martes, 14 de julio de 2020

LA TRASCENDENTAL FIGURA DE GUISEPPE FANELLI

Artículo publicado en El Obrero


Si una idea tenemos sobre la figura de Fanelli es que fue el emisario que vino a la España de 1868, en pleno apogeo de la Revolución democrática de ese año, y asentó las bases organizativas de la Asociación Internacional de los Trabajadores en nuestro país. Las páginas que Anselmo Lorenzo nos legó sobre él en El proletariado militante, resumen a la perfección este acontecimiento histórico.
                Sin embargo, la figura de Fanelli es mucho más profunda que sus aportaciones en España, aunque a nosotros esta cuestión nos toque mucho más de cerca. Guiseppe Fanelli Ribera nació en Nápoles el 13 de octubre de 1827, en el entorno de una familia republicana, creciendo al calor de los debates y acciones de la unificación italiana.  Durante las jornadas de 1848, el joven Fanelli comenzó a tomar contacto con los círculos cercanos a Guiseppe Manzzini y a otros personajes que como Giuseppe Garibaldi o Carlo Pisacane. Fanelli se convertirá en una de las figuras más importantes de aquel periodo, introductor de las ideas socialistas y elegido en sucesivas elecciones como diputado.
                Toda esta actividad le costó el exilio, que unido a la muerte de Pisacane, hizo concebir a Fanelli la idea de participar de forma activa en la unificación italiana hasta conseguir su objetivo final. Bajo el mando de Garibaldi participó del desembarco de Sicilia en la expedición de los Mil de Marsala. Fiel seguidor garibaldino, participó junto a éste en el levantamiento polaco de 1863 contra el zarismo. En este contexto, y de regreso a Italia, es cuando conoció a Bakunin, quedando persuadido del pensamiento del filosofo y activista ruso. Estos contactos terminaron con la aceptación por parte de Fanelli del ideario anarquista y su afiliación a la Alianza de la Democracia Socialista y a la Asociación Internacional de los Trabajadores.
                Fanelli se convirtió en un personaje del círculo de confianza de Bakunin y por ello fue designado a viajar a España para intentar conformar los primeros núcleos de la AIT en nuestro país. No es el primer viaje de un extranjero socialista en aquellas fechas. Elías Reclus, hermano de Eliseo Reclus, también visitó España al calor de la revolución de 1868. También Aristide Rey, que tenían contactos con Bakunin al igual que Fanelli.
                Pero fue Fanelli quien tuvo la misión de tomar contacto con los núcleos obreros, realizando una gira por diversos lugares de España como Barcelona, Tortosa, Valencia y Madrid. En Barcelona contacto con la figura de Rafael Farga Pellicer y José Luis Pellicer. En Madrid encontró a un dinámico y activo grupo de jóvenes que, procedentes en su mayoría de las filas del republicanismo, escucharon con entusiasmo las noticias que el libertario italiano les traía de organización obrera. En aquel grupo estaba Anselmo Lorenzo, Tomás González Morago, Francisco Mora, Manuel Cano, etc.
                De aquellas reuniones, Anselmo Lorenzo nos dejó un retrato de cómo era Fanelli en El proletariado militante:
Era este un hombre como de 40 años, alto, de rostro grave y amable, barba negra y poblada, ojos grandes negros y expresivos, que brillaban como ráfagas o tomaban el aspecto de cariñosa compasión, según los sentimientos que le dominaban. Su voz tenía un timbre metálico y era susceptible de todas las inflexiones apropiadas a lo que expresaba, pasando rápidamente del acento de la cólera y de la amenaza contra explotadores y tiranos, para adoptar el del sufrimiento, lástima y consuelo, según hablaba de las penas del explotado, del que sin sufrirlas directamente las comprende o del que, por un sentimiento altruista se complace en presentar un ideal ultra revolucionario de paz y fraternidad.
Lo raro del caso es que no sabía hablar español, y hablando francés que entendíamos a medias algunos de los presentes, o en italiano que sólo comprendíamos un poco por analogía, quien más quien menos, no sólo nos identificábamos con sus pensamientos, sino que merced a su mímica expresiva llegamos todos a sentirnos poseídos del mayor entusiasmo.

No solo Anselmo Lorenzo nos dejó un retrato del italiano. También Francisco Mora, fundador de aquel primer núcleo obrero y luego integrante del PSOE, nos dejó en su libro Historia del socialismo obrero un cuadro de Fanelli:
Era Fanelli hombre de figura simpática, de palabra persuasiva y de larga y probada historia revolucionaria en el sentido político de la palabra. Había combatido por la independencia de Polonia (1862-63), y a las órdenes de Garibaldi peleó también por la República romana (1848-49), siendo después uno de los mil de la famosa expedición de Marsala, que en 1860 libertó del yugo borbónico al reino de las Dos Sicilias y preparó la deseada unidad italiana.
Llegado a Madrid, sin relaciones de ninguna clase, a la Redacción de La Igualdad, que eran entonces el periódico más radical que entonces se publicaba en España, y obtuvo una acogida bastante fría. No desmayó por esto Fanelli, y, después de mucho insistir en su propósito de ponerse en relaciones con algunos de los obreros, le dirigió D. José Guisasola, que era a la sazón director de La Igualdad a un grupo de obreros de ideas muy avanzadas, pero que no comprendieron al apóstol socialista. Por fin, después de muchas tentativas infructuosas, se encontró Fanelli con un grupo de obreros que parecían entenderle y en los cuales descubrió tendencias a secundar sus propósitos.
(…) Estas conferencias familiares verificábanse en el café de la Luna. Uno de los puntos tratados con especialidad por Fanelli en estas conferencias era el relativo a la teoría de la abstención política de la clase trabajadora; teoría que tenía una doble interpretación por aquel tiempo y que entonces se explicó muy confusamente por Fanelli.
 (…) Se pusieron en relaciones con Bakunin y organizaron secretamente la Alianza de la Democracia Socialista que, andando el tiempo, tantas perturbaciones había de producir en el seno de la Internacional y en el de toda la clase obrera. En Madrid también dejó Fanelli algunos afiliados a la Alianza; pero por entonces no se constituyó ninguna sección. Esta simiente aliancista fue el lado feo de la propaganda de Fanelli en España
                Entre diciembre de 1868 y febrero de 1869 estuvo el italiano por tierras españolas y dejó constituido aquel núcleo obrero. Sin embargo, Bakunin no quedó satisfecho del trabajo de Fanelli, pues en la propaganda entregada a los obreros españoles, Fanelli mezcló la AIT con la Alianza, en un momento en el que esta última había quedado disuelta y constituida como núcleo dentro de la AIT. Algo que a la larga se mostraría decisivo para los debates intestinos que llevaron a la ruptura de la Internacional en España (y también en el resto de los países).
                Aunque las relaciones entre Bakunin y Fanelli se enfriaron, el italiano nunca abandonó la Internacional y las ideas antiautoritarias. Fue uno de los participantes del congreso de Saint-Imier en septiembre de 1872, que certificaba la división de la Internacional, y sus aportaciones fueron fundamentales para estructurar el movimiento obrero y anarquista italiano, junto a personalidades como Carlo Cafiero o Errico Malatesta.
                Aun así, como personaje de entretiempos, Fanelli siguió manteniendo su participación política institucional y fue concejal del Consejo Comunal de Nápoles. Su prematura muerte el 5 de enero de 1877, pocos meses después de la de Bakunin, era el fin de una trayectoria militante fundamental para la historia del movimiento obrero en general y del anarquismo en particular, tanto a nivel internacional como en España.

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