Mi último artículo publicado en el periódico CNT. Un recuerdo a la contribución del Movimiento Libertario en la Defensa de Madrid
“El momento actual es grave. Acaso suene pronto la hora de que todos, absolutamente todos cuantos tenemos el valor de llamarnos antifascistas en Madrid, tengamos que demostrar con hechos nuestro amor a la ideología que defendemos”.
Con este texto se abría un artículo del periódico CNT el 4 de noviembre de 1936. Ese día se había constituido un nuevo gobierno presidido por Francisco Largo Caballero donde se incluían a cuatro libertarios. Juan Peiró para el Ministerio de Industria, Juan López al Ministerio de Comercio, Federica Montseny al Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales y Juan García Oliver al Ministerio de Justicia. Y con su voto en contra se acuerda el traslado del gobierno de España de Madrid a Valencia.
Las tropas de Franco tenían la mira puesta en la capital de España. Muchas veces en un conflicto o una batalla, el símbolo es mucho mas importante que la estrategia. Y ese era el caso de Madrid durante la Guerra Civil. Estratégicamente había puntos más importantes para la España republicana (como por ejemplo la siempre postergada toma de Zaragoza) Pero Madrid era la capital. Madrid era un símbolo. Al igual que en Barcelona, en julio de 1936 los trabajadores y trabajadoras aplastaron la sublevación en el Cuartel de la Montaña. Desde entonces Madrid resistió. Y Franco no cejó en un empeño de conquistarla.
A favor de los sublevados estaba cuatro columnas que lo acechaban por todos los frentes y una Quinta Columna que causaba estragos en la retaguardia republicana. Pero en contra tenían todo el entusiasmo del pueblo madrileño que no se iba a dejar arrebatar tan fácilmente la capital.
Esa huida del gobierno a Valencia viene aparejada con la constitución de la Junta de Defensa de Madrid, donde la CNT en la Consejería de Industria de Guerra con Amor Nuño, secretario general de la Federación Local de Sindicatos Únicos de Madrid y en Información y Enlace con Mariano García Cascales de las Juventudes Libertarias. Pero esa huida del gobierno al Valencia es tomada por los anarquistas madrileños con el popular grito de ¡Viva Madrid sin gobierno!
Nadie creía que Madrid se podía mantener. Al frente de la defensa militar se quedó José Miaja, que presidía la Junta de Defensa, y Vicente Rojo, con diferencia el mejor militar de toda España en aquel momento.
El pueblo de Madrid se hecho a la calle. Las organizaciones obreras organizaron la defensa. El frente era el propio Madrid. Toda la ciudad estaba rodeada de trinchera. Durante el mes de octubre las fuerzas sublevadas habían alcanzado las puertas de la capital. La Casa de Campo, las inmediaciones de Príncipe Pío, etc., era escenario de encarnizadas batallas. La Quinta Columna, compuesta por falangista y derechistas, torpedeaban en el interior la labor de defensa. Para el control en la retaguardia fueron fundamentales las organizaciones obreras.
Cuando parecía que en aquella madrugada del 6 al 7 de noviembre Madrid iba a caer, la habilidad defensiva de las fuerzas antifascistas, el entusiasmo del pueblo y el haber interceptado las pretensiones de los sublevados, sirvieron para resistir y aguantar a Madrid en zona republicana.
Junto a los sindicatos libertarios hay que destacar la labor de sus unidades milicianas. Cipriano Mera se convierte en un hombre fundamental en esta resistencia. Anarquistas como Benigno Mancebo, Feliciano Benito, Lorenzo Iñigo, etc. Toda una serie de anarquistas que antes de la sublevación militar habían hecho de la CNT una de las organizaciones sindicales mas poderosas en algunos sectores laborales de la capital. Igualmente su participación en los grupos anarquistas de la FAI que dinamizaron la propaganda anarquista durante todo el periodo republicano. Cuando les tocó defender la capital frente al ataque del fascismo estuvieron a la altura de la circunstancias.
Igualmente las plumas de Eduardo de Guzmán, de Nobruzán y sobre todo de Mauro Bajatierra hicieron tanto por la Defensa de Madrid como las balas en las trincheras.
Pero hay que recordar que en auxilio de esa defensa, que duró semana, acudió Buenaventura Durruti y su columna. Desplazándose desde su cuartel general en Bujaraloz (Zaragoza) Durruti llegó a la capital para reforzar con sus milicianos la tarea que los madrileños y madrileñas estaban llevando a cabo. La misión que las organizaciones obreras, incluidas las libertarias, estaban desarrollando. El empuje que la Brigadas Internacionales habían mostrado. Y Durruti, que consideraba Zaragoza un objetivo prioritario, bajo a Madrid a defender la capital. Y allí encontró la muerte por una bala el 20 de noviembre de 1936. Un duro revés para el movimiento libertario y para la causa antifascista. Un tributo que el anarquismo dio a la Defensa de Madrid.
Algunas lecturas malintencionadas de determinados documentos han vinculado a la CNT y a Amor Nuño como los protagonistas y ejecutores de las matanzas de Paracuellos del Jarama en noviembre de 1936. Los presos derechistas que se encontraban en Madrid iban a ser trasladados a otras prisiones de la España republicana. Pero en el camino del traslado, a la altura de Paracuellos del Jarama y de Soto de Aldovea, muchos de ellos fueron ejecutados. La aparición de un documento en los Archivos de la CNT en la Fundación Anselmo Lorenzo llevó a afirmar que la CNT estaba detrás de la matanza, junto con las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Es fácil hoy echar la culpa al movimiento libertario y a los sovietistas de este asunto. Pero cuestiones puramente histórica desechan esta hipótesis. En primer lugar el documento establece una división de presos y efectivamente en el primero de ellos se habla de “ejecución inmediata”. Una ejecución, que con el pánico ante la posible entrada de tropas de Franco y la unión de todos estos derechistas a las filas franquistas, se hizo en el mismo Madrid. Es el segundo grupo de catalogación que dice “traslado a Chinchilla” donde se cortocircuita el acontecimiento. Esos son los presos que son ejecutados en Paracuellos. Y sobre ellos el documento no habla de ejecución de ningún. Igualmente los Batallones de Etapas, que realizaban los traslados de los presos, no estaban en manos de los libertarios, sino que eran de obediencia comunista. Orden Público está también en manos de la JSU. Es una temeridad achacar la culpabilidad sobre una persona o una organización. Probablemente en la Junta de Defensa todos supieron lo que sucedió. Pero no tenían casi capacidad de maniobrar. Igualmente se pasa por alto que todas estas sacas son frenadas por los anarquistas. García Oliver emite un decreto de clausura de prisiones de partidos y sindicatos. Acuerdo que es acatado por Orden Público en Madrid. Y con la llegada de Melchor Rodríguez, militante de la CNT y de la FAI, a la Dirección General de Seguridad no se produce ninguna saca más.
Y a pesar de todos los inconvenientes, de todas las dificultades, de tener todo en contra, Madrid permaneció en zona republicana. Franco no pudo tomar la capital. No sería el último intento de los sublevados. Lo volvieron a intentar en 1937, en las batallas del Jarama y de Guadalajara. También fueron vanos los esfuerzos. Madrid cayó por agotamiento. Nunca fue tomado por ninguna batalla por los sublevados. Siempre que lo intentaron, fracasaron. Madrid siempre resistió.
Y la labor del movimiento libertario, de los hombres y mujeres de la CNT, de la FAI, de las Juventudes Libertarias y de Mujeres Libres resultó fundamental para esta defensa. Un tributo, que hoy, 75 años después de los acontecimientos, es de recibo que se recuerde.
Julián Vadillo Muñoz
No hay comentarios:
Publicar un comentario