Ante las presentaciones del libro Historia del movimiento obrero en Alcalá de Henares, 1868-1939, pongo este artículo resumen de lo que es este trabajo de investigación.
Este artículo fue publicado, en parte, en el número de Marzo-Abril de la revista Madrid histórico.
El final de la Guerra Civil
significó la derrota del movimiento obrero. No solo porque en el campo de
batalla la República fue derrotada, sino porque los principios sobre los que se
había sustentado la lucha obrera en España desde la llegada de la Primera
Internacional habían sido derrotados por la fuerza de las armas.
El
movimiento obrero en Alcalá de Henares aúna dos cuestiones de importancia, que
se repite también en otros puntos de España:
- Es un factor imprescindible para conocer y entender la modernización de la sociedad. A falta de una revolución liberal que nunca llegó a concluir en España y de agentes de modernización y democratización, el movimiento obrero ocupa ese lugar.
- El movimiento obrero fue el único garante de la defensa de los pocos derechos que se fueron concediendo a los trabajadores a través de su propia lucha.
Alcalá de
Henares se presentaba en 1868 como una ciudad de estructura básicamente
agraria, con la propiedad de la tierra concentrada en unas pocas familias que
se habían beneficiado de la venta de las mismas en el proceso de
desamortización. La clase jornalera era la mayoritaria y su situación laboral
no se diferenciaba en nada de la situación de miseria que se vivía en otros
puntos de España. El mundo de los oficios completaba un panorama laboral en la
ciudad que no comenzará a cambiar hasta que en la década de 1920 se comenzaron
a establecer industrias más amplias que variaron el mapa laboral de la ciudad.
Hasta ese momento la agricultura y la construcción eran los sectores
mayoritarios entre los trabajadores complutenses. La década de 1920 y el
periodo republicano desarrollaron un modelo industrial a gran escala, tanto de
metalurgia como de cerámica. En este contexto social y económico comenzó a
surgir la conciencia de clase.
Los orígenes
del movimiento obrero alcalaíno hunden sus raíces en la Primera Internacional.
En 1871 se documentan los primeros conatos de organización obrera en la ciudad.
A la cabeza de dicha sociedad obrera se situó un fotógrafo, Florencio Navarro,
que en 1872 integró la sociedad en la FRE. Las actividades de esta sociedad
obrera se pueden seguir a través de los periódicos La Emancipación y El
Condenado. Entre las mismas se cuenta un homenaje a los comunard parisinos en marzo de 1872, en
el aniversario de la proclamación de la Comuna de París. La llegada a Madrid de
Paul Lafargue en 1872 y su afiliación a la sección de Alcalá de Henares hizo
que esta tuviese protagonismo a nivel nacional. Con el seudónimo de Pablo Farga
acudió como delegado de Alcalá al congreso de Zaragoza de abril de 1872. Allí
Lafargue desarrolló la ponencia sobre el concepto de la propiedad. La sección
de Alcalá de Henares, con Florencio Navarro a la cabeza, se hicieron defensoras
de las tesis marxistas de la Nueva Federación Madrileña de Pablo Iglesias y
Francisco Mora. Siguieron manteniendo correspondencia los alcalaínos con los
madrileños hasta la primera mitad de 1873, donde se dejó de tener noticias de la sección de Alcalá de Henares.
Pero el
periodo de libertades políticas que inauguró el Sexenio Democrático finalizó
con el fin de la experiencia republicana y la vuelta de los Borbones. La oleada
de conservadurismo posibilitó que estos sectores retomasen el poder en la
ciudad y las sociedades obreras se diseminasen o desapareciesen. A pesar de que
Max Nettlau habla de una sección antiautoritaria de la Internacional en Alcalá
de Henares en 1877, no se tiene constancia documental de sociedades obreras
organizadas hasta inicios del siglo XX. Una travesía en el desierto que se
llenó con Sociedades de Socorros Mutuos y la extensión de sociedades
democráticas y republicanas donde participaron antiguos internacionalistas como
Florencio Navarro. Ante la ausencia de un movimiento obrero de cariz socialista
o anarquista, fueron los republicanos quienes ocuparon ese hueco. Se hicieron
hueco personalidades como las del fotógrafo Casto Ortega. Pero esos intentos
tímidos de asociación no llegaron a fraguar. La crisis finisecular también
alcanzó a Alcalá de Henares. Junto a diferentes levantamientos militares,
numerosas huelgas se sucedieron en la ciudad ante la falta de subsistencias y
productos de primera necesidad con precios desorbitados. El más importante de
esos movimientos fue el de 1898, encabezado por mujeres, y que finalizó con la
declaración del Estado de Guerra en la ciudad y el encausamiento contra muchas
de sus participantes. A pesar de que no existió grupo político organizado tras
las protestas, lo cierto fue que durante las manifestaciones aparecieron
emblemas como la bandera negra, que bien puede ser de algún grupo anarquista
organizado o bien representaba la bandera del hambre.
