Hace unos días se presentó en Alcalá de Henares la reedición del libro "La explosión del polvorín en Alcalá de Henares (1947)" de Julián Vadillo Muñoz y Alejandro Remeseiro Fernández. La primera edición, impulsada y realizada por el Foro del Henares en 2009, se agotó apenas salió a la luz y durante mucho tiempo ha sido uno de los libros más buscados en la ciudad complutense. Gracias al esfuerzo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y al interés de la editorial Domiduca, se ha podido reeditar el libro que ya está disponible en distintas librería de España.
Colgamos aquí la presentación de la presente edición para abrir boca en aquellos que quieran acercarse a esta historia.
Hay
acontecimientos que marcan la historia de una ciudad. Algunos de ellos son
positivos, otros son negativos. Pero siempre se mantienen como huella indeleble
en la mentalidad colectiva. La larga dictadura que tuvo España desde el final
de la Guerra Civil en 1939 hasta la misma muerte del dictador en noviembre de
1975, es tiempo suficiente para que muchos acontecimientos se sucedan y jalonen
la historia de cualquier población.
Eso sucedió el 6 de septiembre de
1947 cuando los polvorines A y B del Gurugú hicieron explosión. La vida de la
ciudad de Alcalá de Henares cambió completamente. No solo por la desaparición
física del cerro donde estaba ubicado el polvorín, sino por las muertes que el
desastre provocó. Las víctimas militares (soldados que se encontraban en el
lugar) y civiles que trabajaban en las inmediaciones, hacen de este
acontecimiento algo terrible y que dejó huella en la ciudad.
Pero las consecuencias del mismo
fueron también sangrientas. Lejos de cerrar la investigación militar tal como
en los primeros momentos se había establecido, la de un accidente que repetía
los mismos errores que se habían dado en Cádiz unas semanas antes, las
autoridades militares, los máximos organismos de represión del régimen
franquista que aun estaba en Estado de Guerra, comenzaron a detener a
integrantes de organizaciones clandestinas comunistas. Detenciones que se
extendieron durante semanas y que conformaron cinco causas contra estos
militantes del Partido Comunista de España y de las Juventudes Socialistas
Unificadas. Nada nuevo en una España que vivía una represión permanente a nivel
estatal desde el 1 de abril de 1939. Pero si impactante para una población que
veía como todavía a esas alturas se fusilaba en el cementerio de la ciudad de
Alcalá por “delitos de la guerra” y que comprobaba como vecinos de la ciudad
eran sacados de sus casas para ingresarlos en prisión y, en algún caso, ser
ejecutados. Además, con todas las
fuentes encima de la mesa, se comprueba que las responsabilidades de estas
detenciones fueron múltiples en la ciudad. El resultado fue ocho fusilados en
Ocaña en agosto de 1948 y varias decenas de detenidos y condenados a diversas
sentencias. Un crimen que queda constatado por la inexistencia de pruebas que
culpasen a los detenidos. Pero como dice el profesor Fernando Hernández Sánchez
en el prólogo de esta edición, no hacía falta pruebas para condenar, tan solo
la existencia de grupos comunistas contra los que actuar.
El trabajo que presentamos aquí es
una reedición del que ya publicamos en el año 2009. En aquella ocasión, gracias
al esfuerzo del Foro del Henares, logramos sacar adelante una investigación de
años que sirvió para esclarecer lo sucedido. Aun permanece en nuestra memoria
la multitudinaria presentación del libro que hicimos en el Nuevo Parador de
Alcalá de Henares el 21 de mayo de 2009, junto a Manuel Rioyo, como
representante del Foro del Henares, y el catedrático Julio Aróstegui, de la
Universidad Complutense de Madrid, y que desgraciadamente nos dejó en enero de
2013.
Nos podemos congratular de que el
libro La explosión del polvorín de Alcalá
de Henares (1947) significó un avance en la investigación de la represión
franquista en nuestra ciudad así como de la organización del antifranquismo.
Sin embargo, aquella edición de lujo que diseñó con tan buen criterio (como
siempre) Vicente Alberto Serrano, apenas duró unos días en librerías. Se agotó.
Es por ello que hemos visto de
necesidad tantos años después de proceder a la revisión y reedición de libro. Y
lo hemos hecho por varias razones. En primer lugar porque somos de la
convicción de que para pasar página hay que leerla primero. Quizá es por
nuestra formación de historiadores que nos gusta cerrar el círculo. Pero
también somos conscientes de que las nuevas generaciones en la ciudad no
conocen este acontecimiento que marco la vida de la misma. Es necesario que los
alumnos de los institutos de Alcalá, los alumnos de Historia de la Facultad,
tengan acceso a un trabajo que marcó la historia de Alcalá de Henares.
En este punto también hay factores
que viene a contribuir a la reedición de esta obra. Aunque el movimiento por la
recuperación de la memoria histórica en nuestra ciudad ha gozado siempre de
simpatías y personas que lo han nutrido, el nacimiento de la Asociación para la
Recuperación de la Memoria Historia de Alcalá de Henares ha dado un salto en
este campo. Porque la memoria histórico no solo es un elemento de investigación
académica (y del que este libro sería una muestra) sino también un movimiento
social que dinamiza la vida de los lugares recuperando nuestro pasado
traumático para actualizarlo y darle lectura. Por eso la ARMH de Alcalá ha
trabajado en esta línea desde su nacimiento. Hay que agradecer a Manuel Ibáñez,
su presidente, así como a todos sus integrantes el trabajo que están realizando
en la ciudad de Alcalá y que está cristalizando en cuestiones físicas y
palpables. Esta reedición es un ejemplo de ello.
