jueves, 22 de marzo de 2018

MUJER Y POLÍTICA EN LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA. UN LIBRO DE FELICIANO PÁEZ-CAMINO ARIAS


“En el claroscuro de la Segunda República española (1931-1936/39) hay, al menos, dos elementos que arrojan mucha más luz que oscuridad. Uno es el esfuerzo por adecentar y expandir la educación, abordándola como un servicio público y sustrayéndola a la influencia clerical. El otro es la mejora sustancial de la situación legal de las mujeres y el incremento de su presencia en los asuntos públicos. En ambos aspectos el avance republicano llama la atención, no solo en relación con la situación precedente, sino sobre todo con respecto al brutal retroceso que le siguió”.

            Con este párrafo, que es toda una declaración de intenciones, comienza el libro de Feliciano Páez-Camino Arias Mujer y política en la Segunda República española. Perfil y actividad de las diputadas. En realidad nos encontramos ante un texto que el profesor Páez-Camino realizó como conferencia en la Universidad de Málaga y que la editorial de la misma se avino a publicar. Un texto que invita a leerse y a la reflexión de la pluma de uno de los mejores conocedores del periodo republicano español, sobre todo de las relaciones internacionales del mismo.
            Nos encontramos ante un texto breve pero de enorme valor historiográfico. Porque puede parecer un poco manido el hecho de volver una y otra vez sobre las cuestiones del voto femenino en la República, pero el profesor Páez-Camino ha logrado traspasar lo estrictamente del debate y acercarnos a la personalidad de todas y cada una de las diputadas que se sentaron en los escaños del Congreso en el periodo que media entre 1931 y 1936.
            La estructura del libro es muy simple. Se ha dividido la historia en los bienios republicanos y se ha analizado las candidaturas electorales de la izquierda y la derecha, haciendo un repaso biográfico a las diputadas que alcanzaron el escaño. Pero no solo es eso. Se ha mostrado toda esa actividad con el telón de fondo del contexto histórico y no se ha olvidado Páez-Camino de otras mujeres que aun siendo candidatas al Congreso no conquistaron el acta.
            No nos encontramos pues ante un texto que vuelve a repetir los argumentos del debate del debate en las Cortes entre Clara Campoamor (defensora del sufragio femenino) y Victoria Kent o Margarita Nelken (que eran partidarias de posponer ese debate). Si bien esa cuestión se aborda en uno de los epígrafes del texto, lo interesante y lo que aporta es la contribución que todas esas mujeres tuvieron para el avance político en la sociedad.
            Con mucho acierto, Feliciano Páez-Camino rompe algunos lugares comunes que existen alrededor de estas mujeres así como bastantes errores históricos que se han ido acumulando a lo largo de tiempo en obras que son referencia para el estudio de la Segunda República y del papel de la mujer. Igualmente el manido argumento de que el voto de la mujer favoreció a la derecha es perfectamente analizado en el libro, donde si bien pudo ser un debate en las elecciones de noviembre de 1933 (donde por primera vez la mujer tuvo acceso al voto) lo cierto es que apenas dos años y medio después ese mismo electorado dio el triunfo a la izquierda. Por ello el profesor Páez-Camino apunta algunos otros elementos que implican tanto al derrota como la posterior victoria electoral de la izquierda (sistema de coaliciones electorales, abstencionismo o participación libertaria, etc.).
            Fueron nueve las diputadas en las cortes republicanas: Victoria Kent Siano, Clara Campoamor Rodríguez, Margarita Nelken Mansberger, María Lejárraga García, Matilde de la Torre Gutiérrez, Veneranda García-Blanco Manzano, Francisca Bohigas Gavilanes, Julia Álvarez Resano y Dolores Ibarruri Gómez. De ellas solo una fue diputada en las tres legislaturas (Margarita Nelken por Badajoz) y solo fue una diputada de derecha (Francisca Bohigas Gavilanes). Sus perfiles políticos, sus aportaciones, sus discusiones y sus diferencias son perfectamente plasmados en el libro de forma simple y profunda. Quizá para nuestro interés hay dos de ellas que siendo más desconocidas puedan llamar más la atención. La primera la única diputada de derecha, Francisca Bohigas Gavilanes, que salió elegida por León en la candidatura de la CEDA. Una persona muy vinculada al catolicismo y la educación que continuó en España tras el golpe de Estado de julio de 1936 (al que mostró su apoyo) y en la dictadura franquista. La otra de las diputadas menos conocida es la figura de Veneranda García-Blanco Manzano, diputada por el PSOE en Oviedo en 1933.
            Feliciano Páez-Camino hace todas las divisiones posibles. Sus adscripciones ideológicas (republicanas, socialistas, comunistas, derechistas), las legislaturas (Margarita Nelken en todas, Victoria Kent en la primera y la tercera, el resto solo en una de las tres). Pero no solo se queda en las elegidas pues también aborda los resultados de algunas de las que no fueran elegidas, analizado la forma de voto y la situación que tenían en las listas electorales, donde se denota que la izquierda primó más la participación de la mujer que la derecha. Otros nombres jalonan el libro como el de Isabel Oyarzábal (Isabel de Palencia), Matilde Huici, Federica Montseny, Belén Sárraga, María Rosa Urraca Pastor, etc. Quien se pueda acercar a la obra podrá comprobar in situ la importancia de personajes como la navarra Julia Álvarez Resano, diputada por Madrid en 1936, o la interesante vida de María Lejárraga (o María Martínez Sierra) diputada por Granada en 1933.
            No se queda Feliciano Páez-Camino en la vida de las diputadas en 1939, sino que hace un interesante capítulo de lo que las deparó en el exilio o en su permanencia en el interior (para el caso de Bohigas). Una generación irrepetible que, al mismo tiempo, fue extremadamente longeva salvo en algún caso particular.
            El texto se cierra con una pequeña entrevista que hicieron al autor en la revista Lamaga News.
            El libro es muy recomendable, muy fácil de leer y muy bien escrito. La importancia del mismo y del olvido que se ha producido alrededor de las mujeres nos la da el propio autor ya casi finalizando el libro en el siguiente párrafo:
“Sabemos que algunos de los más categóricos promotores de la Guerra Civil usaron con profusión el término ‘la anti-España’ para referirse al amplio espectro de sus enemigos ideológicos. Vemos aquí que estas mujeres a las que vilipendiaban, no solo encarnaban, como sus compañeros varones, la anti-España sino que también eran la anti-mujer. El designio era excluirlas, no solo de la comunidad nacional, sino de la condición femenino.”
            Porque aunque breve, Feliciano Páez-Camino deja clara dos cosas aunque sea de forma implícita. La primera es lo que sostenemos muchos desde el campo de la educación y la investigación. Unir la República a la Guerra Civil es un craso error, pues determina que el fracaso de la experiencia republicana conlleva una guerra. En realidad la República hay que investigarla como una entidad independiente, como la primera experiencia democrática del siglo XX con sus aciertos y sus errores. Es la Guerra Civil la causa de una consecuencia terrible: el establecimiento de una dictadura de corte fascista y autoritaria que duró demasiado tiempo y se cobró infinidad de víctimas. Y a raíz de esto último hay que engarzar la segunda cuestión. El franquismo no solo fue una dictadura con una represión cruel en lo personal sino en lo psicológico y sociológico. Y estas mujeres que contribuyeron al avance social chocaron con un muro de hormigón llamado nacional-catolicismo que las condenó al ostracismo y las relegó en la historia. Por eso hoy es tan desconocida aun.
            Gracias a Feliciano Páez-Camino Arias y esta pequeña gran obra se esclarece un poco (o mucho) aquel periodo del que somos deudores y deudoras.

