miércoles, 15 de abril de 2015

El movimiento obrero como agente modernizador. Primera parte

Primera parte esquematizada de la conferencia que di con motivo del 84 aniversario de la Segunda República en Alcalá de Henares, organizada por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de la ciudad complutense.

Agradecimiento a la ARMH de Alcalá de Henares por invitarme a este acto y felicitarles por la labor realizada en este año de existencia que llevan en la ciudad, así como a Manuel Ibáñez por la presentación y a Raúl González Luciano, viejo amigo de la facultad y que ahora coincidimos en estas cosas, entre otras muchas, que tenemos en común.

-          ¿Dónde radica la importancia del movimiento obrero?

      La larga duración de la dictadura franquista hace que se pierda perspectiva histórica respecto a la importancia del movimiento obrero. El movimiento obrero queda como un agente distorsionador de la historia, algo negativo.
      Las distintas corrientes de interpretación histórica en España ha tenido, como es lógico, distintas visiones del movimiento obrero. El franquismo lo estigmatizó. Habló en genérico de “marxismo” y lo consideró uno de los grandes males de la nación.
      La visión liberal lo considera un aparato distorsionador una vez que el Estado liberal se asentó. Los liberales aun así distingue entre un movimiento obrero que se adapta a las nuevas estructuras y los revolucionarios que quieren subvetir un orden  libre.
      La escuela marxista si ve en el movimiento obrero un factor fundamental de la evolución histórica. Aun así distingue entre movimientos obreros embrionarios o utópicos frente a un movimiento obrero representado por el socialismo ciéntifico y vanguardistas. Teniendo también en cuenta diversas tendencias de ese socialismo científico en los debates de inicios del siglo XX entre las posiciones socialdemócratas y las revolucionarias.
      Hoy también podemos hablar ya de una escuela anarquista de interpretación del movimiento obrero. Quizá establecida en dos visiones. Una más cercana a posiciones de reivindicación pasional del pasado libertario. Pero otra acercándonos a la medida del pasado libertario con base científica e investigaciones muy serias para un movimiento que como el libertario estaba necesitado de ello.
      En lineas generales, independientemente de estas escuelas que hemos hablado, las investigaciones tienden a romper la idea de un movimiento obrero “bueno” frente a un movimiento obrero “malo”.

-          Proceso de democratización en España

      En muchas ocasiones parece que la democracia a España llega por ciencia infusa con la proclamación el 14 de abril de 1931 de la Segunda República. Y esto nos puede llevar a equivocos y a confundir la verdadera importancia de la propia Segunda República. Es imposible que tan solo un pacto entre políticos de distintas tendencias republicanas en San Sebastián y unas elecciones municipales que se convirtieron en plebiscitarias trajeran un cambio tan profundo y radical en la sociedad española. En España no existía una base burguesa avanzada y liberal. Los republicanos, que habían sido el motor de cambio en muchos otros países, en España siempre estuvieron muy divididos (federales, unitarios, progresistas, etc.). La posibilidad de artícular un partido de base liberal-demócrata como fue el Partido Reformista de Melquíades Álvarez fueron un fracaso. Las opciones políticas de personajes como Azaña fueron muy minoritarias y débiles en el seno de la sociedad española.
      Las raíces de estos cambios fueron anteriores y tiene un protagonista principal: el movimiento obrero. Y los avances sociales y políticos que se conquistan en España básicamente desde inicios del siglo XX tuvieron al movimiento obrero como un agente fundamental. ¿Cómo lo consiguieron? Ejerciendo una presión social que provocó que las autoridades fuesen cediendo paulatinamente derechos laborales, sociales y políticos. ¿Qué sucedía cuando el avance marcaba ritmos más altos por los cuales las autoridades y el statu quo de las clases acomodadas se ponía en peligro?. Se cortaba de raíz por diversos procedimientos. La represión era una de ellos. La guerra sucia, como por ejemplo el pistolerismo de la patronal en el periodo que media entre 1918-1923. O en último extremo la instauración de dictadura por medios de golpe de Estado, como el ejemplo de 1923 con Primo de Rivera o el golpe de Estado de 1936 que tiene características distintas y propias porque generó una Guerra Civil.
      A esto hay que unir que el movimiento obrero había avanzado de forma espectacular desde su introducción en España en diciembre de 1868 y el establecimiento de las primeras sociedades obreras de la Asociación Internacional de Trabajadores. No solo en lo numérico y organizativo (pues tuvo flujos y reflujos) sino en la generación de toda una cultura obrera, en el desarrollo de unas formas de socialización que anticipaba el modelo de sociedad que defendían. Un modelo de organización muy alejado del desarrollo liberal capitalista.
      Vamos a poner algunos ejemplos de esos avances que provocó el movimiento obrero en la sociedad el momento. Por ejemplo se fueron perfeccionando el derecho a huelga, las subidas salariales, la reducción de la jornada laboral, legislación en materia de protección laboral y derechos sociales, etc.
      Algunos dan la interpretación de que estos avances se produjeron gracias a la labor del sindicalismo de concertación. La labor que el sindicalismo de la UGT y sus dirigentes llevaron a cabo en instituciones como la Comisión de Reformas Sociales que se desarrolló en el siglo XIX y se dio una visión de la situación de la clase obrera, el Instituto de Reformas Sociales fundado en 1902 y donde desde el primer momento los socialistas tuvieron participación o a nivel local la participación ugetista en las Juntas Locales de Reformas Sociales. Sin quitar un ápice de importacia a estas instituciones y a la labor del movimiento obrero socialista en ellas es imposible establecer  esta razón única para considerar que la situación de la clase obrera mejoró. Por ejemplo las Juntas Locales de Reformas Sociales funcionaron de forma muy deficiente. No porque los socialistas no las utilizasen sino porque la patronal no prestó atención a las demandas y a las resoluciones de las mismas. Algo que incluso denunció públicamente el propio movimiento obrero socialista.
      Pero es imposible entender los avances sociales si se olvida los procesos de luchas en la calle del movimiento obrero. Por ejemplo la Ley de Contratos de 1902 se aprueba tras el ciclo huelguístico que media entre 1898 y 1901. En una frontera en la que se pasa de los motines de subsistencia del periodo finisecular a la huelga científica de inicios del siglo XX. Un proceso de movilización donde los anarquistas tuvieron un protagonismo destacado. Esas disposiciones sobre el contrato de trabajo y las huelgas, firmadas por Sagasta y Segismundo Moret, venía a legislar tras ese proceso precisamente gran parte de las peticiones que la clase obrera hizo y con el objetivo de las autoridades de frenar el avance del movimiento obrero con dichas concesiones. Un párrafo interesante de estas disposiciones está en la página 17 del folleto Disposiciones sobre el contrato del trabajo y las huelgas editado en 1902 por orden del Ministerio de Gobernación y de la presidencia del gobierno: “El peligro, sin embargo, arrecia, y la intranquilidad se extiende por los campos, sobre todo en esta época en que las labores de siega y de la trilla, aumentando la demanda de brazos, ociosos en el invierno, despiertan en los jornaleros esperanzas que, desnaturalizadas por las predicaciones anarquistas, engendran, al formularse, amenazas e inquietudes precursoras de violencias y represiones”. Estaba claro quien ponía como enemigo las instituciones del momento.
      Otro ejemplo sería la jornada de 8 horas de trabajo. Ciertamente el 1 de julio de 1931 se desarrolló un decreto sobre la “Duración máxima legal de la jornada de trabajo” que fue aprobado como ley de la República el 9 de septiembre de 1931, siendo Ministro de Trabajo Francisco Largo Caballero. En él se aprobó la jornada legal de 8 horas de trabajo. Sin embargo la normalización de ese hecho no es una conquista de la República. La jornada laboral de 8 horas de trabajo se había alcanzado en España unos años antes. En 1919, tras la Huelga de La Canadiense, canalizada por la CNT, que se hizo extensiva a otros sectores laborales, una delegación de la organización anarcosindicalista se desplazó hasta Madrid, con Salvador Seguí a la cabeza, para negociar con el gobierno. El acuerdo fue el decreto de aprobación de las 8 horas de trabajo. Ahora bien, esa disposición era sistemáticamente violada por la patronal, lo que hizo que la gran mayoria de las sociedades obreras españolas se tuvieran que poner en huelga en el periodo que media entre 1919 y 1923 para reclamar su cumplimiento. En Alcalá de Henares esas huelgas fueron recurrentes en ese periodo hasta el establecimiento de la dictadura de Primo de Rivera. A nivel nacional, en esas mismas huelgas, participó Francisco Largo Caballero, que después sería el Ministro de Trabajo. La República si que intentó el establecimiento de mecanismo de obligado cumplimiento, aunque el enfretamiento de muchos patronos con las instituciones republicanas hicieron que estas disposiones muchas veces no se cumplieran que con el tiempo generó un cambio de estrategia tanto de la UGT como de una parte de los socialistas, como veremos.
      Igualmente uno de los grandes triunfos de la Segunda República fue la educación. En el primer bienio de la República se había avanzado más en esta materia a nivel nacional que en los treinta años precendentes. Y es que para las autoridades de la Restauración, la educación no fue una cuestión prioritaria. Con solo decir que la Ley Moyano de 1857 era mucho más avanzada que la Ley Orovio de 1876. Aunque tampoco podemos obviar que en el tiempo que media entre el inicio de la Restauración en 1876 hasta la proclamación de la República en 1931, se produjeron avances como una implicación mayor del Estado en las políticas educativas que llevó a la creación del Ministerio de Instrucción Pública en 1901.
      Aun así las medidas adoptadas no fueron suficientes y el analfabetismo siguió campando a sus anchas a lo largo y ancho de la geografía nacional.
      Una vez más tenemos que buscar los proyectos más avanzados, de los que bebió la legistalación republicana, fuera del Estado. Proyectos como la Institución Libre de Enseñanza, creada por Francisco Giner de los Ríos en 1876. En la ILE se formaron muchos de los políticos republicanos como Julián Besteiro o Fernando de los Ríos.
      Pero fue el movimiento obrero nuevamente pionero en el desarrollo de una educación equitativa. Proyecto como las escuelas generadas en el seno de los ateneos republicanos y libertarios, donde se tendía a la alfabetización de la clase obrera, creación de Escuelas de Artes y Oficios en el seno de los sindicatos (base de la formación profesional posterior), o proyectos avanzados como las escuelas laicas (por ejemplo la de Guadalajara) o la Escuela Moderna de Ferrer basada en principios pedagógicos libertarios en 1901, son ejemplos en los que miró la naciente República de abril de 1931.
      En Alcalá de Henares existen esos casos. No se podría entender la lucha que desde el Ayuntamiento se desarrolló en la República por el mejoramiento de las escuelas primarias y la lucha tenaz por el establecimiento de un centro de segunda enseñanza, sin los ejemplos previos en la ciudad. Frente a una escuela destartalada durante la Restauración, surgieron proyectos como la escuela del Centro Obrero republicano en 1901 o la Escuela de Oficios del Ateneo Obrero, también republicano, de 1904. Pionera en la educación fue la escuela “El porvenir de la infancia” de Francisco Pardina, maestro socialista que mantuvo esta escuela a lo largo del tiempo. O ya en al década de 1910 la Escuela de Artes y Oficios de la UGT ubicada en la Casa del Pueblo. Cuando ya en la República se comenzó a desarrollar una escuela más equitativa y comenzaron a destacar maestro como Fernando G. Matilla, los ejemplos que les precedieron fueron fundamental, teniendo en cuenta que Pardina también participó.
      La conclusión es que todas estas cuestiones previas se consolidaron con la República y se hicieron más extensivas. Pero evidentemente la República no lo consiguió todo. Siguieron existendio problemas laborales múltiples, la reforma agraria fue el gran problema de la República o polémicas leyes como la Ley de Terminos Municipales o la Ley de Defensa de la República.

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