Poco a poco se va completando
interesante e importantes estudios sobre la represión franquista. A las grandes
obras, y dejando a un lado los debates sobre si lo que existió fue un
holocausto, un genocidio o un régimen de terror, se van uniendo estudios
locales donde se muestra cual fue realmente la dimensión de esa represión. Nos
encontramos con pueblos donde no pasó nada durante el periodo bélico pero que
tras la contienda sufrió la represión de los vencedores. Porque una cosa si que
tiene que ir quedando meridianamente clara para afrontar nuevos estudios. Tras
el último parte de guerra del 1 de abril de 1939, en España no se instaura la
paz sino la victoria.
Uno
de los pueblos que nos muestra perfectamente la labor de “limpieza” que el
franquismo se propone es el guadalajareño de Durón. Y la recuperación de esta
memoria se la debemos a P. Carlos Paramio y su obra Durón en la memoria (1936-1939). Carlos Paramio no es nuevo en estas lides de la recuperación de la
memoria. En el año 2010 editaba la que hasta ahora es la obra más voluminosa
sobre la represión en la provincia de Guadalajara: La represión franquista en Guadalajara. Esta última escrita junto a
Pedro y Xulio García Bilbao, fundadores e impulsores del Foro por la Memoria de
Guadalajara. En la obra sobre Durón, editada también por la editorial Silente,
Paramio nos adentra en la historia de su pueblo que es también la historia de
su propia familia.
Durón
es un pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara, cercano a otros núcleos de
población más importantes de la zona como Trillo, Cifuentes o Sacedón. Como
casi todos los pueblos de la provincia estaban fuertemente influenciados por el
caciquismo que el Conde de Romanones imponía a Guadalajara. Al proclamarse la
República, Durón comenzó a atisbar algunos conatos de modernización, si bien de
forma muy lenta, como en casi todos los pueblos de Castilla. En aquellos
momentos comienza a desarrollarse un movimiento obrero plasmado en el desarrollo
de sociedades de la Unión General de Trabajadores. También, y casi coincidiendo
con las elecciones de 1936, existía en la población una pequeña agrupación de
Izquierda Republicana.
Durante
la Guerra Civil, Durón hizo lo que se realizó en casi todos los pueblos de la
retaguardia republicana. El Ayuntamiento o Consejo Municipal lo detentó las
organizaciones existentes del Frente Popular, se desarrollaron
colectivizaciones, se gestionó directamente la sociedad y la economía, etc.
Inexistentes fueron los casos de represión en aquellos momentos (tan solo unos
casos y donde no existía responsabilidad de gente del pueblo) e incluso se
cuidaron de que no existiese una destrucción de su patrimonio artístico.
Incluso a pesar de la cercanía de las zonas de conflicto en la provincia de
Guadalajara, Durón solo representó un lugar de refugio para decenas de personas
que huían del terror.
Razones
había de sobra para que nadie temiese que les sucediese algo tras el conflicto
bélico. Pero Carlos Paramio nos muestra bien que tras la Guerra Civil el pueblo
sufrió una terrible represión. No solo por el encarcelamiento y ejecución de
algunos de sus vecinos. Sino por la imposición del miedo que el régimen
franquista desarrolla. Los casos que plasma Carlos, perfectamente sostenido por
documentación que reproduce en la obra, muestra hasta que punto la vesania del
fascismo se impone.
Sin
embargo, hasta hace poco, el pueblo de Durón todavía tenía placas
conmemorativas para “los caídos por Dios y por España”. Placas que se reproducen
en decenas de pueblos de la provincia de Guadalajara. Por el contrario, para
las victimas republicanas, solo les cubre un manto de olvido, que hacen que
obras como las de Carlos Paramio sean de enorme trascendencia e importancia.
Sin
embargo todavía nos queda por pulir algunas cosas. No solo han sido cuatro
décadas de represión en España. Han sido también tres décadas largas de
desmemorias y de lugares comunes, que en muchas ocasiones nos hacen generalizar
cuestiones que no dejaron de ser anécdotas o excepciones. Por la obra de Carlos
conocemos como el desarrollo de las organizaciones del Frente Popular en Durón
fue tardío. A excepción de la Casa del Pueblo, poco más existió en Durón hasta
el inicio de la Guerra. Con la guerra se desarrollan estructuras hasta entonces
desconocidas. Surge el PCE, encabezado por la mayoría de estos ugetista, y la
CNT, la otra gran organización sindical de la España republicana. Y es en este
aspecto donde el libro de Paramio establece conclusiones generales a partir de
aspectos particulares del pueblo, lo que puede incitar a la confusión y a la
deformación de una historia ya de por sí trágica.
