Unos antecedentes
La vida de la Segunda República española no fue sencilla. Desde su
proclamación en abril de 1931 se vio inmersa en un doble problema.
Por una parte la derecha política, a excepción de algunos grupos
minoritarios, nunca vieron en la República un régimen acorde con su
pensamiento. Por eso monárquicos y grupos derechistas se lanzaron
desde el primer día a una oposición frontal a la misma, llagando
incluso a promover un golpe de Estado en agosto de 1932 encabezado
por el general Sanjurjo.
Por otra parte España tenía numerosos problemas estructurales
heredados de décadas de atraso: educación, seguros sociales,
sanidad, reforma agraria, etc. El gobierno del primer bienio
(1931-1933) acometió esos problemas de forma desigual. Mientras en
educación hubo importantes avances, a nivel laboral y agrario, sobre
todo éste último, el avance fue más relativo. Esto llevó a que el
movimietno obrero, que había participado de forma firme en la
llegada de la República, exigiese resultados. La lentitud hace que
socialistas y anarquistas promoviesen movimientos de protesta contra
la escasez y las malas condiciones laborales. Arnedo, Castilblanco,
Figols, Casas Viejas, etc., fueron ejemplo de ello, llegando incluso
a promover una transformación social que superase la República. Fue
la razón de ser del movimiento revolucionario fracasado de enero de
1933 y que llevó a la represión en el pueblo gaditano de Casas
Viejas. El movimiento obrero era consciente que la llegada de la
República se había producido por el decidido apoyo que la clase
obrera le había dado
La crisis en el gobierno republicano-socialista, hizo que los
socialistas salieran del mismo. Y en las elecciones de diciembre de
1933 se produjo el triunfo de las candidaturas conservadores de
Alejandro Lerroux (Partido Radical) y de Gil Robles (CEDA)
Un contexto europeo hostil
Si bien desde 1931 en
España se profundizó en la democracia, con la llegada de la derecha
al poder se temía una vuelta atrás en algunos derechos
conquistados.
Los ejemplos que se sucedían en Europa no eran positivos. Desde
1922 en Italia dominaba el fascismo que estaba llevando a cabo una
dura represión contra sus opositores. En la década de 1930 no solo
había afianzado su poder dictatorial sino que comenzaba una agresiva
política exterior. Igual cuestión que sucedía en Alemania. En 1933
Hitler alcanzó la Cancillería, eliminó físicamente a sus
oponentes y estableció un regimen totalitario y racista. Junto a
ello una idea expansionista de “espacio vital”. Muchos otros
países (Austria, Rumania y otros países del balcánicos y del Este)
se giraron hacía posiciones autoritarias y fascistas.
Los dirigentes derechistas españoles no ocultaron su admiración
por estos movimientos. Y no solo personajes como Primo de Rivera o
Ledesma Ramos. El propio Gil Robles se vio fascinado por estos
regímenes. El líder de la CEDA era conocido como el “Jefe”, en
clara referencia a “Duce” o “Führer”. También el líder del
monárquico Renovación Española, José Calvo Sotelo, fue
acercándose paulatinamente a las posturas más extremistas.
La victoria de la derecha y su fascinación por el autoritarismo
hizo poner en alerta al movimiento obrero.
Y llegó 1934
La llegada de la derecha al poder significó algunos retrocesos para
la clase obrera. Los organismos de mediación laboral (Jurados
Mixtos) comenzaron a funcionar mal. Cuestión que advirtieron los
anarcosindicalistas en el primer bienio. Se comenceron a suceder
distintas huelgas en algunos sectores (construcción, hostelería,
etc.) al no cumplirse la legislación laboral.
Por su parte se fue produciendo una fascistización paulatina de
algunos sectores de la derecha. La JAP (Juventudes de Acción
Popular) comenzaron a organizar partidas con la intención de agredir
a integrantes de la izquierda. Línea que también siguieron los
nacientes falangistas y jonsista de José Antonio Primo de Rivera y
Ramiro Ledesma Ramos. Esto llevó a la organización de grupos como
las MAOC con la intención de defenderse ante los ataques
derechistas. A pesar de ello los enfretamientos se produjeron.
