Artículo publicad en la edición digital de Diagonal con motivo del aniversario de la proclamación de la Segunda República española en abril de 1931
Hace 83 años, tras unas
elecciones municipales que dieron la victoria a las candidaturas republicanas
en la inmensa mayoría de las capitales de provincia, el pueblo español salió a
la calle y proclamó la Segunda República
española. Una conquista que sobrepasó a los propios políticos republicanos que
no se esperaban un desenlace tan rápido de su victoria electoral tan solo 48
horas antes.
El
14 de abril rompía con un pasado marcado por el caciquismo, el clientelismo y
el poder ejercido por la monarquía Borbón y todos unos adláteres que mantenían
vivo el periclitado sistema de la Restauración. El Ejército y la Iglesia había
sido dos de sus grandes baluartes. Tal fue el caso que cuando la monarquía vio
que su statu quo estuvo en peligro promovió la dictadura en 1923 en la persona
de Miguel Primo de Rivera emulando a la Italia de Víctor Manuel III y
Mussolini. Pero como dice el historiador Juan Pablo Calero “la Restauración
optó en 1923 por una monarquía sin democracia y cuando el pueblo pudo elegir
optó por una democracia sin monarquía”. Sintomático.
Los avances de la República
Si
por algo se distinguió la República nacida el 14 de abril fue por una
ampliación de la libertades y las oportunidad. Era la primera experiencia
democrática en España desde el Sexenio en 1868. Y si se consiguieron esos
avances fue merced a que un actor estuvo muy incisivo en los años previos a la
proclamación de la Segunda República: el movimiento obrero. Las exigencias obreras
fueron fundamentales para entender las conquistas republicanas. Ya lo dijo Juan
Peiró en el editorial de Solidaridad Obrera el 15 de abril de 1931. Allí
Peiró decía que la República fue un acto revolucionario y que tenía que contar
con la clase trabajadora. Si no lo hacía la República perecería. En parte las
palabras de Peiró fueron proféticas.
El
gran acierto de la República fue la educación. En el primer bienio republicano
se construyeron más escuelas y centro de instrucción que en todos los años de
la monarquía de Alfonso XIII. La República llevó la educación y la cultura a
las áreas rurales, algo que llevaban haciendo los centros obreros anarquistas y
socialistas muchos años antes. La alfabetización, fundamental para el
movimiento obrero, era la cuenta pendiente de la República. Las Misiones
Pedagógicas, la formación de escuelas, la formación de maestros y maestras, de
profesores, la creación de institutos de segunda enseñanza, la reforma de la
Universidad, etc. Toda una pléyade de derechos educativos que hicieron avanzar
la sociedad española.
Junto
a él se desarrolla otros derechos como el de asociación (reprimido durante la
dictadura), libertad de prensa, libertad de opinión, etc.
Otra
conquista de la República fue el sufragio universal, tanto para hombre como
para mujeres. Aprobado tras duros debates en el parlamento en 1931, se pudo
ejercer con completa libertad en las elecciones de noviembre de 1933. Una
defensa de ese sufragio efectuada con auténtica pasión por Clara Campoamor. Una
ley que contó con el escepticismo de mujeres como la radical-socialista
Victoria Kent o la socialista Margarita Nelken y con la indiferencia de otras
como las anarquistas Federica Montseny o Lucía Sánchez Saornil, que
consideraban prioritario otros derechos al voto. La República es la
confirmación de mujeres como Hildegart Rodríguez Carballeira, María Lejárraga,
etc. Es el momento en que se aprueba la Ley del Divorcio (en 1932) o la Ley del
Aborto, ya en Guerra, en 1936 gracias al impulso de Federica Montseny y Amparo
Poch Gascón.
La
República fue un periodo de avance las vanguardias artísticas. El cine
reconoció la figura de Luis Buñuel. El cine español republicano se situó,
incluso, a la cabeza mundial. También es la confirmación de la Edad de Plata de
la Literatura española. La Generación del 27 creció al calor de la República.
Federico García Lorca, Rafael Alberti, Alejandro Casona, Pedro Salinas, Miguel
Hernández, Vicente Alexandre, Pedro Salinas, Juan Ramón Jiménez, etc. Alguno de
ellos ya confirmados en generaciones anteriores, otros representantes de esa
Generación del 27, algunos anticipaban otra generación que quedó truncada con
la Guerra.
La
República acometió la laicización de la sociedad. La separación efectiva
Iglesia-Estado. La República nació laica. Dio libertad de culto. No había trato
de favor a la Iglesia católica cuyas organizaciones se tenían que someter a la
ley civil. Los jesuitas no aceptaron dicho juego y fueron expulsados. La
Iglesia perdió el control de la educación. Unas medidas que la Iglesia nunca
perdonó a la República.
