jueves, 25 de junio de 2020

NOVEDAD EDITORIAL: "Crónicas del Frente de Madrid" de Mauro Bajatierra Morán


Como ya hemos venido anunciando por redes sociales, ya ha salido de imprenta la reedición de las Crónicas del frente de Madrid, de Mauro Bajatierra. Nuestra edición viene acompañada de un prólogo del historiador Julián Vadillo, gran conocedor de la vida y obra del anarquista madrileño.
A partir de ahora ya se puede adquirir y en pocos días irá llegando a nuestros puntos de venta, que podéis consultar aquí: https://piedrapapellibros.com/puntos-de-venta/ Si queréis que el libro os llegue a casa os recordamos que podéis solicitárnoslo a través de nuestro correo electrónico (piedrapapellibros@gmail.com). Los pagos se pueden realizar vía PayPal o transferencia en cuenta y no hay gastos de envío.
Abajo os dejamos las características técnicas del libro.
¡Avanti PPL!






Título: Crónicas del frente de Madrid.
Autor: Mauro Bajatierra
ISBN: 978-84-121882-1-9
Serie Transhistorias, nº 10
Cubierta: Rústica mate.
Alzado: Fresado.
Medidas: 195 mm x 125 mm
Páginas: 250
Precio: 12€
2020

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Cuando en el año 1937, ediciones Tierra y Libertad decidió publicar una muestra de las crónicas de Mauro Bajatierra en un volumen prologado por Federica Montseny, el autor de las mismas era ya un consagrado escritor de la prensa libertaria y un militante muy conocido en los círculos obreros y anarquistas.
El libro tiene un total de 58 crónicas, divididas en dos bloques. Uno dedicado a la defensa de Madrid, que abarca los meses de noviembre de 1936 y marzo de 1937, y un segundo bloque centrado en la batalla de Guadalajara, librada en ese último año.
Hay coincidencia en que las crónicas de Bajatierra son las más cercanas, las más humanas y, quizá, las mejores del momento.
Julián Vadillo

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Mauro Bajatierra Morán (1884-1939) fue panadero, escritor, periodista y uno de los militantes más destacados del movimiento obrero madrileño del primer tercio del siglo XX. Su biografía, ajetreada y plena hasta su muerte en marzo de 1939, se desgrana en el prólogo a la presente edición del historiador Julián Vadillo, uno de los mejores conocedores de su vida y obra.

martes, 23 de junio de 2020

PROCESO Y REPRESIÓN DE LA COMUNA DE PARÍS

Artículo publicado en El Obrero


La Comuna de París de 1871 forma parte de los acontecimientos nodales de la historia del movimiento obrero y revolucionario. Reivindicado por todas las escuelas del socialismo se consideró, hasta la Revolución rusa de 1917 o las conquistas revolucionarias de la España de 1936-1939, como el ejemplo de toma del poder directo por la clase obrera. Incluso en esos acontecimientos posteriores, la Comuna de París era una guía o ejemplo.
                Como todo suceso trascendental, la Comuna de París generó toda una literatura a favor y en contra del proceso, ya que, aunque tuvo fuertes defensores también tuvo grandes detractores. Entre la mitificación y el odio, aunque con más altas dosis este último, se consiguió deformar un proceso que fue rico en medidas y que marco un pulso y termómetro a la capacidad del obrerismo para su organización. El laboratorio socialista que se convirtió Francia en el siglo XIX alcanzó unos de sus clímax entre marzo y mayo de 1871. Porque la Comuna de París, a pesar de toda su importancia y trascendencia, fue un proceso que duró muy poco tiempo. De ahí que la propaganda negativa a la que se vio sometida una vez que fue reprimida contribuyó mucho a su deformación.