Pero para que exista un texto
reeditado hace falta que una editorial se interese por el mismo. Y, al igual
que con la memoria histórica, la ciudad de Alcalá tiene en la editorial
Domiduca un pilar donde recuperar la historia de la ciudad en cualquiera de sus
épocas. Ofrecer la reedición de este libro a Marcos y Asela y aceptar este reto
ha sido todo uno. Muchas gracias por confiar en este trabajo tanto años
después, lo que demuestra la vigencia de su investigación y conclusiones. El
mimo y el cuidado con la que han trabajo sobre nuestro texto es de agradecer.
Estas partes, menos visibles, son fundamentales para dar a conocer los
trabajos.
Antes de acabar esta introducción
toca repetir agradecimientos. Decimos repetir porque son los mismos que se
hiceron hace años, con alguna inclusión. En primer lugar aquella investigación
no pudo ser posible sin la disposición ofrecida por diversos archivos: Archivo
Histórico del PCE, Fundación Pablo Iglesias, Fundación Anselmo Lorenzo, Archivo
Municipal de Alcalá de Henares, Archivo Militar de Ávila, Centro Documental de
la Memoria Histórica de Salamanca, Archivo y Biblioteca de Instituciones
Penitenciarias, Archivo del Tribunal Militar de la Región Primera, etc.
Tampoco nos podemos olvidar de la
ayuda ofrecida por distintos amigos y colegas que estuvieron (y están) atentos
al desarrollo del trabajo. Queremos destacar la labor desempeñada por Daniel
López Serrano-Paez (aunque le conocemos todos como Canichu), que no dudó en
ayudarnos mirando legajos y documentos mientras nosotros estabamos mirando
otras cuestiones relacionadas con la investigación. Tal fue su pasión e interés
que con posterioridad a la publicación del libro en 2009 siguió investigando el
impacto en prensa del acontecimiento y ha publicado algunas comunicaciones a
congresos sobre el tema. Gracias Daniel (Canichu) por tu interés en este tema y
ayudarnos. También queremos agradecer a amigos como Juan Pablo Calero, Alfredo
González, Eduardo Villaverde, Iván Pascual, Rubén González Cuerva, etc., el que
nos hayan dado consejos para mejorar el trabajo en distintas aristas. También
agradecemos la prestanza que amigos y colegas como Manuel Vicente Sánchez
Moltó, José Félix Huerta Velayos o José María Nogales nos prestaron con
información y material gráfico. Esta edición también se nutre de esa
generosidad. Y, como no, extender esos agradecimientos a historiadores como
Urbano Brihuega, conocedor de la biografía de alguno de los condenados y de la
historia de Alcalá, del historiador alemán Hermut Heine o el gallego Enrique
Barrera Beitia, que nos facilitó información valiosísima sobre el suceso. No
quiero olvidar aquí a Fernando Hernández Sánchez, que ha accedido amablemente a
prologar esta edición. Y nunca olvidar a Julio Aróstegui, quizá el mejor
historiador que ha tenido este país en el último medio siglo en historia
contempóranea, que se mostró interesado por nuestro trabajo desde que se lo
dimos a conocer. No olvidamos tampoco todo el esfuerzo que puso el Foro del
Henares para sacar este trabajo adelante. Fali, Jacinto, Manuel, Javier, etc.,
fueron protagonistas insustituibles de aquella publicación. Este actual es
deudora, sin ninguna duda.
La última parte de esta introducción
la queremos dedicar al recuerdo. Al recuerdo de dos personas que nos ofrecieron
todo su conocimiento para rescatar esta historia. En primer lugar a Fernando
Nacarino. Su memoria prodigiosa, su planteamiento sosegado a pesar de los años
que vivió en prisión, su generosidad y buen carácter, hicieron de aquellas
jornadas que le entrevistamos y vivimos con él grandes momentos, una de las
situaciones más interesantes de esta investigación. Cuando el 31 de marzo de
2007 nos dieron el mazazo de su muerte solo pudimos sentir un profundo sentimiento
de pena. No dio tiempo a que viese reflejado sobre el papel su inocencia. En
segundo lugar recordar a Ricardo Lidó Expósito, otro de los protagonistas y
condenados en aquellas jornadas que nos puso su sapiencia y buen estar en todo
momento para la investigación. Con Lidó pudimos celebrar la publicación del
libro y homenajearle en vida. Desgraciadamente el paso del tiempo es letal para
ser humano, y en agosto de 2012 nos abandonó para siempre. Gracias Nacarino y
gracias Lidó por haber existido.
Y como este apartado puede ser muy
grande solo nos queda un último agradecimiento. Gracias a todos aquellos que
durante los difíciles años de una dictadura atroz no cejaron en su empeño de
luchar por un mundo mejor.
Julián Vadillo Muñoz
Alejandro Remeseiro Fernández
1 comentario:
Hola siento decirles que no es identificados todos los que murieron en el polvorin, por que un tio de mi padre murio ennel y no se le nombra ni nada, era de anchuelo madrid a unos 15 km de alcala de henares.
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