lunes, 18 de abril de 2016

La revolucionaria Utopía en el siglo XVI

Versión amplia del artículo publicado en el periódico Diagonal sobre la figura de Tomás Moro

Voy a decirte lo que siento. Creo que donde hay propiedad privada y donde todo se mide por el dinero, difícilmente se logrará que la cosa pública se administre con justicia y se viva con prosperidad”

Esta es una de las muchas frases que jalonan la obra de Tomás Moro Utopía, publicada por primera en 1516. La estructura de la obra es sencilla. El autor habla de lo que Pedro Gilles y él escucharon a un explorador, Rafael Hitlodeo, sobre lo que vio en una isla llamada Utopía. En esa isla hay un gobierno en forma de República donde la base social es la familia, la base política es la representatividad popular, la base laboral el trabajo en común y la base económica el comunismo de bienes. La capital de la isla es Amaurota (del griego “sin muros”) y el río Anhidro (sin agua).
Escrita en el latín culto del Renacimiento, a lo largo de la obra se ven otros términos incluidos por Moro que vienen a reformar ese “sin lugar”: abraxas, nusquam, Eutopía, Hagnopida, etc...
Una obra revolucionaria para el siglo XVI, que prácticamente inicia un género y que hay que enmarcar en la época.

El incomprendido Tomás Moro

Tomás Moro nació en Londres el 6 de febrero de 1478. Su vida la jalonan tres reinados en Inglaterra: Ricardo III, Enrique VII y Enrique VIII. Su vida discurrió en un tiempo turbulento, el que media entre el fin de la Guerra de las Dos Rosas y el inicio de los conflictos religiosos en Europa con la aparición de la Reforma de Lutero.
Moro crece intelectualmente al calor del humanismo influenciado por personajes como Pico de la Mirandola y, sobre todo, su gran amigo Erasmo de Rotterdam (Elogio de la locura), que tanto influenció en su Utopía.
Moro fue un convencido cristiano. Y aunque era partidario de poder reformar a la religión, a la que veía sumida en una crisis, no compartió la ruptura que Lutero planteó a partir de 1517. Para Moro el cristiano tenía que estar comprometido con su sociedad y no convertirse en un haragán. Por eso Moro adquirió mucha importancia en su época. Fue consejero del Rey, relator del Consejo de Estado, speaker en el Parlamento, portavoz de la Cámara de los Comunes, sheriff de Londres y canciller del Reino. Junto a ello desarrolló una importante tarea de filósofo y escritor.
Pero a pesar de ello Moro tuvo relaciones tirantes con Enrique VII y Enrique VIII. El divorcio definitivo llegó cuando Enrique VIII firmó el Acta de Supremacía que separaba a la Iglesia inglesa de la romana, siendo Enrique VIII la cabeza de la misma. Moro no aceptó ni eso ni su matrimonio con Ana Bolena. Fue juzgado y condenado a muerte, siendo ejecutado el 6 de julio de 1535.


Utopía y su época

El final del siglo XV y el inicio del siglo XVI significó, con el humanismo como centro, toda una revolución intelectual para la humanidad. La peste negra en el siglo XIV ya había marcado un antes y un después en esa visión de lo mundano y lo terrenal. La ciencia física comenzó a desarrollarse pero también la ciencia política. Y es ahí donde hay que ubicar a Moro. El Renacimiento marcaba el inicio de la búsqueda del buen gobierno. Algunos escribieron los llamados “espejo de príncipes” para que se reflejara la forma de hacer política del gobernante. Otros, como Nicolás Maquiavelo, intentaron dar un sentido a la ciencia política con su obra “El prÍncipe”. Moro optó por el género utópico para la búsqueda de ese buen gobierno. Y se convierte con ello en el argumento más valiente y atrevido por las temáticas que trata: abolición de la propiedad privada, gobierno representativo, eutanasia, matrimonio de los sacerdotes, divorcio, tolerancia religiosa, sacerdocio fenemino, etc. Toda una temática que iba a ser sepultada a lo largo del siglo XVI y XVII por los conflictos religiosos que asolaron Europa y que hicieron de estos temas francamente residuales.
Hay que entender igualmente esta obra como una crítica a la Inglaterra del momento. Una Inglaterra que ha arrancado a los campesinos de la tierra y los ha empujado a la miseria y con ello al robo y el crimen. Para ello las soluciones que propone Moro son revolucionarias: abolición del monopolio y mejora de la educación.

Bases e influencias

A pesar del trágico final de Moro, su obra tiene una bases claras e influencias importantes, pues inicia todo el género utópico. Como base se encuentra Platón y sus obras La República, Timeo o Critias, donde la propiedad de bienes y el buen gobierno son la base. También Luciano, que había sido traducido por Moro junto a Erasmo, los viajes de Américo Vespucci, la obra de Agustín de Hipona La Ciudad de Dios y el propio cristianismo.
Moro sienta las bases del género utópico marcando la crítica social con todo el fondo revolucionario y la comunidad como desarrollo del hombre.
Aunque del siglo XVI la Utopía de Moro es la más importante, fue el reflejo para dos importantes utopías en el siglo XVII: La ciudad del sol (1623) de Tomás Campanella y Nueva atlantis (1626) de Francis Bacon.

  Se llega a decir que Moro fue el puente entre el modelo utópico aristocrático de Platón y el modelo socialista del siglo XIX. Quizá es mucho decir, pero lo cierto es que la obra de Moro, en pleno desarrollo del Renamiento y el Humanismo, marcó un antes y un después en la teoría política.

PRINCIPALES UTOPÍAS Y DISTOPÍAS MODERNAS Y COMTEMPORÁNEAS

Hay muchas más. Pero estas son algunas de las utopías modernas y contemporáneas desde la obra de Moro.

Utopía (1516). Tomás Moro
La ciudad del sol (1602). Tommaso Campanella
Nueva Atlántida (1627). Francis Bacon
Nueva visión del mundo (1813). Roberto Owen
Walden o la vida de los bosques (1847). Henry Thoreau
Historia del Valle Feliz (1852). Nathaniel Hawthorne
El humanisferio (1858). Christian Dejacques
La raza venidera (1871). Edward Bulwer
Erewhon. Un mundo sin máquinas (1872). Samuel Butler
El año 2000 (1889). Eduard Bellamy
Noticias de ninguna parte (1890). William Morris
Una utopía moderna (1906). H.G. Wells
Talón de hierro (1907). Jack London
Dellas. Un mundo femenino (1915). Charlotte Perkins Gilman
Nosotros (1921). Yevgeni Zamyatin
Un mundo féliz (1932). Aldous Huxley
1984 (1948). Georges Orwell

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