Extraído de mi tesis doctoral y del libro publicado sobre la misma El movimiento obrero en Alcalá de Henares (Silente academica, Guadalajara, 2013. Págs. 116-121)
El final de siglo no fue fácil
para España. El conflicto de Cuba contó con la intervención de Estado Unidos,
una potencia emergente a nivel económico, político y militar.
Frente
a todo esto, el movimiento obrero tuvo grandes avances. El PSOE, desde inicios
de la década, esta tomando poder municipal. Los concejales socialistas, aunque
de forma lenta, van apareciendo a lo largo de la geografía española. Los
anarquistas ya están reorganizando sus sociedades que apuntará a lo que, ya en
el siguiente siglo, será el surgimiento de la Confederación Nacional del
Trabajo (CNT). A través de revistas como La
Revista Blanca, fundada por Juan Montseny y Soledad Gustavo en 1895, se
intenta dar una respuesta libertaria a lo que esta sucediendo en España.
Y
junto a toda esta crisis de identidad y crisis institucional, se une una
profunda crisis económica. Vuelve el periodo de hambrunas en España. Y a lo
largo y ancho de la geografía española se suceden motines de subsistencia.
Motines del pan. Motines encabezados por los sectores menos favorecidos de la
sociedad. Tal como explica Ernest Labrousse “Por
razones al mismo tiempo sociales y sociológicas, la revuelta por la
subsistencia suele estallar normalmente en las ciudades y en los Burgos,
lugares con una aglomeración de población donde acuden también los habitantes y
los vagabundos de las zonas afectadas por la crisis (…). El lugar privilegiado
de las alteraciones sigue siendo el mercado o la mina; la cola de espera ante
la panadería; el muelle de embarco donde la alimentación sale hacia una altamar
siempre sospechosa”[1].
La
pérdida de las colonias ha venido aparejada con una crisis monetaria, y esto
hace que los productos de primera necesidad doblen su precio. “El efecto mas inmediato de la crisis
monetaria es pues el alza brutal de los precios: ‘el carbón, que se pagaba hace
un mes entre 32 y 34 pesetas la tonelada esta a 104’ anuncia el Diario de
Barcelona el día 7 de mayo, y los productos alimentarios sufren igual suerte;
la subida del precio del pan, sensible desde el 20 de abril, fecha en que La
Correspondencia de España señala la existencia de un malestar en el interior
del país, se dispara con anuncio de la guerra: así, su precio se dobla en el
mercado de Figueras donde, el 3 de mayo, se paga el trigo a 30 pesetas la
cuartera, mientras que el precio normal en tiempo ordinario es de 15 a 17
pesetas”[2].
Esta
subida de precios en los productos de primera necesidad provoca hambrunas,
llegando a casos terribles como el de Medina Sidonia (Cádiz), donde un grupo de
jornaleros con sus mujeres e hijos
llegaron a matar a una vaca, siendo descubiertos por la Guardia Civil
devorando la carne aun palpitante[3].
Numerosos
motines y conflicto de hambre se suceden por la geografía española. Alcoy,
Valencia, Alicante, Cartagena, Bilbao, Cáceres, Soria, Sevilla, Ciudad Real,
Valladolid, etc.
Alcalá
de Henares fue protagonista esos días de un motín por el precio del pan. Y
fueron las mujeres de Alcalá de Henares quienes encabezaron dicho movimiento. El
movimiento comenzó el 5 de mayo por la mañana. El alcalde de Alcalá manda un
telegrama al gobernador civil en estos términos: “A las once han empezado a reunirse mujeres en la vía pública pidiendo
rebaja precio del pan y artículos alimenticios, engrosando grupos. Hasta ahora
no hay alteración del orden. Tomo medidas para evitar trastornos”[4]. Lo que al
principio parecía una manifestación controlada por la autoridad, fue creciendo
en número y comenzó a alarmar al Ayuntamiento. Algunas tiendas de la Calle
Mayor fueron atacadas, y la reivindicación de las mujeres era clara: rebaja del
precio del pan y de los artículos de primera necesidad. Nombrada una comisión para hablar con el
alcalde las peticiones eran “precio del
pan dos libras treinta y cinco céntimos y comestibles como estaban antes”[5]. El alcalde se
comprometió a parlamentar con los comerciantes de la ciudad.
Pero
la movilización no cesó. Esa noche fue atacada la ferretería de Vicente
Saldaña, así como la vivienda del fabricante de harina, José Gerónimo Moreno, y
de los comerciantes de pan Lorenzo Machicado y Ángel del Campo. Todas personalidades
conservadoras de la ciudad.
El
Gobernador Civil se dirige esa misma noche al Alcalde de Alcalá para dar
instrucciones:
“Recibido sus telegramas y aprobada su
conducta, incluso el propósito de resignar el mando previas formalidades
legales, pero solo en el caso que sea ineludible el empleo de la fuerza.
Mientras esto no llegue, procure armonizar la situación de los consumidores con
los derechos de propiedad de los productores, obteniendo de estos, si fuera
posible, la rebaja de los precios.
De todos modos, que no los alcen, poniendo
en conocimiento de los unos y de los otros que las Cortes han acordado, y el
Gobierno al efecto ya ha telegrafiado a la frontera, prohibir la exportación de
trigo y demás cereales y patatas permitiendo en cambio la libre introducción de
estos artículos.
Confío en que usted, como siempre, sabrá
hermanar la prudencia con la energía y proceda en todo acuerdo con la autoridad
militar, la judicial y el Capitán de la Guardia Civil, dándome aviso de
cualquier novedad para si necesita mas fuerza que la ya concentrada para que el
orden no se altere, sobre todo para que la propiedad y la seguridad individual
estén completamente garantizadas”[6].
El
6 de mayo el alcalde reúne al Ayuntamiento para buscar una solución. Tras una
reunión con los comerciantes se llega al acuerdo de que todos ellos
uniformizarán los precios de los productos, haciendo público estos nuevos
precios. Aun así, el escollo se presento con el pan. El acuerdo alcanzado es
que el pan costase 40 cts, reduciendo el peso del mismo de 1kg a dos libras
(920 gramos). Esto hacía que el kilo del pan costase unos 43 cts, muy por
encima de las reivindicaciones de las mujeres, que lo pedían a 35 cts. Aun así
se comprometían al repeso delante del cliente[7].
A las cinco de
la tarde volvía a producirse una manifestación de mujeres y en esta ocasión
llevaban banderas. Así lo hacía saber un informe remitido por el Alcalde al
juez de primera estancia que juzgo estos hechos: “El día 6 pasó con relativa tranquilidad hasta las 5 de la tarde, hora
que se presentó sin autorización debida una manifestación con banderas que
fueron recogidas y disuelta en el acto por la guardia civil, terminándose el
asunto como consta a VS, con la reunión de la Junta de autoridades y la
declaración del estado de guerra, habiéndose puesto a disposición del juzgado
de su digno cargo las mujeres que la capitaneaban la última manifestación
citada”[8] .
Todos los
acuerdos de la corporación fueron aceptados por los comerciantes, no así por la
población en movilización. Propiedades del alcalde Francisco Rajas fueron
atacadas esa misma noche. Aun así la situación no era de tensión, pero el
alcalde se dirige al gobernador para pedirle que tenía que hacer, pues Federico
Monleón García, jefe de la primera División de Caballería del primer cuerpo de
Ejército y Gobernador Militar del cantón, pide hacerse con el mando de la
situación. El Gobernador contesta categóricamente: “Reúna Junta Autoridades y entregue mando a autoridad militar”[9].
En ese momento
se hace público dos bandos. Uno del alcalde Francisco Rajas Gómez que dice así: “HAGO SABER: Qué en cumplimiento de orden
emanada del Excelentísimo Señor Gobernador Civil de la provincia y a los
dispuesto en los artículos 12 y 14 de la Ley del 23 de Abril de 1870, la Junta
de Autoridades militar, judicial y civil ha acordado que por la Autoridad
militar se adopten las medidas que crea convenientes para la conservación del
orden. Alcalá de Henares, 8 de mayo de 1898”[10]. Es decir, la
autoridad pasa al Ejército por lo que la ciudad esta bajo estado de guerra. Automáticamente
Federico Monleón García saca el siguiente bando:
“HAGO SABER: Que habiendo cesado
en sus facultades el Señor Alcalde de este Ayuntamiento y correspondiendo a mis
atribuciones, sostener el orden público, haciendo uso para ello de las
facultades que me conceden las reales ordenanzas del Ejército.
ORDENO Y MANDO
Art. 1º Queda declarado el estado
de guerra en esta Ciudad
Art. 2º No se permiten reuniones
ni manifestaciones públicas. Las que se organicen sin mi consentimiento, serán
disueltas por la fuerza y los manifestantes sujetos a la responsabilidad que
determinen las leyes.
Art. 3º El Ayuntamiento de esta
localidad y el Juzgado del partido continuaran funcionando en todos los
asuntos propios de sus atribuciones que
no se refieran al orden público.
Alcalá de Henares, 8 de mayo de
1898”[11].
La
movilización pidiendo un abaratamiento de los productos de primera necesidad y
mejores condiciones de vida acababa con el poder del orden público municipal en
manos del Ejército. Y no solo quedó ahí. El mismo 5 de mayo el Juez de Primera
Instancia e Instrucción de Alcalá de Henares abrió una causa criminal por desórdenes
públicos y daños. La lista de las participantes en dicho movimiento son las
siguientes:
“Elisa Siles, (a) la Escabechera y su criada. (Cerrajeros, 14)
María y Rafaela Alonso García (Roma, 3 y 11)
Ramona Lacalle (Pescadería, s/n)
Manuela Bustamante (Claras, 12)
Juliana Pol Martín (Escritorios, 18)
Josefa Montes de la Torre, (a) La Coja del Palo (Salinas, 5)
Encarnación Barrero (Cruz de Guadalajara, 2)
María Redondo Palencia, (a) Bacala (Damas, 20)
Gregoria Calvo (Reñidero de Gallos)
Natalia Rojo (Laguna, 1)
Rosa Subirana (Roma, 11)
Cruz Téllez (Arratia, 11)
Victoria Rodríguez López, (a) La de Perete (Vallés, 11)
Petra Badillo (Redondilla de San Diego, 4)
Ángela Pinós (Casilla férrea camino de Meco)
Inés Calvete Díaz, (a) La Quila (Ronda Ancha)
María Alcalde, (a) la Cuca (Don Juan I, 16)
Silvestra Elvira, (a) La Cocola (Damas, 18)
Benita Arrabal (Portilla, 13)
Antonio Elvira (Ventorro Esperanza)
Ángela María (Diego Torres, 5)
Agapita Ochoa
Paulina Calleja”[12]
La
aparición de banderas y algunas declaraciones del alcalde podrían indicar la
existencia de algún grupo organizado tras las movilizaciones. Un nuevo bando
del alcalde dice así en uno de sus párrafos: “Así espera suceda el que siempre se halla dispuesto a sacrificarse por
sus convecinos, pero sí personas extrañas a la localidad, y en la que no tienen
intereses ni maneras de vivir, tratasen de renovar escándalos buscando medio
para soliviantar los ánimos y quizá un día de luto para nuestra querida ciudad
reproduciendo los hechos deplorables acaecidos, ruego y encargo a los vecinos
honrados se separen de ellos, retirándose a sus casas, para que dejándolas
solas, pueda emplearse la fuerza armada y se restablezca el orden que en
cumplimiento de mi deber, como autoridad, estoy dispuesto a sostener”[13].
Tras
investigaciones se dicta procesamiento contra María Redondo Palmar, Elena
Burriel Ibáñez e Inés Calvete Díaz[14]. El
juicio se extendió hasta octubre de ese mismo año, pero desgraciadamente no se
han conservado las sentencias condenatorias. Igualmente se abrió otro juicio
por el incendio de la finca del alcalde Francisco Rajas[15].También
relacionado con estos sucesos es el proceso contra el industrial Lorenzo
Machicado, por desobedecer al abastecimiento del pan[16].
Los
acuerdos adoptados no convencieron a nadie. La población se quedó como estaba.
Los concejales criticaron al alcalde alguna de las actitudes que se habían
tomado, como por ejemplo no informar de la declaración del estado de guerra.
Aun
así en las siguientes semanas se siguió debatiendo sobre la cuestión del precio
del pan y las posibles soluciones al respecto. El 24 de mayo de 1898, en una
sesión extraordinaria, se aprueba un proyecto de subsistencia con estos puntos:
“Artículo 1º. Notificar al Gremio de
Panaderos que desde el día que comienza a elaborar el pan el Ayuntamiento que
será seguidamente, cesará la condonación de los Derechos de Consumo así como la
moliente gratis.
Artículo 2º. Que si verdaderamente, como
esta demostrado, no pueden dar el pan a cuarenta céntimos las dos libras, que
lo vendan como puedan pero procurando ceñirse a las actuales circunstancias.
Artículo 3º. Que el pan deberá estar
elaborado y cocido con arreglo a las necesidades de la higiene.
Artículo 4º. Que el pan llamado de encargo
no estará sujeto a repeso, no vendiéndose sino en la tahonas o tiendas”[17].
Las medidas que
se habían tomado para aplacar el motín, como por ejemplo dejar exentos a los
comerciantes de pagar determinados impuestos de consumos quedan suspensa,
volviendo a la situación de normalidad. Igualmente durante largo tiempo se
estuvo hablando de poder establecer una tahona municipal, cuyo reglamento de
funcionamiento se aprobó en dicha sesión extraordinaria:
“1º La venta se hará en el sitio o sitios
que se designen.
2º La venta se hará mediante bonos que se
facilitarán con arreglo al padrón de Beneficencia, marcando a cada familia y
respectivo bono el número de panes para evitar abusos, dándosele por mes
completo para que le interesado los corte diariamente llevando todos una letra
de algún señor Concejal o Presidente como contraseña no dándose por ningún
concepto por duplicado.
3º El sello que marque el pan deberá
contener Panadería Municipal = Beneficencia.
4º El sello de los bonos dirá Ayuntamiento
de Alcalá de Henares = Bono de… panes = Beneficencia.
Aclaración importante. Si por falta de pan en las panadería locales se presentarán en la Municipal compradores sin bono, el Ayuntamiento debería vendérselo previo pago del precio de 45 cts., o sea su corte neto”[18]
Así acaba esta
sublevación de mujeres por el precio del pan. La represión se ciñó contra las
participantes en las movilizaciones. Y las medidas que toma a posteriori el
Ayuntamiento van en la línea de evitar un nuevo motín. Y no volvieron a suceder
en la ciudad motines de este estilo, pues las movilizaciones que se producen
durante el siglo XX si tienen un claro componente político con sociedades
obreras organizadas tras de ellas. Igualmente determinadas personalidades de la
ciudad con pretensión de evitar sucesos como los narrados tiende a la creación
de sociedades cooperativas como “La Económica Complutense”, nacida en octubre
de 1899[19].
El
motín de mujeres por el precio de pan se mantuvo en la memoria colectiva de la
ciudad durante mucho tiempo, por el cariz que tomo el acontecimiento. Luis
Madrona lo describía, con todas las inexactitudes del mismo, años después:
“En Alcalá se ha declarado muchas veces el estado de guerra debido a las agitaciones políticas del país; pero por sucesos acaecidos en la población solo ha sucedido una vez, a primeros de siglo. Las mujeres alcalaínas, ofendidas porque había subido el precio del pan en unos céntimos, se amotinaron, asaltaron las tahonas y vertieron unos sacos de harina que estaban en el muelle de la estación. Una nutrida manifestación de mujeres, al frente de las cuales iba una tal Angelita la Andaluza, se encontró, cerca de mi casa, con el entonces alcalde. Este, que era de genio suave y apacible, no se sabe por qué, se sintió enfurecido al ver a las tales, y violentamente les arrancó una bandera negra que llevaban. ¡Nunca lo hubiera hecho! Aquellas fieras se lanzaron hacia él, le apabullaron su sombrero de media copa, le rompieron el bastón y de propina le atizaron unos capones en su espaciosa calva. La fuerza pública, representada por el venerable Juan Grande, que le acompaña, en unión del señor Jesús, impotentes para sujetar la avalancha, se limitaron a una prudente retirada a un portal inmediato. Seguramente allí el señor alcalde decidió resignar el mando, y a los pocos momento se encargaba la autoridad militar del mantenimiento del orden, después de pregonar por las esquinas la ley marcial”[20] .
Con todas las
inexactitudes, pues ni el alcalde fue agredido ni decidió de tal manera el
declarar el estado de guerra, habla Madrona de cosas ciertas como las banderas
(que él dice negras, pudiendo en ese caso ser de algún grupo anarquista o
simplemente la bandera del hambre) así como del protagonismo de las
mujeres. Lo que demuestra cual profunda
fue la huella que este movimiento dejó en la población de Alcalá de Henares.
[1] Labrousse, Ernest y Braudel, Fernand (dir). Histoire economique et sociale de la France,
París, 1976 (T. III), Pág. 1000
[2] Serrano, Carlos. El turno del pueblo. Crisis nacional,
movimientos populares y populismo en España (1890-1910), Península,
Barcelona, 2000. Pág. 50
[3] Figuero, Javier y Santa
Cecilia, Carlos G. La España del
desastre, Plaza & Janes, Barcelona, 1997. Pág. 73-74.
[4] AMAH. Leg. 103/14
[5] Ídem.
[6] Ídem
[7] AMAH. Libro de actas
municipales de 1898. Leg. 11052/2
[8] Ídem. Leg. 103/14
[9] Ídem.
[10] Ídem.
[11] Ídem
[12] Consta el nombre, el
alias y la dirección. Lista elaborada por Manuel Vicente Sánchez Molto. Ver también Sánchez Moltó, Manuel Vicente, "Alcalá de Henares, 1898: el motín de mujer por el precio del pan y la declaración del estado de guerra", VIII Encuentro de Historiadores del Valle del Henares, Guadalajara, 2001
[13] AMAH. Leg. 103/14
[14] Archivo General de la
Administración (AGA). Justicia. Caja 44/14155. Nº 110
[15] AGA. Justicia. Caja
44/14155. Nº 111
[16] AGA. Justicia. Caja
44/14155. Nº 132
[17] AMAH. Libro de actas
municipales de 1898. Leg. 11052/2
[18] Ídem.
[19] Ídem. Leg. 98/39
[20] Madrona, Luis. Bagatelas, Hijos de Fernando Sancho,
1988. Pág. 32-33
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