Artículo publicado en el periódico Diagonal edición digital con motivo del 75 aniversario del final de la Guerra Civil
En el día de hoy,
cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus
últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.
El Generalísimo
Franco
Burgos 1º abril
1939
Este fue el parte de guerra que el 1 de abril daba
por concluida la contienda, emitido por radio con la voz de Fernando Fernández
de Córdoba. Se cerraba casi tres años de combates desde que el 18 de julio de
1936 un grupo de militares perpetrara un golpe de Estado contra la República.
Tres años de Guerra donde los vencedores dieron todas las muestras de lo que
iba a ser el régimen que forjaban. El objetivo era claro: aplastamiento
definitivo de sus enemigos. Porque como Fernando Fernán Gómez dice al final de
su obra Las bicicletas son para el verano cuando finalizó la contiendo
no hubo paz, comenzó la victoria. Y frente a ella los derrotados.
No
habían pasado ni ocho años desde que el 14 de abril de 1931 se proclamase la
República. Las ilusiones que entonces se forjaron quedaron aniquiladas ese 1 de
abril de 1939. No solo por la derrotada de la República democrática. También
porque fueron aplastados manu militari proyectos de transformación social que
se venía desarrollando en España desde el siglo XIX. El movimiento obrero es el
gran derrotado de la Guerra Civil. Sus aspiraciones de una sociedad nueva y
socialista quedaron aplastados. Los proyectos socialistas y anarquistas, muchos
de los cuales se pusieron en práctica durante la Guerra Civil iniciando una
verdadera y profunda revolución, fueron exterminados.
Pero
la gran derrota de 1939 no solo se ejemplificó por una durísima represión
iniciada por el gobierno de Franco. También por la imposición del terror. El
terror político, el terror social y el terror psicológico. Algo que las
generaciones posteriores siguieron sufriendo y que, actualmente, sigue siendo
una de las grandes herencias del franquismo, merced a unas políticas de las
memoria intencionadamente erróneas y fundamentadas en los propios principios de
los vencedores de la Guerra Civil. Y es que mucho son los puntos del franquismo
que aun se mantienen vigentes. Desde estructuras políticas pasando por
instituciones no depuradas hasta llegar a una verdadera impunidad para las
víctimas de una guerra y del franquismo que se debate entre el genocidio o las
prácticas genocidas contra ellas. Algo que ha llamado la atención de las
propias instituciones internacionales que han comprobado como en España no se
ha hecho nada por restablecer la Verdad, la Justicia y la Reparación de las
víctimas. Y como dice el historiador Paul Preston la corrupción también es otra
de las grandes herencias actuales del franquismo.
Casado y el final de la Guerra
Civil. Donde todos y ninguno tenían razón
El
final de la Guerra Civil fue dramático. Mientras la maquinaria de exterminio de
los rebeldes se puso en marcha desde el propio inicio de la Guerra (no hay más
que recordar las palabras de Emilio Mola seguidas al pie de la letra) en el
campo leal a la República se generó una serie de debates, muchos de ellos
enriquecedores, que vinieron acompañados por disputas internas que poco favor
hicieron.
El
final de la Guerra Civil fue el fiel reflejo de esas disputas. Desde mayo de
1937 ostentaba la presidencia del gobierno de la República el socialista Juan
Negrín. En su primero gobierno había eliminado la participación de los
sindicalistas tanto de la UGT (producto de los problemas internos del
movimiento socialista) como de la CNT. A pesar de ello se sucedieron distintos
problemas en el seno del gobierno que no dejaban de ser problemas de los
propios organismos que representaban. Los reveses militares llevaron a Negrín a
promover una reforma de gobierno en 1938 donde caía un ministro comunista
(Jesús Hernández) y entraban nuevamente los libertarios (Segundo Blanco). A
pesar de ello el gobierno de Negrín se enfrentaba a varios problemas. El
primero el retroceso de la República en el campo de batalla. La toma de Teruel
y su rápida pérdida era un motivo de preocupación para el gobierno de la República.
El segundo una desigual lucha a nivel internacional. Mientras los golpistas
habían encontrado rápidamente apoyos en sus aliados fascistas europeos
(Portugal, Alemania e Italia) la República quedó completamente aislada. Ni
Francia ni Reino Unido apoyaron a la República, promoviendo una Comité de No
Intervención. La URSS apoyó con material bélico y asesores, pero esta ayuda
siempre fue motivo de enconados debates al no ser desinteresada. México dio una
ayuda sincera pero testimonial. A la altura de 1938 y con un mapa europeo muy
distinto al de 1936 la República estaba seriamente erosionada a nivel
internacional. Las Brigadas Internacionales se retiraban de la España leal
haciendo entrever un cambio de política internacional en la URSS. Las potencias
democráticas daban un nuevo ejemplo de debilidad frente al fascismo cuando
cedieron ante Hitler por la invasión de los Sudetes. Los Acuerdos de Munich de
septiembre de 1938 no dejaban de ser un duro golpe para la República española.