Un proceso revolucionario distinto

                En el contexto de la Guerra franco-prusiana y en medio de la derrota de Napoleón III en Sedán ante las tropas de Bismarck, Francia sufrió un duro golpe y revés a sus aspiraciones que terminaron por liquidar el Segundo Imperio. Un Napoleón III muy debilitado también en el interior por una creciente oposición republicana y socialista, que mostraron su fuerza en la manifestación que se organizó por el asesinato del periodista Víctor Noir el 11 de enero de 1870.
                A ese espacio corto de tiempo hay que unir el tiempo largo, donde Francia había sido protagonista de distintas oleadas revolucionarias desde 1789 que habían seguido a momento de regresión. Una era de las revoluciones que iba a tener un acto más cuando en marzo de 1871 el pueblo de París reaccionó ante medidas adoptadas por el gobierno de prohibición de periódicos como Le Père Duchêne o Le cri de peuple.
                Las movilizaciones de la población llevaron a la toma de los cañones en la colina de Montmartre, donde fueron ejecutados los generales Claude Martin Lecomte y Jean Leon Clément-Thomas, en una de las pocas expresiones de violencia que tuvo el proceso parisino, y a pesar de los intentos de Georges Clemenceau por evitar la ejecución en la Rue de Rosiers.
                El poder del pueblo parisino se expresó con la exigencia de autogobierno de París, la supresión de consejos de guerra, la libertad de los presos políticos, libertad de prensa y elecciones municipales con sufragio universal. Era el 18 de marzo de 1871.
                Ocho días después se celebraron dichas elecciones y las fuerzas defensoras de convertir a París en una Comuna triunfaron de forma clara. A pesar de que líderes como Auguste Blanqui o Gustave Flourans estaban en prisión y en manos de las fuerzas oficiales refugiadas en Versalles, París se convirtió en un laboratorio experimental revolucionario. Allí coincidieron en introducir reformas y medidas revolucionarias seguidores jacobinos, blanquistas, proudhonianos, bakuninistas o marxistas. A pesar de las diferencias existentes entre ellos sobre la aplicación de algunas medidas o no (los blanquistas eran partidarios de desarrollar un Comité de Salud Pública que luchase contra los enemigos de la Comuna mientras los proudhonianos no veían esa opción viable), lo destacable de la Comuna fueron sus medidas.

