lunes, 8 de marzo de 2021

DE COMO EL FASCISMO LLEGÓ AL PODER EN ITALIA. Lectura de “M. El hijo del siglo” de Antonio Scurati

 


Artículo publicado en El Obrero 

Hay muchas maneras de acercarnos a la historia del fascismo en Italia y muchos y buenos libros que lo hacen. Desde el punto de vista histórico o de las ideas, las obras sobre el mismo son innumerables. Un libro bien armado que siempre me gusta mucho es el de Robert Paxton Anatomía del fascismo. Muy completo y trabajo. Más sencillo, aunque con cuestiones discutibles, es el pequeño texto de Emilio Gentile Quién es fascista, donde a través de preguntas y respuestas se resume la llegada de Mussolini al poder y que similitudes tiene que los movimientos de la ultraderecha actual. La lista sería interminable, pues habría que pararse en Linz, Preston y un largo etcétera.

                Este verano he terminado de leer un libro que merece la pena acercarse para entender ese nacimiento del fascismo en Italia y la llegada de Mussolini al poder. En este caso, no se trata de un ensayo histórico sino de una biografía novelada, escrita por Antonio Scurati, con el título de M. El hijo del siglo, publicada por la editorial Alfaguara.

                En un voluminoso libro de más de 1300 páginas, Scurati nos hace un recorrido desde el año 1919 hasta 1924, donde el autor poniendo el protagonismo en distintos personajes recorre la historia de Italia que llevó al fascismo al poder. Como bien advierte el autor al inicio, aunque esta novelado y hay cuestiones que son propias de su pluma, la trama, la historia, los hechos, están documentos por distintas fuentes. Y hay que dar fe, desde el punto de vista historiográfico, que es así.

                Aunque el eje central de la obra es Benito Mussolini, el maestro, hijo de un herrero de Predappio, son innumerables los personajes que circulan por la obra. Fascistas como Amerigo Dùmini, Ítalo Balbo, Roberto Farinacci, etc.., junto a otros como Margherita Sarfatti, una de las amantes de Mussolini, socialistas como Filippo Turati o Giacomo Matteotti, comunistas como Amadeo Bordhiga, Nicola Bombacci o Antonio Gramsci, anarquistas como Malatesta o Fabbri, y un largo etcétera.

                La obra parte de la creación en la piazza de San Sepolcro de los Fascios de Combate y como poco a poco se fue conformando un movimiento que impuso la dictadura. Junto a la trama, el autor entre capítulo y capítulo incluye documentos reproducidos de la época que refuerzas lo explicado.

                A lo largo de las páginas vemos como un movimiento, fundado en la violencia que fue eje articulador, se va haciendo con el poder, con el apoyo de los grandes capitalistas italianos. Como, aunque el movimiento obrero y revolucionario, espoleado por las consecuencias de la Revolución rusa de 1917, no logró doblegar al Estado monárquico italiano. La división de ese movimiento y la “union” que liberales y otras tendencias políticas tenían en contra del mismo sirvió para que el fascismo fuese visto como una tabla de salvación. Intelectuales como Giovanni Gentile, Filippo Tomaso Marinetti, Gabriele D’Annunzio, Curzio Malaparte, Luigi Pirandello, Francesco Ercole, etc., también apoyaron al fascismo. D’Annunzio, que es uno de los protagonsitas del libro, es quizá el personaje más curioso con su toma irredenta de Fiume (actual Rijeka) y su distanciamiento del propio Mussolini.

                Destacaría varias cuestiones de la obra, pero voy a señalar dos. La primera es como de forma pormenorizada y exhaustiva, el autor del libro nos lleva a la preparación de la marcha sobre Roma de octubre de 1922, que hizo que Mussolini que se hiciese con el poder. Un Partido Nacional Fascista en minoría, que con el beneplácito del Rey Víctor Manuel III, se hizo con el control del poder e impuso la dictadura con el apoyo u omisión de los liberales. Como se volteó una ley electoral que permitió al fascismo hacerse con el control. Un golpe de Estado maquinado y auspiciado por muchos sectores.

                Otro hecho a destacar es el asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti en 1924, perpetrado por pistoleros fascistas en esa estrategia de imposición del terror y la violencia. Mussolini quiso separar el acontecimiento de su persona, cosa imposible, pero al final nuevamente las circunstancias y el apoyo de las instituciones del Estado salvó al fascismo y significó la imposición de una dictadura totalitaria. Matteotti, muy molesto para los fascistas, se había convertido en el principal opositor al régimen de Mussolini, denunciado la violencia y la naturaleza criminal del fascismo (su libro Un año y medio de dominación fascista así lo atestigua), del que él mismo acabó siendo una víctima.

                Si tenemos que poner alguna puntualización al libro de Scurati sería su tratamiento del movimiento obrero. Ciertamente, existió un trasvase de militantes desde las distintas escuelas del socialismo al fascismo, siendo el propio Mussolini uno de ellos. Sin embargo, muchas veces queda una nebulosa y los márgenes del movimiento obrero no quedan bien marcados, pareciendo que el sindicalismo revolucionario fue una cuna del fascismo, en esa confusión o mal entendimiento que se llega en la lectura de Sorel, o los giros ideológicos que dieron algunos personajes de la Italia de finales de la década de 1910 e inicios de 1920. Algo que, por ejemplo, Emilio Gentile también deja en el aire.

                Quitando algunos aspectos, la obra de Scurati es muy recomendable y de lectura fácil y agradable, a pesar de su extensión. Merece la pena volver una y otra vez para comprobar como un país se lanzó al abismo.

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