Los
problemas internos que se generaron tras la crisis de Mayo de 1937 quedaron
larvados en muchas organizaciones. Los socialistas caballeristas (seguidores de
Largo Caballero) se vieron fuera del poder y comenzaron a estrechar lazos con
la CNT a nivel sindical si bien otros sectores socialista y comunistas dentro
de la UGT les comenzaban a disputar la dirección del sindicato. La CNT también
se vio fuera del gobierno, pero era una organización lo suficientemente
poderosa como para mantener muchas cuotas de poder tanto a nivel municipal,
militar o en el comisariado. Aun así las disputas llevadas en Barcelona en Mayo
de 1937 fue algo que se guardaron los anarquistas. Igualmente la alianza
circunstancial para poder controlar el gobierno que Negrín, Prieto y los
comunistas formaron se fue erosionando poco a poco por las propias disputas
internas hasta llevar a la crisis de febrero de 1939. El presidente de la
República, Manuel Azaña, era criticado por todos acusándolo de derrotista por
sus reflexiones y escritos.
Cuando
el 5 de marzo de 1939 el coronel Segismundo Casado constituyó un Consejo
Nacional de Defensa (CND) desautorizando al gobierno de Juan Negrín, todas
estas querellas internas estaban encima de la mesa. El problema que la
historiografía ha planteado es que ha mezclado todas las cuestiones haciendo
una historia unívoca. Pero repasando las fuentes nos damos cuentas que ese CND
que surgió en Madrid no era tan cohesionado como se creía. Porque una cosa era
los intereses de Casado y otra muy distinta la de los casadistas. Casado
llevaba tiempo en contacto con agentes británicos para poder liquidar la
Guerra. Era consciente de que en su entorno tenía agentes de la Quinta Columna,
como el teniente coronel José Centaño de la Paz. Que estos estaban llevando
conversaciones con los quitacolumnista en Madrid que pasaban la información al
gobierno militar rebelde de Burgos. Pero los casadistas, que eran una
suerte socialistas caballeristas, libertarios, algunos republicanos y figuras
simbólicas como el socialista Julián Besteiro o el militar José Miaja, tenían
otras pretensiones y, sobre todo, demasiadas querellas con los comunistas por
todo lo acontecido en el pasado, ya que estos les habían marginado en una
política de intento de control del movimiento obrero. La gran diferencia, y
fundamental, entre Casado y los casadistas era que mientras Casado
quería negociar una paz honrosa a cualquier precio los casadistas
no estaban dispuesto a ello, tal como demostraron a partir de la segunda
quincena de marzo. Pero ya era demasiado tarde.
Por
contra el gobierno de Negrín era legal pero debil y profundamente erosionado.
Cuando se constituyó el CND casi ningún ministro del gabinete de Negrín estaba
en España. Igualmente unos días antes mientras Negrín anunciaba (como hizo en
numerosas ocasiones con anterioridad) una ayuda militar de las potencias
democráticas, estas reconocían a finales de febrero al gobierno rebelde de
Franco en Burgos. La política de Negrín quedaba desactivada y fuertemente
erosionada. Además tampoco se escapaba que el propio gobierno de Negrín hablaba
en algún momento de paz honrosa frente a los enemigos. Todas estas cuestiones
se tomaron como un vacío de poder cuando se constituyó el CND.
Por
su parte los comunistas habían ido perdiendo peso paulatino desde 1938. Desde
1936 el PCE había llevado a cabo una política que le llevó a llenar un vacío
que dejaron los partidos republicanos, convirtiendose en un partido de orden, y
que le llevó también a una disputa con el PSOE, la UGT y la CNT para poder
controlar el movimiento obrero. En este último punto el PCE fracasó. Los
comunistas hicieron un llamamiento a la resistencia numantina para que los
rebeldes no tomasen Madrid. Pero estaban a merced de la política internacional.
No podemos olvidar que el PCE era la Sección Española de la Internacional
Comunista y que estaban a disposición de lo que las directrices internacionales
marcasen. Y a nivel internacional Stalin estaba cambiando de política. Esa
posición de debilidad también fue detectada por su rivales políticos cuando se
constituyo el CND en marzo de 1939. Cabe una pregunta en este punto. ¿Qué
hubiese sucedido si la guerra se hubiese aguantado hasta septiembre de 1939,
con la invasión alemana a Polonia, con el pacto Molotov-Von Ribbentropp de por
medio? ¿Cual hubiese sido la posición del PCE ante la Guerra Civil española
cuando está hubiese entrado en el conflicto general europeo? No es nuestra
misión hacer ni historia factual ni ucronías pero la pregunta no es baladí.
