Hace unos días terminé de leer el
libro de Carlos Taibo Anarquismo y
revolución en Rusia, 1917-1921 publicado por la editorial Catarata.
Tengo
que reconocer que tenía mucho interés en leer el libro desde que me enteré que
Taibo lo iba a publicar (incluso paré algunas lecturas que tenía entre manos
para poder leer con calma el libro). Por varias razones. Lo primero porque en este
aniversario de la Revolución de 1917 esperaba muchos trabajos sobre el
acontecimiento, pero que abordase el anarquismo quizá no. A esto hay que añadir
que yo mismo publicaba este año un libro sobre el anarquismo en la Revolución
rusa con el título Por el pan, la tierra
y la libertad. El anarquismo en la Revolución rusa, lo que me hacía temer
que tuviésemos dos trabajos con los mismos contenidos, lo que supondría una
oportunidad perdida.
Sin
embargo, tras leer con detenimiento cada página del libro de Taibo tenemos que
felicitarnos que en el centenario de la revolución habrá dos libros sobre el
anarquismo en la misma y abordados desde diferentes prismas. Mientras Taibo
aborda en el libro cuestiones de carácter ideológico y debates políticos del
momento, el mío se centra más en los acontecimientos históricos puros y el
devenir organizativo del anarquismo ruso. Mientras Taibo centra su estudios en
los años nodales de la Revolución (1917-1921) el mío parte de un tiempo largo,
desde el siglo XIX hasta el exilio posterior a la represión de Kronstadt. Y
aunque Taibo se sustenta en los acontecimientos históricos para su relato, son
las ideas el eje central de su relato. A la inversa que en mi libro que desde
el acontecimiento político se aborda los debates de ideas.
El
libro de Taibo tiene muchas virtudes. Partiendo de bibliografía en un amplio
espectro idiomático, desentraña todos los debates que se dieron en un momento
histórico único del siglo XX, y que puso sobre la mesa una cuestión central que
casi ningún libro ha abordado: el modelo revolucionario que se estaba
disputando en Rusia entre 1917 y 1921. Porque una de las cosas que tiene la
historia es eso de que la escriben quien gana. Y al escribirla desde un solo
prisma (o dos, por aquello de la oposición al prisma oficial) se pierde la
riqueza de lo debates del acontecimiento histórico. El libro de Carlos Taibo
sirve para rescatar que ese debate ideológico lo que mostraba era una tremenda
complejidad en el movimiento político en su amplio contexto. Además, esos
lugares comunes generados en la historia quedan hechos añicos en este libro.
Por
el libro de Carlos Taibo pasan todo un elenco de temas. Los populismo, los
soviets, las comunas campesinas, los sindicatos, los consejos de fábrica, el
papel ideológico de los bolcheviques, Majnó, Kronstadt, etc. Todo en 286 páginas
(incluida bibliografía. Muy amplia y enriquecedora, por cierto). Una gran
aportación del libro de Taibo es la aclaración al gran número de términos que
maneja en el libro.
Sin
embargo, no quiero terminar estas breves palabras sin hacer alguna puntualización.
Una es más de forma que de fondo. Quizá son muchas las páginas que se utiliza
para presentar las ideas bolcheviques y sus actuaciones, contraponiendo no a la
propaganda anarquista del momento sino a críticas más propias de la ciencia política.
Y por otra parte una crítica un poco más de fondo. Carlos Taibo distingue entre
lo anarquista (que asimila a un movimiento político organizado) con lo
libertario (más proclive a unas ideas o comportamientos que sería común o
transversal a muchos grupos políticos y no solo los anarquistas). Esta
diferenciación es digna de un debate. Como de algunos elementos que introduce,
que también servirían para poder debatir sobre los acontecimientos y las
lecturas que se pueden dar al mismo.
Pero
estas breves cuestiones no oscurecen para nada una obra que, a mi entender, se
convierte desde ya en un imprescindible para acercarnos a lo que fue el
anarquismo en Rusia. Creo hacer justicia al considerar que con estos dos libros
sobre la temática se actualiza y se pone encima de la mesa una arista de la
revolución que no se había tenido en cuenta a pesar de su papel protagonista en
el acontecimiento. Esto a la misma altura que cualquier otro movimiento que en
aquel momento tuviese un papel principal y haya sido postergado por la
historia.
Con ello podemos afrontar un debate historiográfico
y de la ciencia política mucho más profundo y enriquecedor. Que son obras que sirven
para romper lugares comunes. Creo que ambos libros partieron desde esas
premisas. Y creo, igualmente, que han cumplido con el objetivo.
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