Imaginemos por un momento que en
Alemania a alguien se le ocurre hacer una serie en la que Martin Bormann, uno
de los nazis más destacados y que se suicidó en su huida de Berlín, se enamora
de alguna aristócrata alemana y esa bonita historia de amor es el hilo
argumental de la serie. Una serie donde no se abordaría los crímenes contra la
humanidad que cometió. En realidad sería mucho imaginar en Alemania. Pero en
España esas cosas suceden.
Quede
claro que para nada me opongo a que se realicen series donde aparezcan
personajes históricos, ya sean polémicos o no. Para eso están los llamados biopic. Pero lo de la serie de Telecinco
Lo que escondían sus ojos se ha
alcanzado el grado más alto de banalización de uno de los periodos más
siniestros y crueles de la historia de España. Y han puesto como protagonista a
alguien que representó en aquel momento la cara filo nazi del régimen
franquista que había alcanzado el poder definitivo en 1939 tras un golpe de
Estado contra la República en 1936.
La
serie, basada en la novela de Nieves Herrero con el mismo nombre, narra la
historia de amor de Ramón Serrrano Súñer con María Sonsoles de Icaza y León,
marquesa de Llanzol. Ese es el eje central. Lo demás es subsidiario. O no
tanto, porque el trasfondo histórico muestra beneplácito y desconocimiento/ocultamiento
de la historia.
Porque
ese apuesto galán que representa el actor Rubén Cortada, fue uno de los ejes de
la política del franquismo. Ramón Serrano Súñer había sido uno de los políticos
derechistas más destacados del periodo republicano. Diputado de derechas, al
empezar la Guerra Civil fue detenido y encarcelado en la prisión en Madrid por
su apoyo al golpe de Estado. En 1937 logró evadirse vestido de mujer y alcanzar
la zona sublevada donde desde el primer momento adquirió un papel protagonista.
Muy cercano a las posiciones fascistas, Serrano Súñer promovió la unificación
entre Falange (a la que se había adherido, pues durante la República fue
integrante de la CEDA) y los Tradicionalistas con el objetivo de conseguir el
partido único. Muy unido a Franco (eran cuñados, de ahí su nombre de El
Cuñadísimo), Serrano Súñer tuvo una enorme influencia política sobre los
gobiernos franquistas. Ocupó los cargos de Ministro de la Gobernación durante
la Guerra y de Ministros de Asuntos Exteriores una vez finalizado el conflicto.
Igualmente, Serrano Súñer fue el ideólogo del Fuero del Trabajo, una de las
Leyes Fundamentales, basándose en la Carta di Lavoro de los fascistas
italianos, a los que tanto admiraba.
Al
comenzar la Segunda Guerra Mundial, y ya como Ministro de Asuntos Exteriores,
Serrano Súñer fue un firme partidario de apoyar al Eje nazi-fascista. Por su iniciativa se toman contactos y apoyo
directo de la España franquista con la Alemania nazi y la Italia de Mussolini.
En septiembre de 1940 viajó a Alemania y le acompañó los falangistas más
partidarios de los nazis: Demetrio Carceller, Miguel Primo de Rivera, Dionisio
Ridruejo, Miguel Tovar, etc. Tras la reunión de Hendaya con Hitler o en
Bordiguera con Mussolini, las pretensiones de Serrano Súñer no quedaron del
todo confirmadas. Pero su germanofilia y simpatía por los nazis les llevó a
promover la creación de la División Azul.
Ese
hombre enamorado de la marquesa de Llanzol en la serie, fue el mismo que en los
consejos de ministros de aquel primer franquismo, de aquellos años de plomo,
daba visto bueno a las penas de muerte que se producía por decenas todos los
días en España. Ese mismo Serrano Súñer consideró “apátridas” a miles de españoles
recluidos en los campos de concentración nazis.
Sin
embargo, todas estas cuestiones no las aborda la serie. No hace falta. Lo
importante es presentar a un Serrano Súñer enamorado, que se acerca amablemente
a los monárquicos, que conversa con el embajador inglés para decirle que España
es neutral en la Segunda Guerra Mundial, que no ve bien que Franco de una de
cal y otra de arena en el conflicto mundial, etc.
Un
buen lavado de cara para una de las figuras con más poder en la dictadura
franquista. La demonización de la República también está presente. El embajador
inglés considera que la República amaba a la URSS y Franco a Hitler. Lo segundo
es más acertado, pues Franco colaboró con aquel que le había ayudado a ganar la
Guerra. Lo primero es completamente falso y forma parte de las falacias que se
alimentaron durante cuarenta años de dictadura.
Y
claro, algunos van a estropear esa bonita historia de amor. Una vez que Serrano
Súñer ha consumado su amor con la marquesa de Llanzol, unos terroristas ponen
un cartucho de dinamita en un carro que explota al paso del coche del ministro
franquista. Que malos los rojos. No sabemos si son anarquistas o comunistas.
Que más da. Serrano estaba de acuerdo en fusilarlos tuvieran las ideas que
tuvieran. Para que nos vamos a parar en detalles insignificantes. O para que
vamos a reparar si las prisiones españolas rebosaban de presos políticos,
muchos de ellos fusilados. En ese Madrid que narra el romance (devastado por
las bombas de los amigos nazis de los franquistas durante la Guerra Civil), en
el periodo que Serrano Súñer fue ministro (1939-1942) se fusiló en el
Cementerio de la Almudena 2452 personas. Solo allí. En el resto de la provincia
mucho más. Y en el resto de España es incalculable aun. Todas ellas aprobada en
Consejo de Ministro y ratificadas luego con el visto bueno de Franco.
El
lavado de cara que se ha hecho a Serrano Súñer es increíble a través de esta
serie. Cosa que no sorprende viendo como se trata la memoria histórica en este
país.
Aun
así hay una cosa curiosa en esta historia de Serrano Súñer con la marquesa de
Llanzol. Y es que el Cuñadísimo llegó a tener una hija con ella. No reconocida
por él, claro está. Esa hija fue Carmen Díez de Rivera, que estuvo a punto de
casarse con Ramón Serrano Súñer Polo, hijo legitimo de Serrano Súñer.
Evidentemente ese matrimonio no se produjo porque eran hermanos, lo que llevó a
Carmen a hacerse monja e irse a las misiones. Luego entró en política. Primero
de la mano de Suárez en la UCD y el CDS donde llegó a ser eurodiputada. Luego
mantuvo su escaño cuando en 1989 se pasó al PSOE. Esas historias para no
dormir.
Como
conclusión una cosa. Mientras miles de militantes antifascistas y demócratas se
pudren en fosas comunes, mientras los juicios sumarísimos del franquismo siguen
vigentes, la televisión (en este caso privada) invierte dinero en remozar la
imagen de uno de los ministros que llevó a España a uno de los periodos más
siniestros de su historia.
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