Pongo aquí el artículo aparecido en el último número del periódico anarquista Tierra y Libertad sobre la represión franquista y el genocidio que deriva de ella.
SETENTA AÑOS DEL FINAL DE LA GUERRA CIVIL Y DEL INICIO DEL GENOCIDIO FRANQUISTA
Como casi todos los años, este 2009 es de rememoraciones y aniversarios. Entre los acontecimientos generalistas estamos ante los fastos informativos de los 200 años de Darwin, de aniversario de compositores como Haydn o Mendelson, etc. Para el mundo libertario los 200 años del nacimiento de Pierre Joseph Proudhon o el centenario de la Semana Trágica y el fusilamiento de Ferrer se convierten en fechas claves.
Pero en abril de este año también se cumplen 70 años desde el final de la Guerra Civil española. Con ese final comenzaba uno de los periodos más oscuros y crueles de la historia de España. Los anarquistas dieron no solo su tributo de sangre durante la Guerra Civil sino que también sus militantes cayeron víctimas de las más cruentas de las represiones. Y como no se plegaron ante lo que estaba suponiendo un verdadero genocidio para España, lucharon en todos los frentes con el régimen liberticida de Franco.
Setenta años de una derrota. Setenta años de una cuenta pendiente con la historia. Los esfuerzos para conseguir un mundo mejor y mas justos, se vieron abortados por el capricho de los de siempre. Ilusiones yuguladas por los reaccionarios, por la Iglesia y por parte del Ejército, que comenzó a gobernar España como de si un cuartel se tratase.
Tras los durísimos años de la dictadura, que no paro de asesinar hasta el último suspiro del genocida Franco, y otros tantos de régimen democrático, nadie ha reconocido el valor y la dedicación que los miles y miles de los militantes antifranquistas desempeñaron durante aquellos años. Y en este caso tuviesen las ideas que tuviesen. Lejos de todo ello, a la propaganda negativa que el régimen franquista, junto con su brutal represión, ejerció contra todos aquellos que ponían en duda o cuestionaban las cosas, el régimen democrático, encabezado por la figura de Juan Carlos de Borbón, Rey de España por obra y gracia de Franco, ha tendido al olvido y al menosprecio de tantos años de lucha. Cosa lógica por otra parte si consideramos que la legitimidad del actual régimen político procede de la ilegitimidad del régimen franquista, que surge como consecuencia de un golpe de Estado contra la República española.
En los últimos tiempos se ha intentado poner parches a ese olvido. Y una vez mas los parches los han colocado en el sitio equivocado. Esa tan cacareada Ley de Memoria no viene sino a ser un nuevo pacto de silencio o una ley de punto final. Lo primero que nos viene a demostrar es que de la leyes poco vamos a poder sacar. Porque los que legislan están dentro de este sistema, deudor del franquista. Y poco importa que a su frente se sitúe un gobierno de carácter conservador y derechista o uno progresista. Da igual. Es difícil que pongan en duda aquello que defienden. Tratan de recuperar memoria cuando ya no hay memorias que recordar. La cuestión no es solo desenterrar las fosas del oprobio. El verdadero quid de la cuestión se sitúa en desenterrar los ideales por los que lucharon los que están en las fosas, los ideales de los que fueron al exilio y allí quedaron postergados, los ideales de los que estuvieron durante décadas en la cárcel y hoy no tienen ni un mísero reconocimiento.
Pero si vamos mucho mas allá, muchos de los que hoy pavonean sus riquezas y se les llena la boca de democracia, forjaron esa riqueza en la explotación de la mano de obra esclava que tomaron de los presos antifranquistas. Ya no solo el poder político, sino el poder económico están fundamentados en la derrota de la Guerra Civil.
Habría que preguntarse hasta cuando tendremos que soportar las impertinencias de la una Iglesia católica, que apoyo sin ambages (salvo raras excepciones) un golpe militar y un sistema criminal. Porque hay que soportar que los obispos digan que hay un grupo de gente que quieren desenterrar fantasmas del pasado, cuando ellos beatifican a multitud de sus curas y monjas fascistas. La Iglesia no puede esconder su cara mas oscura (¿la tuvo clara alguna vez?) pues incluso hay datos gráficos y testimonios escritos que sitúan donde han estado y donde siguen estando. Sin embargo el gobierno, jugando por una parte a un laicismo descafeinado y de salón, no hace más que engordar las arcas económicas de la Iglesia.
Viendo la producción historiográfica o bibliográfica de la Guerra Civil, se demuestra lo poco que ha cambiado desde los tiempos del franquismo. Si bien existen estudios serios y documentados sobre ese pasado, se siguen manteniendo lugares comunes en determinada historiografía, por no hablar de las hagiografías que pretender justificar el crimen de la dictadura. Libros que proceden de las obras de Arrarás, Comín Colomer, Mauricio Carlavilla o García Venero. No es revisionismo. Es la perduración de una visión franquista de la historia que por mucho que se quiera ignorar, está extendida en algunos ámbitos.
De una vez por todas debemos hablar claro. Lo sucedido en España a partir del 1 de abril de 1939 (en muchos sitios de España ya había comenzado en 1936) es un genocidio. Miles y miles de militantes antifranquistas de todos colores políticos (republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas, etc.) son fusilados sistemáticamente por una maquinaria represiva. Consejos de Guerra donde entraban 10 personas y salían 30 penas de muerte. Años y años de cárcel provocados por una leyes arbitrarias por la cual defender públicamente al movimiento libertario era acusado de “exaltación de la rebelión” y penas que podían llegar hasta los 14 años de reclusión. Manos de obra esclava en la construcción del Valle de los Caídos, en batallones de trabajadores, en Regiones Devastadas. Mano de obra esclava que hicieron millonarias a empresas y personas por esa brutal explotación-represión.
Algunos quisieron olvidar todo lo sucedido. Otros se negaron a olvidar. Desde ese mismo 1 de abril de 1939 hubo gente que no se resignó. Los anarquistas son ejemplo ante la historia por este cometido. No agacharon la cabeza. Impulsaron la oposición al franquismo. Recordaron las conquistas logradas tras años y años de lucha. Y que no iban a permitir que nadie se las arrebatara. Conformaron la oposición en exterior y también en el Interior. Las partidas guerrilleras, los maquis, muchos de ellos anarquistas, lucharon hasta muy entrada la dictadura. Hoy se les sigue considerando bandidos y algunos impresentables de la política española los equipara a vulgares terroristas.
Cada vez que se produce un aniversario o un recordatorio tenemos que llevar la verdad por delante. Y con este 70 aniversario del final de la Guerra Civil tenemos que demostrar y denunciar lo que significo. Por una parte la derrota de la República. Por otra la yugulación del camino que había tomado el pueblo español hacia cotas de mayorías libertades. El franquismo extermina toda una red de sindicatos, ateneos, casas del pueblo, escuelas racionalistas, etc. Todo queda fulminado. Mola y Franco lo advirtieron. Su régimen iba a ser del terror. Y el terror es lo que pusieron en práctica y lo inocularon. Un régimen de hambre, donde volvieron a aparecer enfermedades erradicas como la pelagra. Hoy todavía hay quien defiende. Otros, sin defenderlo abiertamente, se niegan a condenarlo. Paseando por España ves con horror como todavía múltiples calles, plazas y placas conmemora la victoria de ese genocidio. Algunos, amparándose en la historia, dice que no hay que retirarlo, que sería negar la historia de España. Equivocación máxima, pues la historia no se reivindica con las placas y calles que encumbran a los asesinos. Quien así piensa muy cercano está a la defensa del régimen franquista.
Es un momento de presión popular. Un momento donde hay ya sensibilidad por lo que sucedió en el pasado, de ese pasado de dictadura. Los anarquistas siempre hemos estado en la calle con las causas justas. Y con esta razón de justicia histórica vamos a seguir estándolo. Para que nadie, llámese como se llame, pisoteé la historia de lucha de los anarquistas en particular y del pueblo español en general (que era una lucha justa de la humanidad) contra el genocidio de la dictadura franquista y sus actuales adláteres.
Julián Vadillo
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