domingo, 14 de diciembre de 2014

ENTREVISTA A RAMON PASO. “El teatro es el principal medio que existe para ponerle la verdad a la gente delante de la cara”

Reproducimos la entrevista publicada en el periódico Diagonal al dramaturgo Ramón Paso, autor de diferentes obras alrededor de la memoria histórica

A Ramón Paso la pasión por las artes escénicas y el teatro le viene de lejos. Lo lleva en la sangre, podemos decir. Hijo de la actriz Paloma Paso, nieto del dramaturgo Alfonso Paso y biznieto del también dramaturgo Enrique Jardiel Poncela. Con estos antecedentes era fácil que Ramón viese en el teatro y las artes escénicas un medio al que dedicar su vida. Y por los proyectos en los que ha parcipado lo ha hecho con nota.
Pero aquí vamos a destacar una de las temáticas que le ha dedicado espacio en los últimos tiempos. La memoria histórica. Ramón ha puesto en escena tres obras de teatro en la que denuncia la represión franquista generada tras el golpe de Estado contra la República en julio de 1936. Y lo ha hecho bajo varios ejes temáticos y poniendo a la mujer como principal protagonista.

Hay quien considera que la Guerra Civil es un tema manido. Pero sin embargo en tus obras el tema principal. Resistencia 36, Matadero 36, El mono azul. ¿Por qué la temática de la Guerra Civil en tus obras?

Es cierto que hay quien considera que ya se ha hablado mucho de la Guerra Civil – sobre todo, esto lo consideran en el PP – pero la realidad es que es un tema del que apenas se ha hablado en profundidad. Hay muchas cosas que se desconocen de nuestra guerra. Para empezar, se comparan los crímenes cometidos en un bando y en otro, cuando en la República matar a alguien de derechas era considerado algo ilegal, algo punible, y, en cambio, en la zona rebelde, asesinar a un rojo se consideraba un mérito de guerra. Prueba de esto, los discursos de Queipo de Llano alentando a sus tropas a que cometiesen violaciones y asesinatos. Tampoco se habla apenas de los experimentos psicológicos realizados por los doctores Vallejo Nájera y López Ibor con prisioneros internacionales y con mujeres españolas. Estos son ejemplos, pero me parecen muy relevantes. La Guerra Civil es una herida en España. Y la única forma de limpiar las heridas para que no se infecten es abrirlas y sacar todo el pus. El silencio es el pus de nuestro país.

Igualmente en tus obras las protagonistas principales son mujeres. ¿Lo consideras un homenaje a esa parte de la historia que ha sido más olvidada aún?

Las mujeres son parte imprescindible de mi teatro. En las últimas obras que he estrenado los repartos han sido mayoritariamente femeninos. En el caso de la Guerra Civil, porque creo que la violencia que se ejerció contra las mujeres fue aún más salvaje que contra los hombres, y porque ellas han sido a todas luces las grandes víctimas del golpe de Estado de Franco. En el caso de las obras que tienen que ver con otros temas, principalmente porque se suele escribir menos para mujeres, y a mí me parecen más interesantes, tal vez con más matices que los hombres... Ya están Hamlet, Fausto y Tartufo... Yo busco más en la línea de las Noras, las Julias o las Sonias... Además, cuando dirijo, me interesan más las actrices por resultarme más dúctiles y expresivas. En el montaje que ahora mismo se representa en la Sala El Montacargas, “El mono azul”, he tenido la suerte de contar con cuatro actrices maravillosas: Ana Azorín, Inés Kerzan, Nala Fernández y Sandra Saulnier.

Junto a ese eje de la Guerra Civil y las mujeres, la tercera gran temática es la represión. ¿Consideras al teatro un medio pedagógico para mostrar la dimensión de la represión franquista durante la Guerra Civil y la Dictadura?

El teatro es el principal medio que existe para ponerle la verdad a la gente delante de la cara. El teatro no es pedagógico, el teatro es catártico, que va mucho más allá de la simple pedagogía. Nosotros lo vemos en todas las funciones. El público llora a lo largo de la función, siente rabia, se enfada, se identifica con los personajes... En definitiva, comprende lo que ocurrió y entiende por qué no debe volver a ocurrir.

En las protagonistas de tus obras muestras distintas visiones psicológicas. Desde la mujer militante y consciente, la mujer descreída o la que quiere luchar solo por vivir. ¿Fue complicado encontrar información para mostrar esas facetas ideológicas y psicológicas de las protagonistas?

En general es muy difícil encontrar documentación en este país. Se publican bastantes libros, pero con tiradas muy cortas. Hay mucha gente luchando por que se sepa la verdad, pero viendo lo que ha pasado con la Ley de la Memoria Histórica y cómo se ha tratado al juez Garzón en este país, aún no es suficiente.

¿Como te documentas para tus obras? ¿Has consultado a historiadores y fuentes primarias para las mismas?

He leído mucho, muchísimo, y he hablado con todo el que ha querido hablar conmigo del tema. Principalmente, yo recomendaría para empezar a informarse “El holocausto español” de Paul Preston, porque da una idea muy precisa de lo que ocurrió durante la guerra.

Obras como esta no se ven en las grandes salas de teatro. ¿Has encontrado dificultades para poder representar estas obras?

Todas. He encontrado todas las dificultades. Para empezar, el teatro llamado comercial sólo busca comedias con caras conocidas de televisión. Y los teatros del Estado huyen de temas comprometidos como lo es la Guerra Civil. Al final, las únicas que dan salida a este tipo de obras son las salas alternativas, y no todas. Yo he tenido la suerte de poder contar con El Montacargas – en la que estrenamos, primero “Resistencia 36”, y ahora “El mono azul” – y con la Sala TÚ – donde pude estrenar “Matadero 36/39”.

¿Que puede aportar el teatro a la recuperación para la memoria histórica? ¿Crees que se esta haciendo suficientes desde las artes escénicas para este cometido?

El teatro puede aportarlo todo para la libertad. Dentro de esa libertad está el derecho a enterrar a nuestros muertos decentemente, a que se juzgue a los asesinos que aún viven entre nosotros y a rehabilitar la memoria de todos los represaliados por el Franquismo. Desde las artes escénicas se hace lo que se puede. No tanto como se podría hacer desde el Congreso, si les diese la gana. Hay muchas figuras del teatro que luchan por la recuperación de la Memoria Histórica. Un ejemplo es Vicente Cuesta, que hizo todo lo que pudo para apoyar este asunto mientras estuvo al frente de la Unión de Actores, como secretario general.

Por último. ¿Nos podrías adelantar en que estas trabajando ahora?

 Ahora mismo estoy trabajando en “La ramera de Babilonia”, una comedia crítica sobre cómo ha tratado – o maltratado – la Iglesia Católica a la mujer a lo largo de la Historia. Esta comedia la estrenamos el 03 de diciembre en la Sala TÚ, con un reparto, otra vez, de mujeres: Ana Azorín, Inés Kerzan, Eva Chocrón y Nala Fernández. Es una comedia que podría gustarle a Dios – o no – pero que seguro que no va a hacer gracia a la Iglesia.

No hay comentarios: