martes, 15 de octubre de 2019

Seminario "Memoria del exilio español en Argelia"

Entre los días 20 y 23 de octubre de 2019  se va a celebrar en Argelia un seminario sobre el exilio republicano español, entre las ciudad de Argel y Orán. Aquí pegamos su programa de actividades.


Domingo, 20 de octubre de 2019, Argel.

8,30-9,00h.: Inauguración oficial del Seminario.

9,00-12,30h.: Españoles en Argelia: Migración y exilio político,
         (Sesión en homenaje al historiador Juan Bautista Vilar).

-          Karima Ait Yahia: “La dinámica migratoria de los españoles en la Argelia francesa”
-          Juan Ramón Roca: “Tipología de las migraciones españolas a Argelia”.
-          Farid Sahbatou: “La guerra civil española en la prensa argelina”.
-          Emilio Sola y Julián Vadillo: "Anarquismo y cervantismo en el exilio argelino".
-          Eloy Martín Corrales: “El exilio socialista en Argelia”.
-          Ángela Rosa Menaches: "Lengua y cultura de la emigración y el exilio español en Argelia".

13,00h.: Almuerzo

15,00-17,30h.: Vivir en Argelia: de la guerra civil española a la independencia argelina.

-          Nadia Bouzekri:"Los españoles en  Argelia: una historia entre el silencio y la memoria".
-          Tramor Quemeneur: “La guerra de liberación argelina y los españoles del exilio”.
-          Héctor Perea: “Argelia, trampolín para el exilio republicano en México”.
-          Gerardo Bernabéu: “Españoles y argelinos: Vivencias y relaciones de una familia de españoles exiliados”.
-          Eliane Ortega: “Represión y concentración: los campos de concentración en Argeliade 1939 a 1943”.

17,30h.: Conclusiones finales, por Bernabé López García.


Lunes, 21 de octubre de 2019, Argel.

9,30h.: Visita a la Cueva de Cervantes.

Martes, 22 de octubre de 2019, Orán.

9,00-12,30h.: Memoria de emigración y exilio.

-          Palabras de apertura del seminario en la ciudad de Orán.
-          Alfred Salinas: "Oran, tierra de asilo. Entre colonización y confinamiento".
-          Djamel Latroch: “Las geografías (origen y destino) y la historia de las migraciones españolas hacia Argelia”.
-          Juan Ramón Roca: “Recorrido gráficopor las migraciones españolas a Argelia”.
-          Juan Martínez Leal: “Vencidos, evacuados y desterrados: la emigración a Argelia de los últimos resistentes republicanos”.
-          Wafa Elfekair: “La acogida de los refugiados en Orán: el centro de internamiento número 2”.

13,00h.: Almuerzo.

                        Al término del almuerzo desplazamiento a la Biblioteca de Orán.


17,00-18,00h.: Mesa redonda sobre “Antifranquismo en Argelia”.

-          Intervienen: Emilio Sola, Larbi Belazzouz, Saliha Zerrouki, Héctor Perea. Modera: Juan Martínez Leal.

18,30h.: Inauguración de la exposición de prensa española oranesa y exposición gráfica sobre la memoria del exilio español en Argelia en la Biblioteca de Orán.


Miércoles, 23 de octubre de 2019, Orán.

9,00-13,00h.: El exilio español en Argelia (1939-1975).

-          Yenia Camacho Samper: “Argelia en la memoria del exilio comunista español”.
-          Eliane Ortega: “Los lugares de la memoria del exilio español en Orán en 1939”.
-          Gerardo Bernabéu: “La memoria vivida de los españoles en Orán”.
-          Daniel Moñino: "Andalucía en el exilio argelino de 1939".
-          Saliha Zerrouki: “Max Aub y su memoria de Djelfa”.
-          Bernard Sicot: "Dos españoles en el Magreb colonial: Antonio Blanca y Antonio Gassó Fuentes"
13,00-13,30h.: Debate final
13,30h.: Conclusiones dirigidas por Bernabé López García.
13,50 h.: Clausura oficial.
14:00: Almuerzo

miércoles, 9 de octubre de 2019

LA RENOVACIÓN PEDAGÓGICA FRENTE A UN PIQUETE DE FUSILAMIENTO

Artículo publicado en el número 421 del periódico CNT (Octubre-Diciembre 2019)

El 13 de octubre de 1909 era fusilado en el Castillo de Montjuich el pedagogo Francisco Ferrer Guardia. Un Consejo de Guerra le había condenado a dicha pena como “cerebro” de la conocida como Semana Trágica de Barcelona. Un pretexto falso que servía como excusa a unas causas más profundas y que tenían a Ferrer en el punto de mira desde hacía muchos años. El odio que los sectores conservadores, clericales y pudientes de la sociedad española tenían contra Ferrer necesitaba un pretexto para poder eliminarlo.
            ¿Pero quien era ese Francisco Ferrer que tanto odio despertaba en los sectores clericales de la sociedad? Nacido en Alella en 1859 y a pesar de haber tenido un entorno muy próximo al catolicismo, desde muy temprano Francisco Ferrer comenzó a tener contacto con los círculos republicanos y anticlericales, ingresando en una logia masónica y estudiando de forma autodidacta.
            Como muchas personas avanzadas de la época, la primera opción de Ferrer fue el republicanismo, conociendo la obra de Francisco Pi i Margall. Sin embargo, su trabajo le permitirá viajar con frecuencia entre España y Francia, tomando contacto con los círculos de Manuel Ruiz Zorrilla, del que fue su secretario, y su Partido Republicano Progresista. Las estrategias del zorrillismo consistían en promover movimientos revolucionarios que trajeran a España la República. Esto llevó a Ferrer a participar u apoyar levantamientos republicanos como el de Santa Coloma del Farnés en 1884 o el pronunciamiento del general Villacampa en 1886.
            Pero Ferrer, en contacto con círculos internacionalistas y anarquistas, comienza a matizar sus posiciones respecto a la República, adhiriéndose a distintas iniciativas y congresos de librepensadores. Junto a una turbulenta vida sentimental, Ferrer comienza a estudiar de forma más profunda las iniciativas de renovación pedagógicas que se están dando en Europa y que tiene a los anarquistas como principales protagonistas. Las aportaciones de Charles Malato o la aplicación práctica del Orfelinato de Cempuis de Paul Robin fueron cuestiones que impactaron mucho a Ferrer.
            Ello le llevó a concebir la idea de fundar una escuela donde poder introducir dichos valores. Algo que se materializó cuando en agosto de 1901 fundó en Barcelona la Escuela Moderna en la calle Bailén, producto de una herencia recibida de una antigua alumna de Ferrer (Ernestina Meunier). Ferrer concibió su Escuela Moderna con los conceptos pedagógicos más renovadores. La coeducación de sexos, el racionalismo, el cientificismo, el contacto del alumno con la naturaleza, el desarrollo libre de la mentalidad del alumno, laicismo, abolición del examen y del premio y el castigo, etc., fueron valores trasmitidos por Ferrer en su iniciativa. Al calor de la Escuela Moderna se fundó una editorial con el mismo nombre, donde trabajaron como traductores intelectuales del movimiento obrero libertario como Anselmo Lorenzo y desde donde se dieron a conocer las obras más revolucionarias del pensamiento científico como las de Elisée Reclus o Piotr Kropotkin. Además, la Escuela Moderna editó un boletín y realizó actividades como las conferencias de los domingos. Por sus aulas e institución pasaron y participaron los intelectuales más prestigiosos de la época como Pompeyo Gener u Odón de Buen.
