Primera parte esquematizada de la conferencia que di con motivo del 84 aniversario de la Segunda República en Alcalá de Henares, organizada por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de la ciudad complutense.
Agradecimiento a la ARMH de
Alcalá de Henares por invitarme a este acto y felicitarles por la labor
realizada en este año de existencia que llevan en la ciudad, así como a Manuel
Ibáñez por la presentación y a Raúl González Luciano, viejo amigo de la
facultad y que ahora coincidimos en estas cosas, entre otras muchas, que
tenemos en común.
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¿Dónde radica la importancia del movimiento obrero?
La larga duración de la dictadura
franquista hace que se pierda perspectiva histórica respecto a la importancia
del movimiento obrero. El movimiento obrero queda como un agente distorsionador
de la historia, algo negativo.
Las distintas corrientes de interpretación
histórica en España ha tenido, como es lógico, distintas visiones del
movimiento obrero. El franquismo lo estigmatizó. Habló en genérico de
“marxismo” y lo consideró uno de los grandes males de la nación.
La visión liberal lo considera un aparato
distorsionador una vez que el Estado liberal se asentó. Los liberales aun así
distingue entre un movimiento obrero que se adapta a las nuevas estructuras y
los revolucionarios que quieren subvetir un orden libre.
La escuela marxista si ve en el movimiento
obrero un factor fundamental de la evolución histórica. Aun así distingue entre
movimientos obreros embrionarios o utópicos frente a un movimiento obrero representado
por el socialismo ciéntifico y vanguardistas. Teniendo también en cuenta
diversas tendencias de ese socialismo científico en los debates de inicios del
siglo XX entre las posiciones socialdemócratas y las revolucionarias.
Hoy también podemos hablar ya de una
escuela anarquista de interpretación del movimiento obrero. Quizá establecida
en dos visiones. Una más cercana a posiciones de reivindicación pasional del
pasado libertario. Pero otra acercándonos a la medida del pasado libertario con
base científica e investigaciones muy serias para un movimiento que como el
libertario estaba necesitado de ello.
En lineas generales, independientemente de
estas escuelas que hemos hablado, las investigaciones tienden a romper la idea
de un movimiento obrero “bueno” frente a un movimiento obrero “malo”.
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Proceso de democratización en España
En muchas ocasiones parece que la
democracia a España llega por ciencia infusa con la proclamación el 14 de abril
de 1931 de la Segunda República. Y esto nos puede llevar a equivocos y a
confundir la verdadera importancia de la propia Segunda República. Es imposible
que tan solo un pacto entre políticos de distintas tendencias republicanas en
San Sebastián y unas elecciones municipales que se convirtieron en
plebiscitarias trajeran un cambio tan profundo y radical en la sociedad
española. En España no existía una base burguesa avanzada y liberal. Los
republicanos, que habían sido el motor de cambio en muchos otros países, en
España siempre estuvieron muy divididos (federales, unitarios, progresistas,
etc.). La posibilidad de artícular un partido de base liberal-demócrata como
fue el Partido Reformista de Melquíades Álvarez fueron un fracaso. Las opciones
políticas de personajes como Azaña fueron muy minoritarias y débiles en el seno
de la sociedad española.
Las raíces de estos cambios fueron
anteriores y tiene un protagonista principal: el movimiento obrero. Y los
avances sociales y políticos que se conquistan en España básicamente desde
inicios del siglo XX tuvieron al movimiento obrero como un agente fundamental.
¿Cómo lo consiguieron? Ejerciendo una presión social que provocó que las
autoridades fuesen cediendo paulatinamente derechos laborales, sociales y
políticos. ¿Qué sucedía cuando el avance marcaba ritmos más altos por los
cuales las autoridades y el statu quo de las clases acomodadas se ponía en
peligro?. Se cortaba de raíz por diversos procedimientos. La represión era una
de ellos. La guerra sucia, como por ejemplo el pistolerismo de la patronal en
el periodo que media entre 1918-1923. O en último extremo la instauración de
dictadura por medios de golpe de Estado, como el ejemplo de 1923 con Primo de
Rivera o el golpe de Estado de 1936 que tiene características distintas y
propias porque generó una Guerra Civil.