La
configuración del Estado en la República fue completamente nuevo. Se abrió la
vía a las autonomías. Se eliminó la Guerra como instrumento de política
nacional (tan utilizado por la monarquía). La pena de muerte quedó abolida.
Fue
una ruptura tácita con el periodo anterior.
Las taras de la República
Pero
si bien se consiguieron importantes avances, la República también tuvo fallas
estructurales que le enfrentó al factor que había trabajado más por una
sociedad distinta: el movimiento obrero.
La
Reforma Agraria no se acometió con la contundencia reclamada por los
sindicatos. Se expropió a un reducido número de terratenientes monárquicos y se
realizó un desigual reparto de la riqueza. Los propietarios se mofaban de los campesinos
con la frase “¿No queríais República? Pues comed República”. Las medidas
republicanas en favor de los jornaleros en el primer bienio fueron
insuficientes. El plan de la Reforma Agraria era muy extenso en el tiempo y el
hambre de los jornaleros era inmediata.
En este contexto se tiene que entender los movimientos campesinos de Arnedo y
Castiblanco en 1931, iniciados por integrantes de UGT, o los de Alto Llobregat
en 1932 y Casas Viejas en 1933 impulsados por la CNT. Todos ellos
sangrientamente reprimidos.
Aunque
la República avanzó en leyes proteccionistas de carácter laboral (aprobación
por ley de las 8 horas de trabajo y cumplimiento absoluto – aunque la ley se
había conquistado tras la huelga de La Canadiense en 1919 –, seguros sociales,
etc.) muchas de ellas fueron insuficientes y no llegaban a las peticiones
exigidas por el movimiento obrero. Inclusive leyes como la Términos
Municipales, por la que solo se podía contratar a gente de un municipio en caso
de existencia de paro en el mismo, o la Ley de Vagos y Maleantes, aplicada en
muchas ocasiones por cuestiones laborales, fueron un autentico caballo de
batalla y enfrentamiento entre los sindicatos, sobre todo la CNT, y el gobierno
de la Segunda República.
La
aprobación de los Jurados Mixtos como forma de representación que dejaba fuera
a la CNT, fue algo duramente criticado por los anarcosindicalistas al Ministro
del Trabajo Francisco Largo Caballero, a la sazón dirigente de la UGT.
Advirtieron los libertarios al Ministro que ese sistema se volvería contra él.
Cuando los socialistas abandonaron el gobierno y las derechas ganaron en
noviembre de 1933, los Jurados Mixtos fueron ampliamente controlados por la
patronal y por el sindicalismo amarillo, virando la UGT a pactos con la CNT.
La
Ley de Defensa de la República mostró en numerosas ocasiones mayor temor de los
dirigentes republicanos al movimiento obrero que a sus verdaderos enemigos. Los
movimientos huelguísticos fueron fuertemente reprimidos haciendo mención a
dicha Ley, cuando el golpe de Sanjurjo en 1932 terminó con penas leves. Muchos
de los que salieron indemnes de aquella intentona golpista contra la República
en agosto de 1932 se volvieron a sublevar contra ella en julio de 1936.
Los trabajadores y “su”
República
Cuando
en noviembre de 1933 ganaron las derechas las elecciones se produjeron
retrocesos en los derechos adquiridos. Incluso aquellas medidas que el
movimiento obrero consideró insuficientes sufrieron un retroceso por parte del
nuevo gobierno.
Este
retroceso hizo movilizarse nuevamente a la población que había traído a España
la Segunda República. Y aquí se tiene que entender la Revolución de Asturias de
1934, sangrientamente reprimida por Lerroux, la CEDA y Franco.
La
movilización provocó una confluencia de las izquierdas. Nació el Frente Popular
compuesto por el PSOE, la UGT, el PCE, Izquierda Republicana, Unión
Republicana, el Partido Sindicalista, etc. La CNT y el movimiento libertario no
entró a formar parte del Frente Popular al principio, pero de cara a las
elecciones de febrero de 1936 dio libertad a sus militantes para votar a las
candidaturas frentepopulistas. Y el 16 de febrero de 1936 las izquierdas
volvieron a ganar las elecciones.
Pero
una amplia base de las derechas y los enemigos de la República no iban a dar
tregua. Y desde ese mismo 16 de febrero de 1936 comenzaron a pergeñar el golpe
de estado. Parte del Ejército, la Iglesia, una amplia capa de la derecha se
sublevan contra la República en julio de 1936. Y fue otra vez el pueblo, el
trajo la República en abril de 1931, el que se movilizó contra los retrocesos a
partir de noviembre de 1933, volvió a salir a la calle y frenar en muchos
lugares el golpe de Estado. Se iniciaba una Guerra Civil. Otra historia con un
trágico final que sumió a España en una larga noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario