viernes, 23 de agosto de 2019

Refugiados. Una historia del exilio de 1939

Reseña publicada en Germinal. Revista de Estudios Libertarios del libro: Pimentel, Josep, Refugiados. Una historia del exilio de 1939, Calumnia edicions, Palma de Mallorca, 2019

Que el final de la Guerra Civil en el año 1939 provocó la salida al exilio de un número ingente de personas por sus ideas políticas y huyendo de una represión inquisitorial es un hecho conocido por muchos, aunque determinada historiografía quiera negarlo o minusvalorarlo. La historia de las grandes organizaciones o biografías de personajes de primera línea han rescatado el éxodo español, que todavía nos sorprende con nuevos estudios y aportaciones al respecto.
            Sin embargo, de lo que adolecemos son de libros que nos hablen de las vivencias y del día a día de gente anónima. Las vivencias de militantes que tuvieron que pasar por la peregrinación de un exilio que para muchos de ellos fue definitivo y no pudieron volver a su tierra. La represión franquista tuvo muchas aristas y esta fue una de las más crueles.
            El historiador Josep Pimentel, en un libro sencillo, bien escrito y directo nos rescata algunas de esas historias. Un muestreo y un elenco que no deja de ser un granito de arena en el desierto por las miles y miles de voces que aun quedan por rescatar. Una obra que obtiene una nota alta por el mundo difícil y complejo que intenta abarcar. Además, es un libro pertinente, pues nos encontramos en la conmemoración del 80 aniversario del exilio español, donde están apareciendo multitud de obras de interés que nos acercan a lo que supuso el final de la Guerra Civil y el inicio de una larga dictadura, las consecuencias de una derrota que marco la historia reciente de nuestro país.
            Quizá una de las cuestiones que habría que aclarar es que la obra de Pimentel no es un libro del exilio al uso. Si lo que el lector busca en la historia de las organizaciones, de los personajes carismáticos, de los grandes debates del exilio, no lo van a encontrar aquí. Tampoco es un libro de un solo grupo político, pues todas las familias políticas derrotadas en la Guerra Civil tienen cabida en la obra, si bien el autor lanza más guiños a los libertarios de los que han encontrado muchas más referencias por los fondos con los que ha trabajado.
            El libro de Josep Pimentel es un libro de dimensión humana del primer exilio de los españoles. Además, el autor centra su atención sobre un área concreta de ese exilio, como fue Francia, el sur francés más concretamente, pues la obra no tiene testimonios ni historias del exilio en el norte de África, Inglaterra, América Latina o la Unión Soviética. El sur de Francia fue donde se produjo el exilio más numeroso y donde la historia fue más terrible, en parte, para los españoles.
            Igualmente, el libro de Pimentel es un mosaico y cada una de las historias que cuenta sería una tesela de ese mosaico. En realidad nos encontramos ante pequeñas historias de personajes anónimos, algunos con hilo conductor a través de los diferentes capítulos. Muchas de esas historias solo son un párrafo, una referencia que nos ha permitido que no caiga en el olvido. Otras son más largas y duraderas en el tiempo. Y como se ha afirmado son gente y militantes apenas conocidos o desconocidos para el gran público. Los más avezados en las lecturas de ese exilio si reconocerán a algunos de los personajes, que como Ana Delso o José Fortea, militantes de la CNT, aparecen en sus páginas.
            Josep Pimentel, en esta elección de personajes, solo hace una excepción, pues en la obra aparece el conocido poeta Antonio Machado. La razón de ello es simple, pues para Pimentel de entre todos aquellos personajes más conocidos, solo Machado renunció a determinados privilegios que podía haber disfrutado y falleció poco después, el 22 de febrero de 1939, en los inicios del exilio. También aparece citada, aunque de pasada, una mujer excepcional como fue Soledad Gustavo (Teresa Mañé) que falleció con el profundo dolor de una derrota que la condenó, posteriormente, a un ostracismo histórico.
            La estructura del libro de Pimentel es muy sencilla. Comienza por el final de la Guerra Civil continuando con el exilio y la represión. En todo momento la impronta que nos deja es que el exilio no fue fácil para miles de españoles, pues la salida del país tuvo numerosos inconvenientes y dificultades. No todos lo consiguieron. El libro nos muestra a la perfección distintos escenarios donde fueron protagonistas los exiliados. Escenarios de la derrota y de la humillación, del hambre y de la muerte. Retratos de una frontera que, como dice el profesor Fernando Hernández Sánchez en su último libro, fue salvaje. Los escenarios de los campos de concentración de sur de Francia (Argelers, Saint Cyprien, Barcarès, Vernet, Bram, etc. Hubo muchos más) donde los españoles encontraron el maltrato y la humillación donde esperaban compresión y apoyo en su causa. Aquí cabría introducir un elemento central en el campo de la historia y es la actitud que la República francesa tuvo con los españoles. El abandono que sufrió la República española durante la guerra por su homologa francesa y el desdén y maltrato a los españoles una vez que finalizó. Luego llegó Vichy y Pétain, abiertos colaboradores con los nazis y con Franco. Y aunque Francia ha trabajado de forma muy distinta sus políticas de la memoria, debido a que fue una de las ganadores de la Segunda Guerra Mundial, el trato a los españoles no deja de ser una de las vergüenzas de su pasado traumático. Y es que a pesar de la importancia del antifascismo francés, fundamental para entender la derrota nazi, los españoles tuvieron un papel protagonista en la resistencia y el combate contra el nazismo en el territorio vecino y sus colonias. Igualmente, el libro de Pimentel no deja la oportunidad de recordar que en el castillo fortaleza de Colliure, las torturas y crímenes de los franceses contra los españoles fue usual. Unos criminales que no fueron juzgados tras el conflicto mundial.
            El modo de elaborar el libro por parte de su autor ha sido el de los testimonios orales recuperados por su propio trabajo o a través de los archivos del Centro de Estudios Libertarios Federica Montseny de Badalona. Junto a ello, este trabajo lo apoya con sólida bibliografía de historiadores que han trabajado el exilio español. Fuentes secundarias imprescindibles de la historiadora Alicia Alted o de Miquel Izard, entre otros. Y aunque el libro puede dar una sensación de caos al leerlo en realidad es algo hecho a conciencia. Porque la salida de los españoles del país, el exilio de miles y miles de personas no dejó de ser una desbandada caótica que huía de la represión y de la miseria. Esa caravana nazarena que nos mostró Ángel Samblancat, que no era sino la trasmisión del dolor de un pueblo derrotado. Pimentel ha rescatado 78 testimonios de más de 500000 de exiliados. Un granito de arena que sirve para construir.
            Por último quedaría apuntar lo acertado del título. “Refugiados”, una palabra que hoy circula mucho por la prensa mundial. Los conflictos actuales también generan esos refugiados que son rechazados por las políticas racistas y xenófobas de muchos países ante la pasividad de unas instituciones internacionales que no imponen una política de solidaridad. Justamente, eso mismo, pasó en España hace ochenta años. Pimentel nos pone encima de la mesa una cuestión fundamental: la memoria es muy corta y no aprendemos de la Historia.

