Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y preparar las jornadas que el Foro por la Memoria de Guadalajara ha organizado para el sábado 9 de marzo en Azuqueca de Henares [http://fraternidaduniversal.blogspot.com.es/2013/03/jornadas-mujer-y-memoria.html], reproduzco aquí el artículo que he escrito sobre la participación de la mujer en el anarquismo español para el periódico CNT
“El atraso cultural de las mujeres es efecto
del abandono en la que se la tuvo y se la tiene aun. La naturaleza no tiene
nada que ver con ello. Si la mujer esta atrasada es por que en todos los
tiempos el hombre la mantuvo en esta inferioridad, privándole de todos los
derechos que para sí mismo iba conquistando gradualmente”.
Así
presentaba José Prat la situación de las mujeres en 1903. Toda una declaración
de intenciones de cual era el objetivo del movimiento anarquista en su afán
igualitario. Acabar de una vez con las desigualdades sociales y no establecer
distinciones entre hombres y mujeres por el mero hecho de ser sexos distintos.
Una cuestión que desde los orígenes mismos de la Internacional en España o de
los ideólogos de anarquismo, como Bakunin, se establecieron como prioridad.
A
pesar de ello, en sus orígenes, el movimiento anarquista no fue unívoco al
platear la cuestión de la mujer. Dos tendencias jalonaron la historia del
movimiento libertario hasta llegado el siglo XX:
1)
Una es la de Pierre-Joseph Proudhon que en España es
representada por el anarquista gallego Ricardo Mella. Estos consideraron a las
mujeres como reproductoras y que contribuían a la sociedad a través de su papel
en el hogar.
2)
Otra corriente es la de Mijail Bakunin que en España
representa, entre otros, Isaac Puente. Consideraba a las mujeres iguales a los
hombres, y que su emancipación depende de la incorporación al trabajo en los
mismos términos que los hombres.
Pero todo esto
no dejaba de ser la visión que los hombres tenían sobre las mujeres en su papel
en el ámbito político. Y es que las mujeres tardaron, en muchos casos, en
vincularse a las organizaciones sindicales y políticas en España, en muchas
ocasiones debido a estas visiones reduccionistas de lo que tenía que ser su
papel en los movimientos obreros.
Sin embargo
estos debates no fueron impedimento para que muchas mujeres comenzarán a
vinculares a los movimientos obreros en España. Y en ello el anarquismo fue una
ideología aventajada frente a socialistas y republicanos, que tardaron mucho en
incluir el discurso femenino en sus órganos de expresión y en su programa
político. Entre las pioneras del anarquismo organizado hay que destacar a
Teresa Mañé o Soledad Gustavo, madre de Federica Montseny. Teresa Mañé destacó
a finales de siglo XIX e inicios del XX por su vinculación a proyectos tan
importantes como La Revista Blanca, o
por obras como El amor libre, uno de
los primeros trabajos sobre estos asuntos en España escrito en 1891. No deja de
tener importancia sus aportaciones a obras como Las preocupaciones de los despreocupados (obra conjunta con Juan
Montseny/Federico Urales), A las
proletarias o La sociedad futura.
Su contribución en la década de 1920 al desarrollo de “La Novela Ideal”, así
como en la segunda época de La Revista
Blanca, ponen a Soledad Gustavo como una de las aventajadas en estos
aspectos.
Si Soledad
Gustavo tocó sobre todo el tema cultural en el anarquismo, la pionera en la
organización sindical de las mujeres fue Teresa Claramunt. Obrera del ramo del
textil adquirió una amplia cultura. En 1884 formó parte de la Sección de
Oficios Varios de trabajadores anarcolectivistas de Sabadell. Si bien Teresa
Claramunt estuvo más en la línea de un “anarquismo sin adjetivos” tal como lo
entendió Fernando Tarrida de Mármol. Perseguida por sus actividades libertarias
fundó en 1891 la Agrupación
de Trabajadoras de Barcelona. Y esta asociación surgió en un momento en el que
el anarquismo español carecía de una organización nacional que lograse
coordinar las actividades de las sociedades obreras, que unido a la represión,
hacía que sus actividades fueran complicadas. Aun así la Agrupación tuvo una
enorme trascendencia en las luchas
obreras del momento. A pesar de este primer intento fracasado, la vinculación
de Claramunt con la organización continuó en el tiempo y fue una de las figuras
de referencia hasta su muerte en 1931.
Todos estos
movimientos preceden a la gran eclosión que significó el movimiento de
organización femenino anarquista durante la Segunda República. Y es que para la
CNT el tema de la mujer había sido fundamental desde su mismo origen. El
dictamen del Congreso fundacional de la CNT dice así:
“La ponencia entiende que dada la
constitución física de la mujer, este congreso debe considerar como inhumano el
trabajo que ésta efectúa, ya sea en la carga y la descarga y en otros trabajos
cuyos esfuerzos es superior a su constitución. Nosotros consideramos que lo que
ha de constituir precisamente la redención moral de la mujer – hoy supeditada a
la tutela del marido – es el trabajo que ha de elevar su condición de mujer al
nivel del hombre, único modo de afirmar su independencia.
Además hemos de
considerar que la disminución de horas de trabajo de muchos de nosotros la
debemos indirectamente al penoso trabajo de las mujeres en las fábricas;
mientras tanto que muchos de nosotros permitimos que nuestras compañeras se
levanten de la cama antes de las cinco de la mañana y nosotros permanezcamos
descansando. Y cuando la mujer acaba de derramar su sangre por espacio de doce
horas, para mantener los vicios de un explotador, llega a su casa y en lugar de
descanso se encuentra con un nuevo burgués – compañero – que con la mayor
tranquilidad espera que haga los quehaceres domésticos.
Por consiguiente, como
conclusiones, la ponencia expone al Congreso:
1º Abolición de todo trabajo que
sea superior a su fuerza física.
2º Entendiendo que para lograr su
independencia la mujer necesita del trabajo y por consiguiente este es penoso y
mal retribuido, proponemos:
2.1. Que el salario responda a su trabajo
con idéntica proporción al del hombre.
2.2. Que sea deber de las entidades que integran la Confederación Nacional
del Trabajo Española, se comprometan a hacer una activa campaña para asociar a las
mujeres y para disminuir las horas de labor.
2.3. Esta ponencia determina que no debe permitirse bajo ningún concepto
que trabaje un mes antes de su parto y hasta un mes después de haber dado a
luz.”
Durante la Segunda
República el gran debate en el anarquismo organizado fue si era necesario o no
una organización específica de las mujeres. Algunas mujeres consideraban que estaban sometidas a una triple
esclavitud (esclavitud de la ignorancia, esclavitud de la producción y
esclavitud como mujer). Podían luchar en el seno de los sindicatos pero debían
tener una organización autónoma para su propia revolución. Aquí destacaron
Lucía Sánchez Saornil y Mercedes Comaposada. Sin embargo, otras mujeres
consideraban que crear organismos propios de la mujer solo servía para
fraccionar más los campos de lucha. La CNT y la FAI eran organizaciones capaces de aglutinar esa
lucha. La proclamación del socialismo y de la anarquía significaría el fin de
todos los problemas de la esclavitud en todos los sentidos. Aquí destacaron
mujeres como Federica Montseny y Libertad Ródenas.
En 1935 surgía en
Barcelona el Grupo Cultural Femenino de la CNT, embrión de Mujeres Libres en la
capital catalana. Su trabajo fue desplegar todo un dispositivo de afiliación a la CNT. Aquí destacaron
Áurea Cuadrado, Concha Liaño o Soledad Estorach, que da un impulso a la
cuestión especifica de la mujer dentro del grupo. Hay que decir que aunque
mantuvieron una militancia dentro de la CNT, el origen de este grupo se sitúa
en la organización juvenil del anarquismo que en Cataluña esta dentro de la
FAI. Esa sección juvenil estableció una oficina dedicada a la cuestión
femenina, estableciendo también una fuerte campaña en pro de la afiliación de
las mujeres al sindicato obrero.
Por su parte en Madrid,
Lucia Sánchez Saornil, que ya había colaborado con el diario CNT cuando este se fundó en noviembre de 1932, Mercedes Comaposada y
Amparo Poch Gascón, fundaron Mujeres Libres y una revista con el mismo nombre.
El debate sobre el mismo se vio reflejado en las páginas de Solidaridad Obrera en una interesante polémica entre Lucía
Sánchez Saornil y Mariano Rodríguez Vázquez.
El objetivo de Mujeres Libres, y de la
revista, fue aunar en el seno del movimiento anarquista el objetivo de
liberación sexual y de género. Así se lo explicaba Sánchez Saornil en una
carta. “No hemos hacer una revista
únicamente para nuestras compañeras, sino hacer de ella un órgano de captación,
interesar a las mujeres, a todas las mujeres en nuestro punto de vista, sin que
ese sepa que esto es anarquista”
Mujeres Libres desarrolló una gran labor en
la alfabetización de la mujer, sobre todo en el periodo bélico. También
desarrolló los Liberatorios de Prostitución, pues la nueva sociedad que
defendían no había cabida para la explotación sexual.
Fue
por lo tanto Mujeres Libres una de las organizaciones fundamentales para el
desarrolló de la mujer en el campo político. Si bien la lucha de las mujeres
por la consecución del voto o por los derechos civiles, tanto en España como
fuera de sus fronteras, fue fundamental, Mujeres Libres superó ese discurso y
ese aspecto y puso en primera fila del debate algunos aspectos que serán objeto
central del feminismo en los años 60 y 70 del siglo XX. Se adelantaron pues las
anarquistas españolas a su época.
Incluso
la participación de Federica Montseny al frente del Ministerio de Sanidad, junto
con Amparo Poch Gascón, puso el aborto como un tema central y llegó incluso a
desarrollarse en Cataluña.
Pero
si bien todos estos avances se produjeron en un entorno hostil, el final de la
Guerra Civil fue especialmente negativo para la mujer. No solo eran las mujeres
derrotadas, sino que el modelo que impuso el franquismo está en las antípodas
de lo que promovían. Y tal fue este retroceso que en ningún caso se ha vuelto a
promover una ley del aborto tan avanzada como la que Federica Montseny promulgó
siendo ministra.
En
un marzo, en el que se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora,
recordar y reivindicar lo que significó Mujeres Libres y la lucha de las
mujeres en el anarquismo es fundamental. No solo porque muchos de los avances
actuales provienen de las pioneras reivindicaciones de los anarquistas, sino
que lo que aun no se ha conseguido también era objetivo fundamental en el
movimiento libertario.
Julián Vadillo Muñoz
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