A esto hay que unir que el movimiento
obrero había avanzado de forma espectacular desde su introducción en España en
diciembre de 1868 y el establecimiento de las primeras sociedades obreras de la
Asociación Internacional de Trabajadores. No solo en lo numérico y organizativo
(pues tuvo flujos y reflujos) sino en la generación de toda una cultura obrera,
en el desarrollo de unas formas de socialización que anticipaba el modelo de
sociedad que defendían. Un modelo de organización muy alejado del desarrollo
liberal capitalista.
Vamos a poner algunos ejemplos de esos
avances que provocó el movimiento obrero en la sociedad el momento. Por ejemplo
se fueron perfeccionando el derecho a huelga, las subidas salariales, la
reducción de la jornada laboral, legislación en materia de protección laboral y
derechos sociales, etc.
Algunos dan la interpretación de que estos
avances se produjeron gracias a la labor del sindicalismo de concertación. La
labor que el sindicalismo de la UGT y sus dirigentes llevaron a cabo en instituciones
como la Comisión de Reformas Sociales que se desarrolló en el siglo XIX y se
dio una visión de la situación de la clase obrera, el Instituto de Reformas
Sociales fundado en 1902 y donde desde el primer momento los socialistas
tuvieron participación o a nivel local la participación ugetista en las Juntas
Locales de Reformas Sociales. Sin quitar un ápice de importacia a estas
instituciones y a la labor del movimiento obrero socialista en ellas es
imposible establecer esta razón única
para considerar que la situación de la clase obrera mejoró. Por ejemplo las
Juntas Locales de Reformas Sociales funcionaron de forma muy deficiente. No
porque los socialistas no las utilizasen sino porque la patronal no prestó
atención a las demandas y a las resoluciones de las mismas. Algo que incluso
denunció públicamente el propio movimiento obrero socialista.
Pero es imposible entender los avances
sociales si se olvida los procesos de luchas en la calle del movimiento obrero.
Por ejemplo la Ley de Contratos de 1902 se aprueba tras el ciclo huelguístico
que media entre 1898 y 1901. En una frontera en la que se pasa de los motines
de subsistencia del periodo finisecular a la huelga científica de inicios del
siglo XX. Un proceso de movilización donde los anarquistas tuvieron un
protagonismo destacado. Esas disposiciones sobre el contrato de trabajo y las
huelgas, firmadas por Sagasta y Segismundo Moret, venía a legislar tras ese
proceso precisamente gran parte de las peticiones que la clase obrera hizo y
con el objetivo de las autoridades de frenar el avance del movimiento obrero
con dichas concesiones. Un párrafo interesante de estas disposiciones está en
la página 17 del folleto Disposiciones
sobre el contrato del trabajo y las huelgas editado en 1902 por orden del
Ministerio de Gobernación y de la presidencia del gobierno: “El peligro, sin embargo, arrecia, y la
intranquilidad se extiende por los campos, sobre todo en esta época en que las
labores de siega y de la trilla, aumentando la demanda de brazos, ociosos en el
invierno, despiertan en los jornaleros esperanzas que, desnaturalizadas por las
predicaciones anarquistas, engendran, al formularse, amenazas e inquietudes
precursoras de violencias y represiones”. Estaba claro quien ponía como
enemigo las instituciones del momento.
Otro ejemplo sería la jornada de 8 horas
de trabajo. Ciertamente el 1 de julio de 1931 se desarrolló un decreto sobre la
“Duración máxima legal de la jornada de trabajo” que fue aprobado como ley de
la República el 9 de septiembre de 1931, siendo Ministro de Trabajo Francisco
Largo Caballero. En él se aprobó la jornada legal de 8 horas de trabajo. Sin
embargo la normalización de ese hecho no es una conquista de la República. La
jornada laboral de 8 horas de trabajo se había alcanzado en España unos años
antes. En 1919, tras la Huelga de La Canadiense, canalizada por la CNT, que se
hizo extensiva a otros sectores laborales, una delegación de la organización
anarcosindicalista se desplazó hasta Madrid, con Salvador Seguí a la cabeza,
para negociar con el gobierno. El acuerdo fue el decreto de aprobación de las 8
horas de trabajo. Ahora bien, esa disposición era sistemáticamente violada por
la patronal, lo que hizo que la gran mayoria de las sociedades obreras
españolas se tuvieran que poner en huelga en el periodo que media entre 1919 y
1923 para reclamar su cumplimiento. En Alcalá de Henares esas huelgas fueron
recurrentes en ese periodo hasta el establecimiento de la dictadura de Primo de
Rivera. A nivel nacional, en esas mismas huelgas, participó Francisco Largo
Caballero, que después sería el Ministro de Trabajo. La República si que
intentó el establecimiento de mecanismo de obligado cumplimiento, aunque el
enfretamiento de muchos patronos con las instituciones republicanas hicieron
que estas disposiones muchas veces no se cumplieran que con el tiempo generó un
cambio de estrategia tanto de la UGT como de una parte de los socialistas, como
veremos.
Igualmente uno de los grandes triunfos de
la Segunda República fue la educación. En el primer bienio de la República se
había avanzado más en esta materia a nivel nacional que en los treinta años
precendentes. Y es que para las autoridades de la Restauración, la educación no
fue una cuestión prioritaria. Con solo decir que la Ley Moyano de 1857 era
mucho más avanzada que la Ley Orovio de 1876. Aunque tampoco podemos obviar que
en el tiempo que media entre el inicio de la Restauración en 1876 hasta la
proclamación de la República en 1931, se produjeron avances como una
implicación mayor del Estado en las políticas educativas que llevó a la
creación del Ministerio de Instrucción Pública en 1901.
Aun así las medidas adoptadas no fueron
suficientes y el analfabetismo siguió campando a sus anchas a lo largo y ancho
de la geografía nacional.
Una vez más tenemos que buscar los
proyectos más avanzados, de los que bebió la legistalación republicana, fuera
del Estado. Proyectos como la Institución Libre de Enseñanza, creada por
Francisco Giner de los Ríos en 1876. En la ILE se formaron muchos de los
políticos republicanos como Julián Besteiro o Fernando de los Ríos.
Pero fue el movimiento obrero nuevamente
pionero en el desarrollo de una educación equitativa. Proyecto como las
escuelas generadas en el seno de los ateneos republicanos y libertarios, donde
se tendía a la alfabetización de la clase obrera, creación de Escuelas de Artes
y Oficios en el seno de los sindicatos (base de la formación profesional
posterior), o proyectos avanzados como las escuelas laicas (por ejemplo la de
Guadalajara) o la Escuela Moderna de Ferrer basada en principios pedagógicos
libertarios en 1901, son ejemplos en los que miró la naciente República de
abril de 1931.
En Alcalá de Henares existen esos casos.
No se podría entender la lucha que desde el Ayuntamiento se desarrolló en la
República por el mejoramiento de las escuelas primarias y la lucha tenaz por el
establecimiento de un centro de segunda enseñanza, sin los ejemplos previos en
la ciudad. Frente a una escuela destartalada durante la Restauración, surgieron
proyectos como la escuela del Centro Obrero republicano en 1901 o la Escuela de
Oficios del Ateneo Obrero, también republicano, de 1904. Pionera en la
educación fue la escuela “El porvenir de la infancia” de Francisco Pardina,
maestro socialista que mantuvo esta escuela a lo largo del tiempo. O ya en al
década de 1910 la Escuela de Artes y Oficios de la UGT ubicada en la Casa del Pueblo.
Cuando ya en la República se comenzó a desarrollar una escuela más equitativa y
comenzaron a destacar maestro como Fernando G. Matilla, los ejemplos que les
precedieron fueron fundamental, teniendo en cuenta que Pardina también
participó.
La conclusión es que todas estas
cuestiones previas se consolidaron con la República y se hicieron más
extensivas. Pero evidentemente la República no lo consiguió todo. Siguieron
existendio problemas laborales múltiples, la reforma agraria fue el gran
problema de la República o polémicas leyes como la Ley de Terminos Municipales
o la Ley de Defensa de la República.
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