El inicio del
siglo XX marcó el renacimiento del movimiento obrero organizado y el
surgimiento de sus organizaciones representativas. Cuando se inauguró el nuevo
siglo los republicanos tenían mucho campo ganado entre las masas obreras de la
ciudad. Ello les llevó a fundar en 1901 un Centro Obrero, un periódico con el
título El Obrero, clases de
instrucción para los hijos de los trabajadores, etc. A la cabeza de todo este
movimiento se situó Casto Ortega. Pero los republicanos no consiguieron
establecer estructuras asentadas de sus sociedades por la enorme dispersión de
sus tendencias. Este hecho fue aprovechado por el incipiente movimiento
socialista. A inicios de siglo destacaron dos personalidades en el desarrollo
del socialismo complutense. Por una parte Antonio Fernández Quer, alcalaíno de
nacimiento afiliado al PSOE y la UGT desde finales del siglo XIX. Su propósito
era desarrollar dichas estructuras en la ciudad complutense. Para ello contó
con la colaboración de la otra gran figura para el triunfo del socialismo en la
ciudad: Jerónimo Carnicero, militante socialista de Madrid e integrante de la
Comisión Ejecutiva de la UGT. Carnicero se desplazó hasta Alcalá para instruir
a los obreros complutenses de la necesidad de la organización pura y
específicamente obrera. En 1902 nació la Asociación de Obreros de Todos los
Oficios de Alcalá de Henares, origen de la UGT local, bajo la presidencia de
Fernández Quer. Un año después fundó la
Agrupación Socialista que en las elecciones de noviembre de 1903 obtiene dos
actas de concejales en su propia persona, teniendo que renunciar a una. La
estrategia socialista de estructurar al PSOE en aquellos lugares donde tuviesen
posibilidad de éxito, surte efecto en Alcalá de Henares. Junto a ello una
efectiva propaganda y una clara diferenciación entre distintos sectores
obreristas, ya fueran republicanos o anarquistas.
Esta implantación
socialista hizo reaccionar a los sectores conservadores, que comenzaron a
desarrollar estructuras del obrerismo adaptadas a la Rerum Novarum y al catolicismo
social. Encabezados por el sacerdote Víctor Marín y por militante católico
Francisco García Cuevas, nació en 1905 en Alcalá el periódico El Amigo del Pueblo, que defendió los
intereses de los católicos sociales, crearon organismos como Centro Católico de
Acción Social y tuvieron como cometido restar fuerzas al socialismo y a los
republicanos, que a partir de 1906 vuelven a coger influencia en la ciudad
gracias a Santiago Alonso, muy influenciado por el lerrouxismo.
Fernández Quer
inauguró la llegada de los socialistas al Ayuntamiento, que no paró de crecer
hasta la proclamación de la Segunda República cuando ya eran el partido más
votado. Fernández Quer se convirtió en el primer concejal socialista de la
provincia de Madrid. Casi dos años antes que Pablo Iglesias, Largo Caballero y
García Ormaechea. En sus 10 años como concejal del consistorio alcalaíno llevó
a rajatabla el programa municipal socialista aprobado por el PSOE en 1897.
Reclamó trabajo para los obreros, defendió de sus intereses salariales y
sociales, pidió la construcción de una tahona municipal donde vender el pan
barato a los trabajadores, etc. Cuando cesó de su cargo en 1914 dio el salto a
la política nacional, donde llegó a estar en la Ejecutiva del PSOE, en la Casa
del Pueblo de Madrid, fue diputado nacional en las primeras elecciones de 1931
por Madrid-Provincia y actuó como concejal en el Ayuntamiento madrileño. Una
vida que se extendió hasta la Guerra Civil y la represión franquista, muriendo
en la pobreza.