Los
anarquistas siguieron siendo durante la Guerra referencia y ganaron en
influencia en muchos sectores. Su posición fue de colaboración con el resto de
fuerzas antifascistas y se puede decir que fue el movimiento que más cedió en
el periodo bélico. Siendo antiestatista cedió ministros y cargos politicos.
Siendo antimilitaristas dieron militares. Pero en la labor de control del
movimiento obrero y en la forma de entender la Guerra Civil chocaron con sus
rivales históricos, los comunistas. Aun así al acabar la guerra la importancia
que anarquistas y comunistas tuvieron se hizo evidente al ser los únicos
movimientos que articularon desde muy temprano una resistencia clandestina al
franquismo.
Los
combates que se entablaron en Madrid y alrededores (Guadalajara, Alcalá de
Henares y Torrejón de Ardoz) entre las fuerzas del CND y las fuerzas comunistas
leales a Negrín fueron el triste epílogo de la Guerra Civil.
Sin
hacer juicios de valor hay dos conclusiones claras en este triste final de la
República:
1. A la altura de marzo de 1939
el gobierno de Negrín estaba completamente aislado a nivel nacional e
internacional. Su posición era de completa debilidad.
2. El CND quiso llenar un vacío
de poder sobre unas bases muy débiles, pues lo integrantes del mismo no
coincidían en objetivos. La Paz Honrosa era una completa utopía e ingenuidad
teniendo en cuenta cual era la política de exterminio que Franco estaba
llevando a cabo.
Aun
así una cosa es clara. La derrota de 1939 no vino determinada por las disputas
internas en el campo republicano. Esa conclusión esta muy alejada de la realidad.
Hay dos factores fundamentales que determinaron la derrota de la República y de
los proyectos que en ella anidaban:
1. El primero y fundamental el
golpe de Estado de 1936. La Guerra Civil se inició por dicho golpe de Estado. Y
en él estaban los enemigos eternos del progresismo. El golpe lo apoyó la
derecha política, una parte del Ejército, los terratenientes, la clase
capitalista, la amplia mayoría de la Iglesia católica, etc.
2. La soledad de la República fue
manifiesta. En el momento crucial de su existencia, cuando fue atacada, se
quedó sola. Las potencias democráticas le dieron la espalda.
Por
eso la gesta del pueblo español fue resistir durante tres años las embestidas
de Franco, de los fascistas y de los nazis. Y que incluso esas fuerzas lograron
derrotar por primera vez al fascismo en el campo de batalla en Guadalajara en
1937. Madrid nunca fue tomada por los rebeldes. Madrid cayó extenuada el 28 de
marzo de 1939. Franco fracasó siempre que quiso tomar Madrid.
Las consecuencias de la
victoria y la derrotada
El
1 de abril de 1939 comenzó el calvario para los que no pudieron salir de
España. Las cárceles se llenaron de militantes antifascistas. Las
organizaciones obreras y de izquierda fueron proscritas y perseguidas. Pensar
distinto al régimen dictatorial era un delito que se pagaba con la propia vida.
Miles de personas fueron juzgadas en juicios de guerra sumarísimos sin ninguna
garantía jurídica. Frente a la presunción de inocencia se reglamentó la
presunción de culpabilidad. Miles de personas fueron ejecutadas de forma
extrajudicial y sus cuerpos arrojados a fosas comunes y cunetas que hoy todavía
permanecen en el anonimato. Otros tantos dieron con sus huesos en las prisiones
del franquismo, en los batallones de trabajadores donde fueron mano de obra
esclava, internados en campos de concentración con condiciones inhumanas que
acababan con su vida. Otros muchos partieron al exilio y ya nunca más volvieron
a España. Algunos resistieron al fascismo tanto en Europa como en España. No
cejaron en su empeño de derribar a Franco cuando nuevamente se les dio la
espalda en 1945, habiendo contribuido a la derrota de nazis y fascistas. Los
vencedores se regodearon en su victoria, marcaron los tiempos y determinaron
las interpretaciones. Los derrotados fueron siempre condenados al ostracismo. Y
de esos polvos estos lodos.
Pero
hubo algo que los derrotados nunca perdieron Y fue su dignidad. La dignidad de
haber estado luchando por los ideales que querían. Quien mejor que el novelista
y dramaturgo Max Aub en una de sus obras sobre el universo concentracionario (Campo
de los Almendros) para definir quienes eran eso que lucharon en España y
salieron derrotados:
Estos que ves ahora deshechos,
maltrechos, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios,
cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo
olvides, hijo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España,
los únicos que, de verdad, se han alzado, sin nada, con sus manos, contra el
fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia;
cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su
comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados,
hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en
escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo
mejor del mundo. No lo olvides nunca, hijo, no lo olvides.
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