Siempre se habla de las razones
que llevaron a las potencias aliadas a no intervenir en España durante la
Segunda Guerra Mundial. Era claro que Franco se había alzado con la victoria en
1939 frente a la República por la ayuda que el fascismo italiano y el nazismo
alemán le prestó. También era evidente la concomitancia entre el franquismo y
las fuerzas del Eje, que plasmó en la colaboración que Franco y su régimen les
dio facilidades para repostar a las fuerzas navales alemanas e incluso el
cuidado de heridos. Sin olvidar, ni mucho menos, la ayuda militar a través de
la División Azul. Aunque España oficialmente nunca participó en la Segunda
Guerra Mundial (Neutral/No Beligerante), la ayuda fue evidente.
Y
es que la anomalía de España era también vista por el resto de fuerzas aliadas.
Aun así España fue un asunto espinoso. Nadie quiso abordarlo. La República
española y las fuerzas antifascistas españolas fueron abandonadas a su suerte.
Y eso, a pesar, de que esos mismos antifascistas se implicaron desde el primer
momento en la lucha contra el nazismo y el fascismo en los combates de la
Segunda Guerra Mundial.
Sin
embargo, la historia si pudo cambiar. Y de ese acontecimiento es lo que habla
el documental Espías en la arena. Un
documental dirigido brillantemente por Marta Hierro y Pablo Azorín Williams.
Gracias al tesón de su trabajo y documentación han logrado rescatar una
historia de esas que son extraordinarias. Un documental que narra como la OSS
(Office of Strategic Services), antecedente de la actual CIA, se implicó en una
operación de espionaje para poder tomar posiciones en el interior de España. En
caso de que España permitiese a Alemania la posibilidad de tomar el Estrecho de
Gibraltar o Franco entrase en guerra con el Eje, norteamericanos y británicos
bombardearían posiciones estratégicas españolas para desalojar a Franco del
poder. Al frente de la OSS estaba el conservador William Joseph Donovan, que
consideró de forma coherente que esa misión solo la podría desempeñar
convencidos antifascistas. Y fue a reclutarlos al norte de África, donde
antifascistas españoles se hacinaban en los campos de concentración. Allí
localizaron a militantes o gente en la órbita del PCE que fueron preparados
para esta misión que tenía como objetivo cambiar el curso de la Historia. Se
puso en marcha la operación “Blackbone”, y dentro de la misma la Operación
“Banana”. A partir de ese momento, esos antifascistas españoles pasaban a
formar parte de la OSS de los EEUU.
Sin
embargo, lo que empezó muy bien acabó muy mal. Por diversos motivos, la
operación fue un fracaso. Algunos cuestiones internas del grupo y del PCE.
Otras las motivaciones y preferencias de EEUU, que fue variando con el paso de
los meses en la Segunda Guerra Mundial.
El
resultado final fue la detención de más de 200 integrantes del Partido
Comunista de España. Entre ellos los espías al servicio de EEUU. Un infiltrado
en la organización comunista causó estragos en sus estructuras clandestinas.
Los consejos de guerra, auténtica parafernalia del franquismo con sentencias de
antemano, se cobró su contribución de sangre. Aunque los integrantes de la
Operación “Banana” esperaban que los EEUU interviniesen en su favor (en
definitiva eran agentes suyos), tal extremo no se produjo. Hubo consejos de
guerra en Melilla, Málaga y Alcalá de Henares. El 16 de enero de 1945 eran
fusilados en las tapias del cementerio de Alcalá de Henares algunos de los
integrantes de la Operación Banana, entre ellos Manuel Lozar. Su cuerpo
permanece en la fosa de la ciudad complutense.
Fue
un duro golpe a la dirección comunista de Jesús Monzón. En esta operación
participaron personajes como Ricardo Sicre, Víctor Moreno Cristóbal, Jaime
Pérez Tapia, Feliciano Páez, etc.
Pudo
cambiar el curso de la historia, pues su misión era allanar el camino que
posibilitara la intervención aliada en España. Cuestión que no sucedió
finalmente. Aun así, llama la atención la cantidad de posibilidades a través
del espionaje que hubiesen sido motivo de intervención militar aliada contra la
España franquista. Hace muchos años, en el trascurso de una investigación
histórica sobre la explosión fortuita de un polvorín en Alcalá de Henares en
1947, hice una enumeración de los distintos polvorines que habían explotado en
España desde 1939. Me salieron varios: Peñaranda de Bracamonte, Pinar de
Antequera, Cádiz, etc. Pero uno me llamo la atención por encima de otros:
Ferrol. Allí hizo explosión un depósito de armas en 1943. Todo parecía
fortuito. Pero tuve una interesante conversación con el historiador Enrique
Barrera Beitia, que había investigado el asunto. Las autoridades franquistas
ocultaron de forma deliberada que esa explosión había sido producto de la
guerrilla anarquista de la zona en combinación con los servicios secretos
británicos por las paradas de los alemanes en la zona para repostar. De haberlo
reconocido el gobierno franquista era “causas belli”. Los servicios secretos
británicos estaban en contacto con los guerrilleros anarquistas gallegos.
Una
historia la de Espías en la arena que
era necesario contar. Pero, como se habló en el coloquio posterior a su
presentación, España es diferente. Los que en otros países serían héroes que
habrían dado su vida por una causa justa durante la Segunda Guerra Mundial,
aquí son olvidados y condenados al ostracismo. Lo que en otros lugares sería
motivo de homenajes, dignificaciones e incluso de una serie de televisión, aquí
es guardado en un legajo y olvidado. Este acontecimientos solo tiene cabida en
los historiadores que han trabajado la época. Recomiendo el libro de Fernando
Hernández Sánchez Los años de plomo. La
reconstrucción del PCE en el primer franquismo (1939-1953) (Crítica, 2015).
También que lean el libro de Feliciano Páez-Camino, hijo de Feliciano Páez
protagonista de esta historia, titulada En
el sabor del tiempo (Huerga & Fierro, 2012), donde da algunas
pinceladas de este asunto. O el texto Muerte
después de Reyes de Manuel de la Escalera (Akal, 2015) donde se habla del
fusilamiento de alguno de los protagonistas de esta historia. Hay muchos más.
Solo es un anticipo.
Menos
mal que Pablo Azorín y Marta Hierro lo han rescatado. Menos mal que los familiares de los
protagonistas lo han recordado. Menos mal que existe cada vez más gente que
quiere conocer nuestro pasado. Gracias a trabajos como Espías en la arena es mucho más fácil conocer ese pasado. No se la
pierdan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario