miércoles, 21 de marzo de 2012

ANIVERSARIO DE LA MUJER TRABAJADORA. El siglo XX. Desarrollo organizativo y toma de conciencia masiva de la mujer

Segunda parte de los artículos dedicados a la mujer con motivo del aniversario de la mujer trabajadora. El siglo XX como siglo de expansión organizativa de y de lucha de la mujer en España.


Si, como decía Emilia Pardo Bazán, el siglo XIX es el siglo del atraso de las mujeres, el siglo XX se puede considerar hasta 1939 todo lo contrario. Esta centuria se convierte en la de la irrupción definitiva de la mujer en el plano social, cultural y político. La propia Emilia Pardo Bazán alcanza la categoría de catedrática, como hemos dicho más arriba. Destaca en esta época también Carmen de Burgos, Colombine, profesora, periodista y activista por los derechos de la mujer. Obtuvo una plaza en la Escuela Normal de Maestras de Guadalajara en 1901 y estuvo vinculada a la masonería. Fue la primera mujer que participó como corresponsal de guerra en el conflicto que España mantenía con Marruecos. Vinculada a los republicanos, muere al inicio de la República, en 1932, tras un mitin del Círculo Radical Socialista en Madrid1.

Pero sin personalizar en ninguna mujer en concreto, el siglo XX se convierte en el de la organización de las mujeres. Ya en 1902 se crean las Agrupaciones Femeninas Socialistas que “se identificaba con la ideología y el programa mínimo del Partido Socialista Obrero Español”2.

Igualmente, en la fundación de la CNT en 1910 se habla de la cuestión femenina. El dictamen del congreso nacional dice así: “La ponencia entiende que dada la constitución física de la mujer, este congreso debe considerar como inhumano el trabajo que ésta efectúa, ya sea en la carga y la descarga y en otros trabajos cuyos esfuerzos es superior a su constitución. Nosotros consideramos que lo que ha de constituir precisamente la redención moral de la mujer –hoy supeditada a la tutela del marido– es el trabajo que ha de elevar su condición de mujer al nivel del hombre, único modo de afirmar su independencia.

Además hemos de considerar que la disminución de horas de trabajo de muchos de nosotros la debemos indirectamente al penoso trabajo de las mujeres en las fábricas; mientras tanto que muchos de nosotros permitimos que nuestras compañeras se levanten de la cama antes de las cinco de la mañana y nosotros permanezcamos descansando. Y cuando la mujer acaba de derramar su sangre por espacio de doce horas, para mantener los vicios de un explotador, llega a su casa y en lugar de descanso se encuentra con un nuevo burgués –compañero– que con la mayor tranquilidad espera que haga los quehaceres domésticos.

Por consiguiente, como conclusiones, la ponencia expone al Congreso:

1º Abolición de todo trabajo que sea superior a su fuerza física.

2º Entendiendo que para lograr su independencia la mujer necesita del trabajo y por consiguiente éste es penoso y mal retribuido, proponemos:

2.1. Que el salario responda a su trabajo con idéntica proporción al del hombre.

2.2. Que sea deber de las entidades que integran la Confederación Nacional del Trabajo Española, se comprometan a hacer una activa campaña para asociar a las mujeres y para disminuir las horas de labor.

2.3. Esta ponencia determina que no debe permitirse bajo ningún concepto que trabaje un mes antes de su parto y hasta un mes después de haber dado a luz.”3.

A la altura de este congreso, los libertarios ya tenían una larga trayectoria en la organización y difusión de la problemática femenina. A los intentos ya nombrados de Teresa Claramunt, habría que destacar que en 1902 surge en Córdoba la revista Conciencia Libre impulsada por Soledad Arenales, Amalia Carvia y Belén Ságarra. Plataformas de defensa de la mujer también fueron Humanidad Libre o El productor, este último impulsado por Teresa Claramunt y su compañero Leopoldo Bonafulla. Estaba claro que para los anarquistas el problema de la mujer era fundamental. En 1903 José Prat lo definía así: “El atraso cultural de las mujeres es efecto del abandono en la que se la tuvo y se la tiene aún. La naturaleza no tiene nada que ver con ello. Si la mujer está atrasada es porque en todos los tiempos el hombre la mantuvo en esta inferioridad, privándole de todos los derechos que para sí mismo iba conquistando gradualmente”.

El impulso de las sociedades obreras hace que las mujeres vayan participando paulatinamente de las luchas sindicales. Y ello se ve en el incremento de huelgas en que las mujeres son las protagonistas. Destaquemos así la huelga del textil de Sabadell en 1910 o la huelga de La Constancia en 1913. Ante este panorama de irrupción del sindicalismo como aglutinante de la masa obrera femenina, los sectores más reaccionaros de la sociedad, en la linea del catolicismo social, intentan atraerse al sector femenino para alejarlo del socialismo y del anarquismo. Aquí se encuadraría la obra de Juan Paulís La obreras de la aguja, que tenía como intención un Sindicato Nacional de Obreras de la Aguja en la linea del catolicismo social.

Pero si bien el sindicalismo católico tuvo bastantes adeptas, lo cierto es que el sindicalismo obrerista, y sobre todo el de la CNT, se iba haciendo cada vez un hueco más importante en el mundo de las mujeres. En esta línea destacaríamos la huelga de mujeres de Barcelona de 1918, merced al encarecimiento de los costes de la vida tras la Primera Guerra Mundial. Las mujeres se manifestaron y asaltaron tiendas y mataderos, teniendo como ejemplo lo sucedido cinco años antes en la huelga de La Constancia. Fue una actividad frenética sindical en Barcelona, pues también se estaba desarrollando la huelga de La Canadiense, impulsada por la CNT, que dio como resultado la aprobación de las 8 horas de trabajo.

Todo ello fue excelente caldo de cultivo para que en el congreso regional de la CNT catalana, celebrado en Sans en 1918, donde se aprueba la creación de los Sindicatos Únicos, que se harán extensivos a toda la CNT en el congreso nacional de 1919, Enrique Rueda declarara esto: “La mujer ha demostrado plenamente su capacidad para intervenir en las luchas sociales (…). Nuestros compañeros, después de agosto4, cuando nosotros éramos perseguidos, acorralados por la brutalidad del régimen burgués, supieron salir a la calle a exigir lo que de buen grado no querían concederles: el pan para los suyos. Hoy nos incitan a defender la libertad, nos ayuda a proseguir en nuestra lucha”.

Toda esta movilización se vio reflejada en parte en las conquistas de determinados derechos que aún era escasos. A destacar la Ley de la Silla de 1912 o las reformas del funcionariado de 1910 y 1918, donde a la mujer se le concede la posibilidad de ser funcionaria pública.

Fuera del ámbito obrero seguían surgiendo organizaciones y asociaciones de defensa de los derechos de la mujer, dirigidos más a un plano político e institucional. Destaca la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, de carácter moderado, y que formaban parte del Consejo Supremo Femenino. Igualmente importante es la Juventud Universitaria Femenina de Elisa Soriano y Clara Campoamor, defensoras de un tibio republicanismo. O, por último, la Unión de Mujeres Españolas, donde descuella María Lejárraga, ya más próxima a un feminismo obrero y de acción social.

La instauración de la dictadura de Primo de Rivera, con el beneplácito de la monarquía de Alfonso XIII, significó un retroceso en las conquistas sociales que las luchas obreras estaba efectuando. La visión de la mujer como “ángel del hogar” aún no había sido superada.

Aún así los debates internos en el seno del obrerismo español no se quedaron parados. El primero de los grandes debates se produce en el movimiento socialista entre dos mujeres destacadas dentro de sus organizaciones. Por un lado Margarita Nelken, que escribió en 1919 una obra importante titulada La condición social de la mujer en España. La otra cabeza visible en este debate fue la también socialista María Cambrils, que en 1925 escribió Feminismo socialista. El socialismo no había obviado en ningún momento la temática de la mujer, tanto a nivel nacional, con las ya nombradas Agrupaciones Femeninas Socialistas, o a nivel internacional, donde destacaron personajes y obras como Augusto Bebel (La mujer y el socialismo, 1879), Clara Zetkin, Alexandra Kollontai, etc. Pero lo cierto es que en España en la década de 1920, para el socialismo se convierte en un debate importante, que ira preparando el posterior debate sobre el derecho al voto tras la proclamación de la Segunda República.

Varios son los asuntos que se tratan en dichos debates. Por ejemplo para Margarita Nelken la mujer debe mejorar su condición social en el trabajo, alejando la influencia que el sindicalismo católico tiene sobre ella. Para ello Nelken propone un programa de tres puntos básicos:

“1. La unidad de todos los organismos que intentan intervenir en la organización del trabajo de la mujer.

2. La atribución de una atención mayor a esta cuestión por parte de las organizaciones obreras y en particular por parte del PSOE y la UGT.

3. El reconocimiento del hecho de que debido a la maternidad y las funciones que desempeña en la familia, existe una desigualdad entre el trabajo de la mujer y el del hombre.”5.

Sin embargo, para María Cambrils, a pesar de defender los valores socialistas, el socialismo solo se ha preocupado de la mujer de forma esporádica. En su Feminismo socialista cree que este tema debe ser central en los debates de las organizaciones socialistas. Incluso para otras socialistas como Virginia González, la introducción de la mujer en el mundo del trabajo es incluso negativa, pues disputa los puestos de trabajo al hombre.

La posición de Margarita Nelken siempre fue mayoritaria en el seno del socialismo español. Para ella la mujer antes que obrera es madre y esposa. Y lo que se busca es llanamente una mejora en las condiciones laborales de la mujer.

La cuestión del voto, desarrollada de forma abierta durante la Segunda República, ya se había debatido con anterioridad en el seno del socialismo. No así en el anarquismo, para quienes el voto, tanto de la mujer como del hombre, era algo nada prioritario dentro de los márgenes de la propaganda libertaria.

Si bien el Segundo Congreso de la Internacional Socialista ya hablaba de la igualdad política de la mujer, María Cambrils en Feminismo socialista habla de que el voto a la mujer es un derecho humano intrínseco. Para Margarita Nelken, el voto de la mujer es peligroso, pues está bajo la influencia de la Iglesia Católica, por lo cual su inclinación sería claramente hacia las derechas.

Este mismo debate se desarrolló con la República proclamada. Si bien Margarita Nelken, diputada electa por la provincia de Badajoz, no pudo participar en el debate pues estaba gestionando su nacionalidad española para poder ejercer como diputada, las personas con ambas posiciones fueron otras. Defendiendo el derecho al voto de la mujer estaba Clara Campoamor, diputada por el Partido Radical de Alejandro Lerroux. Campoamor iba en contra del sentir de su propio partido en este asunto. En contra del voto de la mujer se posicionó Victoria Kent, diputada del Partido Radical-Socialista de Marcelino Domingo, que tenía la misma posición que Margarita Nelken. El PSOE apoyaba el voto femenino, excepto Indalecio Prieto, que votó en contra rompiendo la unidad de voto del grupo parlamentario socialista. Finalmente el voto femenino se aprobó y según estudios posteriores su influencia de voto hacia izquierda o derecha en las elecciones de 1933, que acabó con la victoria radical y cedista, no fue determinante6.

La Segunda República no solo generó el debate del voto de la mujer, sino también todo lo relacionado con la cuestión de la mujer y de su asociacionismo, que en este momento se dispara.

En la cuestión del matrimonio, Margarita Nelken consideraba que la lucha se debería centrar en mejorar la condición de la mujer casada. María Cambrils rechazaba el matrimonio burgués por considerarlo un contrato mercantil. Y mucho más radical se mostraba Hildegart Rodríguez Carballeira7 comparando incluso el matrimonio con la prostitución. El matrimonio era la defensa de la propiedad privada y de los intereses burgueses. Hildegart llega incluso a pedir la abolición del matrimonio y de la monogamia, abogando por la igualdad entre sexos. Aquí discrepa con María Cambrils, que crítica el amor libre, ya que considera que hace de la mujer un objeto.

Aun así la cuestión sexual fue algo que trató más el anarquismo que el socialismo. Entramos aquí en el desarrolló de la organización Mujeres Libres, que tuvo una propaganda mucho más completa de todas estas cuestiones.

Los anarquistas españoles durante la Segunda República mantuvieron el debate de si era necesario o no tener una organización específica de la mujer. Algunas mujeres consideraban que estaban sometidas a una triple esclavitud (esclavitud de la ignorancia, esclavitud de la producción y esclavitud como mujer) Podían luchar en el seno de los sindicatos pero debían tener una organización autónoma para su propia revolución. Aquí destacaron Lucía Sánchez Saornil y Mercedes Comaposada. Sin embargo, otras mujeres consideraban que crear organismos propios de la mujer solo servía para fraccionar más los campos de lucha. La CNT y la FAI eran organizaciones capaces de aglutinar esa lucha. La proclamación del socialismo y de la anarquía sería el fin de todos los problemas de la esclavitud en todos los sentidos. De esta opinión eran mujeres como Federica Montseny y Libertad Ródenas.

En 1935 surgía en Barcelona el Grupo Cultural Femenino de la CNT, embrión de Mujeres Libres en la capital catalana. Su trabajo fue desplegar todo un dispositivo de afiliación a la CNT. Aquí destacaron Áurea Cuadrado, Concha Liaño o Soledad Estorach, que da un impulso a la cuestión especifica de la mujer dentro del grupo.

Por su parte en Madrid, Lucia Sánchez Saornil, que ya había colaborado con el diario CNT cuando se fundó en noviembre de 1932, Mercedes Comaposada y Amparo Poch Gascón, fundan Mujeres Libres y una revista con el mismo nombre. El debate no tardó en reflejarse en las páginas de Solidaridad Obrera en una interesante polémica entre Lucía Sánchez Saornil y Mariano Rodríguez Vázquez.

El objetivo de Mujeres Libres y de la revista fue aunar en el seno del movimiento anarquista el objetivo de liberación sexual y de género. Así se lo explicaba Sánchez Saornil a Lucía Sánchez en una carta. “No hemos de hacer una revista únicamente para nuestras compañeras, sino hacer de ella un órgano de captación, interesar a las mujeres, a todas las mujeres en nuestro punto de vista, sin que ese sepa que esto es anarquista”.

Mujeres Libres desarrolló una gran labor en la alfabetización de la mujer, sobre todo en el período bélico. También desarrolló los Liberatorios de Prostitución, pues en la nueva sociedad que defendían no había cabida para la explotación sexual.

La organización Mujeres Libres y su periódico crecieron enormemente, siendo una referencia en el campo antifascista y femenino8.

Pero no solo los anarquistas desarrollaron un movimiento organizativo de mujeres. Incluso partidos de derechas lo hicieron. Las Margaritas de los carlistas o la Sección Femenina de la Falange son ejemplo de ello.

En el campo de la izquierda destacaremos dos organizaciones: la Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA) y la Unió de Dones de Catalunya (UDC).

El origen de la AMA se encuentra en 1933, cuando el Partido Comunista de España impulsa la creación de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo. Tuvo participación en las jornadas de octubre de 1934 y posteriormente en la campaña que da el triunfo al Frente Popular en febrero de 1936. En julio de 1936 pasa a denominarse Agrupación de Mujeres Antifascistas.

La AMA intentó concienciar a la mujer, tuviese las ideas que tuviese, contra el fascismo. También se ocupa del mundo del trabajo, pues en ese aspecto sí que hace una propaganda más general. Pero como dice Mary Nash “La AMA sigue considerando a la mujer desde la perspectiva de los papeles tradicionalmente asignados a ella y, aunque algunas afiliadas abogan por una ampliación de las opciones abiertas a la mujer, especialmente en el terreno del trabajo y de sus derechos legales, la AMA no llega nunca a cuestionar la distribución sexual del trabajo ni la concepción tradicional de la mujer”9.

Aunque nunca se identificaba abiertamente con un partido político en concreto, lo cierto es que la AMA era una organización en la órbita del PCE. Por ello las máximas representantes de este organismo fueron Dolores Ibárruri “Pasionaria”, Emilia Elías o Encarnación Fuyola, todas ellas destacadas militantes del PCE.

Tuvo sus intentos de acercamiento a otras organizaciones femeninas durante la Guerra Civil, sobre todo a Mujeres Libres, para conseguir un frente único de mujeres contra el fascismo, muy en la línea frentepopulista de la época. Pero lo cierto es que Mujeres Libres rechazó sus ofrecimientos, y las relaciones entre ambas organizaciones siempre fueron tensas. Incluso acusaban a la AMA de cubrir el asistencialismo que las organizaciones de carácter católico daban en otros tiempos de la historia de España.

Por lo que respecta a la Unió de Dones de Catalunya, si bien surgió con un cariz más frentepopulista, pues en su seno se agrupaban todas las organizaciones antifascistas catalanas, poco a poco se fue convirtiendo en una especie de AMA en Cataluña. De ahí que la actividad de Mujeres Libres en Cataluña fuera completamente independiente de la UDC. Mujeres Libres siempre mostró rechazo, pues según ellas, para hacer un frente común femenino en Cataluña hacia falta que las mujeres del POUM o las de un sector concreto de la UGT se adhirieran. La UDC, ya en esa fecha fuertemente influenciada por el PSUC, se negaba, por lo que el frente único nunca se llegó a fraguar.