Numerosas reyertas y heridos, con el asesinato del estudiante
falangista Matias Montero en febrero de 1934. Montero había
protagonizado alguno de esos episodios de violencia y asalto a sedes.
Un acto de los japistas en El Escorial en abril de 1934 hizo
movilizarse a las organizaciones obreras con el propósito de
intentar prohibirlo. Pero hubo falta de coordinación entre las
organizaciones de izquierdas, que ya están haciendo un llamamiento a
una posibile unidad de acción.
Los enfrentamientos entre falangistas y socialistas fueron en
aumento, con asaltos de integrantes del SEU a sedes de la FUE. Hasta
que el 29 de agosto fue asesinado el socialista Joaquín de Grado que
llevó a una condena unánime de toda la izquierda. Las huelgas que
se suceden en Madrid durante el mes de septiembre tiene en las
juventudes derechistas los mejores aliados de la patronal en
esquirolaje y rompehuelgas.
La CEDA en el gobierno
Aunque la CEDA había sido el partido más votado en las elecciones
de diciembre de 1933 el presidente de la República, Niceto
Alcalá-Zamora, no le encomendó la tarea de formar gobierno a Gil
Robles. Se la dio a Lerroux. Sin embargo la crisis de gobierno que se
desató el 4 de octubre de 1934, hizo que entrasen tres ministros de
la CEDA al gobierno: Rafael Aizpún Santafé, José Oriol Anguera de
Sojo y Manuel Giménez Fernández.
El clima que se vivía en Europa y la declaraciones y actos de
algunos integrantes de la derecha hizo que el movimiento obrero
tomara la determinación de ir a la huelga general.
En Madrid la huelga es convocada por el movimiento socialista. La
CNT apoya la convocatoria pero no el contenido político que los
socialistas le quieren dar. Por ello la CNT, la FAI y las Juventudes
Libertarias constituyen un Comité Revolucionario. El PCE también se
adhiere, aunque parte del movimiento comunista critica que los
socialistas han convocado sin tener en cuenta la Alianza Obrera.
Aunque como bien a demostrado Sandra Souto la Alianza Obrera no había
fraguado en Madrid como se esperaba.
En palabras de la misma Sandra Souto esta huelga en Madrid fue la
“huelga general más general de la historia de Madrid”. Todo
parecía indicado para que el movimiento triunfase. Sin embargo las
autoridades actuaron con rapidez. Destituyeron al Ayuntamiento del
republicano Pedro Rico, clausuraron los centros obreros y detuvieron
a los dirigentes políticos y sindicales. Incluso el Ateneo de Madrid
fue clausurado. Grupos de jóvenes de extrema derecha actuaron de
rompehuelgas. Y lo mismo que sucedió en Madrid sucedió en otros
puntos de la provincia de Madrid y de España.
La falta de una coordinación general y un entendimiento entre las
fuerzas obreras condujo al fracaso de la movilización. Sin embargo
dos puntos tuvieron especial trascendencia: Cataluña y Asturias
El Octubre catalán
Desde la proclamación de
la República los grupos más conservadores se opusieron a la idea de
concretar un modelo autonómico o federal en España. La aprobación
del Estatuto de Cataluña en 1932 no fue bien digerido por los
sectores de la derecha política.
Cuando se produjo la victoria electoral de la derecha en 1933, la
Generalitat temió que se produjera retrocesos en las medidas
alcanzadas. Sin embargo el gabinete de Lerroux, a pesar de no ser muy
amigos de la idea autonomista, no hicieron ninguna actuación contra
el gobierno de Companys.
La llegada de la CEDA al gobierno cambio la situación pues era
público que José María Gil Robles era un fuerte opositor al
gobierno de la Generalitat. Con el inicio de la huelga general en el
resto de Estado, Companys procedió a la proclamación del Estado
catalán dentro de la República Federal Española entre el día 6 y
7 de octubre. El gobierno reaccionó suspendiendo al gobierno de la
Generalitat, el Estatuto y en el encarcelamiento de Companys y del
gobierno autonomista. Igualmente fue detenido el ex presidente del
gobierno Manuel Azaña, que casualmente se encontraba en Barcelona en
el entierro del ex ministro Jaume Carner.