Tras la Semana
Trágica los católicos sociales establecieron con fuerza sus estructuras en la
ciudad. Fundaron la Mutual Obrera Complutense, consiguieron un local espacioso
para el Centro Obrero de Acción Católica, continuaron editando El Amigo del Pueblo, fundaron su Caja de
Ahorros y Monte de Piedad y comenzaron a desarrollar un sindicato obrero de
agricultores. Este sindicato motivó un enfrentamiento entre distintas formas de
entender el catolicismo social y su influencia entre los obreros.
Del pacto de
republicanos y socialistas, salieron reforzados los primeros. Afianzaron sus
estructuras, consiguieron un incremento de representación y su propaganda,
impulsada por Santiago Alonso, se hizo un hueco importante en la ciudad. Sin
embargo, a pesar de la dispersión de los socialistas, estos siguieron manteniendo la representación
municipal en la persona de Fernández Quer, y en febrero de 1911 inauguraron la
Casa del Pueblo, con la conferencia de Manuel Azaña El problema español. Una Casa del Pueblo, a imagen y semejanza de
la madrileña en la calle de Piamonte, que desde ese momento se convirtió en
referencia para la clase obrera complutense.
Todo esto hizo
que los socialistas se volviesen a convertir en la referencia política de la
mayoría obrera en la ciudad. Sus sociedades obreras, sobre todo del campo y de
la construcción, tomaron una importante fuerza. Se refundó la Agrupación
Socialista, que llegó a presentar como diputado a Cortes al también alcalaíno
Andrés Saborit y a Manuel Cordero. Una elección la de Saborit que Fernández
Quer demostró que no llegó a producirse por fraude electoral. Un periodo de
enorme conflictividad, que al calor de de Huelga General revolucionaria de
agosto de 1917 y la huelga de La Canadiense de 1918, hizo que las sociedades
obreras alcalaínas de la UGT reivindicaran mejoras salariales y la jornada de 8
horas de trabajo. También se produjo el surgimiento de organismos hasta
entonces desconocidos en la ciudad, como la Juventudes Socialistas fundadas por
Serapio Saborit. Ese momento de impulso obrerista coincide con una división y
zozobra del catolicismo social que perdió peso e influencia entre los
trabajadores complutenses.
Solo la instauración
de la dictadura volvió a poner a los católicos sociales en primera línea. A
pesar de que la UGT no fue puesta fuera de la Ley, en Alcalá de Henares el movimiento
obrero socialista perdió influencia y sus sociedades se atomizaron. Siguieron
la estrategia caballerista, de que a pesar de no tener a la UGT fuera la Ley,
no participaron de los Comités Paritarios a excepción que estos fuesen de
elección puramente democrática e igualitaria, pues consideraban que el
catolicismo social no era representativo. Al no darse esa circunstancia fueron
los católicos quienes ocuparon todos los puestos de representación. A partir
del Directorio Civil las sociedades obreras de la UGT volvieron a salir a la
luz y a desarrollar una intensa campaña de propaganda, que les hizo volver a
ser referencia política y social. Fernández Quer volvió a ser importante desde
la Oficina de Reclamaciones y Propaganda Socialista. Esta nueva oleada de
propaganda socialista les valió para volver a ocupar un espacio que podrían
haber copado republicanos o anarquistas. Ambos grupos sí habían mantenido una
actitud hostil y de oposición frontal a la dictadura y la monarquía en el
periodo de 1923-1930. Sin embargo el movimiento republicano alcalaíno estaba
muy desgastado por la propia dictadura. Y el anarquismo no pasaba de un estado
embrionario y todavía tardaría unos años en aflorar.
Todo este
panorama posibilitó que cuando el 12 de abril de 1931 se celebraron las
elecciones municipales, fue la candidatura socialista la más votada, obteniendo
8 concejales. Cuando el 14 de abril se proclamó la República los
republicano-socialistas eran mayoría.
El socialismo fue
en la ciudad un movimiento hegemónico entre la clase obrera. Los republicanos
ya solo aglutinaban a los sectores liberales y más avanzados de la pequeña
burguesía. Los socialistas aglutinaron gran parte del voto obrero. Los
católicos sociales quedaron aturdidos con la proclamación de la República. La
Mutual Obrera siguió actuando, así como El
Amigo del Pueblo, aunque cada vez de forma más intermitente. Cuando la
derecha política fue radicalizando sus posturas hiceron surgir la Acción
Obrerista, de Rodolfo López-Tello, ya muy cercana al corporativismo fascista.