viernes, 16 de agosto de 2019

Los campos de concentración de la España franquista al descubierto


Carlos Hernández de Miguel, Los campos de concentración de Franco. Sometimiento, torturas y muerte tras las alambradas, Ediciones B, 2019

            Tengo que reconocer que tenía muchas ganas de leer el libro de Carlos Hernández y más teniendo en cuenta el buen sabor de boca que me dejó Los últimos españoles de Mauthaussen. Lo que más me atraía de la obra es la capacidad de investigación de su autor, que no deja puntada sin hilo y sabe hilvanar a la perfección una investigación de este calibre. Los campos de concentración de Franco no defrauda en este sentido.
            El libro que hoy nos ocupa tiene bastantes virtudes que merecen ser rescatadas y que, en mi modesta opinión, la convierten desde ya en una obra de referencia para el estudio de la represión del franquismo.
            El tema de los campos de concentración durante el franquismo ha sido trabajado en otras obras, pero no con el suficiente interés o en un estudio monográfico que pedía desde hace tiempo. No es un tema sencillo, porque hay que saber discriminar muy bien que es y que no es un campo de concentración, cuestión que el autor pasa con nota al diferenciar las distintas tipologías concentracionarias en la dictadura franquista (campo de concentración, batallones de trabajadores, etc.). Por otra parte, estamos bajo la espada de Damocles de todo lo que aconteció con los campos de concentración nazi o, inclusive, por el gulag soviético, lo que hace que la represión franquista se la considere menor o menos dura. Algo completamente falso a tenor de los resultados obtenidos en diversos estudios, incluido el que hoy nos atañe. Y este último punto es algo que el propio Carlos Hernández también aborda. La barbarie nazi no puede ocultar o disminuir lo que provocó la barbarie franquista pues muy por el contrario numerosos asesores nazis y fascistas dieron las teclas suficientes al régimen de Franco para instituir toda una red de campos de concentración que asoló el territorio español. Ahí esta el caso de Paul Winzer, entre otros muchos.
            En un ejercicio de profesionalidad y de deontología, el autor aborda también temas que pueden parecer espinosos, como la existencia durante la República de campos de concentración. Denominación que aclara el propio autor y donde, sin negar su existencia y dureza, marca las diferencias de peso entre lo que fueron las prácticas de un sistema de carácter democrático a las prácticas crueles y sanguinarias de un régimen dictatorial.
            El libro de Carlos Hernández esta lleno de listas de personas, de testimonios personales, de fuentes secundarias y de fuentes primarias. El autor ha recorrido multitud de archivos municipales, provinciales, regionales y nacionales para desgranar todos los campos de concentración que existieron en España. Y lo importante del mismo es que se deja la investigación abierta pues hay dudas respecto a algunos de ellos (no contabilizados por el autor) por falta de referencias o fuentes y que necesitarían de un estudio más exhaustivo.
            Y es que la España que se inauguró con el golpe de Estado de julio de 1936 y que se confirmó con la victoria militar de Franco en abril de 1939 se llenó de campos de concentración para todos los gustos. Los hubo de corta vida, los hubo de larga duración (como el de Miranda de Ebro), lo hubo exclusivos de brigadistas internacionales que vinieron a España (como el de San Pedro de Cardeña), etc. Lo interesante de todo este proceso es que lo que en un principio fueron medidas transitorias al final se convirtió en una política del régimen franquista, con la creación de instituciones que reglamentaban y estructuraban los campos de concentración.
            Pero no solo fue una institucionalización sino que la vida en esos campos fue penosa y muchos de sus integrantes perdieron la vida por malos tratos, fusilamientos, jornadas laborales extenuantes o el hambre y las enfermedades que los asolaron. Lugares donde se institucionalizaba también la muerte “legal”, la masificación, etc.
            Lo que hace el autor es un recorrido por muchos de ellos, con evolución cronológica, con inclusión de historias personales y documentos de primera mano donde las propias autoridades reconocían la situación. El peso de la victoria franquista fue un revulsivo para unos vencedores que se emborracharon de victoria y provocaron una represión inquisitorial contra sus enemigos seculares. Sin embargo, en ese ambiente atroz, de represión y de miseria humana también surgía lo mejor del ser humano y los lazos de solidaridad entre los presos, donde la ayuda mutua se convertía en el último baluarte de supervivencia.
            No se olvida tampoco de una opinión de los gobierno a nivel internacional que a pesar del conocimiento de estas prácticas callaron o hicieron poco en favor de los presos que esos lugares penaban.
            Por la proximidad que tengo, el autor cita el campo de concentración de Alcalá de Henares, donde miles de presos se hacinaron al final de la Guerra Civil. Me permito aquí hacerle al autor algunas sugerencias para ampliar el conocimiento de dicho campo. En realidad, el campo de concentración de Alcalá de Henares surgió al calor de las jornadas del golpe de Casado en Madrid, y allí ubicaron a muchos militantes comunistas que se habían opuesto al movimiento casadista. Como campo casadista poco duró, porque pocas semanas después la guerra finalizaba con la victoria militar franquista y a esos presos comunistas se le fueron uniendo los de otras ideologías. De hecho, no hace muchos años, apareció una fosa en las proximidades donde era difícil dilucidar si aquellos cadáveres que aparecieron fueron de represión casadista o de represión franquista de primera hora. Lo cierto fue que el Campo de Concentración de Caño Gordo fue reutilizado por el franquismo y se conoció en su interior los peores de los horrores de la dictadura. Sobre su origen algo hablé en mi tesis doctoral El movimiento obrero en Alcalá de Henares y en algunos otros trabajos en los que analizo la primera represión franquista en la ciudad.
            Sin duda alguna estamos ante uno de los libros que viene a marcar un antes y un después en la investigación sobre el franquismo y lo concerniente a su maquinaria represiva. El libro nos descubre lugares completamente desconocidos para muchos historiadores, investigadores o curiosos sobre el tema y por lo tanto cumple la principal misión de una obra: aprendemos mucho con ella. Un libro que ya no puede faltar en la bibliografía básica del franquismo y de la represión. Y, además, abre las puertas a continuar con este estudio.
            Quien tenga la oportunidad que lea Los campos de concentración de Franco del periodista Carlos Hernández de Miguel. Lectura obligatoria y, en mi caso, ya está consignada en la bibliografía de los cursos que imparto.