“Voy a decirte lo que siento.
Creo que donde hay propiedad privada y donde todo se mide por el
dinero, difícilmente se logrará que la cosa pública se administre
con justicia y se viva con prosperidad”
Esta
es una de las muchas frases que jalonan la obra de Tomás Moro
Utopía,
publicada por primera en 1516. La estructura de la obra es sencilla.
El autor habla de lo que Pedro Gilles y él escucharon a un
explorador, Rafael Hitlodeo, sobre lo que vio en una isla llamada
Utopía.
En esa isla hay un gobierno en forma de República donde la base
social es la familia, la base política es la representatividad
popular, la base laboral el trabajo en común y la base económica el
comunismo de bienes. La capital de la isla es Amaurota (del griego
“sin muros”) y el río Anhidro (sin agua).
Escrita en el latín culto del Renacimiento, a lo largo de la obra
se ven otros términos incluidos por Moro que vienen a reformar ese
“sin lugar”: abraxas, nusquam, Eutopía, Hagnopida, etc...
Una obra revolucionaria para el siglo XVI, que prácticamente inicia
un género y que hay que enmarcar en la época.
El incomprendido Tomás Moro
Tomás Moro nació en Londres el 6 de febrero de 1478. Su vida la
jalonan tres reinados en Inglaterra: Ricardo III, Enrique VII y
Enrique VIII. Su vida discurrió en un tiempo turbulento, el que
media entre el fin de la Guerra de las Dos Rosas y el inicio de los
conflictos religiosos en Europa con la aparición de la Reforma de
Lutero.
Moro
crece intelectualmente al calor del humanismo influenciado por
personajes como Pico de la Mirandola y, sobre todo, su gran amigo
Erasmo de Rotterdam (Elogio
de la locura),
que tanto influenció en su Utopía.
Moro
fue un convencido cristiano. Y aunque era partidario de poder
reformar a la religión, a la que veía sumida en una crisis, no
compartió la ruptura que Lutero planteó a partir de 1517. Para Moro
el cristiano tenía que estar comprometido con su sociedad y no
convertirse en un haragán. Por eso Moro adquirió mucha importancia
en su época. Fue consejero del Rey, relator del Consejo de Estado,
speaker en el Parlamento, portavoz de la Cámara de los Comunes,
sheriff de Londres y canciller del Reino. Junto a ello desarrolló
una importante tarea de filósofo y escritor.
Pero
a pesar de ello Moro tuvo relaciones tirantes con Enrique VII y
Enrique VIII. El divorcio definitivo llegó cuando Enrique VIII firmó
el Acta de Supremacía que separaba a la Iglesia inglesa de la
romana, siendo Enrique VIII la cabeza de la misma. Moro no aceptó ni
eso ni su matrimonio con Ana Bolena. Fue juzgado y condenado a
muerte, siendo ejecutado el 6 de julio de 1535.
Utopía y su época
El
final del siglo XV y el inicio del siglo XVI significó, con el
humanismo como centro, toda una revolución intelectual para la
humanidad. La peste negra en el siglo XIV ya había marcado un antes
y un después en esa visión de lo mundano y lo terrenal. La ciencia
física comenzó a desarrollarse pero también la ciencia política.
Y es ahí donde hay que ubicar a Moro. El Renacimiento marcaba el
inicio de la búsqueda del buen gobierno. Algunos escribieron los
llamados “espejo de príncipes” para que se reflejara la forma de
hacer política del gobernante. Otros, como Nicolás Maquiavelo,
intentaron dar un sentido a la ciencia política con su obra “El
prÍncipe”. Moro optó por el género utópico para la búsqueda de
ese buen gobierno. Y se convierte con ello en el argumento más
valiente y atrevido por las temáticas que trata: abolición de la
propiedad privada, gobierno representativo, eutanasia, matrimonio de
los sacerdotes, divorcio, tolerancia religiosa, sacerdocio fenemino,
etc. Toda una temática que iba a ser sepultada a lo largo del siglo
XVI y XVII por los conflictos religiosos que asolaron Europa y que
hicieron de estos temas francamente residuales.
Hay
que entender igualmente esta obra como una crítica a la Inglaterra
del momento. Una Inglaterra que ha arrancado a los campesinos de la
tierra y los ha empujado a la miseria y con ello al robo y el crimen.
Para ello las soluciones que propone Moro son revolucionarias:
abolición del monopolio y mejora de la educación.
Bases e influencias
A
pesar del trágico final de Moro, su obra tiene una bases claras e
influencias importantes, pues inicia todo el género utópico. Como
base se encuentra Platón y sus obras La
República,
Timeo o
Critias,
donde la propiedad de bienes y el buen gobierno son la base. También
Luciano, que había sido traducido por Moro junto a Erasmo, los
viajes de Américo Vespucci, la obra de Agustín de Hipona La
Ciudad de Dios
y el propio cristianismo.
Moro sienta las bases del género utópico marcando la crítica
social con todo el fondo revolucionario y la comunidad como
desarrollo del hombre.
Aunque
del siglo XVI la Utopía
de
Moro es la más importante, fue el reflejo para dos importantes
utopías en el siglo XVII: La
ciudad del sol (1623)
de Tomás Campanella y Nueva
atlantis (1626)
de
Francis Bacon.
Se llega a decir que Moro fue el puente entre el modelo utópico
aristocrático de Platón y el modelo socialista del siglo XIX. Quizá
es mucho decir, pero lo cierto es que la obra de Moro, en pleno
desarrollo del Renamiento y el Humanismo, marcó un antes y un
después en la teoría política.
PRINCIPALES UTOPÍAS Y DISTOPÍAS MODERNAS Y COMTEMPORÁNEAS
Hay muchas más. Pero estas son algunas de las utopías modernas y contemporáneas desde la obra de Moro.
Utopía (1516).
Tomás Moro
La ciudad del sol (1602).
Tommaso Campanella
Nueva Atlántida (1627).
Francis Bacon
Nueva visión del mundo (1813).
Roberto Owen
Walden o la vida de los bosques
(1847).
Henry Thoreau
Historia del Valle Feliz (1852).
Nathaniel Hawthorne
El
humanisferio (1858).
Christian Dejacques
La
raza venidera (1871).
Edward Bulwer
Erewhon.
Un mundo sin máquinas (1872).
Samuel Butler
El
año 2000 (1889).
Eduard Bellamy
Noticias
de ninguna parte (1890).
William Morris
Una
utopía moderna (1906).
H.G. Wells
Talón
de hierro (1907).
Jack London
Dellas.
Un mundo femenino (1915).
Charlotte Perkins Gilman
Nosotros
(1921).
Yevgeni Zamyatin
Un
mundo féliz (1932).
Aldous Huxley
1984
(1948).
Georges Orwell
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