No se podría pasar la Guerra Civil sin nombrar un hecho que fue único, no solo en la historia del anarquismo o de España, sino aun europea y mundial. Nos referimos al nombramiento como Ministra de Sanidad y Asuntos Sociales de Federica Montseny. Este hecho se produjo el 4 de noviembre de 1936 y duro hasta mayo de 1937. Al frente de Ministerio, no sin problemas por la razón propia de una anarquista en una administración del Estado, Federica desarrolló una labor intensa, que le llevó a aprobar la Ley del Aborto, solo puesta en práctica en Cataluña, o a los avances en materia de asuntos sociales. Fue la primera mujer ministro de la historia, dejando una impronta sin igual al frente de dicho ministerio10

Pero la derrota de las fuerzas antifascistas en 1939 significó el retroceso definitivo de todos los avances conquistados en los años anteriores. El franquismo instauró un nuevo tipo de concepto de mujer, basado en los valores de la Sección Femenina de Falange, dirigida por Pilar Primo de Rivera, que eran diametralmente opuestos a los que las organizaciones de izquierdas, en su más amplio contexto, defendieron.

1 Para completar la información de Carmen de Burgos consultar la obra de Blanca Bravo Cela, Carmen de Burgos, Colombine: contra el silencio, Espasa-Calpe, Madrid, 2003.

2 Mary Nash. Mujer y movimiento obrero en España, Editorial Fontamara, Barcelona, 1981. Pág. 143

3 Congresos CNT. 1910-1990, Comité Nacional de la CNT, Granada, 1995. Pág. 11. También en Solidaridad Obrera, numero extra, 4 de noviembre de 1910.

4 Se refiere a la huelga general revolucionaria de agosto de 1917, donde la CNT y la UGT llegaron a un pacto de unión.

5 Mary Nash, Mujer y trabajo... Pág. 149-150.

6 Para la cuestión del voto de la mujer consultar los artículos de Rosa María Capel, “La Segunda República y el derecho electoral femenino” en Estudios de derecho judicial, 142 (Págs. 139-164) y “El sufragio femenino en la Segunda República española” en Anuario de Historia Contemporánea, 2-3 (Págs. 197-268)

7 Hildegart Rodríguez Carballeira (1914-1933). Dirigente política española y especializada en cuestiones de sexualidad. La historia de Hildegart es un caso particular y al mismo tiempo un tragedia. Concebida por su madre, Aurora Rodríguez, para realizar una labor de emancipación social, la educa en un círculo cerrado a las dos. Militante primero de la Juventudes Socialistas y del PSOE, pasó tras la proclamación de la República a engrosar las filas del republicanismo federal por divergencia de táctica con los socialistas. Vinculada a las cuestiones de la reforma sexual, sus estudios son objeto de análisis y buenas críticas de personas como H.G. Wells o Havelock Ellis. Llegado un momento Aurora Rodríguez consideró que la joven Hildegart se había separado del camino para el que estaba concebida y acabó con ella de cuatro disparos. Para saber más de la figura de Hildegart, de Aurora y de todo este suceso consultar la obra de Eduardo de Guzmán, Mi hija Hildegart (Libros Reno, Esplugas de Llobregat, 1977) y el trabajo de María Losada Urigüén, “El pensamiento político de Hildegart Rodríguez: entre socialismo y revolución” en Germinal, 2 (Págs. 69-91).

8 Trabajos de interés para saber sobre Mujeres Libres destacamos: Ackelsberg, Martha. Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres, Virus, Barcelona, 1999; Nash, Mary. “Mujeres Libres” España, 1936-1939, Tusquest, Barcelona, 1975; VV. AA. Mujeres Libres. Luchadores Libertarias, Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid, 1999; Montero Barrado, Jesús María. Anarcofeminismo en España, Fundación Anselmo Lorenzo, 2003; VV. AA. Aproximació a Mujeres Libres, CDMH y Memorial Democratic, Barcelona, 2008.

9 Mary Nash. Mujer y movimiento… Pág. 245.

10 Hay numerosas biografías sobre Federica Montseny donde hablan ampliamente de su desarrollo al frente del Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales. Citamos las siguientes: Lozano, Irene. Federica Montseny. Una anarquista en el poder, Espasa-Calpe, Madrid, 2004; Tavera, Susana. Federica Montseny. La indomable, Temas de Hoy, Madrid, 2005; Montseny, Federica. Mis primeros cuarenta años, Plaza y Janes, Barcelona, 1987.

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