Pd: De la magnífica pluma de Feliciano también existe la novela En el sabor del tiempo que comentamos en esta bitácora hace años
http://fraternidaduniversal.blogspot.com.es/2013/02/en-el-sabor-del-tiempo-una-novela.html

viernes, 9 de marzo de 2018

NOVEDAD EDITORIAL. "Activistas, militantes y propagandistas. Biografías en los márgenes de la cultura republicana (1868-1978)"

Hay libros y obras que cuando los escribes o los coordinas tienes la sensación no solo de que estas realizando un trabajo interesante sino que estás contribuyendo con ello a esclarecer algunos aspectos de la Historia.
Cuando en el curso del congreso de la Asociación de Historia Contemporánea que se celebró en Albacete en septiembre de 2016, Eduardo Higueras Castañeda, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha en el campus de Cuenca, Rubén Pérez Trujillano, investigador de la Universidad de Sevilla en el departamento de Historia del Derecho, y un servidor decidimos hacer este libro, lo decidimos con mucha ilusión pero, quizá, no sabíamos que se iban a superar las expectativas. el objetivo del libro era claro: rescatar del baúl de la Historia a algunos personajes que por su transcendencia o importancia fueron determinantes en algunos momentos históricos pero que actualmente han caído en el olvido. Podría parecer que muchos personajes entrarían en esa categoría. Y es verdad. Por eso decidimos dar una perspectiva más: que fuesen personajes fronterizos, gente que se movió en varios mundos dentro de esa gran cultura republicana de la que salieron muchas más escuelas y acabaron formando sus propias culturas. No era tarea fácil.
Lo primero que hicimos fue confeccionar una lista de personajes y de posibles autores y autoras que  pudieran participar en la obra. Hay que decir que fue tal en número de nombres que la obra se desbordó. Sin embargo, poco a poco le fuimos dando una forma y conformó el volumen que tan profesionalmente ha editado Athenaica.
Ningún libro es fácil de hacer, pero este ha sido una maravilla poder desarrollarlo. No solo por los personajes que se han podido rescatar, sino por la enorme calidad de las plumas que han  intervenido en el mismo. Por mi parte me siento realmente satisfecho del trabajo realizado, de la calidad del producto y de haber podido trabajar junto a dos compañeros que han demostrado profesionalidad, interés y buen hacer, además de atesorar unos conocimientos impresionantes sobre la materia. No solo ha sido trabajar con compañeros de profesión sino también con amigos.
Ahora disfruten de esta obra. Avisaremos de presentaciones en un futuro.

Toda la información sobre el libro y para poder adquirirlo se puede encontrar aquí:
https://www.athenaica.com/libro/activistas-militantes-y-propagandistas_78965/

martes, 6 de marzo de 2018

EN DEFENSA DEL OFICIO DE HISTORIADOR

Artículo publicado en la edición digital del periódico El Salto diario

Hace pocos días, el Ayuntamiento de Madrid ha presentado un proyecto de memoria histórica que ha rescatado la dimensión de la represión franquista por los fusilamientos efectuados en las tapias del cementerio de La Almudena. Un trabajo de investigación que ha ampliado la cifra de ejecuciones de 2663 que había establecido el libro de Mirta Núñez y Antonio Rojas Friend a 2934 que ha establecido las investigaciones del historiador y profesor de la UCM, Fernando Hernández Holgado. Cuestión que ha determinado que el Ayuntamiento de Madrid promueva un memorial para los fusilados en las tapias del cementerio del Este.
            Pero aquí no voy a hacer un repaso a la historia de la represión en la ciudad de Madrid, que también ha ocupado algunas páginas de mis investigaciones, sino a la defensa de un oficio, el de historiador, que con cuestiones como está se pone en tela de juicio por parte de algunos políticos, algunos periodistas y algunos voceros de los que crean opinión pública. Y lo hago desde la posición de quien ejerce este noble oficio de la investigación y la docencia histórica.
            Fue curioso comprobar como tras la exposición de resultados de las investigaciones del profesor Hernández Holgado, siguió una lista de insultos y descalificaciones a su investigación e, incluso, a su persona. La portada de un periódico de este país hablando de supuestos homenajes a “chequistas” o la vinculación instantánea el profesor Hernández Holgado a Izquierda Unida para desacreditar su imparcialidad en las investigaciones, no es nuevo. Hace dos años asistimos a uno de los ataques más espectaculares contra investigadores e historiadores cuando una campaña contra la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX tumbó un proyecto de memoria histórica para la ciudad de Madrid bajo acusaciones de baja estofa a sus integrantes. Desde su directora, Mirta Núñez, hasta los componentes del grupo de investigación del mismo (incluido el que firma estas líneas). Y estos ataques no venían determinados por trabajos de investigación que pusieran en entredicho las hipótesis o conclusiones de sus integrantes. Los ataques fueron ad hominem y vinculando a cada integrante a una ideología política concreta y con acusaciones falsas que no se correspondían con la realidad. Pero el objetivo de tumbar el proyecto, se consiguió.
            Este tipo de actitudes se deben a varias cuestiones básicas:
-          En primer lugar al nulo respeto que se tiene al trabajo de investigación histórica. Los historiadores o investigadores pasamos horas y horas en bibliotecas, archivos, contrastando datos, pagando de nuestro bolsillo viajes a recónditos lugares solo por localizar fuentes primarias que nos permitan reconstruir nuestro pasado. Crear el armazón para escribir un libro o un artículo científico son meses y años de investigación. Tiempos largos para tener bien cogidos los puntos nodales de las hipótesis y conclusiones que quieres mantener. Sin embargo, tras todos esos trabajos, determinados sectores sociales desacreditan la investigación argumentando “falta de objetividad” por cuestiones ideológicas, favoritismos o desconocimiento. Muchas veces los argumentos no pasan de decir una militancia política o el típico “yo me he leído un libro que no dice eso”.
-          Lo segundo porque el oficio de historiador tiene una fácil intrusión. Los intrusos de la Historia son frecuentes y suelen sentar cátedra y dar lecciones a aquellos que si siguen un criterio científico a la hora de estructuras investigaciones y trabajos. Esto no quiere decir que para ser historiador haga falta una licenciatura o un doctorado en la materia, pero si hace falta saber discriminar la información, darle sentido y coherencia como la materia científica de la Historia reclama. Esos intrusos de la Historia montan obras en tiempo record que se venden como churros y que desacreditan a investigadores de amplio calado y profunda formación (profesionales en su materia)
-          Los argumentos ad hominem son un recursos fácil para desacreditar. Y curiosamente, esa desacreditación viene siempre en nuestro país cuando te vinculan a algunas de las ideas que fueron derrotadas tras la Guerra Civil española. Ser comunista, republicano, socialista o anarquista e historiador a la vez no puede ser para algunos sectores, porque mediatiza tu visión y haces una historia “subjetiva” y “militante”. Sin embargo, se reclama esa “objetividad” desde grupos que son también políticos y mediatizan su visión a partir de la llamada “equidistancia”. Si un historiador es profesional su ideología política no le mediatiza. Y esos historiadores que se les acusa de ello tienen obras de investigación que son fundamentales para entender nuestro pasado inmediato. Además, es muy curioso que estas cuestiones estén tan en boga pues en otros tiempos no eran así. Albert Soboul pasa por ser uno de los historiadores más afamados y más importantes sobre la Revolución francesa. Sus teorías, hoy algunas superadas, son parte imprescindible para entender ese acontecimiento. Albert Soboul era también militante del Partido Comunista Francés. Y aunque hubo siempre quien se lo reprochó, la comunidad científica histórica no consideró eso un valor fundamental para censurar una obra. Muy por el contrario estamos ante uno de los mejores historiadores de dicha materia. Daniel Guerin fue un historiador francés especialista en historia del anarquismo y del fascismo. Profesor de Universidad, Guerin tiene obras de importante calado y de profunda investigación para entender la historia del anarquismo y de los movimientos totalitarios. Guerin era anarquista (a caballo con el marxismo), pero sus ideas no le impiden realizar un trabajo profesional. Eso es lo que se pone en duda constantemente en España. Si tienes unas ideas automáticamente era catalogado de algo y tu obra desautorizada en muchos círculos. A este juego también caen historiadores profesionales que se sienten cómodos en lugares comunes y prefieren catalogar y descalificar a investigar y debatir.

