lunes, 10 de junio de 2013

LA DIGNIDAD DE UN ANARQUISTA EN EL TEATRO: MELCHOR RODRÍGUEZ. "La entrega de Madrid"

Artículo aparecido en el último número del periódico CNT sobre la obra de teatro de Rubén Burén "La entrega de Madrid", que narra los últimos días de guerra en la capital de España a través de la figura del anarquista Melchor Rodríguez y de su hija Amapola. La historia de Melchor Rodríguez ha sido denostada por todos. Y es de justicia recuperarla.

Hay que reconocer que cada vez que aparece una nueva película, libro u obra artísticas que trata el anarquismo lo comienzas a mirar con recelo. Muchos son los precedentes en los que el tratamiento del movimiento libertario es pésimo de cara a la opinión pública. Presentarlo como autor de numerosos crímenes, ensalzar la violencia, desfigurar la historia. ¿Las razones? Desconocimiento de la historia, mala intención por cuestiones ideológicas, etc.
Sin embargo ninguno de esos clichés se plasman la obra de Rubén Buren (Madrid, 1974). Y aquí las explicaciones son muy otras. Lo primero porque Rubén cuida el texto, se preocupa por investigar la intrahistoria y la historia que está contando. Lo segundo porque tiene una historia familiar que contar. Una historia familiar que es a la vez desconocida e interesante para la historia. Rubén es bisnieto de Melchor. Y recuperar su figura es una deuda que tenía que con su propia abuela, Amapola, la hija de Melchor, y que para Rubén fue como una madre. “Amapola es mi cordón umbilical con el anarquismo y con Melchor”.
La trayectoria de Rubén ya marcaba un poco la impronta de cómo iba a tratar esta obra (lejos de la propia cuestión familiar). Autor de otras obras teatrales, como Maquis, ha ganado varios premios y tiene en sus papeles y su cabeza muchos más proyectos. Y todo esto con un afán polifacético impresionante (músico, pintor, escritor, profesor, etc.)
Para él la figura de Melchor es una de las más desconocidas y a la vez representativas del anarquismo. Rubén no esconde esa razón familiar para hacer esta obra: “Melchor es una figura que me ha perseguido desde pequeño, desde que mi bisabuela Paca, su mujer, que murió en 1997, me contaba todas las aventuras de antes y después de la guerra”. Sin embargo, La entrega de Madrid no pone a Melchor Rodríguez como eje de la historia. La verdadera protagonista es Amapola, la hija de Melchor. “Amapola era un eje profundo para la vida de Melchor” dice Rubén. Y la razón no es tanto familiar sino de compresión. Para Rubén es mucho fácil que el gran público entienda el anarquismo y la figura de Melchor a través de las acciones de una niña: Si me hubiera centrado solo en la figura de Melchor o Celedonio el público no hubiera entendido las ideas anarquistas, hubiera visto un panfleto”. Porque como afirma Rubén ha hecho una obra para gente que no es anarquistas, para acercar el anarquismo y lo que hizo en un momento determinado de la historia a gente que no está familiarizado con las ideas libertarias. Este es el punto fuerte de la obra. Pero también uno de sus puntos débiles pues muchos personajes, en ocasiones, pueden parecer simplificados en función de las filias o la fobias de Amapola en la obra. Cuestión que para nada empaña la obra. Es una obra que rompe, definitivamente, con el “buenismo” de la Cultura de la Transición, que ha deformado mucho la propia historia.
Y es que históricamente la obra está muy bien tratada. La acción se desarrolla en las últimas semanas de guerra en Madrid, entre la constitución del Consejo Nacional de Defensa de Casado y la entrada de las tropas rebeldes en Madrid, cuando Melchor era Alcalde de la ciudad y hace entrega del Ayuntamiento a los vencedores. Una historia poco conocida. El último alcalde de un Madrid libre que no tiene hoy reconocimiento por parte de nadie.
Como ambienta el momento, la recuperación de personajes como Celedonio Pérez, la situación de ese final de Guerra, el recuerdo de los años del militancia libertaria (fundadores de sindicatos y de grupos anarquistas como Los Libertos, etc.), el freno de la represión del Madrid republicano, etc. Diversas piezas de la historia y vida de Melchor, a través de la mirada de Amapola y en el terrible final que significó la Guerra y el triunfo de las fuerzas franquistas. Y todo esto genialmente representado por la compañía de teatro El Noema, y un elenco de actores realmente acertado. Antolín Romero, que da vida al personaje de Melchor, tiene muy gratos momentos actorales.
Se podía haber escogido otro episodio de la historia. Pero se ha elegido uno bastante representativo que muestra esa dignidad en Melchor Rodríguez. Un personaje que salvó la vida de muchas personas, algunos enemigos ideológicos y políticos (Muñoz Grandes, Raimundo Fernández Cuesta, Martín Artajo, etc.) que fueron después punta de un régimen criminal como el franquista.
Melchor vivió casi la mitad de los años de su vida en la cárcel. Conoció la cárcel con al monarquía de Alfonso XIII, con la dictadura de Primo de Rivera, con la Segunda República y con el franquismo. Y a pesar de ello, lo que mejor lo define era la placa que tenía en su domicilio en Madrid, durante pleno franquismo, con los colores rojo y negro del anarquismo: “Melchor Rodríguez. Título de honor: Persona decente”. O como mejor lo define Rubén Buren: DIGNIDAD

Julián Vadillo Muñoz
Sancho Ruiz Somalo

jueves, 30 de mayo de 2013

A la memoria de Guido Picelli y a Antonio Cieri

Discurso leído en el homenaje a Guido Picelli en Mirabueno el 30 de mayo de 2013, ante mi ausencia en el homenaje a este militante italiano y al anarquista Antonio Cieri

Quiero pedir disculpas ante todo por no poder acompañaros hoy. Razones laborales inaplazables me han impedido desplazarme para poder participar de este acto tan importante para la provincia de Guadalajara y la reivindicación de la memoria.
            Lo que tenía que ser lo normal en España es lo extraordinario. Cada vez que abordamos un homenaje a los combatientes por la libertad parece que estamos haciendo algo fuera de lo común. Lo que es ordinario y, sobre todo, justo en otros países de Europa, en España es aun un problema. Resultado de nuestra historia, de la victoria del franquismo, de los largos años de la dictadura y de una mal llamada transición hecha a medida de los ejecutores y que enterró por segunda vez a los vencidos.
            Pero hay algo que tenemos y atesoramos. La justicia histórica. Esa no la va a enterrar ni pactos de silencio, ni transiciones, ni dictaduras. Y por ello hoy podemos homenajear a dos grandes: Guido Picelli y Antonio Cieri. Dos militantes antifascistas que se desplazaron a España por un doble objetivo:
  1. Doblegar al fascismo que atenazaba a Europa y a su propio país, Italia.
  2. La lucha por sus ideales con la certeza moral y política que estaban haciendo lo correcto en España.

      Y ambos fueron asesinados por el fascismo.
            Lo interesente de sus figuras no es solo que murieran por la libertad en tierra alejada de la suya. Ya llevaban tiempo fuera de Italia víctimas de la persecución e Mussolini  Si que ellos era representantes y militantes de la clase obrera. Guido Picelli era militante del Partido Socialista Italiano. Antonio Cieri lo era de la Unión Anarchica Italiana.
            Lo curioso de estos dos militantes es que no era la primera vez que coincidían en la lucha. Si algo tenía claro Cieri y Picelli era que solo la unidad del antifascismo podría derrotar al enemigo. En 1922 Picelli organizó en Parma los Arditi di Popolo con el objetivo de aglutinar en sus filas a los socialistas, a los anarquistas y a los comunistas y poder frenar el avance del fascismo. La batalla que libraron en la defensa del canal de Parma frente a las fuerzas fascistas de Italo Balbo, tuvieron a Picelli y a Cieri como protagonistas. Porque Cieri era uno de los comandantes de los Arditi nombrado por el propio Picelli.
            La victoria del fascismo desplazó a estos militantes. Picelli intentó contrarrestar al fascismo desde el parlamento. No lo consiguió. Abandonó el Partido Socialista y se unió a las filas comunistas. Acabó por exiliarse en Bélgica y visitó la Unión Soviética.
            Cieri recaló en Francia, y en 1925 fundó el periódico Umanitá Nova (que hoy todavía sigue siendo el órgano de la Federación Anarquista Italiana).
            Cuando el 18 de julio de 1936 un grupo de militares se subleva contra la República y tuvieron como objetivo eliminar al movimiento obrero, militantes como Cieri y Picelli tenían claro lo que había que hacer. Combatir en España. Combatir junto a sus camaradas y compañeros. Picelli toma contacto con el POUM, incorporándose posteriormente a la Brigada Garibaldi de las Brigadas Internacionales. Cieri ingresa en la Sección Italiana de la Columna Ascaso de la CNT-FAI.
            El destino final de ambos fue el mismo. Picelli murió en Mirabueno. Cieri en Huesca. Ambos murieron por la libertad, por sus ideas, por sus principios. Y queda su legado.
            Hoy se hace este justo homenaje a Guido Picelli, al compañero Picelli. En Barcelona (aunque murió en Huesca) se le hará al compañero Cieri. A este último ya se le hizo un homenaje por la FAI en Parma en 2008.
            El antifascismo aquí reunido quiere rendir ese tributo. Es de justicia hacerlo. Es uno de los  objetivos del Foro por la Memoria. Reivindicar la memoria de los antifascistas. De todos los antifascista. Con este homenaje lo estamos consiguiendo entre todos.

VIVA LOS ARDITI DEL POPOLO
VIVA LA LUCHA ANTIFASCISTA

VIVA LA ANARQUIA
30-V-2013

lunes, 20 de mayo de 2013

LA MEMORIA GUERRILLERA

Reseña del libro El duende el maquis. Jesús Martínez Maluenda de Jaume Serra Fontelles (Virus, Barcelona, 2012), publicada en la edición digital del periódico Diagonal


Si recorres países como Francia o Italia, puedes comprobar como en la memoria antifacista que surge tras la Segunda Guerra Mundial, está muy presente la participación guerrillera o partisana en su contribución para el aplastamiento de los fascismos europeos. Las resistencias y las guerrillas fueron parte fundamental de esa lucha. Una lucha guerrillera a la que España no fue ajena, tanto en su participación en Europa como en la lucha antifranquista.
Sin embargo en muchas ocasiones un manto de olvido ha caído sobre la lucha guerrillera contra el franquismo en España. Las razones son múltiples siendo la fundamental los casi cuarenta años de una dictadura que asesinó y sepultó a los integrantes de la oposición al franquismo. Un manto de olvido que el posterior sistema democrático se guardo muy bien de continuar. Este manto de olvido junto a la demonización que determinada pseudo-historiografía ha relatado sobre el maquis (termino francés), ha servido para deformar la historia de la resistencia guerrillera antifranquista. Sin embargo contamos actualmente con historiografía seria y trabajos consistentes que han recuperado las acciones de los guerrilleros antifranquistas.
En este último aspecto se inscribiría la obra de Jaume Serra, que ya había tenido la oportunidad de rescatar la vida y actividad de algunos maquis en una serie de la televisión catalana. Pero el libro que nos presenta aquí tiene otro componente. No habla de las actividades de Quico Sabater, de Caraquemada, de Facerías o de Massana, todos legendarios maquis anarquistas. Habla de acción de un personaje cuyo cometido era más óscuro pero igual o más importante que las propias acciones. La actividad de Jesús Martínez Maluenda, conocido como “el duende”, era conducir a los maquis en el paso por los Pirineos, buscarles las rutas más acordes y menos peligrosas para poder pasar a España y poder ejecutar las acciones en la lucha contra el franquismo. Una acción que alguien tenía que hacer y que Martínez Maluenda lo hizo hasta muy avanzada edad.
Un libro a caballo entre la biografía y las memorias, corto pero intenso, que nos sirve para acercarnos a una vida anónima y apasionante. Otro acierto de Virus editorial en su tarea de recuperación de la historia de la oposición al franquismo.

Julián Vadillo Muñoz

lunes, 13 de mayo de 2013

Volapük. Un nuevo proyecto editorial


Entrevista publicada en el último número del CNT (sección Cultura) a Sergio Higuera, fundador de la editorial Volapük.


¿Qué significa la palabra volapük?

Volapük es una lengua universal, antecesora del esperanto, que se creó a finales del siglo XIX. Tuvo entre sus propagadores al guadalajareño Fernández Iparraguirre que redactó una gramática y un diccionario de esta lengua y se editó la “Revista del Ateneo Caracense y Centro Volapükista español”.
Esa conexión entre los valores universales y fraternales del volapuk y el especial arraigo que conoció en nuestra ciudad determinó la elección del nombre para el proyecto.

¿Cómo surge la idea del proyecto?

Tras un proceso de aportación militante, pero también de aprendizaje continuo, en el área de publicaciones de la Fundación Anselmo Lorenzo, y una vez que esa tarea la gestionan otros compañeros, decido poner en marcha Volapük Ediciones. Por un lado con la intención de rescatar textos, autores y contenidos que se mantienen alejados de la atención de las editoriales convencionales o las instituciones culturales que priorizan otras cuestiones. Por otra parte, inicio una opción laboral autónoma y autogestionaria. En el proceso editorial hay tareas que han de asumir otras entidades (distribución, etc) y se conviene con proyectos similares o que comparten esta visión.



¿Que pretende este proyecto en el contexto del mundo editorial? ¿Y en una provincia como Guadalajara?

Como decía difundir contenidos con una menor proyección, de momento, por tratarse en casos de autores noveles a los que los grupos editoriales no apoyan aunque su interés es relevante, o temáticas condenadas al ostracismo por no interesar a los poderes literarios o mediáticos, como pueden ser textos o estudios libertarios, de ecología social, otros políticamente incorrectos, etc, si bien no queremos limitarnos y quedamos abiertos a cualquier propuesta que vaya surgiendo.
A nivel de Guadalajara, son pocas las editoriales existentes y con líneas muy concretas: guías turísticas, estudios y crónicas históricas…que tienen por supuesto su interés. Con nuestra llegada abrimos una nueva opción a gente que escribe, que lo hace bien y sobre cuestiones poco trabajadas. Por supuesto, somos receptivos a colaboraciones concretas con otros proyectos o librerías locales como ya viene ocurriendo.

¿Qué tal acogida ha tenido el primer libro del proyecto?

El primer libro que hemos editado “Exiliados del Paraíso. Relatos” del escritor Josean Aparicio Tercero, es un compendio de relatos que tratan sobre personas todavía arraigadas a la naturaleza, seres al margen del progreso y de esa sociedad que llamaron del bienestar, personas que aun viviendo en diferentes zonas del planeta, tienen un sueño común, que les dejen vivir en paz con la tierra, con sus costumbres y con su modo de vida. Lo completan otras serie de vivencias y relatos de viajes. Contiene inherente al propio discurso literario una carga de crítica social si bien no se hace necesariamente explícita.

Salió a principios de año y está teniendo una buena aceptación a partir de las presentaciones que tuvieron lugar en Molina de Aragón y Guadalajara, ha tenido un eco positivo en parte de la prensa local y literaria. Asimismo, estamos recibiendo buenas críticas de la gente que lo va conociendo y cuenta con una amplia distribución.
Tenemos previstas nuevas presentaciones del libro en la Feria del Libro de Guadalajara el 19 de mayo y en Madrid, en Traficantes de Sueños, el 28 de junio.



¿Qué textos o proyectos tiene pendiente Volapük?

En próximas fechas vamos a editar un estudio histórico sobre Soledad Gustavo (Teresa Mañé) y otras precursoras del feminismo anarquista cuyo autor es el historiador Julián Vadillo Muñoz. Todavía han de concretarse otras propuestas de autores locales: una novela sobre la vida de un militante anarquista; y un cuaderno de campo muy crítico con el llamado “turismo rural” y la conversión de nuestros pueblos y naturaleza en parques de atracciones estacionales.

Mauricio Basterra

viernes, 26 de abril de 2013

EL ORIGEN DEL PRIMERO DE MAYO. UN DIA DE LUCHA DE LA CLASE OBRERA


Artículo publicado en el último número del CNT con motivo del aniversario del asesinato de los Mártires de Chicago. El origen de la historia de todo un movimiento.


¡Adelante con valor!. El conflicto ha comenzado. Un ejército de trabajadores asalariados esta desocupado. El capitalismo esconde sus garras de tigre detrás de las murallas del orden. Obreros, que vuestra consigna sea: ¡No al compromiso! ¡Cobardes a la retaguardia! ¡Hombres al frente!”

Con estas palabras preparaba August Spies la huelga del Primero de Mayo en Chicago en las páginas del periódico Arbeiter Zeitung. Nada hacía suponer a Spies que aquella jornada iba a pasar a la historia del obrerismo por todo lo que conllevó. La reivindicación de las ocho horas de trabajo era el eje fundamental de aquella huelga en 1886.
Y es que la reivindicación por una disminución de la jornada de trabajo hundía sus raíces en los orígenes del movimiento obrero. Las largas jornadas a las que estaban sometidos los trabajadores ponía como primer punto de la agenda reivindicativa la disminución de la jornada, que en muchos casos alcanza las 12-14 horas diarias. Evidentemente sin ningún tipo de seguro social y con unas condiciones de vida de miseria.
Y curiosamente es EEUU uno de los primeros países en introducir leyes de reducción de la jornada laboral. En 1840 la administración de Martín van Buren reconoció la jornada de 10 horas para empleados del gobierno y constructores de navales. En 1842 Massachussets y Connecticut redujo la jornada infantil a 10 horas. Reino Unido, por su parte, en 1844 redujo el trabajo infantil a 7 horas y el de adultos a 10 horas. Y así se fueron sucediendo en distintos estados norteamericanos y en Europa. Siempre reformas parciales y en sectores concretos.
Eso hacía pensar que solo una fuerza organizada de los trabajadores podría llegar a conquistar mejoras en la clase obrera de más amplio. En 1864 se fundaba en Londres la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) y en 1866, en el congreso de Ginebra, se aprobaba que las secciones integrantes de la misma iban a buscar las ocho horas de trabajo. Ocho horas de trabajo, Ocho horas de descanso y Ocho horas de ocio. Ese fue el lema del movimiento obrero internacional.
El amplio poder de implantación que generó la AIT y los ecos revolucionarios que llegaban desde Europa, hizo que en 1868, el presidente norteamericano Andrew Johnson aprobara la Ley Ingersoll, por la cual se establecía la jornada de ocho horas de trabajo para los empleados federales.
A pesar de la desaparición de la AIT el movimiento obrero siguió reivindicando mejoras para la clase obrera. Numerosas huelgas se van sucediendo a lo largo y ancho del mundo, algunas de las cuales consiguen grandes avances para los trabajadores. Por ejemplo la huelga de ferrocarriles de Massachusetts de 1874 conquistaba las 10 horas de trabajo.
Pero los trabajadores integrantes del movimiento obrero norteamericano eran conscientes de que sin una organización que aglutinase a los trabajadores iba a ser muy difícil conquistar derechos generales y básicos para la clase obrera. Así nació en 1881 en Pittsburgh la Federación Norteamericana del Trabajo (AFL). En su IV Congreso en Chicago decidía la organización de una gran huelga general que reivindicara las ocho horas de trabajo, siguiendo la tradición fundada por la AIT. Reivindicación que contó también con el apoyo de otras organizaciones como los Caballeros del Trabajo o distintas federaciones y asociaciones obreras norteamericanas.
Se constituyó un Comité por las Ocho Horas de Trabajo, y fechó la huelga general para el Primero de Mayo de 1886. La huelga fue un completo éxito de convocatoria para el sindicalismo norteamericano. La situación de miseria que vivían los trabajadores era reconocida incluso por los propios gobiernas y el presidente Grover Cleveland dijo: “Las condiciones presentes de las relaciones entre el capital y el trabajo son, en verdad, muy poco satisfactorias , y esto en gran medida por las ávidas e inconsideradas exacciones de los empleadores”. La huelga fue un éxito de convocatoria y más de 5000 huelgas se fueron declarando. En muchos lugares se conquistaron esas ocho horas de trabajo (Chicago, Boston, Pittsburgh, Saint Louis, Washington, etc.) Muchas de ellas a nivel de fábrica o triunfos parciales.
Este poder del movimiento obrero, animado por los anarquistas principalmente, puso en alerta al empresariado norteamericano que no tardó en reaccionar. En las sucesivas manifestaciones tras el Primero de Mayo los patronos lanzaron contra los huelguistas a rompehuelgas y amarillos, sobre todo contra los obreros de la fábrica McCormik. Lo peor llegó cuando el 4 de mayo en Haymarket Square estallaron unas bombas con 15000 personas reunidas. El resultado fue 38 obreros muertos, 115 heridos, un policía muerto y setenta heridos. La prensa, a favor de los patronos, no dudó en apuntar desde el primer momento a la autoría anarquista. Las razzias contra anarquistas iniciadas por el comisario Michael Schaack no se hicieron esperar. Entre los detenidos y acusados de asesinato se encontraban los animadores más entusiastas del movimiento obrero. Todos anarquistas. Los nombres de August Spies, Michael Schwab, Óscar Neebe, Adolf Fischer, Louis Lingg, George Engel, Samuel Fielden o Albert Parsons pasaron a ser primera noticia. Todo el juicio que se montó contra ellos estuvo lleno de irregularidades. El juez Joseph E. Gary, confeso reaccionario, seleccionó al jurado entre personas de clara influencia antisocialista y antianarquista. No se permitió estar entre el jurado a obreros que pudieran tener simpatías por las ideologías obreras. La suerte de los acusados estaba echada de antemano. El 11 de noviembre de 1887 se ejecutaba la sentencia contra los condenados a muerte. Spies, Parsons, Fischer y Engel fueron ahorcados. Lingg se suicidó el día anterior. Y otros acusado penaron en las cárceles durante varios años. En la memoria quedan los discursos que los acusados dieron en tribunal. Su defensa de inocencia y la defensa de sus ideas. Fueron ejecutados por ser anarquistas y socialistas. Camino a patíbulo los acusados siguieron dando vivas a la anarquía y a la clase obrera. Cantaron La Marsellesa, entonces himno revolucionario por excelencia.
La inocencia de los acusados era manifiesta. Era el origen de la guerra sucia contra el movimiento obrero. Alguno de los instigadores de los sucesos de Chicago estaban vinculados a organizaciones como la Agencia de Detectives Pinkerton, que actuó como rompehuelgas y se infiltró en el movimiento obrero con el beneplácito de patronos y gobierno norteamericano.
Aun así para el movimiento obrero internacional la fecha del Primero de Mayo se convirtió en un día de conmemoración para recordar a los “Mártires de Chicago” y para reivindicar la jornada de ocho horas de trabajo. Las Segunda Internacional lo estableció con día internacional de lucha y el movimiento anarquista lo hizo una de las fechas de reivindicación obrerista y conmemoración junto al 18 de marzo (aniversario de la Comuna de París) y el 11 de noviembre (ejecución de los Mártires de Chicago).
Aun así a nivel internacional las diferencias de como actuar frente al Primero de Mayo distanció a socialistas de anarquistas. Mientras los primeros, cada vez más integrados en las instituciones, fue convirtiendo el Primero de Mayo en una jornada casi festiva, con manifestaciones de fuerza y entrega de reivindicaciones a las autoridades, los anarquistas los consideraban un día de lucha y la razón para convocatoria de huelga general que presionase a esas autoridades para aprobar la jornada de ocho horas de trabajo. Jornada de ocho horas que en España se consiguió tras una huelga general en la fábrica de La Canadiense en Barcelona y que negoció una delegación de la CNT con el Ministro de la Gobernación.

Hoy más que nunca conviene recordar los orígenes del Primero de Mayo y como los derechos que hoy se pierden costaron esfuerzo y vidas conseguirlo. Su ejemplo es nuestra mejor lección en la actualidad.

Mauricio Basterra

lunes, 15 de abril de 2013

LA CARA MÁS TRISTE DE LA DERROTA


Miquel Izard. Entre la ira, la inquietud y el pánico (Plataforma historia, 2013)

El cuadro desolador que representaba el ver aquella caravana de millares de personas de ambos sexos y de todas las edades, que afluían a la carretera de Mataró, arrastrando carros de mano, portando a la espalda hatos de ropa, maletas y los más diversos objetos, se adentraban en mí, para dolerme en lo más hondo. Aquellos rostros alargados por las privaciones, aquellas miradas donde se reflejaba el ansia y la desesperación de la multitud que marchaba por la carretera, semejante a una enorme serpiente, puesta en movimiento, superaba a la sucesión de imágenes y sentimientos sufridos durante las jornadas […]. Dos hileras de seres humanos, cargados de las cosas más inverosímiles, caminaban trabajosamente hacia Gerona. Era el éxodo de todo un pueblo que prefería expatriarse a sufrir el yugo del tirano”
Este es uno de los testimonios que Miquel Izard ha rescatado en su obra Entre la inquietud y el pánico (Plataforma historia, Barcelona, 2012) y donde se narra los últimos quince días de guerra en Cataluña y la huida de la población civil por la carretara hasta alcanzar la frontera francesa, huyendo de la represión que las tropas de Franco estaban imponiendo como vencedores.
Poniéndonos en antecedentes de la historia de España y del movimiento obrero en Cataluña, Izard nos narra, a través de numerosos testimonios hasta ahora dispersos, el impacto que supuso la llegada del franquismo a la zona. Las caravanas de refugiados, los ataques que sufrían de la aviación sublevada (hoy a punto de ser juzgados como crímenes contra la humanidad), las muertes por hambre de hombres, mujeres y niños, la desesperación, etc. Los relatos estremecedores tanto de protagonistas de la Guerra (Federica Montseny, Silvia Mistral, Manuel Tagüeña, etc.) hasta relatos menos conocidos, nos llevan en volandas durante aquellos quince días de huida que marcó el inicio del fin de las esperanzas de un pueblo que luchaba por su libertad y contra el fascismo. E igualmente como entre tanta desesperación aparecían las muestras de humildad y de apoyo mutuo que caracterizó a los derrotados. Rescata hechos poco conocidos como la participación de organismos tales como la Cruz Roja o los Cuáqueros en la ayuda a los refugiados españoles, que cuando llegaron a Francia encontraron el ostracismo, los malos tratos y los campos de concentración. Unos españoles que no dudaron en volver a tomar las armas para derrotar al fascismo en Europa con la vana esperanza de poder derrotar también a Franco.
Muy recomendable la lectura del libro de Izard pues es rescatar un acontecimiento poco conocido y que muestra la dimensión humana de la derrota republicana y revolucionaria a nivel humano, lejos exclusivamente de la derrota para las organizaciones que lucharon contra el franquismo.
Julián Vadillo Muñoz