miércoles, 17 de febrero de 2016

... Y GANÓ EL FRENTE POPULAR

Artículo publicado en la edición web del periódico Diagonal

El 16 de febrero de 1936 la coalición del Frente Popular vencía en las elecciones. Con una campaña basada en la aplicación de medidas reformistas, de la libertad de los presos políticos y de una profundización en la democratización del país, la coalición circunstancial de republicanos y partidos obreros de diversa índole se alzó con la victoria electoral.
En el 80 aniversario del acontecimiento toca recordar y romper alguno de esos lugares comunes que alrededor del Frente Popular se han ido generando.

El origen

Una de las bases de la que se valió los promotores del golpe de Estado en julio de 1936, era que el Frente Popular había sido parte del plan que la URSS tenía en España para hacerse con el control político. Basándose en los acuerdos del VII Congreso de la Internacional Comunista donde aprobó la participación de los partidos comunistas en los frentes populares amplios. Una afirmación que no se corresponde con la realidad. Ni en España, ni en Francia ni en ningún lugar.
La motivación de unión de las organizaciones de izquierda en España (y en otros lugares de Europa), no parte de una consigna soviética. Antes de la celebración de dicho congreso en agosto de 1935, los republicanos y los socialistas mostraban interés en la posibilidad de caminar hacia una coaliación electoral. Lo acontecido en octubre de 1934 había dejado claro a la izquierda que la única posibilidad pasaba por una unión de fuerzas. El debate entre republicanos y socialistas se establecía donde estaban los límites de esa coalición. Para los republicanos (Izquierda Republicana y Unión Republicana mayoritariamente, que se habían formado en aquellos momentos por la unión de diversos grupos republicanos) el pacto tenía que ser de gobierno. Los socialistas tenían una diversidad de opiniones, entre la postura de Indalecio Prieto que no veía con malos ojos la unión de un gobierno de republicanos y socialistas, y la de Largo Caballero, que tras la experiencia del primer bienio y su giro a la izquierda era partidario de una coalición electoral para desalojar a la derecha del poder y no de su entraba en un gobierno. Los comunistas, por su parte, sí que tuvieron un giro en su estrategia, que había sido cambiante a lo largo de la República. Mientras en su origen los comunistas mostraron oposición a las instituciones republicanas, tras la salida de Bullejos, Trilla y Adame de la dirección y la toma del control del PCE por Pasionaria, José Díaz y otros, el objetivo pasó a ser la unidad por la base. Los acuerdos del VII congreso de la IC afectó al PCE, que trabajó para la creación del Frente Popular.
En la medida que las organizaciones políticas se fueron recomponiendo tras el fracaso de la huelga general de octubre de 1934, los actos públicos y las declaraciones de los dirigentes políticos iban encaminadas a una coaliación de izquierdas. Meses antes del citado congreso comunista. Una coaliación, que tras muchos meses de negociación, se cerró en enero de 1936 cuando las elecciones estaban a la vista. Finalmente el Frente Popular lo compuso el PSOE, Izquierda Republicana, Unión Republicana, el PCE, el Partido Sindicalista de Ángel Pestaña, el POUM de Andreu Nin y dependiendo de la zona geográfica distintos partidos de la izquierda nacionalista o de implantación regional (Esquerra Republicana que impulsó el Front d'Esquerres – el Frente Popular en Cataluña –, el Partido Galeguista, etc.). La coalición también fue apoyada por la UGT. El Partido Republicano Federal de Barriobero o el Partido Nacional Republicano de Sánchez Román no se unieron a la coalición.
El programa del Frente Popular fue de minimos, pues las posiciones finales de cada uno de los firmantes era muy distinta. No se trataba de un pacto revolucionario, del que estaba muy alejado. Lo que quedaba claro, y debido a la influencia del sector caballerista en el PSOE, era que en caso de victoria electoral de la izquierda, el PSOE no formaría gobierno con los republicanos, como así fue. Y los comunistas tampoco.
La visión de un pacto patrocinado por Moscú cae por su propio peso.

