lunes, 5 de mayo de 2014

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ALCALÁ DE HENARES

Ante las presentaciones del libro Historia del movimiento obrero en Alcalá de Henares, 1868-1939, pongo este artículo resumen de lo que es este trabajo de investigación.
Este artículo fue publicado, en parte, en el número de Marzo-Abril de la revista Madrid histórico.

El final de la Guerra Civil significó la derrota del movimiento obrero. No solo porque en el campo de batalla la República fue derrotada, sino porque los principios sobre los que se había sustentado la lucha obrera en España desde la llegada de la Primera Internacional habían sido derrotados por la fuerza de las armas.
            El movimiento obrero en Alcalá de Henares aúna dos cuestiones de importancia, que se repite también en otros puntos de España:
  1. Es un factor imprescindible para conocer y entender la modernización de la sociedad. A falta de una revolución liberal que nunca llegó a concluir en España y de agentes de modernización y democratización, el movimiento obrero ocupa ese lugar.
  2. El movimiento obrero fue el único garante de la defensa de los pocos derechos que se fueron concediendo a los trabajadores a través de su propia lucha.

Alcalá de Henares se presentaba en 1868 como una ciudad de estructura básicamente agraria, con la propiedad de la tierra concentrada en unas pocas familias que se habían beneficiado de la venta de las mismas en el proceso de desamortización. La clase jornalera era la mayoritaria y su situación laboral no se diferenciaba en nada de la situación de miseria que se vivía en otros puntos de España. El mundo de los oficios completaba un panorama laboral en la ciudad que no comenzará a cambiar hasta que en la década de 1920 se comenzaron a establecer industrias más amplias que variaron el mapa laboral de la ciudad. Hasta ese momento la agricultura y la construcción eran los sectores mayoritarios entre los trabajadores complutenses. La década de 1920 y el periodo republicano desarrollaron un modelo industrial a gran escala, tanto de metalurgia como de cerámica. En este contexto social y económico comenzó a surgir la conciencia de clase.
Los orígenes del movimiento obrero alcalaíno hunden sus raíces en la Primera Internacional. En 1871 se documentan los primeros conatos de organización obrera en la ciudad. A la cabeza de dicha sociedad obrera se situó un fotógrafo, Florencio Navarro, que en 1872 integró la sociedad en la FRE. Las actividades de esta sociedad obrera se pueden seguir a través de los periódicos La Emancipación y El Condenado. Entre las mismas se cuenta un homenaje a los comunard parisinos en marzo de 1872, en el aniversario de la proclamación de la Comuna de París. La llegada a Madrid de Paul Lafargue en 1872 y su afiliación a la sección de Alcalá de Henares hizo que esta tuviese protagonismo a nivel nacional. Con el seudónimo de Pablo Farga acudió como delegado de Alcalá al congreso de Zaragoza de abril de 1872. Allí Lafargue desarrolló la ponencia sobre el concepto de la propiedad. La sección de Alcalá de Henares, con Florencio Navarro a la cabeza, se hicieron defensoras de las tesis marxistas de la Nueva Federación Madrileña de Pablo Iglesias y Francisco Mora. Siguieron manteniendo correspondencia los alcalaínos con los madrileños hasta la primera mitad de 1873, donde se dejó de tener  noticias de la sección de Alcalá de Henares.
Pero el periodo de libertades políticas que inauguró el Sexenio Democrático finalizó con el fin de la experiencia republicana y la vuelta de los Borbones. La oleada de conservadurismo posibilitó que estos sectores retomasen el poder en la ciudad y las sociedades obreras se diseminasen o desapareciesen. A pesar de que Max Nettlau habla de una sección antiautoritaria de la Internacional en Alcalá de Henares en 1877, no se tiene constancia documental de sociedades obreras organizadas hasta inicios del siglo XX. Una travesía en el desierto que se llenó con Sociedades de Socorros Mutuos y la extensión de sociedades democráticas y republicanas donde participaron antiguos internacionalistas como Florencio Navarro. Ante la ausencia de un movimiento obrero de cariz socialista o anarquista, fueron los republicanos quienes ocuparon ese hueco. Se hicieron hueco personalidades como las del fotógrafo Casto Ortega. Pero esos intentos tímidos de asociación no llegaron a fraguar. La crisis finisecular también alcanzó a Alcalá de Henares. Junto a diferentes levantamientos militares, numerosas huelgas se sucedieron en la ciudad ante la falta de subsistencias y productos de primera necesidad con precios desorbitados. El más importante de esos movimientos fue el de 1898, encabezado por mujeres, y que finalizó con la declaración del Estado de Guerra en la ciudad y el encausamiento contra muchas de sus participantes. A pesar de que no existió grupo político organizado tras las protestas, lo cierto fue que durante las manifestaciones aparecieron emblemas como la bandera negra, que bien puede ser de algún grupo anarquista organizado o bien representaba la bandera del hambre.
