Hay algunos personajes que pasan
desapercibidos en la actualidad, a pesar de la importancia y trascendencia que
tuvieron en su momento. El paso del tiempo, el desconocimiento y el olvido en
muchas ocasiones son el peor enemigo. Sin embargo, siempre hay momentos donde
diversos estudios hacen que el personaje salga a la luz, se vuelva a situar en
su justa medida y sirva para reivindicarlo o recordarlo. Un ejemplo de ello
para España es la figura de Ernst Toller.
A
Toller le seguía la pista desde hace mucho tiempo. La primera noticia que tuve
de él fue a inicios de este siglo XXI cuando leí el libro Destructores de
máquinas publicado por la editorial Alikornio. Obra interesante que toma
como eje de actuación a los ludditas de inicios del siglo XIX. Sin embargo, el
resto de la obra de Toller quedaba un poco oculta para el público español.
No
hace muchas fechas, y por recomendación de uno de mis libreros de referencia,
me leí Una juventud en Alemania (Contraescritura, Barcelona, 2016), obra
en la que Toller, a manera de autobiografía, repasa su vida desde los años de
infancia, su participación en la Primera Guerra Mundial y su compromiso
político con la revolución que le llevó a ser uno de los líderes de la
República de Consejos de Baviera en 1919. Por sus páginas caminan personajes
como Kurt Eisner o Gustav Landauer, que no dejan de ser referentes de aquel
movimiento obrero que bajo el calor de la Revolución rusa vieron posible una
transformación mucho más profunda en Alemania. Son nombres indelebles a la
historia del obrerismo alemán, vinculados a las corrientes revolucionarias del
marxismo y del anarquismo, y que por su participación en el proceso estaban a
la misma altura que otros como Rosa Luxemburg o Karl Liebknecht. Este libro nos
descubre una Alemania distinta, la revolucionaria, que la que estuvo en medio
de un proceso revolucionario y que fracaso. Un libro que debería de leerse
junto al de Stefan Zweig Un mundo de ayer, sobre todo en las páginas que
reflejan el fin de los imperios alemán y austriaco tras el final de la Primera
Guerra Mundial y el nacimiento de un nuevo mundo.
Lo
cierto es que cuando surge el interés por algo es fácil que vayan saliendo
referencias, y muy acertadamente la editorial Comares editó el pasado año el
libro de Toller Entre la II República y la Guerra Civil española, una
recopilación de artículos de la estancia del revolucionario alemán en España en
los orígenes de la proclamación de la República en 1932 y, posteriormente,
durante la Guerra Civil española, de la que hizo campaña en su favor.
La
estancia de este socialista alemán de origen judío, que había vivido en
Alemania la persecución por sus ideas revolucionarias, que habían adquirido una
gran cultura que le puso a la altura en el momento de los grandes intelectuales
de la época, se vio fascinado con la llegada de la República a España y quiso
ver de primera mano el funcionamiento de la joven democracia española. No
dejaba de ser curioso que mientras Europa se debatía en una deriva totalitaria,
con la consolidación del fascismo italiano y el ascenso del nazismo alemán, en
España fue el sistema democrático quien se impuso, aunque fuese cortado de
súbito poco tiempo después. Además, Toller no hacía, en realidad, nada
espectacular. El proceso de transformación política en España había sido objeto
de atención de muchos otros periodistas e intelectuales del momento situados a
la izquierda como Ilyá Ehrenburg o Mijaíl Koltsov.
Y
Toller llegó a España y vio como se desarrollaba la Republica. Se acercó a las
prisiones, cosa que le interesaba por su estancia en la cárcel en Alemania,
pero también se acercó al movimiento obrero. La visión que sobre el anarquismo
español tenia Toller no dejaba de ser la romántica que muchos extranjeros de la
época tenían y, que con el paso del tiempo, se instaló incluso en las visiones
historiográficas de la misma. A pesar de la confusión que Toller trasmite sobre
la importancia del anarquismo español trasluce una simpatía hacia el movimiento
que ya mantenía en Alemania con el contacto que había tenido con personajes
como Gustav Landauer o Erich Müsham.
Ese
periplo de Toller por la España republicana emergente se repitió durante la
Guerra Civil. Como muchos periodistas e intelectuales, Toller escribió y se
mostró partidario de la República. Escribió en su favor y organizó campañas
para poder atraer la ayuda de países como EEUU a la causa republicana y de los
refugiados. Sin un ápice de dogmatismo, Toller intentó vincular a lo que
consideraba una causa justa al mayor número de personas.
Sin
embargo, el desarraigo, el fracaso y problemas personales del propio Toller le
llevaron al suicidio poco después de la finalización de la Guerra Civil en
1939.
Hay
que agradecer el esfuerzo que las editoriales citadas han tenido para recuperar
estas obras de Toller y ponerlas al alcance de todos. Hay que destacar el libro
de Comares que con un extraordinario estudio preliminar de Ana Pérez, profesora
emérita de Literatura Alemana de la UCM y que es la mejor conocedora de su
figura, sitúa el personaje en su lugar.
Si
pueden no dejen de acercarse a la figura de Toller, sin duda un personaje que
merece que vuelva a estar en nuestras estanterías.
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