Es importante saber donde se realizaron los actos del horror durante del franquismo. La Dirección General de Seguridad (DGS) fue uno de ellos. Partes de este texto han sido utilizados para el artículo aparecido en el número 206 de Diagonal con el título "El terror de la Dirección General de Seguridad" escrito entre el periodista Tomás Muñoz y el historiador Julián Vadillo
Hay instituciones y lugares que
marcan la historia y el pasado. Lugares donde en muchos momentos históricos se produjeron actos
delictivos, crímenes contra la humanidad. Lugares que fueron amparados por
instituciones y estancias estatales en el momento concreto. En muchos países esos lugares son actualmente
lugares de la memoria. Los campos de concentración nazis (Dachau, Mauthausen,
Auschwitz, etc.), los gulags soviéticos, los campos de exterminio
camboyanos, etc. Sin embargo en otros países a esos lugares les han
desdibujado la memoria y han ocultado su pasado oscuro. En el Estado español existen muchos de esos
lugares. Y uno de ellos es la antigua Dirección General de Seguridad, hoy sede
del gobierno autonómico de Madrid. Situado en la madrileña Puerta del Sol (escenario de
tantos momentos históricos y luchas políticas), ocupa toda una manzana
entre la Calle Carretas y la Calle Correo. Durante muchos años sus muros fueron testigos de
la represión
ejercida por la dictadura franquista.
Origen y desarrollo
La
Dirección
Nacional de Seguridad fue fundada en octubre de 1886 como dependencia policial
del Ministerio de Gobernación. Fundado bajo los auspicios del gobierno
liberal-fusionista de Sagasta el primer director de la DGS fue el mariscal
Antonio Dabán
y Ramírez
Arellano. Los distintos gobiernos de la Restauración de Alfonso XII y de Alfonso
XIII se dotaron de instrumentos para poder ejercer las tareas de represión contra los distintos
movimientos huelguísticos y de oposición que se presentaron. Eran
momento donde el movimiento obrero organizado convocó numerosas huelgas. Igualmente
fueron momentos de intentonas republicanas a través de movimientos civiles y
militares. El gobierno de la Restauración consideró este tipo de movimientos como
problemas de orden público para lo cual la DGS fue el instrumento necesario de
represión.
La DGS fue protagonista de la represión de las huelgas de inicios de siglo XX o de la Huelga General
Revolucionaria de agosto de 1917. Ejercía un control total sobre las
reuniones y manifestaciones de las sociedades obreras, que tenían que notificar cualquier tipo
de acto o movilización, siendo en última estancia la DGS quien lo
aprobaba.
La
característica
común
de este primer momento que es que sus directores eran militares profesionales.
Desde la aprobación de la Ley de Jurisdicciones en 1906 por el gobierno de
Segismundo Moret, los militares pasaron a ser protagonistas indiscutibles de la
política
española.
Fue el comienzo de una derechización en el Ejército que remató el franquismo. Durante la
dictadura de Primo de Rivera los directores de la DGS ejercieron las tareas de
represión
contra todos los movimientos de oposición a la dictadura y la monarquía. De este último periodo de la monarquía habría que destacar como director de
la DGS a Emilio Mola, que ejerció como tal desde febrero de 1930
hasta abril de 1931. Mola sería después uno de los cerebros del golpe de Estado del 18 de julio.
La
Segunda República
trajo algunas variaciones en la DGS. Si bien los militares siguieron
controlando el organismo, también hubo momentos donde los civiles vinculados a los partidos
políticos
de la izquierda tuvieron el control del mismo. Destacan los casos de Ángel Galarza Gago, Manuel Andrés Casaus o José Alonso Mallol. Aun así las tareas de represión contra el movimiento obrero y
huelguísticos
siguió
adelante. Eran numerosos los escritos de anarcosindicalistas que denunciaban la
actitud que Galarza tenía contra los trabajadores. Los problemas estructurales de la
clase obrera se siguieron considerando un problema de orden público.
La
actuación
de la DGS durante la Guerra Civil no dejó de ser polémico. Madrid permaneció leal a la República hasta el final de la
contienda. La dirección del organismo correspondió al gobierno republicano. A
pesar de que tuvo actuaciones polémicas (cosa de Paracuellos del
Jarama), lo cierto es que la reestructuración de la justicia en la
retaguardia republicana, impulsada sobre todo por el ministro anarquista Juan
García
Oliver, sirvió para que la represión fuese controlada. Igualmente
el control de la DGS estuvo básicamente en manos de civiles. Solo dos militares estuvieron
al frente del organismo durante la Guerra Civil y en espacios muy cortos de
tiempo.
El
final de la guerra inauguró un nuevo momento de la DGS donde la maquinaria represiva
franquista tuvo su mejor escenario.
Unas dependencias al servicio
del franquismo
El
periodo más
oscuros de este organismo fue la dictadura franquista. Nada más acabar la guerra fue nombrado director
el militar José Ungría Jiménez, que duró muy poco en el cargo. Le sustituyó José Finat y Escrivá Romaní, Conde de Mayalde. La característica de este integrante de
Falange fue sus simpatias por la Alemania nazi. Como dice Josep Fontana: “Era el conde de
Mayalde un hombre con las manos manchadas de sangre que, como director general
de Seguridad, había
invitado en 1940 a Heinrich Himmler para que visitara Madrid, con el fin de
establecer formas de colaboración
con la Gestapo”. Finat elaboró al frente de la DGS todo un
censo de judios para poder deportar a los campos de exterminio nazis. Y es que
una de las reclamaciones que los nazis hacian a España era ese censo de judíos. Hasta 6000 fueron censados
en el llamado Archivo Judaíco (mucho de ellos judíos chuetas). El fanatismo de
Finat le llevó a ser nombrado Embajador en Alemania una vez que cesó como director general de
Seguridad. Fue posteriormente alcalde de Madrid entre 1952 y 1965, falleciendo
el 30 de mayo de 1995. Hoy en Madrid todavía se conserva la calle Alcalde
Conde de Mayalde en el distrito de Hortaleza.
Pero
quizá
del periodo franquista el director de la DGS más trascendental fue Carlos Arias
Navarro. Sus actuaciones durante la Guerra Civil ya marcaban su impronta.
Conocido como “el carnicero de Málaga”, Arias Navarro estuvo al frente
de la DGS entre junio de 1957 y febrero de 1965, cuando fue nombrado alcalde de
Madrid. Fueron momento duros para la oposición antifranquista. Al frente del
Tribunal especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo (rebautizado
con diversos nombres durante la dictadura) estaba la siniestra figura de
Enrique Eymar. Bajo la dirección de Arias Navarro se produjeron
dos de los hechos más destacables de la DGS. La muerte del comunista Julián Grimau y de los anarquistas
Francisco Granado y Joaquín Delgado. En este momento tiene mucha importancia también el ministerio de Camilo Alonso
Vega, que actuó con Arias Navarro para ejercer la represión, tortura, carcel y ejecución de numerosos militantes
antifranquistas.
Tras
su paso por la alcaldía de Madrid, Arías Navarro alcanzó la presidencia del gobierno
tras la muerte de Carrero Blanco en diciembre de 1973. Con Franco muerto, Arias
fue ratificado como presidente por Juan Carlos I y en las primeras elecciones
de 1977 se presentó en las listas de Alianza Popular junto a Manuel Fraga. Murió en 1989. En el año 2010 el Ayuntamiento de Madrid
le rindió
un homenaje y puso a un parque en el barrio de Aluche el nombre de Carlos Arias
Navarro.
La
DGS actuó
como aparato represor durante toda la dictadura. Lo curioso es que tras la
muerte de Franco siguió dirigida por militares y falangistas. En diciembre de 1975
tomó
el cargo de director el militar franquista Víctor Castro Sanmartín. Y entre julio de 1976 y mayo
de 1979 el cargo lo tuvieron los falangistas Emilio Rodríguez Román y Mariano Nicolás García.
Los casos de Centeno, Grimau y
Granados y Delgados
Si bien son muchas las historias y las torturas que se produjeron entre los muros de la DGS, destacaremos tres por su trascendencia. La primera la del militante del PSOE Tomas Centeno Sierra. Su trayectoria en el socialismo era muy dilatada. En 1953 Centeno fue detenido por la Brigada Político-Social. Fue torturado hasta la muerte en los sótanos de la DGS. Posteriormente las autoridades franquistas dijeron que Centeno se había suicidado en su calabozo. Era director de la DGS el militar Rafael Hierro Benítez.
El
caso de Grimau tiene una conexión directa con la Guerra Civil. Integrante del PCE, Julián Grimau fue delatado y detenido
en 1962. Juzgado por supuestos delitos nunca probados durante la Guerra Civil
por un tribunal militar, fue condenado a muerte. Previamente había sido torturado en las
dependencia de la DGS.
El
caso de Granados y Delgado pasa a la historia por ser un juicio express durante
el franquismo. Integrantes de las Juventudes Libertarias, se desplazaron a España con la intención de asesinar a Franco. No
consiguiendo su objetivo fueron detenidos y torturados por acusaciones falsas
en los sótanos
de la DGS. Juzgados en agosto de 1963 fueron ejecutados apenas 10 días después de la sentencia a garrote vil
en la cárcel
de Carabanchel.
¿Desaparición?
En
1986 la DGS fue disuelta y se integró en una secretaria, la actual
Secretaria de Estado de Seguridad.
Hoy
el edificio es la sede del gobierno de la Comunidad de Madrid. En ningún lugar del mismo se encuentra
ningún
recordatorio u homenaje a los que fueron torturados y asesinados entre sus
muros. Sin embargo muchas calles de Madrid y espacios públicos tiene los nombres de los
torturadores.
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