Artículo publicado en El Obrero
Hay muchas maneras de acercarnos
a la historia del fascismo en Italia y muchos y buenos libros que lo hacen.
Desde el punto de vista histórico o de las ideas, las obras sobre el mismo son
innumerables. Un libro bien armado que siempre me gusta mucho es el de Robert
Paxton Anatomía del fascismo. Muy completo y trabajo. Más sencillo,
aunque con cuestiones discutibles, es el pequeño texto de Emilio Gentile Quién
es fascista, donde a través de preguntas y respuestas se resume la llegada
de Mussolini al poder y que similitudes tiene que los movimientos de la
ultraderecha actual. La lista sería interminable, pues habría que pararse en
Linz, Preston y un largo etcétera.
Este
verano he terminado de leer un libro que merece la pena acercarse para entender
ese nacimiento del fascismo en Italia y la llegada de Mussolini al poder. En
este caso, no se trata de un ensayo histórico sino de una biografía novelada,
escrita por Antonio Scurati, con el título de M. El hijo del siglo,
publicada por la editorial Alfaguara.
En
un voluminoso libro de más de 1300 páginas, Scurati nos hace un recorrido desde
el año 1919 hasta 1924, donde el autor poniendo el protagonismo en distintos
personajes recorre la historia de Italia que llevó al fascismo al poder. Como
bien advierte el autor al inicio, aunque esta novelado y hay cuestiones que son
propias de su pluma, la trama, la historia, los hechos, están documentos por
distintas fuentes. Y hay que dar fe, desde el punto de vista historiográfico,
que es así.
Aunque
el eje central de la obra es Benito Mussolini, el maestro, hijo de un herrero
de Predappio, son innumerables los personajes que circulan por la obra.
Fascistas como Amerigo Dùmini, Ítalo Balbo, Roberto Farinacci, etc.., junto a
otros como Margherita Sarfatti, una de las amantes de Mussolini, socialistas
como Filippo Turati o Giacomo Matteotti, comunistas como Amadeo Bordhiga,
Nicola Bombacci o Antonio Gramsci, anarquistas como Malatesta o Fabbri, y un
largo etcétera.
La
obra parte de la creación en la piazza de San Sepolcro de los Fascios de
Combate y como poco a poco se fue conformando un movimiento que impuso la
dictadura. Junto a la trama, el autor entre capítulo y capítulo incluye
documentos reproducidos de la época que refuerzas lo explicado.
A
lo largo de las páginas vemos como un movimiento, fundado en la violencia que
fue eje articulador, se va haciendo con el poder, con el apoyo de los grandes
capitalistas italianos. Como, aunque el movimiento obrero y revolucionario,
espoleado por las consecuencias de la Revolución rusa de 1917, no logró
doblegar al Estado monárquico italiano. La división de ese movimiento y la
“union” que liberales y otras tendencias políticas tenían en contra del mismo
sirvió para que el fascismo fuese visto como una tabla de salvación.
Intelectuales como Giovanni Gentile, Filippo Tomaso Marinetti, Gabriele
D’Annunzio, Curzio Malaparte, Luigi Pirandello, Francesco Ercole, etc., también
apoyaron al fascismo. D’Annunzio, que es uno de los protagonsitas del libro, es
quizá el personaje más curioso con su toma irredenta de Fiume (actual Rijeka) y
su distanciamiento del propio Mussolini.
Destacaría
varias cuestiones de la obra, pero voy a señalar dos. La primera es como de
forma pormenorizada y exhaustiva, el autor del libro nos lleva a la preparación
de la marcha sobre Roma de octubre de 1922, que hizo que Mussolini que se
hiciese con el poder. Un Partido Nacional Fascista en minoría, que con el
beneplácito del Rey Víctor Manuel III, se hizo con el control del poder e
impuso la dictadura con el apoyo u omisión de los liberales. Como se volteó una
ley electoral que permitió al fascismo hacerse con el control. Un golpe de
Estado maquinado y auspiciado por muchos sectores.
Otro
hecho a destacar es el asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti en
1924, perpetrado por pistoleros fascistas en esa estrategia de imposición del
terror y la violencia. Mussolini quiso separar el acontecimiento de su persona,
cosa imposible, pero al final nuevamente las circunstancias y el apoyo de las
instituciones del Estado salvó al fascismo y significó la imposición de una
dictadura totalitaria. Matteotti, muy molesto para los fascistas, se había
convertido en el principal opositor al régimen de Mussolini, denunciado la
violencia y la naturaleza criminal del fascismo (su libro Un año y medio de
dominación fascista así lo atestigua), del que él mismo acabó siendo una
víctima.
Si
tenemos que poner alguna puntualización al libro de Scurati sería su
tratamiento del movimiento obrero. Ciertamente, existió un trasvase de
militantes desde las distintas escuelas del socialismo al fascismo, siendo el
propio Mussolini uno de ellos. Sin embargo, muchas veces queda una nebulosa y
los márgenes del movimiento obrero no quedan bien marcados, pareciendo que el
sindicalismo revolucionario fue una cuna del fascismo, en esa confusión o mal
entendimiento que se llega en la lectura de Sorel, o los giros ideológicos que
dieron algunos personajes de la Italia de finales de la década de 1910 e
inicios de 1920. Algo que, por ejemplo, Emilio Gentile también deja en el aire.
Quitando
algunos aspectos, la obra de Scurati es muy recomendable y de lectura fácil y
agradable, a pesar de su extensión. Merece la pena volver una y otra vez para
comprobar como un país se lanzó al abismo.
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