jueves, 7 de marzo de 2013

El movimiento anarquista y las mujeres


Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y preparar las jornadas que el Foro por la Memoria de Guadalajara ha organizado para el sábado 9 de marzo en Azuqueca de Henares [http://fraternidaduniversal.blogspot.com.es/2013/03/jornadas-mujer-y-memoria.html], reproduzco aquí el artículo que he escrito sobre la participación de la mujer en el anarquismo español para el periódico CNT

“El atraso cultural de las mujeres es efecto del abandono en la que se la tuvo y se la tiene aun. La naturaleza no tiene nada que ver con ello. Si la mujer esta atrasada es por que en todos los tiempos el hombre la mantuvo en esta inferioridad, privándole de todos los derechos que para sí mismo iba conquistando gradualmente”.

            Así presentaba José Prat la situación de las mujeres en 1903. Toda una declaración de intenciones de cual era el objetivo del movimiento anarquista en su afán igualitario. Acabar de una vez con las desigualdades sociales y no establecer distinciones entre hombres y mujeres por el mero hecho de ser sexos distintos. Una cuestión que desde los orígenes mismos de la Internacional en España o de los ideólogos de anarquismo, como Bakunin, se establecieron como prioridad.
            A pesar de ello, en sus orígenes, el movimiento anarquista no fue unívoco al platear la cuestión de la mujer. Dos tendencias jalonaron la historia del movimiento libertario hasta llegado el siglo XX:
1)      Una es la de Pierre-Joseph Proudhon que en España es representada por el anarquista gallego Ricardo Mella. Estos consideraron a las mujeres como reproductoras y que contribuían a la sociedad a través de su papel en el hogar.
2)      Otra corriente es la de Mijail Bakunin que en España representa, entre otros, Isaac Puente. Consideraba a las mujeres iguales a los hombres, y que su emancipación depende de la incorporación al trabajo en los mismos términos que los hombres.

Pero todo esto no dejaba de ser la visión que los hombres tenían sobre las mujeres en su papel en el ámbito político. Y es que las mujeres tardaron, en muchos casos, en vincularse a las organizaciones sindicales y políticas en España, en muchas ocasiones debido a estas visiones reduccionistas de lo que tenía que ser su papel en los movimientos obreros.
Sin embargo estos debates no fueron impedimento para que muchas mujeres comenzarán a vinculares a los movimientos obreros en España. Y en ello el anarquismo fue una ideología aventajada frente a socialistas y republicanos, que tardaron mucho en incluir el discurso femenino en sus órganos de expresión y en su programa político. Entre las pioneras del anarquismo organizado hay que destacar a Teresa Mañé o Soledad Gustavo, madre de Federica Montseny. Teresa Mañé destacó a finales de siglo XIX e inicios del XX por su vinculación a proyectos tan importantes como La Revista Blanca, o por obras como El amor libre, uno de los primeros trabajos sobre estos asuntos en España escrito en 1891. No deja de tener importancia sus aportaciones a obras como Las preocupaciones de los despreocupados (obra conjunta con Juan Montseny/Federico Urales), A las proletarias o La sociedad futura. Su contribución en la década de 1920 al desarrollo de “La Novela Ideal”, así como en la segunda época de La Revista Blanca, ponen a Soledad Gustavo como una de las aventajadas en estos aspectos.
Si Soledad Gustavo tocó sobre todo el tema cultural en el anarquismo, la pionera en la organización sindical de las mujeres fue Teresa Claramunt. Obrera del ramo del textil adquirió una amplia cultura. En 1884 formó parte de la Sección de Oficios Varios de trabajadores anarcolectivistas de Sabadell. Si bien Teresa Claramunt estuvo más en la línea de un “anarquismo sin adjetivos” tal como lo entendió Fernando Tarrida de Mármol. Perseguida por sus actividades libertarias fundó en 1891 la Agrupación de Trabajadoras de Barcelona. Y esta asociación surgió en un momento en el que el anarquismo español carecía de una organización nacional que lograse coordinar las actividades de las sociedades obreras, que unido a la represión, hacía que sus actividades fueran complicadas. Aun así la Agrupación tuvo una enorme trascendencia  en las luchas obreras del momento. A pesar de este primer intento fracasado, la vinculación de Claramunt con la organización continuó en el tiempo y fue una de las figuras de referencia hasta su muerte en 1931.
Todos estos movimientos preceden a la gran eclosión que significó el movimiento de organización femenino anarquista durante la Segunda República. Y es que para la CNT el tema de la mujer había sido fundamental desde su mismo origen. El dictamen del Congreso fundacional de la CNT dice así:
“La ponencia entiende que dada la constitución física de la mujer, este congreso debe considerar como inhumano el trabajo que ésta efectúa, ya sea en la carga y la descarga y en otros trabajos cuyos esfuerzos es superior a su constitución. Nosotros consideramos que lo que ha de constituir precisamente la redención moral de la mujer – hoy supeditada a la tutela del marido – es el trabajo que ha de elevar su condición de mujer al nivel del hombre, único modo de afirmar su independencia.
   Además hemos de considerar que la disminución de horas de trabajo de muchos de nosotros la debemos indirectamente al penoso trabajo de las mujeres en las fábricas; mientras tanto que muchos de nosotros permitimos que nuestras compañeras se levanten de la cama antes de las cinco de la mañana y nosotros permanezcamos descansando. Y cuando la mujer acaba de derramar su sangre por espacio de doce horas, para mantener los vicios de un explotador, llega a su casa y en lugar de descanso se encuentra con un nuevo burgués – compañero – que con la mayor tranquilidad espera que haga los quehaceres domésticos.
Por consiguiente, como conclusiones, la ponencia expone al Congreso:
1º Abolición de todo trabajo que sea superior a su fuerza física.
2º Entendiendo que para lograr su independencia la mujer necesita del trabajo y por consiguiente este es penoso y mal retribuido, proponemos:
    2.1. Que el salario responda a su trabajo con idéntica proporción al del hombre.
   2.2. Que sea deber de las entidades que integran la Confederación Nacional del Trabajo Española, se comprometan a hacer una activa campaña para asociar a las mujeres y para disminuir las horas de labor.
  2.3. Esta ponencia determina que no debe permitirse bajo ningún concepto que trabaje un mes antes de su parto y hasta un mes después de haber dado a luz.”