Los anarquistas

Otro de los mitos del Frente Popular es la posición de los anarquistas frente al mismo. Siempre se ha establecido que los anarquistas participaron en masa en las elecciones y eso provocó la victoria del Frente Popular. Otro mito similar a que las derechas ganaron en 1933 por la participación de la mujer en las elecciones y la abstención anarquista. Ni lo primero ni lo segundo es cierto.
La CNT y la FAI salieron debilitadas del primer bienio republicano y tras la huelga general de octubre de 1934. La táctica que parte del movimiento libertario adoptó en 1932 sirvió para que en muchos lugares los libertarios fuesen repridos. Fue tras el fracaso de la insurrección de diciembre de 1933 cuando la estrategia de los libertarios comenzó a cambiar. En muchos lugares el movimiento libertario buscó la inteligencia con los socialistas. Algo que se llegó a plasmar en algunos lugares como Asturias en octubre de 1934.
Sin embargo la represión de dicho movimiento volvió a llevar al presidio a multitud de sus integrantes. Esto hizo replantear la estrategia de los anarquistas. En los meses finales de 1935 los libertarios se reafirmaron en su táctica antielectoral y abstencionista. Pero sus periodicos dejaban claro que lo importante no era la participación electoral o no de los trabajadores, sino la implicación de estos en la lucha contra el capitalismo y por una transformación revolucionaria. Igualmente, cuando se publicó el programa del Frente Popular, fue duramente criticado por los anarquistas al que consideraban insuficiente.
Pero una cosa fue la propaganda que los anarquistas plantearon y otra el comportamiento electoral de sus militantes. Igualmente hay que hacer una distinción según la zona geográfica. Mientras en Cataluña el movimiento libertario fue muy crítico con las elecciones, en lugares como Asturias o Madrid se rebajó bastante dicha crítica. El Pleno Nacional de enero de 1936, a pesar de reafirmarse en la lucha antipolítica, dejó claro que no se iba a realizar una campaña por la abstención como se había hecho en noviembre de 1933. Incluso declaraciones de dirigentes como Miguel Abós hacía un llamamiento a no abstenerse pues una victoria de la derecha sería perjudicial para los trabajadores.
Aun así en ningún momento la CNT hizo campaña o petición de voto público por el Frente Popular. Las páginas de sus diarios hacía constantemente reclamación de la libertad de los presos y del peligro de un posible golpe de Estado. Y eso que desde muchos sectores de la izquierda se reclamaba la participación activa de los libertarios. No fue así, aunque es evidente que muchos de sus integrantes acudieron a las urnas e incluso Durruti, en marzo de 1936, dijo en un mitin que gracias a la generosidad de los libertarios se había recuperado el espíritu del 14 de abril. Un síntoma más que evidente de la actitud individual de los anarquistas ante la cita electoral del 16 de febrero de 1936.

¿Victoria con trampas?

Otro de los argumentos contra el Frente Popular ha sido que en realidad no ganó la elecciones. Que las izquierdas manipularon para que los resultados le fuesen favorables y perjudicar así a la derecha. Nada más lejos de la realidad.
Aunque hay disparidad de criterios, los resultados electorales fueron de un corto margen a favor del Frente Popular. Se estima que el Frente Popular obtuvo 4451300 sufragios frente a los 4375800 de la derecha. El centro político obtuvo 299700 sufragios y el PNV 150100. Otros partidos se presentaron, según la zona, dentro de algunas de las coaliciones o en solitario.
Es evidente que el margen fue pequeño pero lo que favoreció al Frente Popular fue la política electoral de la República. Este sistema beneficiaba a las coaliciones por encima de cualquier cosa. Ese sistema de coalición fue lo que benefició a la derecha en las elecciones de noviembre de 1933 y perjudicó a la izquierda. La victoria del Frente Popular fue clara pues en ese sentido, si bien la derecha tenía un buen número de votantes. A nivel político, el partido más votado fue el PSOE seguido de la CEDA de Gil Robles..
La victoria del Frente Popular no se produjo por ninguna artimaña de los triunfantes, si bien no fue una victoria aplastante. Tampoco se puede establecer un paralelismo entre las zonas donde la izquierda triunfó y la derecha a lo que después fueron las zonas en la que quedó partida España con el golpe de Estado. En esta afirmación no se tiene en cuenta a los anarquistas que hubo zonas donde participaron, pero en otras como Sevilla o Cádiz, donde tenían mucha influencia, la abstención también fue muy alta, y fueron zonas que estuvieron bajo control sublevado practicamente desde el inicio de la Guerra Civil.

¿Un gobierno radical y comunista?

El Frente Popular y el gobierno que generó su victoria estuvo lejos de ser un gobierno radical y mucho menos comunista. Una vez que se produjo la victoria el gobierno estuvo conformado solo y exclusivamente por integrantes republicanos, encabezados por Manuel Azaña. Cuando este fue elegido presidente de la República, la presidencia del gobierno pasó a Santiago Casares Quiroga. En ningún momento los socialistas formaron parte del gabinete. Solo con el estallido de la Guerra Civil se llegó a esa circunstancia.
El gobierno del Frente Popular se limitó a liberar a los presos, tal como era su promesa electoral, a restituir al gobierno de la Generalitat y de los ayuntamientos sustuidos por gestoras tras octubre de 1934, y a aplicar las medidas reformistas que no se habían aplicado durante el primer bienio. Cierto fue que la presión y poder del movimiento obrero fue mayor y la aplicación de la reforma agraria se comenzó a acelerar con la ocupación de fincas. Una tarea pendiente de la izquierda y de la República.
Pero en el periodo que media entre febrero y julio de 1936, ni socialistas, ni comunistas ni mucho menos anarquistas participaron en la formación de gobierno. Incluso fueron críticos con el gobierno al que reclamaban más medidas de mejora para la clase obrera, lo que originó una serie de huelgas. Aun así estos movimientos no fueron mayores que en otros momentos de la República. Cuestión que también se ha sobredimensionado para presentar un periodo de caos y violencia entre febrero y julio de 1936. La inestabilidad existió, pero los choques entre las fuerzas de orden público, partidas de escuadristas y trabajadores, acabaron con un saldo de muertes mayor entre los trabajadores, tal como ha demostrado el profesor Eduardo González Calleja.


  Muchos mitos todavía alrededor del Frente Popular que requieren de estudios de investigación profundos.

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