En aquellos primeros meses de República los anarquistas estaban entorno a una
Unión Ciclista Alcalaína y no habían todavía desarrollado ninguna estructura
propia.
Los
socialistas ocuparon los puestos de representación, sus sociedades se
impusieron en los Jurados Mixtos y aplicaron la legislación laboral
republicana. Muchos de los representantes municipales socialistas eran a su vez
los dirigentes de las sociedades obreras alcalaínas de la UGT. Fue el caso de
Simón García de Pedro o Pedro Blas. Fue un momento de amplio avance de las
Juventudes Socialistas y la aparición del único periódico obrero socialista de
la ciudad, El Proletario. En sus
páginas también se comprueba como novedad
la participación de la mujer en la política local, en la persona de
Visitación García de Alcoy.
Ese momento de
oro del socialismo complutense pronto se vio erosionado por la irrupción de
movimientos obreros a su izquierda. En el seno de la Casa del Pueblo se comenzó
a desarrollar corrientes que, primero al calor del caballerismo y después
abiertamente a favor de la Internacional Comunista, comenzaron a desarrollar
organismos como el Socorro Rojo Internacional. Las Juventudes Socialistas
tuvieron también una radicalización en sus estructuras y llegaron a pedir en el
Congreso nacional de 1934 la unificación entre el PSOE y el PCE. Primero con la
unificación de las juventudes en la JSU. Curiosidad de que en Alcalá no existía
Juventudes Comunistas, sino que las Juventudes Socialistas pasaron a
denominarse JSU. El PSOE tuvo una pequeña ruptura ya en 1936 que posibilitó el
nacimiento del PCE. A pesar de la ruptura dentro del PSOE existió el sector
prietista y el sector caballerista. Con
la irrupción de los comunistas las sociedades obreras de la UGT también
tuvieron un pulso entre aquellos que quisieron ejercer un control desde las
nuevas concepciones comunistas y aquellos que querían mantener a la UGT bajo
control del caballerismo.
Al finalizar
el primer bienio republicano surgió las estructuras de la CNT alcalaína. Como ocurrió
en muchos otros lugares, en Alcalá de Henares los libertarios no lograron
estructurar sus organismos hasta muy tarde. Durante ese tiempo o bien
estuvieron en el seno de las sociedades obreras de la UGT o bien buscaron
fórmulas organizativas. Durante la dictadura de Primo de Rivera se había creado
en Alcalá de Henares la Unión Ciclista Alcalaína. Esta estructura fue utilizada
por los libertarios complutenses para realizar sus actividades. Al igual que en
otros sitios se habían establecidos grupos excursionistas o sociedades
deportivas, en Alcalá fue un grupo ciclista el que dinamizó el anarquismo. A
esto se unió que a partir de 1932-1933 a la ciudad llegaron numerosos
inmigrantes a trabajar en la construcción del manicomio. Muchos de esos
trabajadores trajeron prácticas sindicales que no eran conocidas en la ciudad.
En noviembre de 1933 se constituyó el Sindicato de Oficios Varios de la CNT de
Alcalá de Henares. Al igual que en Madrid nutrió su fuerza del sector de la
construcción. El surgimiento de la CNT hizo que la UGT adoptase una posición
más radical. Ya en febrero de 1934 se desarrolló el primer pacto. Y la huelga
general de octubre de 1934 fue convocada por las dos centrales sindicales.
Tras esta
huelga tanto la Casa del Pueblo como la sede de la CNT fueron clausuradas. La
gestora conservadora del Ayuntamiento fomentó, nuevamente, un movimiento obrero
corporativo. Los actos que las izquierdas realizaron a lo largo de 1935 sirvió
para configurar el Frente Popular.
Con la
victoria del Frente Popular en febrero de 1936, los centros obreros volvieron a
reabrirse y el Ayuntamiento volvió a poder de la izquierda. Pedro Blas se
convirtió en el primer alcalde socialista de Alcalá de Henares en su historia.
