Artículo publicado en el periódico digital El Obrero
Existen algunas personalidades y
figuras de la historia contemporánea en España que han caído en el ostracismo a
pesar de la importancia que tuvieron en el momento histórico que les tocó vivir.
La razón fundamental de este olvido intencionado fueron los largos años de
dictadura que no solo provocaron la eliminación física de sus oponentes sino
que los borró de la historia.
Un
ejemplo de ello es la figura de Mauro Bajatierra Morán. Este madrileño nacido
en el año 1884 se convirtió con el paso del tiempo en una de las figuras clave
del movimiento obrero madrileño y del anarquismo. Panadero de profesión (su
padre, Ramón Bajatierra, era dueño de una tahona) desde muy temprano, a inicios
del siglo XX, ya localizamos su pluma en periódicos denunciando la situación de
la clase obrera. Por la conciencia de clase que tenía, Bajatierra se afilió a
la sociedad de obreros panaderos de la UGT madrileña, si bien su actividad
política y sindical también estuvo en la fundación del Ateneo Sindicalista de
Madrid en 1913 y en la representación que se le confirió a entidades como la
Federación de Obreros Peones y Braceros de España de la FNOA (Federación
Nacional de Obreros Agricultores) o en la Unión Tranviaria. Porque Bajatierra
fue un militante incansable del movimiento obrero de su época. Como militante
de la UGT asistió al XII Congreso de la misma, donde pidió de forma expresa la
separación de la entidad sindical de la tutela del PSOE. No era un hecho aislado
el militar en la UGT a pesar de tener ideas libertarias. En aquellos lugares
donde no había capacidad para desarrollar los sindicatos de la CNT, los obreros
libertarios se adherían a las sociedades obreras de su oficio aunque fuesen de
la central rival.
Su
actividad en aquella década de 1910 no se ciñó solo en el movimiento obrero
sindical. Bajatierra fue el fundador e impulsor de grupos anarquistas como Los
Iguales, base sobre la que en 1927 se fundó la Federación Anarquista Ibérica,
de la que Bajatierra fue fundador. Igualmente, su militancia también estuvo en
la masonería, e ingresó en la logia La Cantoniana con el nombre simbólico de
“Justicia” alcanzando el Grado 3 de Maestro.
La
personalidad de Bajatierra, su múltiple militancia y su prestigio entre los
círculos obreros, fue una de las razones por las que se le intentó vincular con
el atentado contra Eduardo Dato que acabó con su vida en 1921. Se acusó a
Bajatierra de haber comprados las armas del atentado en Eibar y de haber dado
cobertura a Pedro Mateu, Luis Nicolau y Ramón Casanellas, que fueron quien
ejecutaron al presidente del Gobierno. Tras un sonado juicio, fue absuelto de
todo cargo, siendo su abogado el republicano Pedro Rico, que posteriormente
sería alcalde de Madrid.
Durante
los años de la dictadura de Primo de Rivera, Bajatierra se exilia a Francia y
desde allí participa de las numerosas conspiraciones y acuerdos para acabar con
la dictadura y con la monarquía de Alfonso XIII. Partidario de llegar a una
inteligencia con los republicanos para derrocar el régimen, Bajatierra fue
incluso designado para ofrecer a Miguel de Unamuno la presidencia de la
República en caso del triunfo insurreccional. Política que se repitió un poco
más adelante cuando el también anarquista Manuel Buenacasa se la ofreció a
Santiago Ramón y Cajal. Expulsado de Francia por sus actividades políticas, fue
recibido en Bélgica gracias a la colaboración de sus hermanos masones.
Con
la proclamación de la República en 1931, Bajatierra volvió a España. Participó
de las actividades sindicales en la UGT y siguió activo dentro de la CNT,
compartiendo una doble militante (la primera puramente sindical y la segunda
más ideológica). A pesar de su participación en la llegada de la República, las
disposiciones del gobierno republicano-socialista fueron duramente criticadas
por el anarcosindicalismo y la extrema izquierda republicana. Bajatierra
escribió encendidos artículos, primero en La
Tierra coincidiendo junto al republicanismo federal, y luego desde el CNT cuando se fundó en 1932, contra las
políticas del gobierno y denunciando la represión que se había dado en lugares
como Alto Llobregat o Casas Viejas.
La
victoria de la derecha en noviembre de 1933 sirvió para que Bajatierra se
alineara con la posición de reorganización y unidad del movimiento obrero y de
llegar a acuerdos y entendimientos que allanaran un camino revolucionario.
Escribió en ese tiempo numerosos folletos, entre los que destaca su posición
sobre el comunismo libertario en Hacia la
República social. Durante este
tiempo, Bajatierra se enfrentó a distintas penas por delitos de prensa y por
actividades políticas.
Con
la victoria del Frente Popular, Bajatierra participó de numerosos mítines y
movilizaciones Destacaríamos el que participó en Tenerife con motivo del Primero
de Mayo de 1936.
El
golpe de Estado y el inicio de la Guerra Civil sorprendieron a Bajatierra en
Madrid. Desde ese momento se convirtió en uno de los cronistas de guerra más
populares de la zona republicana gracias a las crónicas diarias que realizaba
para el periódico CNT. Con un estilo
propio y mordaz, las crónicas de Bajatierra fueron de las más peculiares y
apreciadas en la época y muchas de ellas eran reproducidas en otros periódicos.
Su
muerte se produjo cuando las tropas franquistas ocuparon la capital de España
el 28 de marzo de 1939. Sobre su muerte existen varias versiones. La más
romántica que esperó en la puerta de su casa a los falangistas y militares que
venían a por él. Otras hablan que al no querer abandonar la ciudad, Bajatierra regresó
a su casa y allí le estaban esperando los que le ejecutaron. Sea como fuere, su
cadáver fue encontrado en un garaje cercano a su domicilio en la madrileña
calle de Torrijos, en el barrio de la Guindalera. Días después fue enterrado en
una sepultara de cuarta en el cementerio municipal de Madrid. Su certificado de
defunción es un ejemplo de cómo trató el franquismo a las víctimas que provocó.
Aunque fue acribillado en el certificado pone que murió de un “síncope”.
A
su figura oronda, con sus bigotes prominentes y su presencia siempre sensible,
Bajatierra unió una pasión por la escritura que se plasmó en centenares de
artículos periodísticos desde inicios del siglo XX y en una amplía obra de
carácter político social donde plasmó su ideario anarquista. No solo utilizó la
prensa y la obra política. Bajatierra fue también un novelista, autor de
numerosos títulos de novela corta editados la mayoría de ellos en la colección
“La Novela Ideal”, impulsada por la familia Montseny. También se lanzó al campo
teatral, con algunas piezas literarias estrenadas en numerosos lugares de
España así como una serie de cuentos morales e infantiles. Durante su exilio en
la dictadura de Primo de Rivera, militó en una logia masónica francesa con el
nombre de Plus Ultra. Mismo nombre que le dio a un proyecto editorial que el
mismo desarrolló.
Un
personaje peculiar y trascendental en su época, militante obrero y escritor,
panadero y periodista, masón y anarquista, cuyo asesinato con la llegada del
fascismo a Madrid lo enterró también en el ficticio “Panteón de Hombres y
Mujeres Olvidados”.
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