El inicio del siglo XX marcó el renacimiento del movimiento obrero organizado y el surgimiento de sus organizaciones representativas. Cuando se inauguró el nuevo siglo los republicanos tenían mucho campo ganado entre las masas obreras de la ciudad. Ello les llevó a fundar en 1901 un Centro Obrero, un periódico con el título El Obrero, clases de instrucción para los hijos de los trabajadores, etc. A la cabeza de todo este movimiento se situó Casto Ortega. Pero los republicanos no consiguieron establecer estructuras asentadas de sus sociedades por la enorme dispersión de sus tendencias. Este hecho fue aprovechado por el incipiente movimiento socialista. A inicios de siglo destacaron dos personalidades en el desarrollo del socialismo complutense. Por una parte Antonio Fernández Quer, alcalaíno de nacimiento afiliado al PSOE y la UGT desde finales del siglo XIX. Su propósito era desarrollar dichas estructuras en la ciudad complutense. Para ello contó con la colaboración de la otra gran figura para el triunfo del socialismo en la ciudad: Jerónimo Carnicero, militante socialista de Madrid e integrante de la Comisión Ejecutiva de la UGT. Carnicero se desplazó hasta Alcalá para instruir a los obreros complutenses de la necesidad de la organización pura y específicamente obrera. En 1902 nació la Asociación de Obreros de Todos los Oficios de Alcalá de Henares, origen de la UGT local, bajo la presidencia de Fernández Quer.  Un año después fundó la Agrupación Socialista que en las elecciones de noviembre de 1903 obtiene dos actas de concejales en su propia persona, teniendo que renunciar a una. La estrategia socialista de estructurar al PSOE en aquellos lugares donde tuviesen posibilidad de éxito, surte efecto en Alcalá de Henares. Junto a ello una efectiva propaganda y una clara diferenciación entre distintos sectores obreristas, ya fueran republicanos o anarquistas.
Esta implantación socialista hizo reaccionar a los sectores conservadores, que comenzaron a desarrollar estructuras del obrerismo adaptadas a la Rerum Novarum y al catolicismo social. Encabezados por el sacerdote Víctor Marín y por militante católico Francisco García Cuevas, nació en 1905 en Alcalá el periódico El Amigo del Pueblo, que defendió los intereses de los católicos sociales, crearon organismos como Centro Católico de Acción Social y tuvieron como cometido restar fuerzas al socialismo y a los republicanos, que a partir de 1906 vuelven a coger influencia en la ciudad gracias a Santiago Alonso, muy influenciado por el lerrouxismo.
Fernández Quer inauguró la llegada de los socialistas al Ayuntamiento, que no paró de crecer hasta la proclamación de la Segunda República cuando ya eran el partido más votado. Fernández Quer se convirtió en el primer concejal socialista de la provincia de Madrid. Casi dos años antes que Pablo Iglesias, Largo Caballero y García Ormaechea. En sus 10 años como concejal del consistorio alcalaíno llevó a rajatabla el programa municipal socialista aprobado por el PSOE en 1897. Reclamó trabajo para los obreros, defendió de sus intereses salariales y sociales, pidió la construcción de una tahona municipal donde vender el pan barato a los trabajadores, etc. Cuando cesó de su cargo en 1914 dio el salto a la política nacional, donde llegó a estar en la Ejecutiva del PSOE, en la Casa del Pueblo de Madrid, fue diputado nacional en las primeras elecciones de 1931 por Madrid-Provincia y actuó como concejal en el Ayuntamiento madrileño. Una vida que se extendió hasta la Guerra Civil y la represión franquista, muriendo en la pobreza.
Tras la Semana Trágica los católicos sociales establecieron con fuerza sus estructuras en la ciudad. Fundaron la Mutual Obrera Complutense, consiguieron un local espacioso para el Centro Obrero de Acción Católica, continuaron editando El Amigo del Pueblo, fundaron su Caja de Ahorros y Monte de Piedad y comenzaron a desarrollar un sindicato obrero de agricultores. Este sindicato motivó un enfrentamiento entre distintas formas de entender el catolicismo social y su influencia entre los obreros.
Del pacto de republicanos y socialistas, salieron reforzados los primeros. Afianzaron sus estructuras, consiguieron un incremento de representación y su propaganda, impulsada por Santiago Alonso, se hizo un hueco importante en la ciudad. Sin embargo, a pesar de la dispersión de los socialistas,  estos siguieron manteniendo la representación municipal en la persona de Fernández Quer, y en febrero de 1911 inauguraron la Casa del Pueblo, con la conferencia de Manuel Azaña El problema español. Una Casa del Pueblo, a imagen y semejanza de la madrileña en la calle de Piamonte, que desde ese momento se convirtió en referencia para la clase obrera complutense.
Todo esto hizo que los socialistas se volviesen a convertir en la referencia política de la mayoría obrera en la ciudad. Sus sociedades obreras, sobre todo del campo y de la construcción, tomaron una importante fuerza. Se refundó la Agrupación Socialista, que llegó a presentar como diputado a Cortes al también alcalaíno Andrés Saborit y a Manuel Cordero. Una elección la de Saborit que Fernández Quer demostró que no llegó a producirse por fraude electoral. Un periodo de enorme conflictividad, que al calor de de Huelga General revolucionaria de agosto de 1917 y la huelga de La Canadiense de 1918, hizo que las sociedades obreras alcalaínas de la UGT reivindicaran mejoras salariales y la jornada de 8 horas de trabajo. También se produjo el surgimiento de organismos hasta entonces desconocidos en la ciudad, como la Juventudes Socialistas fundadas por Serapio Saborit. Ese momento de impulso obrerista coincide con una división y zozobra del catolicismo social que perdió peso e influencia entre los trabajadores complutenses.
Solo la instauración de la dictadura volvió a poner a los católicos sociales en primera línea. A pesar de que la UGT no fue puesta fuera de la Ley, en Alcalá de Henares el movimiento obrero socialista perdió influencia y sus sociedades se atomizaron. Siguieron la estrategia caballerista, de que a pesar de no tener a la UGT fuera la Ley, no participaron de los Comités Paritarios a excepción que estos fuesen de elección puramente democrática e igualitaria, pues consideraban que el catolicismo social no era representativo. Al no darse esa circunstancia fueron los católicos quienes ocuparon todos los puestos de representación. A partir del Directorio Civil las sociedades obreras de la UGT volvieron a salir a la luz y a desarrollar una intensa campaña de propaganda, que les hizo volver a ser referencia política y social. Fernández Quer volvió a ser importante desde la Oficina de Reclamaciones y Propaganda Socialista. Esta nueva oleada de propaganda socialista les valió para volver a ocupar un espacio que podrían haber copado republicanos o anarquistas. Ambos grupos sí habían mantenido una actitud hostil y de oposición frontal a la dictadura y la monarquía en el periodo de 1923-1930. Sin embargo el movimiento republicano alcalaíno estaba muy desgastado por la propia dictadura. Y el anarquismo no pasaba de un estado embrionario y todavía tardaría unos años en aflorar.
Todo este panorama posibilitó que cuando el 12 de abril de 1931 se celebraron las elecciones municipales, fue la candidatura socialista la más votada, obteniendo 8 concejales. Cuando el 14 de abril se proclamó la República los republicano-socialistas eran mayoría.
El socialismo fue en la ciudad un movimiento hegemónico entre la clase obrera. Los republicanos ya solo aglutinaban a los sectores liberales y más avanzados de la pequeña burguesía. Los socialistas aglutinaron gran parte del voto obrero. Los católicos sociales quedaron aturdidos con la proclamación de la República. La Mutual Obrera siguió actuando, así como El Amigo del Pueblo, aunque cada vez de forma más intermitente. Cuando la derecha política fue radicalizando sus posturas hiceron surgir la Acción Obrerista, de Rodolfo López-Tello, ya muy cercana al corporativismo fascista. En aquellos primeros meses de República los anarquistas estaban entorno a una Unión Ciclista Alcalaína y no habían todavía desarrollado ninguna estructura propia.
Los socialistas ocuparon los puestos de representación, sus sociedades se impusieron en los Jurados Mixtos y aplicaron la legislación laboral republicana. Muchos de los representantes municipales socialistas eran a su vez los dirigentes de las sociedades obreras alcalaínas de la UGT. Fue el caso de Simón García de Pedro o Pedro Blas. Fue un momento de amplio avance de las Juventudes Socialistas y la aparición del único periódico obrero socialista de la ciudad, El Proletario. En sus páginas también se comprueba como novedad  la participación de la mujer en la política local, en la persona de Visitación García de Alcoy.
Ese momento de oro del socialismo complutense pronto se vio erosionado por la irrupción de movimientos obreros a su izquierda. En el seno de la Casa del Pueblo se comenzó a desarrollar corrientes que, primero al calor del caballerismo y después abiertamente a favor de la Internacional Comunista, comenzaron a desarrollar organismos como el Socorro Rojo Internacional. Las Juventudes Socialistas tuvieron también una radicalización en sus estructuras y llegaron a pedir en el Congreso nacional de 1934 la unificación entre el PSOE y el PCE. Primero con la unificación de las juventudes en la JSU. Curiosidad de que en Alcalá no existía Juventudes Comunistas, sino que las Juventudes Socialistas pasaron a denominarse JSU. El PSOE tuvo una pequeña ruptura ya en 1936 que posibilitó el nacimiento del PCE. A pesar de la ruptura dentro del PSOE existió el sector prietista y el sector caballerista. Con  la irrupción de los comunistas las sociedades obreras de la UGT también tuvieron un pulso entre aquellos que quisieron ejercer un control desde las nuevas concepciones comunistas y aquellos que querían mantener a la UGT bajo control del caballerismo.
Al finalizar el primer bienio republicano surgió las estructuras de la CNT alcalaína. Como ocurrió en muchos otros lugares, en Alcalá de Henares los libertarios no lograron estructurar sus organismos hasta muy tarde. Durante ese tiempo o bien estuvieron en el seno de las sociedades obreras de la UGT o bien buscaron fórmulas organizativas. Durante la dictadura de Primo de Rivera se había creado en Alcalá de Henares la Unión Ciclista Alcalaína. Esta estructura fue utilizada por los libertarios complutenses para realizar sus actividades. Al igual que en otros sitios se habían establecidos grupos excursionistas o sociedades deportivas, en Alcalá fue un grupo ciclista el que dinamizó el anarquismo. A esto se unió que a partir de 1932-1933 a la ciudad llegaron numerosos inmigrantes a trabajar en la construcción del manicomio. Muchos de esos trabajadores trajeron prácticas sindicales que no eran conocidas en la ciudad. En noviembre de 1933 se constituyó el Sindicato de Oficios Varios de la CNT de Alcalá de Henares. Al igual que en Madrid nutrió su fuerza del sector de la construcción. El surgimiento de la CNT hizo que la UGT adoptase una posición más radical. Ya en febrero de 1934 se desarrolló el primer pacto. Y la huelga general de octubre de 1934 fue convocada por las dos centrales sindicales.
Tras esta huelga tanto la Casa del Pueblo como la sede de la CNT fueron clausuradas. La gestora conservadora del Ayuntamiento fomentó, nuevamente, un movimiento obrero corporativo. Los actos que las izquierdas realizaron a lo largo de 1935 sirvió para configurar el Frente Popular.
Con la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, los centros obreros volvieron a reabrirse y el Ayuntamiento volvió a poder de la izquierda. Pedro Blas se convirtió en el primer alcalde socialista de Alcalá de Henares en su historia. Si bien se retornó a la política social republicana, las organizaciones obreras fueron acercando posturas. Las huelgas que se desarrollaron durante ese momento contaron con el apoyo de la CNT y de la UGT. Una CNT de Alcalá de Henares que se presentó al Congreso de Zaragoza de mayo 1936 con unas estadísticas de 100 afiliados en la ciudad. También nacieron las JSU y el PCE. En vísperas de la sublevación militar de julio de 1936, el movimiento obrero complutense mantuvo un pulso en la huelga construcción en solidaridad con la huelga que se desarrollaba en Madrid.
Tras una primavera turbulenta, donde fuerzas militares entraron en colisión con las fuerzas populares de la ciudad, los regimientos acuartelados de la ciudad fueron sustituidos por orden directa de Manuel Azaña. Aunque los mandos supremos del Regimiento de Zapadores-Minadores y del Batallón Ciclista fueron de comprobada lealtad republicana, no lo fue así la oficialidad, que el 20 de julio de 1936 se sublevó contra la República.
La sublevación militar en Alcalá de Henares fue aplastada gracias a las operaciones políticas del Ayuntamiento, a la actitud de la población de Alcalá y a los refuerzos militares y milicianos que llegaron desde Madrid.
A partir de ese fracaso, el control de la ciudad pasó a manos leales a la República. Y el protagonismo del movimiento obrero en todas las facetas de la ciudad fue central. Las organizaciones obreras adoptaron una capacidad de reorganización política y social. Los sindicatos, que hasta ese momento habían sido sociedades de resistencia al capital y de reivindicaciones de mejora de la clase obrera, pasaron a ser gestores de la sociedad. Entraron a formar parte de la representación del Ayuntamiento y de las distintas instituciones. La UGT y la CNT se convirtieron en las minorías “mayoritarias” del Ayuntamiento. Eran las organizaciones integrantes del Frente Popular que tenían el mayor número de afiliados.
Los sindicatos también reconstruyeron la economía de la ciudad y la tuvieron bajo control obrero. Los comités de las fábricas pasaron a estar gestionados por los sindicatos. Los campos de Alcalá conocieron el fenómeno de la colectivización, donde los anarquistas fueron los más entusiastas. Constituyeron el Consejo Económico Comarcal para gestionar todas las colectivizaciones agrarias de los pueblos que abarcaba la Federación Comarcal. Aunque la UGT participó también de este proceso, fue más reticente en muchos casos, y constituyó cooperativas que tuvieron un mayor control gubernamental. Esto llevó a enfrentamiento entre ambos organismos sindicales.
La conflictividad entre las organizaciones del Frente Popular no fue ajena en la ciudad alcalaína. Los enfrentamientos entre comunistas y anarquistas fueron frecuentes desde 1937. También los socialistas entraron en disputa con los comunistas. El control del movimiento obrero, la gestión de la retaguardia y la visión de la conducción de la guerra fueron los motivos principales de estos enfrentamientos que llegaron a tener incluso episodios sangrientos como los sucesos de Torres de la Alameda.
Sin embargo, el gran problema que tuvo el  movimiento obrero tras la guerra fue que se le acusó de ejercer la violencia y la represión en la retaguardia republicana complutense. La mayoría de los dirigentes obreros alcalaínos de todas las tendencias fueron acusados de innumerables asesinatos cometidos en la ciudad. Sin embargo un exhaustivo trabajo de campo nos lleva a la conclusión de que ni la represión republicana fue tan feroz como la presentó el franquismo, ni el movimiento obrero tuvo implicación en los luctuosos casos que se dieron al principio de la contienda. Numerosos nombres como los de Fernando Macarro (después conocido como Marcos Ana), Ángel García, Basilio Yebra, Manuel Muñoz, Agustín Anuarbe, Pedro Blas, etc., aparecen en los datos facilitados por la Causa General. Muchos de ellos fueron ejecutados tras la Guerra Civil.
La Guerra Civil fue el canto del cisne del movimiento obrero. Fue la posibilidad de plasmar, en un entorno hostil, las ideas que habían venido desarrollando desde su implantación. La derrota en manos del franquismo fue la derrota de dichos proyectos.


1 comentario:

Canichu, el espía del bar dijo...

Además el libro es de una lectura fácil. Asequible a cualquier persona. Me resulta interesante las muy numerosas revelaciones caídas en el olvido por más de un siglo y recuperadas gracias a tu labor de historiador. Muchas gracias.