En el centenario de la conquista
por ley de la jornada laboral de ocho en España no puede quedar en el olvido el
origen de tal decreto y el protagonismo sin discusión del anarcosindicalismo y
de la CNT en el mismo, cuestión que ha quedado desdibujada cuando no olvidada.
La
CNT, como organización sindical, había nacido en octubre-noviembre de 1910 con
la intención de estructurar a las sociedades obreras que estaban diseminadas
por el territorio español y que no se sentía conformes con el modo de
funcionamiento de la UGT. Una organización nacida bajo los auspicios del
movimiento libertario que llevaba años buscando una organización nacional que
coordinase sus actividades. Aunque en un principio su actividad se
circunscribió al ámbito catalán, en pocos años el objetivo de la CNT (que lo
fue previamente de Solidaridad Obrera, su embrión) era extenderse por todo el
territorio nacional y estructurar un sindicato horizontal.
A
pesar de los altibajos de los primeros momentos (legalización e ilegalización),
lo cierto es que a partir de 1915-1916 la CNT despegó como organismo sindical,
rivalizando con su homologa socialista y copando puestos de influencia y
hegemónicos en muchos lugares entre la clase obrera.
La
huelga de La Canadiense (también llamada La Canadenca o Riegos y Fuerzas del
Ebro) no solo significó la chispa que provocó la consecución de las 8 horas de
trabajo, sino también mostró la mayoría de edad de la CNT como organismo
sindical y moderno de España y Europa. Este conflicto huelguístico hay que
enmarcarlo en el contexto del ciclo revolucionario que se había abierto en
España en 1916 con el primer pacto entre la CNT y la UGT y que tuvo su punto
álgido con la huelga general revolucionaria de agosto de 1917.
El
conflicto de La Canadiense estalló cuando un grupo de trabajadores de la
administración de la empresa fueron despedidos y acudieron a la CNT para que
les apoyase en sus peticiones de readmisión. La intervención de la CNT hizo
movilizar a las fuerzas del orden y políticas de Barcelona, que vieron como la
huelga se iba extendiendo. Primero entre todo el personal de la fábrica y,
finalmente, con un llamamiento a la solidaridad, en todo el sector eléctrico de
Barcelona. Lejos de quedarse ahí, la CNT puso en marcha un modelo de huelga
moderno: la huelga solidaria. Muchos otros sectores comenzaron a solidarizarse
con los trabajadores de La Canadiense y con el conflicto, con lo que Barcelona
quedó paralizada durante 44 días. A pesar de los intentos de las fuerzas del
orden público por desactivar la movilización, con la detención de los
integrantes del comité huelga, lo cierto es que el pulso que la CNT planteó
consiguió los objetivos finales: libertad de los detenidos, readmisión de los
despedidos, aumento de los salarios, reducción de la jornada laboral y pago de
los salarios a los obreros en huelga. Un éxito sin precedentes en una
movilización, que se llegó a plasmar con el decreto ley de la jornada de 8
horas de trabajo firmada por el gobierno y con la intervención de una comisión
delegada de la CNT. El modelo de acción directa del anarcosindicalismo había
triunfado.
Pero
el cumplimiento de los acuerdos fueron boicoteados por los patronos desde el
primer momento, que vieron un crecimiento del poder sindical y no pudieron
desgajarlo de los movimientos revolucionarios europeos de la época, sobre todo
la Revolución rusa. Ante el incumplimiento de acuerdos, la CNT volvió a hacer
un llamamiento a la huelga general, que se hizo extensiva, y que generó una
mayor organización de la Federación Patronal Catalana.
El
éxito de la CNT se debió a varios factores. El primero que su modelo de
organización había cambiado tras el congreso de Sans de diciembre de 1918, pues
pasó de una estructura de sociedades obreras, típica de un sindicalismo más
arcaico, a un modelo de sindicatos únicos adaptados a la realidad económica del
país y al avance que había tenido el modelo capitalista. Algo inédito en Europa
y que la CNT adaptó a nivel nacional en su congreso nacional celebrado en
Madrid en diciembre de 1919. Este modelo sindical hizo más efectiva la
movilización. Por otra mostraron que el modelo de acción directa era efectivo
frente a la acción delegada, lo que hizo ganar enteros frente a su rival
sindical UGT, a la que arrastró en muchas ocasiones hacía sus posiciones de
influencia. Por último, la huelga solidaria que hizo que no solo un sector sino
todos se sintieran identificados con las reivindicaciones de los obreros.
Este
influyente poder del sindicalismo hizo reaccionar a los patronos, que ante el
temor del avance del anarcosindicalismo y el contexto revolucionario europeo
decidió aplicar una política de acción terrorista contra la organización
obrera. Fue el comienzo del periodo del pistolerismo que se cobró la vida de
cientos de obreros y de algunos de los máximos exponentes del
anarcosindicalismo español del momento como Evelio Boal o Salvador Seguí.
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