Sin
que sirva de precedente es la segunda crítica de teatro que hago en
esta bitácora en lo que va de mes. Y lo digo porque para nada me
considero un experto en teatro. Más bien solo un aficionado que le
gusta. Aun así aquí valoramos lo que intenta hacernos trasmitir la
obra, no su parte estética y puesta en escena.
La
obra que aquí comentamos es Autorretrato de un joven capitalista
español. Un monólogo del actor
Alberto San Juan que realiza en el Teatro Alfil de Madrid (antes lo
hizo en la Sala Triángulo). No vamos ahora a descubrir a Alberto San
Juan. El integrante del “Animalario” (junto a Guillermo Toledo)
ha protagonizado multitud de comedias, alguna serie de Televisión y
obras de teatro. Personalmente me parece un buen actor.
Pero
con esta obra toca un tema espinoso, de enorme actualidad, que muchos
aun no quieren tocar. Y sobre todo porque pone en dedo en la herida
del origen de los problemas en España. Porque cuando se habla de
“déficit democrático”, de “falta de libertades”, de “casta
política”, etc., muchas veces se hace perdiendo de vista la
perspectiva histórica, que es donde encontramos la base de nuestros
problemas. Craso error ese de dejar la Historia como un objeto de
museo. Algo que también está muy en conexión con lo que la obra
intenta trasmitir. Cuantas veces no habremos oído eso de “no
toquemos el pasado. Hay que mirar al futuro”. Una frase que a la
derecha política le encanta (en eso basa su éxito) y que
determinada izquierda ha seguido a pies juntillas (no vayamos a
descubrir de donde viene sus raíces actuales).
Tengo
que reconocer que a mi personalmente la obra no me descubrió nada
nuevo. Repasar los años del franquismo, las maniobras políticas por
parte de las potencias capitalistas occidentales para frenar el
avance de un hipotético cambio revolucionario en España, la
actividad de la socialdemocracia europea para controlar los partidos
socialistas de Portugal y España, los movimientos de pieza de Franco
para dejarlo todo “atado y bien atado”, el papel de la Corona y
de Juan Carlos de Borbón para afianzar su poder ilegítimo, el papel
de EEUU en todo el proceso, la desarticulación de la izquierda de
todas las maneras posibles, etc. Algo que de lo que ya se ha escrito.
Pero me parece importante que se haga de esta manera. Este mismo
mensaje te lo puede trasmitir un historiador con datos en la mano.
Pero si lo hace un actor en un entorno más distendido, incluyendo
gotas de humor en su exposición, es evidente que puede llegar a
mucha más gente. Aunque no está exento de algún pequeño error
histórico, en lineas generales la obra es bastante buena.
La
conclusión que se llega tras ver el espectáculo es sencilla: nos la
han metido doblada. Nos han engañado. La Transición no fue sino un
pacto entre las élites franquistas y una determinada izquierda
pactista que anulo cualquier conato de transformación social. Un
procedimiento distinto al portugués (al que pone también como
ejemplo) pero que tiene el mismo fin. Una estrategia de
desmovilización total llevada a cabo por el PSOE y el PCE (aquí
distingue entre la dirección y la militancia) tras la muerte de
Franco. Y una puntilla con el Golpe de Estado de 1981 que sepulta
cualquier posibilidad de transformación. Y
lo que es más interesante es la dimensión internacional que se da a
todo el asunto. Fundamental para entender lo que pasó.
Solo
faltó algo fundamental para tratar el tema de la Transición. La
cuestión de la destrucción del movimiento obrero la pasa de
puntillas. Intuyo que porque en una solo obra no se puede incluir
todo. Pero quizá la haría más cercana este hecho. Bien es cierto
que habla de la participación de las cúpulas sindicales en la firma
de los Pactos de la Moncloa (CCOO y UGT). Es la base de la pérdida
de los derechos laborales y sociales de la clase obrera en España.
Sin embargo lo mismo que se aborda como tras Suresnes la dirección
del PSOE aparta a la linea histórica para introducir a elementos que
pactaran la Transición con los franquistas o como el carrillismo fue
el elemento desmovilizador del PCE (y esto es todo un debate difícil
de abordar en poco tiempo), no se trata de como aquellas
organizaciones sindicales que se opusieron a los Pactos de la Moncloa
fueron anuladas de la peor de las maneras. El mejor ejemplo en este
aspecto es el de la CNT. Dinamitada entre los servicios de
“inteligencia” (esos contra los que tan graciosamente arremete
Alberto San Juan) en el Caso Scala y una escisión orquestada por el
propio Estado que sirvió para anular al movimiento obrero más
importante de la historia de España: el movimiento libertario. Quizá
para mejorar el texto de Autorretrato de un joven
capitalista español se debería
de tocar este aspecto.
Y es que el manto de olvido sobre los que lucharon por la libertad es evidente. Es imposible que un sistema se diga de libertades y democrático cuando tiene en sus cunetas a miles y miles de personas que lucharon por la libertad. O en el peor de casos (como en el caso de la Torca Palomera en el Valle del Sedano) sepultados para toneladas de basura. Una vergüenza para cualquier persona que tenga dos dedos de frente.
Y es que el manto de olvido sobre los que lucharon por la libertad es evidente. Es imposible que un sistema se diga de libertades y democrático cuando tiene en sus cunetas a miles y miles de personas que lucharon por la libertad. O en el peor de casos (como en el caso de la Torca Palomera en el Valle del Sedano) sepultados para toneladas de basura. Una vergüenza para cualquier persona que tenga dos dedos de frente.
De
todos modos la obra merece mucho la pena. Si se tiene tiempo estará
en el Teatro Alfil hasta final del mes de junio. El ambiente y el
entorno en inmejorable. No se pierdan esta parte tan oscura de
nuestra Historia de España. Cuestiones así se convierten ya en
imprescindibles.
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