martes, 12 de mayo de 2020

La CNT en el Primero de Mayo de 1931

Artículo publicado en el periódico El Obrero


Tras los años de la dictadura de Primo de Rivera y la festiva llegada de la República en abril de 1931, la jornada del Primero de Mayo era fundamental para calibrar la fuerza de un movimiento obrero que había sido factor protagonista en la caída de la monarquía.
                La CNT, siguiendo el entusiasmo revolucionario que daba al momento histórico, celebró aquel Primero de Mayo reforzada y con una visión muy clara. La alegría por haber tumbado la monarquía tenía que continuar reforzando la organización obrera. Por ello, para los anarcosindicalistas aquella jornada no era una fiesta como lo había declarado el gobierno, sino un día de lucha para mostrar la desigualdad y la explotación del sistema económico capitalista. Muy en consonancia con el ideario del anarcosindicalismo, dejándolo plasmado en su editorial de Solidaridad Obrera y en vísperas de su trascendental congreso del Teatro del Conservatorio.
                Aquel Primero de Mayo acabó, en muchos lugares del país, con enfrentamiento entre los trabajadores y las fuerzas del orden público, lo que valió una contundente condena de la CNT en el mismo periódico dos días después.

UN NUEVO MAYO PARA LA CNT

El primero de mayo ha sido declarado fiesta oficial por el Gobierno de la República.
En el calendario republicano quedará consagrada la llamada fiesta del trabajo. Pero en el calendario de los trabajadores, de los desheredados de la riqueza socia, continuarán contándose hasta trescientos sesenticinco día de explotación capitalista, de robo legalizado, de vejámenes, de trabajos forzados, de miseria, de humillación y de oprobio. Y se contarán interminables los días sin pan y sin trabajo; las jornadas dolorosas del hambriento, de los obreros parados para los cuales todos los días fiestas y todas las fiestas de ayuno cruel y horripilante.
                Hoy será la fiesta del trabajo para los que nunca trabajaron; para los que sus manos no empuñaron jamás la productiva herramienta que sobre fecundantes surcos en la tierra, que taladra los montes y eleva monumentos al saber y a la laboriosidad; para lo que del trabajo ajeno vivieron; para los que transformaron el sudor de los trabajadores  en montones de oro y plata; para lo gandules, para los ociosos, para los ricos que hacen de la vida una eterna fiesta, el primero de mayo será el símbolo de sus placeres infinitos y sus hartazgos.
                Para los trabajadores que en el sistema capitalista en Monarquía o en República tiene que vender su esfuerzo muscular o intelectual como mercancía vil no puede haber fiesta del trabajo. Para el proletariado que vive sometido a la más abyecta condición de esclavo no puede haber mayo florido. Para los expoliados de la tortura que por razón de leyes inhumanas están vergonzosamente sujetos a las imposiciones de la oferta y la demanda no hay fiesta ni flores.
                Los que hemos de sufrir el trabajo como un castigo, como una vergüenza, como una condenación no podemos festejarlo ni en mayo ni en diciembre, ni en Monarquía ni en República.
                Festejar el trabajo cuando este representa una cadena para los obreros seria tan odioso y tan como besar el látigo que nos azota.
                Llevar en triunfo como símbolo de grandeza y prosperidad, lo que, hasta hoy, para los trabajadores, no es mas que el sello de miseria y de la servidumbre, sería tan indecente como santificar el vicio y la prostitución como símbolos de la virtud y honradez.
                Un homenaje a la esclavitud solo pueden rendirlo unos esclavos o los tiranos que se aprovechan de ella.
                El día primero de mayo no puede ser fiesta para los trabajadores. El primero de mayo, como todos los días, debe ser una jornada de lucha. Una jornada más de lucha que unida a todas, rompa las cadenas que oprimen a los hombres y que hacen del trabajo un estigma que reduce a la condición de seres inferiores a lo que de él no podemos sustraernos. Una jornada de lucha para dignificarlo; para elevarlo a la condición de creador de la felicidad universal; para manumitirlo de la tutela de los vampiros y rufianes de la sociedad; para librarle de esta prostitución capitalista y purificarlo con los castísimos besos de la libertad, igualdad y fraternidad humana.
                El proletariado internacional festejará el trabajo cuando libre de patrimonios particulares y privilegios irritantes sea la fuente de la riqueza y bienestar social.
                Los productores, entonces, celebraremos la fiesta del trabajo; y la celebraremos todos los días en el taller, en la fábrica y en el campo; porque cuando el trabajo sea libre, todos los días serán una fiesta y todas fiestas serán del trabajo.
                Ahora… ¡Celebrad vuestra fiesta del trabajo los que jamás trabajasteis! ¡Redid culto a la diosa laboriosidad que os ofrece su prostituido seno! ¡Holgad y festejar la abundancia que os proporciona el trabajo ajeno, mientras lo que lo ejecutan mueren de hambre! ¡También nosotros sabremos algún día librar el perfume de la gloria! Y lo haremos muy satisfechos porque será después de haber cumplido con nuestro deber.
                Mientras tanto no perdamos el tiempo. El proletariado español debe procurar que este mayo no sea simplemente un mayo más, sino un mayo nuevo.
                La CNT ha de empezar en este mayo su gigantesca obra. Ha de empezar a construir el edificio social que en los mayos futuros ha de cobijar a todos los trabajadores.
                En este mayo republicano, cuando los pechos rebosan entusiasmo y alegría, hemos de pensar en nuestro mayo social.
                La jornada será larga y penosa; pero ya que hemos conseguido ganar lo más difícil del camino, continuemos la marcha.
                La República del Trabajo no esta muy lejos, procuremos que la CNT pueda declarar cuanto antes la fiesta de la felicidad del proletariado.

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