Artículo publicado en la edición digital de Diagonal
Numerosos son los lugares de la
memoria no reconocidos en España. Puntos reconditos del país donde se
produjeron ejecuciones, asesinatos y desapariciones forzadas. Lugares que
muchos conocen pero otros no. Y sitios que no están marcados de ninguna manera.
Esto
es un ejemplo, entre otros muchos, de las politicas de la memoria que se llevan
en España. Si por algo se ha distinguido este país ha sido por la violación
sistemática de legislación internacional en materia de desapariciones forzadas
durante la Guerra Civil y la dictadura. Algo que la ONU ha detectado y ha
llamado la atención al propio país. Cualquier iniciativa que se ha tenido para
poder juzgar los crímenes del franquismo ha sido frenada en seco por la adminitración
y la judicatura española. La razón es simple. Denunciar y sacar a la luz los
crimenes de la dictadura es socavar los pilares del propio sistema actual. La
Ley de Amnistia de 1977 dejaba todo “atado y bien atado” como había anticipado
el dictador.
Esto
ha llevado a que todas las iniciativas que se han ejecutado en España para el
restablecimiento de las victimas del franquismo hayan partido de organizaciones
memorialistas, de algunas organizaciones política y sindicales sensibilizadas
por el tema y de la sociedad civil. Mientras otros países se ensalza la lucha
de los antifascistas en España se oculta. Y por el contrario lugares
emblemáticos de la propia dictadura como el Valle de los Caídos sigue contando
con todo el apoyo de la administración del Estado. Por no hablar de una Ley de
Memoria Histórica aprobada por el gobierno de Zapatero, que fue rebajada en
mucho respecto a su texto original y que sistematicamente se incumple. A lo
largo y ancho de la geografía española encontramos ciudades y pueblos con
calles y figuras que ensalzan a los golpistas que en 1936 provocaron el
estallido de la Guerra Civil.
Muchos
de los lugares de la memoria han sido incluso destruidos. Fosas comunes
arrasadas sin ni siquiera haber extraido los cuerpos de los miles de antifascistas
que allí estaban, todos juzgados por unas leyes como las franquistas que no
estaban conforme al derecho. No hay que olvidar que los reos en el franquismo
no tenían presunción de inocencia. Eran culpables de antemano. ¿Su delito? Ser
anarquista, republicano, comunista, socialista, etc.
Uno
de esos lugares de la memoria destruidos fue la cárcel de Carabanchel, demolida
el 23 de octubre de 2008 por el deseo de olvido y por la especulación
inmobiliaria.
Cuando
las maquinas retroescavadores penetraron en el recinto carcelario ponían fin a
la existencia de un edificio que había sido testigo de los mayores horrores. Al
finalizar la guerra civil funcionanban en Madrid diversas prisiones, muchas de
las cuales habían quedado en estado deplorable por los bombardeos que había
sufrido la capital de España. La más importante de las carceles era la Modelo
de Madrid. Pero también vivian hacinados los presos en prisiones como San
Antón, Porlier, etc. Ventas estaba destinada a mujeres. Las detenciones masivas
contra los militantes antifascistas llenaron las prisiones durante esos años. Y
también se llenaron la fosas en el cementerio de Madrid donde cada noche eran
ejecutados un importante número de mujeres y hombres.
Las
autoridades franquistas contemplaron la posibilidad de creación de una nueva
carcel. Por eso se hicieron con una serie de terrenos situados en el barrio de
Carabanchel Alto. Unos 200.000 metros cuadrados que albergaría una prisión con
capacidad para unos 2000 presos. Los arquitectos fueron Vicente Agustí Elguero,
José María de la Vega Samper y Luis de la Peña Hickman. La construcción de la
carcel comenzó el 20 de abril de 1940 y fue ejecutado por mano de obra esclava.
Presos políticos que eran enviados a la construcción de la que sería su propia
“casa” si lograban sobrevivir.
El
22 de junio de 1944 la cárcel era inaugurada por el ministro franquista Eduardo
Aunós, especialista en derecho que escribió algunos libros sobre los presos y
la redención de penas por trabajo.
Desde
entonces la cárcel de Carabanchel se convirtió en un centro por donde la
mayoría de la oposición antifascista pasó, muchos de ellos ejecutados allí
mismo. Allí estuvieron presos Comités Nacionales de la CNT, Comités
Peninsulares de la FAI, Ejecutivas del PSOE y la UGT, Comités Centrales del
PCE, etc. Como ejemplo los anarquistas Joaquín Delgado y Francisco Granados que
fueron agarratados en agosto de 1963, o los integrantes del FRAP José Humberto
Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, fusilados en el Hoyo de
Manzanares el 27 de septiembre de 1975. También José María Jarabo que fue
agarrotado el 4 de julio de 1959. Por esta prisión pasaron militantes como
Simón Sánchez Montero, Marcos Ana, Stuart Christie, Marcelino Camacho, etc.
La
muerte de Franco no significó una reforma y una depuración en el personal
funcionario. Todo lo contrario. Los mismo franquista que estaban durante la
dictadura continuaron durante la democracia. Y aunque muchos presos políticos
fueron liberados comenzó el malestar de otros presos. Los presos sociales,
muchos de ellos vinculados a organizaciones de carácter político, constituyeron
la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL), que fue protagonista de numerosas
protestas por el trato recibido en la prisión y pedían mejoras en sus
condiciones. Plantes, cortes, ingestión de objetos de metal, motines, etc. Su
objetivo era visibilizar que las mismas leyes franquistas que torturaron a los
presos políticos se les aplicaba a ellos.
En
la carcel de Carabanchel fue asesinado en 1978 el anarquista Agustín Rueda como
consecuencia de la paliza propinada por los funcionarios de prisiones tras un
supuesto intento de fuga.
Concebida
como carcel de hombres llegó en sus últimos momentos a albergar también la
presencia de mujeres, que en los primeros momentos eran encarceladas en Ventas,
como se ha dicho, y también en la prisión de Yeserías. La cárcel fue también
protagonista de canciones de personajes como Rosendo o rodaje de películas como
El Pico.
En
1998 el gobierno del PP procedió al cierre de la cárcel de Carabanchel. Comenzó
entonces un duro debate sobre cual debería de ser el destino del terreno. Para
algunos allí se tendría que establecer un centro de la memoria, un lugar de
recuerdo de lo que significó la dictadura. Para otros el lugar tenía que tener
un destino distinto: pisos. En el 2002, siendo Ministro del Interior Mariano
Rajoy se aprobó que fuera que se estableciese allí la comisaría del distrito de
Latina, la Brigada de Extranjería y el Centro de Internamiento de Extranjeros.
Los vecinos pedía mejor un hospital y servicios sociales, así como el centro de
interpretación de la memoria histórica.
El
16 de julio de 2008 el Ministerio del Interior, ya con el gobierno del PSOE, y
el Ayuntamiento de Madrid firmaban un acuerdo donde en el terreno de la cárcel
se contruirían 650 viviendas, un hospital, zonas verdes y oficinas del Estado.
El 30% de los pisos serían de protección oficial y del resto el 90% se lo
quedaría el Estado y un 10% el Ayuntamiento de Madrid. Los vecinos de Latina,
Carabanchel y Aluche se opusieron ya que querían otros destinos sociales para
el barrio y no especulación de vivienda. Igualmente pedían que la prisión no
desapareciese y se instase un Centro para la Paz y la Memoria Histórica. Pero
las protestas fueron vanas y el 23 de octubre de 2008 se comenzó la demolición
del edificio.
La
especulación inmobiliaria y el olvido intencionado hicieron desaparecer
físicamente el edificio. Aun así aun las asociaciones memorialistas reclaman un
espacio en el lugar para recordar lo que significó el horror del franquismo.
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