Reseña del libro de Ingrid Strobl Partisanas. La mujer en la
resistencia armada contra el fascismo y la ocupación alemana
(1936-1945), publicado en la edición digital del periódico Diagonal
Dice mi tocayo Julián Casanova que
un hombre de sexta o septima fila consigue entrar en las páginas de
la historia, pero una mujer, salvo de excepcional primera fila, no lo
consigue. No puede ser más acertada la frase. Incluso remarcando esa
parte de “excepcional primera fila”, porque muchas mujeres que
eran de primera fila hoy es casi imposible saber quienes fueron. Me
viene muchos nombres a la cabeza: Teresa Claramunt, Soledad Gustavo,
Beatrice Webb, Emma Goldman, Harried Taylor, etc. Sin embargo hoy muy
pocas son recordadas.
De todos modos este texto no
quiere hablar de esas mujeres, que por cuestiones específicas han
pasado a la historia. Sino a los millones de mujeres anónimas que no
lo consiguieron. Hace unas semanas la editorial Virus reedito un
texto que ya había visto la luz por la misma editorial en 1996:
Partisanas. La mujer en
la resistencia armada contra el fascismo y la ocupación alemana
(1936-1945)
de la periodista austriaca Ingrid Strobl. Un acierto editorial, sin
duda.
Strobl
es periodista, historiadora y cineasta. Si nos damos una vuelta por
la red de redes reparamos en la gran cantidad de trabajos que ha
realizado. Este libro la convirtio hace ya 20 años en una de las
pocas personas que ha rescatado una historia oculta. La Guerra Civil
española y la Segunda Guerra Mundial son dos acontecimientos que han
contado con multitud de libros. Libros sobre cuestiones militares,
cuestiones políticas, cuestiones económicas, cuestiones culturales,
de la vida diaria, etc. Y aunque alguna de ellas tratan el tema de la
mujer en la guerra, ninguna lo hace de forma monográfica. Strobl lo
hizo. Y lo hizo con nota.
El libro hace un repaso a la lucha de la mujer contra el fascismo y
el nazismo. Primero en Europa occidental, donde aborda la
participación de la mujer en la lucha contra el golpe militar de
Franco en julio de 1936, entre las tropas de Iosif Broz “Tito” en
Yugoslavia, en los Países Bajos y en Francia. Luego trata la parte
de la Europa del Este y del papel de las mujeres judías en la
resistencia contra la invasión nazi. Habla de algunos nombres
propios en todos los casos. Pero en realidad es un trabajo de
colectivo.
Habría que destacar algunas cuestiones en este ya clásico libro de
Strobl. Para la periodista austriaca no se le pasa por alto la
importancia de las mujeres en España contra el golpe de Estado. El
golpe de Estado de julio de 1936 fracasó. Y fracasó porque en
España existía un poderoso movimiento obrero organizado que se
opuso al mismo. Y ese movimiento obrero lo componían hombres y
mujeres. Nadie dudó en tomar las armas para frenar el golpe de los
militares insurrectos. Esa misma visión se dio en toda Europa cuando
Hitler promovió su política expansiva y en septiembre de 1939 daba
comienzo la Segunda Guerra Mundial.
A
pesar de lo completo de libro si que me gusta remarcar una cosa sobre
el mismo. Cuando lo leí hace ya casi 20 años algo me llamó la
atención por encima del resto. El trabajo que Strobl había hecho al
rescatar el papel de las mujeres judías en el este europeo. Y sobre
todo en algunas zonas como Varsovia o Bialystok. Para quien conozco
un poco la historia de la Segunda Guerra Mundial sabrá que esas
ciudades quedaron prácticamente devastadas tras la guerra. Varsovia
fue una ciudad destruida. Se estima que el 87% de la ciudad era
ruinas tras la guerra. En el caso de Bialystok, la ciudad pasío de
manos alemanas a manos soviéticas, hasta la ocupación por parte de
los nazis y el exterminio de la casi totalidad de su población
ciudad. Bialystok siempre fue una ciudad revolucionaria. A inicios
del siglo XX la fuerza del movimiento anarquista era palpable.
Incluso el soviet de Bialystok fue de mayoría anarquista. La
represión contra ellos fue implacable. Pero Bialystok era una ciudad
mayoritariamente judía. Blanco fácil cuando los nazis la ocuparon.
La ciudad fue protagonista, junto con Varsovia, del levantamiento de
su gueto. Las mujeres de Bialystok estuvieron a la altura de la
lucha. Nunca se rindieron. Y el resultado fue devastador. Lo mismo
que en Varsovia. Lo mismo que en Cracovia. Lo mismo que en Minsk.
Sin embargo a una cuetión que Strobl no aborda. El periodo que se
abre en Europa en 1936 y que se cierra en 1945 (Guerra Civil española
y Segunda Guerra Mundial) tuvo resultados diferentes. En Europa el
fascismo fue vencido. Las potencias nazis y fascistas fueron
derrotadas. La participación de la mujer en esas derrotas es
fundamental. Y a partir de 1945 les tocó trabajar para ir
conquistando derechos. Sin embargo en España la cosa fue distinta.
El franquismo se alzó con la victoria. El modelo que impuso era
diamentralmente opuesto al que defendían las mujeres que cita
Strobl. El nacional-catolicismo hizo retroceder la sociedad. Y
quienes más salieron afectadas fueron las mujeres. La represión
sobre todos los aspectos de la vida, sobre todas las conquistas
alcanzadas en los años precedentes, generó una ruptura
generacional. La Ley del Divorcio y la Ley del Aborto fueron
abolidas. La libertad sexual fue repremida y perseguida. La larga
dictadura que sufrió España la sumió en un retroceso del que aun
hoy se nota sus consecuencias.
La nueva edición del libro que nos facilita Virus viene
enriquecida. No solo con prólogos y palabras actuales de Strobl sino
con un epílogo de la historiadora Dolors Marín que aborda el papel
de las mujeres anarquistas en la Guerra Civil.
Es un buen momento para recuperar estos antecedentes. Un libro que
forma parte de la necesaria recuperación de la memoria histórica
del feminismo.
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