda y la Federación de Jura, las acusaciones por distintos periódicos de ambas tendencias acerca de intentos de control de la organización y los movimientos de ambos grupos condenaron al fracaso a la Internacional. España fue un ejemplo de cómo se dirimió esa batalla. Constituidos los núcleos de la Internacional desde finales de 1868 por las gestiones realizadas por Fanelli, la división del movimiento vino de la mano de los propios debates internacionales. Max Nettlau dice que aunque la misión de Fanelli fue fundamental, Bakunin no quedó contento con sus gestiones ya que confundió los estatutos de la Alianza con los de la Internacional, algo que a la larga generó los conflictos. Pero, igualmente, los miembros de la Internacional en España entendieron la Alianza como el grupo específico cohesionado que, en caso de dificultades para la propia Internacional, no hiciese desaparecer por completo el movimiento obrero naciente. Unas estructuras de la Alianza en España, que a tenor de los documentos aportados por el historiador anarquista Max Nettlau, fueron del conocimiento de Bakunin cuando Lafargue comenzó a publicar artículos en el periódico L'Egalité.
La llegada de Paul Lafargue, una de las figuras más importantes del socialismo internacional a España iba a generar conflictos en el seno de la propia Internacional. Cercano al grupo entorno al periódico La Emancipación y con el apoyo de José Mesa y Francisco Mora, se creó en Madrid la Nueva Federación Madrileña, aceptada en el seno de la Internacional por el Consejo general y condenada por el Consejo federal de la Federación Regional Española (sección de la Internacional en España) que reconocía a la anterior  Federación local de Madrid. Aunque el congreso de Zaragoza de abril de 1872 intentó una solución de consenso, esta no fue posible. Las acusaciones entre la Emancipación y El Condenado (periódico de Tomás González Morago) marcaba la línea de división que se ejemplificó en el congreso de Córdoba de diciembre de 1872 y enero de 1873 y el posterior congreso marxista de Toledo en mayo de 1873, que mostró el fracaso de las tesis marxistas en España. De hecho, la formación marxista del núcleo madrileño y otros que le siguieron era realmente escasa, como se muestra en los artículos de La Emancipación y nos muestra el historiador Michel Ralle.
A nivel Internacional la ruptura se da en dos congreso celebrados en septiembre de 1872. Uno en La Haya, donde se produce la expulsión de Bakunin, Guillaume y Schwitzguebel, en ausencia del propio anarquista ruso. Otro el celebrado pocos días después en Saint-Imier (Suiza) donde el movimiento de índole anarquista fundó su propia Internacional. Incluso en aquel congreso se ofreció la posibilidad, por iniciativa de Bakunin y Guillaume, de crear dos internacionales:
A) Una de síntesis, donde se unieran moderados y revolucionarios, sin tutela de ningún Consejo general.
B) Otra exclusivamente anarquista.
            Propuesta que nunca se materializó.
            Aun así los grandes acuerdos de Saint-Imier fueron los siguientes
  1. Organización al margen de la política burguesa.
  2. El poder político revolucionario es falso, por ello había que destruir todo poder político.
  3. Solidaridad y apoyo mutuo.
  4. Sociedad internacional fundada en el trabajo y la libertad.
  5. Combate a la tiranía política y religiosa
  6. Destrucción del Estado y sustitución por la libre federación de grupos productivos.
             
            El movimiento obrero quedó dividido definitivamente. A partir de ese momento el anarquismo tuvo un camino propio, dando figuras y pensadores de primer nivel como Piort Kropotkin, Errico Malatesta, Rudolf Rocker, Johann Most, etc., que hicieron avanzar el anarquismo y sus posiciones (mutualismo, colectivismo, comunismo libertario)

La dimensión internacional de la Comuna de París

La Comuna de París significó el primer escenario en el que la clase obrera se hizo con el control de la situación. París se organizó de forma muy distinta a lo que hasta ese momento se conocía y en un contexto realmente complicado: la guerra que mantenía Francia con Prusia. Sin embargo la ciudad de París no confió en los políticos republicanos, que huyeron de la ciudad y se establecieron en Versalles. Los barrios de París se auto-organizaron, crearon distintos comités, y la ciudad se proclamó en Comuna. Se tomaron medidas de avance para la clase obrera como el fomento de los Talleres Nacionales (algo que ya se puso en marcha tras la revolución de 1848), la reducción de la jornada laboral para los trabajadores, fomento de la escuela y la educación, igualdad hombre-mujer, etc. Todas medidas que estaban en los programas de las organizaciones obreras y revolucionarias. A pesar de ello, existió un profundo debate en el seno de la propia Comuna, sobre todo el representado por los blanquistas y los proudhonianos. Y en ese contexto hicieron su aparición también los marxistas y los bakuninistas. Mientras los marxistas trabajaron más en sintonía con los blanquistas, los bakuninistas lo hicieron más con los proudhonianos, con los que coincidían en muchos puntos. Por la Comuna pasaron personajes de primera fila como Varlin, uno de los dirigentes del movimiento obrero francés más relevantes que fue fusilado en la represión de la Comuna. Por la experiencia de la Comuna llegaron al anarquismo otros personajes como Louise Michel, que pasó a la historia como una de las mujeres más brillantes del anarquismo.
            Podemos decir que el movimiento obrero francés era en su mayoría seguidor de Proudhon, lo que hizo que el anarquismo tuviese un gran arraigo en la Comuna de París. Una vez que el proceso finalizó de forma traumática, todas las ideologías obreras lo reivindicaban como propio. Pero lo cierto es que partiendo de la base de que la Comuna fue de cariz federal, la auto-organización de los diferentes barrios de París y la horizontalidad del proceso le hace estar muy cerca a las posiciones anarquistas. Además, un precedente de la misma fue la toma del Ayuntamiento de Lyon donde Bakunin tuvo un papel protagonista. Y desde París se hizo un llamamiento al resto de ciudades de Francia para poder federarse entre si, ya que hubo intentos de movimientos similares al parisino en Marsella, Narbonne, etc.
            La impronta de la Comuna se dejó sentir en el movimiento obrero internacional. Desde ese momento, el 18 de marzo las distintas organizaciones obreras comenzaron a celebrar actos reivindicativos de la memoria de la Comuna. Esa fecha pasó al imaginario colectivo de la clase obrera a nivel internacional, solo siendo sustituida con el tiempo por el Primero de Mayo, si bien el 18 de marzo se siguió conmemorando y aun hoy se hace en algunos lugares.
            Esos propios principios que legó la Comuna de 1871 fueron reivindicados por los internacionalistas españoles cuando en 1873 se produjeron las revueltas cantonales. Si bien fueron procesos de claro cariz republicano radical en muchos de ellos participaron internacionalistas que tenían la referencia de la Comuna parisina como eje central y ejemplo.


[1] Nicolás Utin (1845-1883). Hijo de un comerciante de licores ruso, desde muy joven se estableció en Suiza por su oposición al zarismo. Volvió a Rusia con perdón del Zar, pero marchó nuevamente cuando se adhirió de forma incondicional al marxismo. Nombrado miembro del Consejo General de Londres como Secretario Delegado de Rusia, Utin reunió (o fabrícó como dijo Max Nettlau) informes contra Bakunin en el seno de la Internacional.

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