No
se nos oculta que en la retaguardia republicana quedaron muchos elementos
partidarios del golpe de Estado. Falangistas, derechistas que se valieron de
las propias organizaciones frentepopulistas y que tras la guerra actuaron como
delatores. La Quinta Columna estaba organizada y muchos de sus integrantes
tenían carné de diversas organizaciones de izquierda. En el pueblo de Durón, la
CNT fue fundada por elementos derechistas, que tras la Guerra actuaron como
chivatos y agentes del franquismo.
Pero
esta cuestión no nos puede llevar a afirmar, como hace Carlos en el libro, que
si se produjo esta situación fue por una política de puertas abiertas de la CNT
y por una visceralidad anticomunista (como se afirma también en algunas otras).
Estas afirmaciones categóricas caen por su propio peso cuando investigamos la
propia historia del movimiento libertario. Y ante ellos podemos considerar algunas
cuestiones:
- A la CNT no le hacía falta una política de puertas abiertas para afianzar sus estructuras, pues era el sindicato mejor establecido en España, y que antes de la Guerra aglutinaba a casi 1500000 de trabajadores. Quizá otras organizaciones podrían haber optado más por ella, pues las estructuras sindicales estaban plenamente establecidas en España.
- Durante la Guerra Civil la CNT, a través de sus plenos y comicios (se pueden consultar en los diversos archivos del movimiento obrero) se dotó de mecanismo para intentar evitar la infiltración en sus filas. Por ejemplo se establecieron dos tipos de carnet: uno color marrón, que era el de toda la vida de la organización, y otro rojinegro que se le daba a todos aquellos que se afiliaron tras julio de 1936. Una política de seguridad para tener controlados a los nuevos afiliados. Igualmente un acuerdo organizativo establecía que solo podrían tomar cargos en la organización aquellos militantes que tuviesen una antigüedad, como mínimo, tres meses anterior al golpe de Estado. Solo en casos contados no se cumplió este punto.
- Decir que la CNT afiliada a derechistas por visceralidad anticomunista es como decir que el PCE lo hacía por visceralidad antianarquista. Ambas afirmaciones que no se sostienen.
Quiso la casualidad
que en Durón un derechista desarrollará (muy tardíamente) las estructuras de la
CNT. Y que se valió de ella para coger cargos de responsabilidad y luego actuar
conforme a sus ideas al finalizar la Guerra. Pero esa política de infiltrados
en diversas organizaciones no fue exclusiva de la CNT. Tres ejemplos:
- En la ciudad de Alcalá de Henares, la mayoría de los derechistas y quintacolumnistas que se presentaron como tal a la finalización del conflicto, habían estado afiliados a la UGT.
- Uno de los delatores de más renombre en este país fue Roberto Conesa, después “supercomisario”, que estuvo afiliado a las JSU durante la Guerra Civil en Madrid.
- La mayoría de los derechistas en Aragón se afiliaron al PCE, por la sencilla razón de que este partido defendía la propiedad frente a la política de colectivización animada por la CNT (y también por la UGT)
La conclusión
es que no se pueden establecer categorías, conclusiones tan tajantes sobre lo
que sucedió. No existió una política de puertas abiertas en la CNT. No fue la
organización de los quintacolumnistas.
Aun con todo
estamos ante una obra de investigación seria, trabajada, en la línea de cómo se
tiene que investigar. El caso de Durón es un ejemplo más de lo que sucedió en
España en la larga noche de la dictadura. Felicitar a Silente por el trabajado
de edición, al Foro por la Memoria de Guadalajara por dar cobertura a estos
hechos, y a Carlos por su trabajo de investigación animando a seguir por esta
línea. Recomiendo comprar y leer el libro. Todavía quedan muchos “Durones” que recordar.
Julián
Vadillo Muñoz
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