Algunas medidas de la Comuna

                Las medidas adoptadas por la Comuna de París, a pesar de las diferencias si el modelo tenía que ser una república centralizada (jacobinos y blanquistas) o un modelo federal descentralizado (internacionalistas), tuvo puntos de importancia que fueron, con posterioridad, base de petición del movimiento obrero.
                Por el modelo de Comuna, las posiciones de los seguidores de Proudhon y de la Internacional tuvo más apego entre las masas parisinas que los blanquistas. Con una exhaustiva división del poder y una descentralización que alcanzaba a los propios barrios parisinos, medidas como moratoria de pagos del alquiler, requisa de viviendas y acceso a la misma para los trabajadores, no tardaron en llegar.
                Igualmente, se legisló en materia laboral, reduciendo la jornada laboral de los obreros y tomando medidas en profesiones que estaban bajo sistemas de explotación lesivos como los panaderos. Los communards crearon comedores colectivos (sucesores de las antiguas marmitas), el funcionariado pasaría a ser elegido por sufragio universal y su salario equiparado al de los obreros manuales. Se aprobó una legislación educativa laica (se rompió el concordato firmado por Napoleón en 1802), con separación efectiva de Iglesia y Estado y se reconoció el matrimonio civil y las uniones libres. La igualdad hombre-mujer se hizo ley y quedó también abolida la pena de muerte, con la destrucción de guillotinas en las plazas parisinas. La bandera de la Comuna de París fue la roja y se retomó el calendario revolucionario de 1793.
                Hubo toda una explosión organizativa bajo una total libertad de expresión. París vivió una eclosión de lucha, donde había periódicos y clubs defensores y detractores de la Comuna de París. Un modelo de democracia obrera reivindicado por el socialismo con el paso de los años.
La represión
                Pero la Comuna tenía unos poderosos enemigos. Por una parte, a los prusianos, que cercaban París, y por otra a los versalleses que anhelaban recuperar el control de la situación. Los communards no quisieron perseguir a los versalleses hasta su refugio y esto permitió en los meses siguientes la reorganización militar de estos, que afrontaron un ataque a París en mayo de 1871. Fueron los momentos de más violencia, conocido este periodo como la Semana Sangrienta que duró entre 21 y el 28 de mayo. En ese tiempo, las tropas de Versalles fueron tomando los puntos estratégicos de la ciudad y restando fuerzas a unos communards que solo podían resistir el envite.
                Mas de 30000 communards fueron ejecutados bajo las órdenes de Adolphe Thiers, Alexandre Auguste de Gallifet y Patrice MacMahon. Fue en ese momento cuando apareció la violencia anticlerical en la Comuna, con la ejecución de algunos prelados que habían mostrado su apoyo al gobierno versallés. Solo en esa semana, las libertades que habían visto la Comuna de París se vieron cercenadas.
                La reacción de las fuerzas de Versalles hay que entenderla en un contexto complicado en la propia Europa. El catolicismo, eje vertebrador de algunas de esas fuerzas, perdió peso en el continente, merced a la unificación italiana, que había reducido los territorios pontificios a su mínima expresión, y la unificación alemana que significaba un espaldarazo al protestantismo. SI en Francia se hacía extensivo un movimiento como el de la Comuna de París a otros territorios, uno de los centros de fuerza del catolicismo se vería seriamente erosionado. Por eso la represión contra la Comuna fue implacable, no solo por los fusilamientos sino por la cantidad de deportaciones que se dieron en los procesos judiciales posteriores.
       Además, había que aniquilar la experiencia a nivel psicológico. Los elementos más reaccionarios de la sociedad presentaron la Comuna de París como una maldición o acontecimiento demoniaco, defensora de los peores métodos. Algo que se extendió mucho en el tiempo y que, incluso, rebasó las fronteras francesas para acometer actuaciones contra el conjunto del movimiento obrero (España fue un ejemplo de ello). En marzo de 1872 se prohibió en Francia cualquier militancia a grupos revolucionarios y todo lo que tuviera que ver con la Comuna de París quedó proscrito durante lustros. Habría que esperar algunos años para que volviese a desarrollarse en Francia un movimiento socialista activo, que ya tendrá sus mejores expresiones a partir de la segunda mitad de la década de 1880.
                Sin embargo, hubo cosas que quedaron indelebles en la mentalidad y el imaginario colectivo del obrerismo alrededor de la Comuna de París. De aquellas jornadas data un poema escrito por Eugène Poittier titulado La Internacional que cuando en 1888 Pierre Degetyer le dio música se convirtió en el himno por excelencia del movimiento obrero. El cancionero de la Comuna no se agotó ahí. Himnos como La Commune n’est pas morte o Les temps des cerises sirven para recordar el acontecimiento. En el caso del segundo, cuando hablar de la Comuna estaba proscrito, servía para recordarla, ya que la canción, que databa de años antes de la Comuna (1866), habla del momento de la recogida de las cerezas, que siendo en el mes de marzo, se asimilaba a la propia Comuna.
                Durante muchos años, el 18 de marzo era una fecha señalada en el calendario del movimiento obrero, junto al 1 de mayo y el 9 de noviembre (ejecución de los anarquistas de Chicago).