Si bien se retornó a la política social republicana, las organizaciones obreras
fueron acercando posturas. Las huelgas que se desarrollaron durante ese momento
contaron con el apoyo de la CNT y de la UGT. Una CNT de Alcalá de Henares que
se presentó al Congreso de Zaragoza de mayo 1936 con unas estadísticas de 100
afiliados en la ciudad. También nacieron las JSU y el PCE. En vísperas de la
sublevación militar de julio de 1936, el movimiento obrero complutense mantuvo
un pulso en la huelga construcción en solidaridad con la huelga que se desarrollaba
en Madrid.
Tras una
primavera turbulenta, donde fuerzas militares entraron en colisión con las
fuerzas populares de la ciudad, los regimientos acuartelados de la ciudad
fueron sustituidos por orden directa de Manuel Azaña. Aunque los mandos
supremos del Regimiento de Zapadores-Minadores y del Batallón Ciclista fueron
de comprobada lealtad republicana, no lo fue así la oficialidad, que el 20 de
julio de 1936 se sublevó contra la República.
La sublevación
militar en Alcalá de Henares fue aplastada gracias a las operaciones políticas
del Ayuntamiento, a la actitud de la población de Alcalá y a los refuerzos
militares y milicianos que llegaron desde Madrid.
A partir de
ese fracaso, el control de la ciudad pasó a manos leales a la República. Y el
protagonismo del movimiento obrero en todas las facetas de la ciudad fue
central. Las organizaciones obreras adoptaron una capacidad de reorganización
política y social. Los sindicatos, que hasta ese momento habían sido sociedades
de resistencia al capital y de reivindicaciones de mejora de la clase obrera,
pasaron a ser gestores de la sociedad. Entraron a formar parte de la
representación del Ayuntamiento y de las distintas instituciones. La UGT y la
CNT se convirtieron en las minorías “mayoritarias” del Ayuntamiento. Eran las
organizaciones integrantes del Frente Popular que tenían el mayor número de
afiliados.
Los sindicatos
también reconstruyeron la economía de la ciudad y la tuvieron bajo control
obrero. Los comités de las fábricas pasaron a estar gestionados por los
sindicatos. Los campos de Alcalá conocieron el fenómeno de la colectivización,
donde los anarquistas fueron los más entusiastas. Constituyeron el Consejo
Económico Comarcal para gestionar todas las colectivizaciones agrarias de los
pueblos que abarcaba la Federación Comarcal. Aunque la UGT participó también de
este proceso, fue más reticente en muchos casos, y constituyó cooperativas que
tuvieron un mayor control gubernamental. Esto llevó a enfrentamiento entre
ambos organismos sindicales.
La
conflictividad entre las organizaciones del Frente Popular no fue ajena en la
ciudad alcalaína. Los enfrentamientos entre comunistas y anarquistas fueron
frecuentes desde 1937. También los socialistas entraron en disputa con los
comunistas. El control del movimiento obrero, la gestión de la retaguardia y la
visión de la conducción de la guerra fueron los motivos principales de estos
enfrentamientos que llegaron a tener incluso episodios sangrientos como los
sucesos de Torres de la Alameda.
Sin embargo,
el gran problema que tuvo el movimiento
obrero tras la guerra fue que se le acusó de ejercer la violencia y la
represión en la retaguardia republicana complutense. La mayoría de los
dirigentes obreros alcalaínos de todas las tendencias fueron acusados de
innumerables asesinatos cometidos en la ciudad. Sin embargo un exhaustivo
trabajo de campo nos lleva a la conclusión de que ni la represión republicana
fue tan feroz como la presentó el franquismo, ni el movimiento obrero tuvo
implicación en los luctuosos casos que se dieron al principio de la contienda.
Numerosos nombres como los de Fernando Macarro (después conocido como Marcos
Ana), Ángel García, Basilio Yebra, Manuel Muñoz, Agustín Anuarbe, Pedro Blas,
etc., aparecen en los datos facilitados por la Causa General. Muchos de ellos
fueron ejecutados tras la Guerra Civil.
La Guerra
Civil fue el canto del cisne del movimiento obrero. Fue la posibilidad de
plasmar, en un entorno hostil, las ideas que habían venido desarrollando desde
su implantación. La derrota en manos del franquismo fue la derrota de dichos
proyectos.
1 comentario:
Además el libro es de una lectura fácil. Asequible a cualquier persona. Me resulta interesante las muy numerosas revelaciones caídas en el olvido por más de un siglo y recuperadas gracias a tu labor de historiador. Muchas gracias.
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