El fracaso del movimiento en Cataluña se produjo porque no contó
con el apoyo del movimiento obrero. La CNT, muy poderosa en Cataluña,
no fue participe de la iniciativa del Companys. Desde la formación
de la Generalitat los anarcosindicalistas entendían que la actitud
de la misma hacía ellos fue hostil. Y no se sintió indentificada
con un movimiento que tenía más de componente nacional que de
clase. Por eso los libertarios se mantuvieron al margen.
Y en Asturias estalla la revolución
Fue en Asturias donde la alianza obrera alcanzó más extensión y
donde la huelga general caminó por la vía revolucionaria. Mientras
en el resto de España las fuerzas obreras no tuvieron una actitud de
convergencia, en Asturias anarquistas, socialistas y comunistas
tendieron a la unión. La CNT y la UGT se unieron. Los comunistas lo
hicieron posteriormente, ya el 5 de octubre, sumándose también
representantes del BOC, la IC y las dintintas juventudes. Fue la
composición más unida de la Alianza Obrera. Sus funciones fueron
básicas fueron:
1. Órgano de unidad de acción
2. Centro de propaganda unitaria y de unión entre las organizaciones
obreras
3. Órgano de preparación e instrucción militar
4. Órgano de poder político y económico.
Todo dinamizado con el grito UHP (¡Uníos, Hermanos Proletarios!)
En la madrugada del 4 al 5 de octubre la Alianza Obrera convocó la
huelga general y se preparó para la defensa ante las fuerzas del
gobierno. Comienzan a proliferar comités revolucionarios por toda la
región y junto a la defensa frente a guardias civiles y de asalto,
comienza la organización política y económica. El avance de los
revolucionarios llevó a situaciones como la posibilidad de la
proclamación de la República socialista en Oviedo o el comunismo
libertario en La Felguera y parte de Gijón. Lógico teniendo en
cuenta que Oviedo fue siempre un bastión de los socialistas al igual
que Gijón lo fue de los anarquistas. La actuación del SOMA-UGT y de
la CNT fue destacada durante toda la revolución. Además la CNT
asturianas, con personajes destacados como Eleuterio Quintilla o
Ramón Álvarez fueron partidarios decididos de la unión obrera.
La reoganización de la vida en
esos pocos días nos la trasmite el que fue director de Solidaridad
Obrera
Manuel Villar “Ignotus” en su libro El
anarquismo en la insurección de Asturias:
“En
la barriada de El Llano se procedió a regularizar la vida de acuerdo
con los postulados de la CNT: socialización de la riqueza, abolición
de la autoridad y el capitalismo. Fue una breve experiencia llena de
interés, ya que los revolucionarios no dominaron la ciudad. [...] Se
siguió un procedimiento parecido al de Langreo. Para la organización
del consumo se creó un Comité de Abastos, con delegados por calles,
establecidos en las tiendas de comestibles, que controlaban el número
de vecinos de cada calle y procedían a la distribución de los
alimentos. Este control por calle permitía establecer con facilidad
la cantidad de pan y de otros productos que se necesitaban. El Comité
de Abastos llevaba el control general de las existencias disponibles,
particularmente de la harina.”
(Pág. 150)
Ante la dimensión del movimiento asturiano, las fuerzas
gubernamentales utilizan aviación, marina y movilizan a los
regulares de Marruecos. Algo que no había sucedido nunca. Porque el
Ejército había intervenido en ocasiones para reprimir movimientos
sindicales. Pero nunca se había producido desplazamiento de tropas
de regulares, conocidas por su ferocidad, a los lugares de conflicto
social. Cuestión que se repetirá en unos meses cuando se produjo el
golpe de Estado contra la República en julio de 1936.
En los días que duraron los enfrentamientos las víctimas se
contaron por centenares, sobre todo entre los revolucionarios. La
superioridad militar de las fuerzas gubernamentales era evidente.
Incluso importantes militantes como el socialista Bonifacio Martín o
el libertario José María Martínez fueron asesinados en el
trascurso de los combates. Otros asesinatos fueron elevados a la
categoría mitos como el de la joven Aída de la Fuente.
Tras duros días de enfrentamiento todas las plazas de los
revolucionarios fueron tomadas por la fuerza gubernamental. A la
cabeza de las mismas estuvieron el general López Ochoa y Francisco
Franco. La brutalidad de las fuerzas regulares contra los
revolucionarios fueron denunciadas públicamente (vejaciones,
violaciones, etc.). Esto provocó también una reacción por parte de
los revolucionarios y se dieron algunos casos de violencia contra la
Iglesia católica (se contabiliza unos 35 religiosos asesinados).
Fueron los únicos casos de violencia anticlerical con muerte que se
dieron durante el periodo republicano. Y solo se dieron cuando
llegaron las noticias de las vejaciones que las fuerzas regulares
estaban llevando a cabo contra la población asturiana. Algo similar
a lo que había sucedido durante la Comuna de París de 1871.
Llegado el día 17 de octubre las fuerzas revolucionarias estaban
completamente derrotadas. López Ochoa mandó el 18 de octubre unas
condiciones de rendición a las fuerzas revolucionarias. Entrega de
armas, rendición de diversos comités, respeto a la vida de los
prisioneros en manos de los revolucionarios, etc. Por su parte el
socialista Berlamino Tomás pidió que las fuerzas regulares y del
tercio se retirasen de Asturias y no entrasen la zonas de la cuenca
minera, para evitar casos de brutalidades como es que se había dado
en Oviedo. López Ochoa accedió.
Se contabiliza unos 2000 muertos,
de los cuales unos 1700 eran revolucionarios. Aunque otras fuentes
hablan de hasta 4000 muertos entre las fuerzas revolucionarias. Unas
30000 personas fueron sometidas a juicios y muchas de ellas
encarceladas. Una represión que extendió también sobre las cuencas
mineras de Palencia y León. La liberación de los presos sería una
de las promesas electorales del Frente Popular. Entre las condenas
estuvo la pena de muerte contra el socialista Ramón González Peña.
Para la derecha política, que poco confiaban en la República, los
sucesos de Asturias marcaron que solo en el Ejército podía salvar
la situación. Aunque la idea de golpe contra la república estaba en
la mente de muchos desde la propia proclamación, la revolución en
Asturias en 1934 y la victoria del Frente Popular en febrero de 1936
aceleró la situación.
Para la izquierda la idea de uniíon circulo desde entonces por su
mente. Si bien había algunos sectores de la izquierda que veían que
era el momento de superar la propia estructura republicana. En esta
linea se encontraria la izquierda socialista de Largo Caballero y el
movimeinto libertario, si bien en julio de 1936, manteniendo sus
postulados, se lanzaron a la calle contra el golpe a la República y
la afianzaron con su participación durante la Guerra Civil.
Sobre si lo de Asturias fue un golpe de Estado o no, hay mucha
literatura al respecto. Octubre de 1934 fue una huelga general que
fracasó. Huelga general convocada por el movimiento obrero al
considerar un peligro la entrada de la CEDA en el gobierno. Una
huelga general que no se puede disociar del contexto europeo. En
Asturias la huelga general caminó por senderos revolucionarios. Para
ver la trascendencia internacional uno de los lemas de Asturias fue
“Más vale Viena que Berlín”, intentado plasmar que había que
combatir como lo habían hecho los trabajadores austriacos contra
Dollfuss que perecer en silencio como había sucedido con los
trabajadores alemanes por Hitler. Los mineros y trabajadores
asturianos creían en una república. Pero no querían un viraje
autoritario como se estaba produciendo en Europa. Ahí se entiende la
revolución asturiana. Nada que ver con el golpe de Estado que en
julio de 1936 un grupo de militares dio de forma premeditada contra
la República. Este tipo de comparaciones no tienen fuste
historiográfico, tan solo un trasfondo político de intento de
reparto de responsabilidades imposibles.
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