domingo, 14 de junio de 2020

Un Primero del Mayo del exilio libertario


Artículo publicado en El Obrero

Entre los muchos lugares donde la diáspora española en el largo exilio provocado por la dictadura franquista destaca África del Norte, el núcleo que unía el Marruecos francés, Argelia y Túnez. Fue uno de los lugares donde acabó gran número de militantes libertarios llegados desde 1939 de los puertos levantinos o deportados por la Francia de Vichy a los campos de concentración de la zona.
                Con la expulsión de las fuerzas fascistas y colaboracionistas del territorio, los españoles establecieron sus organismos en el exilio, entre ellos el poderoso Movimiento Libertario Español, unificando todas las ramas sus ramas sindicales y políticas en una sola entidad.
                Lo que parecía que iba a ser un exilio corto, que iba a acabar acompasado con la derrota de las fuerzas del Eje en la Segunda Guerra Mundial, acabó siendo un largo exilio que hizo que durante décadas una parte de España habitara lejos de su origen.
                Este manifiesto, el primero que se emite con motivo de la celebración del Primero de Mayo una vez que los nazis están siendo expulsados de territorio francés, denota varios aspectos. La necesidad de la lucha contra el fascismo, partiendo del ejemplo legado por el movimiento obrero y anarquista, pero también el deseo de combatir la dictadura franquista y el deseo de volver a España en un régimen de libertades.
                Un documento apenas conocido de un exilio, el de África del Norte, y concretamente en Argelia, menos trabajado y conocido que otros focos de exilio para los españoles en general y los anarquistas en particular. Ni en circunstancias extremas el obrerismo olvidó sus espacios de sociabilidad y sus fechas en el calendario para actualizar y revitalizar el periplo de lucha que nunca dejaron en los largos años de la dictadura franquista.
Julián Vadillo Muñoz

1886                                                                                                                                                        1944
1º de MAYO
¡Trabajadores!
                El Movimiento Libertario Español emigrado en África del Norte utiliza, una vez más, el aniversario del 1º de Mayo de 1886, para fijar la verdadera significación de esta fecha, por tantos desvirtuada; hasta la más negra reacción: Mussolini, Hitler, etc., quiso apropiarse su usufructo intentado prostituirla.
                Aquel 1º de Mayo de 1886, en el que se dieron cita los trabajadores americanos para iniciar la huelga general por la conquista de la jornada de 8 horas, contiene tantas enseñanzas que no podemos permitir desaparezca su recuerdo enterrado por el olvido, la indiferencia y la mistificación.
                “Lección del 1º de Mayo”, ha rotularse aquella página escrita por el Movimiento Obrero. En ella ha dejado grabado, con signos indelebles, lo que vale la unión y la decisión de los trabajadores puestas al servicio de sus ansias emancipadoras: enseñanza práctica que prueba la eficacia de la acción directa, en la favorable solución de los problemas sociales.
                La unidad en la acción del proletariado americano, en aquel 1º de Mayo de 1886, - unidad tan necesaria para la destrucción del régimen de opresión y explotación, como para la creación del orden y del bienestar, - es de valor eterno. Por eso recordamos la fecha gloriosa, deseosos de que brille perenne ante los trabajadores ansiosos de manumisión.
                El gesto conscientemente rebelde de 1886 es la protesta violenta contra la explotación inicua y la opresión tiránica. Gesto digno de imitar actualmente frente a los regímenes totalitarios que, destacadamente, encarnan en grado superlativo, aquella explotación y tiranía.
                El Movimiento Obrero mundial ha de afrontar en este 1º de Mayo de 1944, las consecuencias de la más extensa conflagración bélica que el Universo haya conocido. Colocado frente al nazi-fascismo, ha de combatirle con todos los medios a su alcance. Esta lucha titánica que sostenemos contra las potencias del Eje, enemigo nº1 de la Humanidad, no tiene la misma significación que la emprendida por nuestros antecesores de 1886, pero la llevamos a cabo con el mismo coraje, para impedir el espantoso retroceso que nos impondrían las doctrinas totalitarias si, como no es posible, llegaran a triunfar.
                Triste retablo el que, como muestra y anticipo de ese retroceso general, nos presenta la España mártir asolada por el franquismo, hijo y servidor del Eje. Por eso, en esta fecha de tan alta significación revolucionaria, destacamos como nuestra tarea apremiante, urgentísima, la de salvar a España de las garras negras de la reacción. Consentiremos los mayores sacrificios, realizaremos los más grandes esfuerzos para corresponder al heroísmo inmenso de nuestros hermanos que, en la Península, luchan denodadamente por la causa de la Libertad.
                Al ejemplo de aquellos Mártires de Chicago viene a unirse el sublime de nuestros contemporáneos: libertarios españoles que, en la prisión o en los campos de concentración de la Península, en las ciudades o en las Sierras de España, en los campos de batalla de Europa y Asia o en la Resistencia de los países ocupados por Hitler, mantienen alta la bandera de la Libertad, dando generosos, por su Causa, cuanto son y cuánto valen.
                Con este simple recordatorio fiamos el sentido real de una fecha que debe servirnos de poderoso estimulante. Basta lo escrito como expresión de la consecuencia revolucionaria de la Lección del 1º de Mayo hizo germinar en los corazones, grabado indeleble en nuestras mentes la enseñanza que encierra.
                Aquel Mayo memorable, pone de manifiesto la inconmensurable influencia del sacrificio generosamente consentido por el Ideal redentor. Su alcance es ilimitado, así como las consecuencias que de él se despenden. La ofrenda que de sus vidas y libertad hicieron Parsons, Spies, Engel, Fischer, Lingg, Schwab, Fielden, Neebe perdura en la memoria de los trabajadores; su recuerdo trasmitido, trasmitido de generación en generación, como antorcha inextinguible, va alentando la lucha por un Mundo mejor en el que sean una realidad la Libertad, la Fraternidad y la Igualdad.
ARGEL, 1º de Mayo de 1944
Por el Movimiento Libertario España emigrado
en África del Norte
El Secretariado General