            Siguiendo un poco con este hilo argumentativo, la verdad es que los esquemas se repiten una y otra vez. El lenguaje utilizado es el lenguaje del franquismo. La utilización del término “chequista” es ya de por sí una anomalía. Las palabra checa, de origen ruso, se utilizó en España para denominar a los centros de detención ilegales que partidos políticos y sindicatos del Frente Popular tuvieron hasta noviembre de 1936, que fueron clausurados por orden gubernativa (echen un vistazo a la historia). Sin embargo, aunque el término hizo fortuna entre los sublevados contra la República y los sectores de la derecha, esas estructuras no eran checas. Eran Comités, conformados por integrantes de distintas organizaciones, que no tenía vinculación orgánica ni con el Estado republicano ni con las propias organizaciones políticas y que ejercieron una acción arbitraria contra personas que no pasaron por ningún juicio. Una situación que finalizó por orden del Ministerio de Justicia en noviembre-diciembre de 1936 y que estructuraba Tribunales Populares frente a la arbitrariedad de los Comités. Algunos de aquellos dirigentes e integrantes de Comités fueron juzgados por las propias leyes republicanas. Muchos excesos que se cometieron en la retaguardia republicana fueron juzgados por estos tribunales. Por ejemplo el asalto a la prisión de Durango que acabo con penas contra dirigentes de la UGT vasca. Estas cuestiones terminológicas y de funcionamiento de los Comités en Madrid han sido ampliamente trabajadas por historiadores como Javier Cervera Gil o, muy recientemente, por el joven historiador Fernando Jiménez Herrera con una magnífica tesis doctoral sobre la represión republicana en Vallecas y que, esperamos, pueda publicar en recientes fechas. Hay muchos más, desde luego.
            Desautorizar el trabajo del profesor Hernández Holgado diciendo que se hace una defensa de “chequistas” es de muy baja estofa. Lo que el grupo del profesor Hernández Holgado ha hecho es recuperar las ejecuciones que sentenció un tribunal contra personas que no tuvieron ni la más mínima posibilidad de defensa. Porque los tribunales militares franquistas no estaban ni conforme al Estado de Derecho ni garantizaban un juicio justo al reo. Lejos de una presunción de inocencia (propia de nuestra sociedad) existía una afirmación de culpabilidad (propia del totalitarismo).
            Cada vez que se habla de “chequistas” se hace referencia a la fuente por antonomasia: la Causa General. Una fuente que hemos utilizado todos los historiadores pero que, desde luego, hay que coger con pinzas y contrastarla con otras. Es una fuente realizada bajo el patronazgo del franquismo. Hernández Holgado y su grupo lo que han hecho ha sido trabajar con ella y ponerla en relación con los censos, con los libros del cementerio, con los archivos militares, con el registro civil, etc. Esa es la labor del historiador. Y curiosamente, en la mayoría de los casos que se realizan ese tipo de trabajos científicos, las cifras de la represión franquista sube y la de la represión republicana baja. Porque lo que hicieron las fuentes franquistas en las que se basan muchas afirmaciones fue relativizar u ocultar la represión ejercida por el régimen de Franco y sobredimensionar la republicana, que efectivamente existió y quien lo niegue miente.
            Estas cuestiones que son sencillas en España no son tenidas en cuenta. Y lo que se hace una y otra vez es desautorizar y atacar de forma indiscriminada a los historiadores. Cuestión que proviene, curiosamente, de aquellos que en su vida han pisado un archivo ni saben que es eso de contrastar fuentes. Los historiadores pueden tener distintas conclusiones sobre mismos acontecimientos. Esa es una de las riquezas de la ciencia histórica, que como ciencia humana no es axiomática ni crea leyes universales. Pero una cosa es discutir sobre historiografía, donde la hay más progresista y más conservadora, y otra muy distinta es desautorizar por decreto a alguien que ha escrito algo y que no le gusta ni a algunos políticos o periodistas de turno, que demuestran su ignorancia supina sobre la historia de España. No olvidemos una cosa. La memoria histórica es un movimiento social que esta cubriendo las vergüenzas que no asume el Estado. Pero también es una corriente de investigación histórica conformada por profesionales a los que mucha gente no les tiene ni el más mínimo respeto. Somos profesionales, desarrollamos nuestro trabajo y pedimos respeto para nuestro trabajo.
            Y hay que decir ¡ya basta!.