            Durante la Segunda República el gran debate en el anarquismo organizado fue si era necesario o no una organización específica de las mujeres. Algunas mujeres consideraban que estaban sometidas a una triple esclavitud (esclavitud de la ignorancia, esclavitud de la producción y esclavitud como mujer). Podían luchar en el seno de los sindicatos pero debían tener una organización autónoma para su propia revolución. Aquí destacaron Lucía Sánchez Saornil y Mercedes Comaposada. Sin embargo, otras mujeres consideraban que crear organismos propios de la mujer solo servía para fraccionar más los campos de lucha. La CNT y la FAI eran organizaciones capaces de aglutinar esa lucha. La proclamación del socialismo y de la anarquía significaría el fin de todos los problemas de la esclavitud en todos los sentidos. Aquí destacaron mujeres como Federica Montseny y Libertad Ródenas.
            En 1935 surgía en Barcelona el Grupo Cultural Femenino de la CNT, embrión de Mujeres Libres en la capital catalana. Su trabajo fue desplegar todo un dispositivo de afiliación a la CNT. Aquí destacaron Áurea Cuadrado, Concha Liaño o Soledad Estorach, que da un impulso a la cuestión especifica de la mujer dentro del grupo. Hay que decir que aunque mantuvieron una militancia dentro de la CNT, el origen de este grupo se sitúa en la organización juvenil del anarquismo que en Cataluña esta dentro de la FAI. Esa sección juvenil estableció una oficina dedicada a la cuestión femenina, estableciendo también una fuerte campaña en pro de la afiliación de las mujeres al sindicato obrero.
            Por su parte en Madrid, Lucia Sánchez Saornil, que ya había colaborado con el diario CNT cuando este se fundó en noviembre de 1932, Mercedes Comaposada y Amparo Poch Gascón, fundaron Mujeres Libres y una revista con el mismo nombre. El debate sobre el mismo se vio reflejado en las páginas de Solidaridad Obrera en una interesante polémica entre Lucía Sánchez Saornil y Mariano Rodríguez Vázquez.
El objetivo de Mujeres Libres, y de la revista, fue aunar en el seno del movimiento anarquista el objetivo de liberación sexual y de género. Así se lo explicaba Sánchez Saornil en una carta. “No hemos hacer una revista únicamente para nuestras compañeras, sino hacer de ella un órgano de captación, interesar a las mujeres, a todas las mujeres en nuestro punto de vista, sin que ese sepa que esto es anarquista”
Mujeres Libres desarrolló una gran labor en la alfabetización de la mujer, sobre todo en el periodo bélico. También desarrolló los Liberatorios de Prostitución, pues la nueva sociedad que defendían no había cabida para la explotación sexual.
            Fue por lo tanto Mujeres Libres una de las organizaciones fundamentales para el desarrolló de la mujer en el campo político. Si bien la lucha de las mujeres por la consecución del voto o por los derechos civiles, tanto en España como fuera de sus fronteras, fue fundamental, Mujeres Libres superó ese discurso y ese aspecto y puso en primera fila del debate algunos aspectos que serán objeto central del feminismo en los años 60 y 70 del siglo XX. Se adelantaron pues las anarquistas españolas a su época.
            Incluso la participación de Federica Montseny al frente del Ministerio de Sanidad, junto con Amparo Poch Gascón, puso el aborto como un tema central y llegó incluso a desarrollarse en Cataluña.
            Pero si bien todos estos avances se produjeron en un entorno hostil, el final de la Guerra Civil fue especialmente negativo para la mujer. No solo eran las mujeres derrotadas, sino que el modelo que impuso el franquismo está en las antípodas de lo que promovían. Y tal fue este retroceso que en ningún caso se ha vuelto a promover una ley del aborto tan avanzada como la que Federica Montseny promulgó siendo ministra.
            En un marzo, en el que se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, recordar y reivindicar lo que significó Mujeres Libres y la lucha de las mujeres en el anarquismo es fundamental. No solo porque muchos de los avances actuales provienen de las pioneras reivindicaciones de los anarquistas, sino que lo que aun no se ha conseguido también era objetivo fundamental en el movimiento libertario.

Julián Vadillo Muñoz

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