martes, 2 de junio de 2020

NOVEDAD EDITORIAL. Historia del anarquismo en Rusia


“Historia del anarquismo en Rusia” es el decimocuarto título de la colección Lmentales (el tercero de la Serie Internacionalistas). Este trabajo de Julián Vadillo Muñoz quiere convertirse en una rigurosa introducción al apasionante anarquismo ruso. Las figuras del anarquismo ruso, el surgimiento de nuevas organizaciones libertarias y el cambio de estrategias, sus relaciones con otros movimientos de carácter revOlucionario, sus debates, se suceden en este texto pensado tanto para los lectores o lectoras que quieran aproximarse por primera vez a la historia del anarquismo, como para quienes ya tienen amplios conocimientos en la materia:

Muchos pueblos se han considerado excepcionales. Algunos, incluso, se han visto a sí mismos como los elegidos, pero hay que reconocer que no hay nada menos único que considerarse único. A pesar de esto, parece cierto que pocos territorios han sido testigos de una historia tan apasionante como Rusia: una historia de hambre y revuelta; una historia de ansias de libertad y, al mismo tiempo, de totalitarismo; una historia, en la que, como diría un célebre escritor, caben todas las historias.

Esa es la tierra de los zares, la que vio nacer a algunos de los grandes inspiradores de la Revolución y a una parte de las figuras más relevantes de las artes occidentales, siempre entre el lujo imperial de la aristocracia y el hambre de un campesinado casi esclavo. Rusia fue la gran esperanza de quienes soñaban con un mundo nuevo, pero se acabó convirtiendo en una decepción traumática para esas mismas personas. Su papel ha sido fundamental en la historia del mundo contemporáneo, del mismo modo que el anarquismo ha jugado un papel central en la historia de Rusia. Esa relación es el objeto central de este texto, que se adentra en el alma del siempre desconcertante pueblo ruso.

INDICE DEL LIBRO

PRESENTACIÓN
CAPÍTULO 1. La forja y el origen del anarquismo ruso
CAPÍTULO 2. En los albores de la transformación. La Revolución de 1905 y el nacimiento del soviet
CAPÍTULO 3. La revolución en camino. Represión y exilio (1906-1917)
CAPÍTULO 4. El anarquismo ante su oportunidad. La revolución de 1917
CAPÍTULO 5. La insurrección de Néstor Majnó
CAPITULO 6. El último reducto de la isla de Kotlin. La rebelión de Kronstadt
CAPÍTULO 7. La derrota y el exilio
BIBLIOGRAFÍA