            Su proyecto pedagógico pronto fue imitado por otros centros y la Escuela Moderna comenzó a crecer exponencialmente. Si el primer curso lo cerraron con 32 alumnos, en 1903-1904 ya alcanzaban los 114. Un crecimiento que fue visto como un peligro por los sectores clericales de la ciudad de Barcelona, que vieron en Ferrer un enemigo a batir. Por ello comenzaron a perseguir a Ferrer, intentado con ello acallar su obra en la Escuela Moderna. No era un secreto que Ferrer era partidario del desarrollo del movimiento obrero y que había participado en él con apoyo económico a muchas de sus iniciativas.
            El primer intento serio de acabar con Ferrer se presento tras el atentado que Mateo Morral perpetró contra el rey Alfonso XIII el día de su boda el 31 de mayo de 1906. El hecho que Morral fuese bibliotecario de la Escuela Moderna fue razón suficiente para vincular a Ferrer con el atentado. Detenido y juzgado fue absuelto por falta de pruebas, pero las actividades pedagógicas de la Escuela Moderna fueron suspendidas.
            El segundo intento consiguió su objetivo. La movilización obrera que se produjo en Barcelona entre julio y agosto de 1909, por oposición al embarque de soldados para la guerra de Marruecos y la conflictividad social por las carestías que se daba en la ciudad, provocó un movimiento revolucionario que ha pasado a la historia con el nombre de Semana Trágica. La dura represión que se ejerció contra la misma alcanzó a Ferrer, que fue acusado de ser el inductor del movimiento a pesar de no tener ninguna vinculación con el mismo. En esta ocasión un Consejo de Guerra le llevó al paredón, a pesar de la inexistencia de pruebas y de que poco después de su fusilamiento fue reconocida su inocencia.
            Una oleada de protestas en España y Europa dieron a ver la dimensión que las aportaciones de Ferrer habían ofrecido al movimiento de renovación pedagógica y cultural. La monarquía de Alfonso XIII quedó erosionada, así como la figura de personajes como Antonio Maura que tuvieron especial inquina contra el pedagogo.
            La desaparición de Ferrer no significó el fin de su legado. Su obra póstuma La Escuela Moderna sirvió para dar a conocer sus postulados pedagógicos que se extendieron no solo por España sino por el mundo con iniciativas y experiencias. En 1911 fue erigida una estatua en Bruselas en recuerdo de Ferrer que ya en la década de 1990 fue reproducida en Barcelona.
            Lo interesante de Ferrer no es solo su vida sino comprobar como 110 años después de su fusilamiento sus presupuestos pedagógicos aun tiene vigencia y aplicación para la renovación de nuestro sistema educativo. Ese es el mejor homenaje a Ferrer y su obra.

miércoles, 2 de octubre de 2019

El franquismo y algunas novelitas del oeste


Revisando algunos libros que aun tengo en casa de mis padres me tope con tres novelas que, quizá, si alguien ve el resto de títulos en marcados en la historia política del siglo XIX y XX, podría considerar como fuera de lugar. En las estantería repletas de obras localiza una obra de Hazañas Bélicas con el título Loz, el partisano escrita por Harry Cowerland en 1959 y dos novelas policíacas de la editorial Rollán, de la serie “Selección FBI”, escritas por Eddie Thorny con el título Réquiem por Larry y Prisión de oro. Creo recordar que tengo alguna más, que no localicé en ese momento, de temática de western escritas por Edward Goodman. Una literatura de quiosco que se vendió en España en los años de la dictadura y que tenía como finalidad el entretenimiento.
            La razón de que ese tipo de obras formen parte de mi biblioteca no es tanto por la temática sino por lo autores. Esos nombres anglófonos y americanizados no son sino seudónimos de personajes muchos más conocidos pero que la censura y la persecución política de la dictadura les impedía firmar obras con su nombre.
            Tras el nombre de Eddie Thorny o Edward Goodman se esconde la personalidad de Eduardo de Guzmán Espinosa, uno de los más influyentes personajes de la España de la década de 1920 y de 1930. Afiliado a la CNT, simpatizante del movimiento libertario y perteneciente a una corriente a caballo entre el republicanismo más radical y el anarquismo, Eduardo de Guzmán fue uno de los redactores del periódico La Tierra, escribió en la páginas de La Libertad y durante la Guerra Civil fue el director de Castilla Libre, uno de los órganos de expresión de la CNT. Al acabar la Guerra, Eduardo de Guzmán fue apresado en el puerto de Alicante y trasladado a distintos centros de internamientos (campos de concentración y prisiones) hasta que un Consejo de Guerra lo condenó a muerte, pena que fue conmutada por la inferior de 30 años y que al final logró salir de la cárcel en una libertad vigilada. Guzmán, periodista y escritos profesional, no pudo firmar durante el franquismo ningún artículo ni ningún libro. Fue completamente expulsado del círculo de escritores y periodistas y se tuvo que ganar la vida escribiendo novelas policíacas y del oeste que firmaba con seudónimo (a los ya citados hay que unir otros como Richard Jackson, Anthony Lancaster o Charles G. Brown). Muchos de esos nombres no pasaban desapercibidos. Edward Goodman es muy claro, pero Eddy Thorny se podía traducir por Eduardo Negro, ya que Thorny es la trascripción de negro en lengua rusa (черный). Aunque Eduardo de Guzmán volvió a ejercer su profesión y escribir libros de enorme calado (como ejemplo La muerte de la esperanza, El año de la victoria, Nosotros, los asesinos, Historias de la prensa o la Segunda República fue así) este periodo lo recordaba el protagonista como de enormes agobios económicos pues no ganaban mucho dinero con esta literatura barata y, además, no ejercía el talento que siempre caracterizó la pluma de Eduardo de Guzmán.
            El otro título, Loz, el partisano, tengo que reconocer que lo adquirí por el título, por la
ubicación de la obra (Yugoslavia durante la Segunda Guerra Mundial) y porque me parecía curioso que durante la dictadura se escribiese algo relacionado con la lucha del antifascismo yugoslavo contra los nazis, aunque fuese en una novela. El libro está impreso en Argentina, pero la Editorial Toray que lo publicaba tenía distribución tanto en Buenos Aires como en Barcelona. Tiempo después averigüé que tras el nombre de Harry Cowerland se escondía la personalidad de Enrique Sánchez Pascual, escritor que durante la Guerra Civil había estado en la zona republicana y comprometido con ella. Al finalizar la guerra se exilió a Francia, pero decidió regresar, cumpliendo penas de prisión. Al igual que Eduardo de Guzmán, Enrique Sánchez no podía firmar con su nombre las novelas de aventuras que realizaba y tuvo infinidad de seudónimos (Isaías Bronstein, Alex Simmons, Oskar Soren, etc.). Llegó a fundar una editorial en 1955 con el nombre de Mando y dirigió la agencia de cómics Comundi. Su hijo, Enrique Sánchez Abulí, siguió la estela de su padre.
            Habría que citar en este sentido a un último personaje, muy famoso en las novelas del periodo dictatorial como fue Marcial Lafuente Estefanía. Marcial Lafuente, hijo de periodista y escritor, también estuvo comprometido con la causa republicana, alcanzado incluso grados de oficial en el Ejército Popular de la República. Al acabar el conflicto, Marcial Lafuente decidió no exiliarse y esto le costó penas de prisión en numerosas ocasiones. Sin embargo, fue en ese tiempo cuando cogió afición por la lectura, y pasado unos años comenzó a escribir novelas del oeste y de amor que se iban a popularizar en la España del momento. Aunque utilizó seudónimos (Tony Spring, Cecilia de Iradulce, Dan Luce, etc.), Marcial Lafuente si firmó obras con su nombre, gracias al contrato firmado con la editorial Bruguera (editorial con una historia muy interesante) que le convirtió en el más prolífico escritor de novelas del oeste. Tal fue su fama que Marcial Lafuente Estefanía se convirtió prácticamente en una marca, pues los propios hijos del escritor se dedicaron a ello y firmaban con el nombre de su padre.
            Lo que tiene en común todos estos personajes fue su pasado republicano y de izquierdas y la represión que sufrieron durante la dictadura que les impidió en muchos casos poder firmar con su propio nombre. Ahora que es tiempo de ferias de libro viejo y de ocasión busquen algunas de estas novelas, que son de bajo precio, pero piensen que detrás de ella existe una historia de represión de un régimen que cortó las alas y expulsó de la vida social (en muchos sentidos) a una generación de intelectuales y escritores que fue la flor y nata del país. Algunos siguieron escribiendo aunque fuese en una literatura barata y de consumo.