Tras los años de la dictadura
de Primo de Rivera y la festiva llegada de la República en abril de 1931, la
jornada del Primero de Mayo era fundamental para calibrar la fuerza de un
movimiento obrero que había sido factor protagonista en la caída de la
monarquía.
La CNT, siguiendo el entusiasmo revolucionario que daba
al momento histórico, celebró aquel Primero de Mayo reforzada y con una visión
muy clara. La alegría por haber tumbado la monarquía tenía que continuar
reforzando la organización obrera. Por ello, para los anarcosindicalistas
aquella jornada no era una fiesta como lo había declarado el gobierno, sino un
día de lucha para mostrar la desigualdad y la explotación del sistema económico
capitalista. Muy en consonancia con el ideario del anarcosindicalismo,
dejándolo plasmado en su editorial de Solidaridad Obrera y en vísperas
de su trascendental congreso del Teatro del Conservatorio.
Aquel Primero de Mayo acabó, en muchos lugares del
país, con enfrentamiento entre los trabajadores y las fuerzas del orden
público, lo que valió una contundente condena de la CNT en el mismo periódico
dos días después.
UN NUEVO MAYO PARA LA CNT
El primero de mayo ha sido declarado fiesta oficial por el
Gobierno de la República.
En el calendario republicano
quedará consagrada la llamada fiesta del trabajo. Pero en el calendario de los
trabajadores, de los desheredados de la riqueza socia, continuarán contándose
hasta trescientos sesenticinco día de explotación capitalista, de robo
legalizado, de vejámenes, de trabajos forzados, de miseria, de humillación y de
oprobio. Y se contarán interminables los días sin pan y sin trabajo; las
jornadas dolorosas del hambriento, de los obreros parados para los cuales todos
los días fiestas y todas las fiestas de ayuno cruel y horripilante.
Hoy
será la fiesta del trabajo para los que nunca trabajaron; para los que sus
manos no empuñaron jamás la productiva herramienta que sobre fecundantes surcos
en la tierra, que taladra los montes y eleva monumentos al saber y a la
laboriosidad; para lo que del trabajo ajeno vivieron; para los que
transformaron el sudor de los trabajadores
en montones de oro y plata; para lo gandules, para los ociosos, para los
ricos que hacen de la vida una eterna fiesta, el primero de mayo será el
símbolo de sus placeres infinitos y sus hartazgos.
Para
los trabajadores que en el sistema capitalista en Monarquía o en República
tiene que vender su esfuerzo muscular o intelectual como mercancía vil no puede
haber fiesta del trabajo. Para el proletariado que vive sometido a la más
abyecta condición de esclavo no puede haber mayo florido. Para los expoliados
de la tortura que por razón de leyes inhumanas están vergonzosamente sujetos a
las imposiciones de la oferta y la demanda no hay fiesta ni flores.
Los
que hemos de sufrir el trabajo como un castigo, como una vergüenza, como una
condenación no podemos festejarlo ni en mayo ni en diciembre, ni en Monarquía
ni en República.
Festejar
el trabajo cuando este representa una cadena para los obreros seria tan odioso
y tan como besar el látigo que nos azota.
Llevar
en triunfo como símbolo de grandeza y prosperidad, lo que, hasta hoy, para los
trabajadores, no es mas que el sello de miseria y de la servidumbre, sería tan
indecente como santificar el vicio y la prostitución como símbolos de la virtud
y honradez.
Un
homenaje a la esclavitud solo pueden rendirlo unos esclavos o los tiranos que
se aprovechan de ella.
El
día primero de mayo no puede ser fiesta para los trabajadores. El primero de
mayo, como todos los días, debe ser una jornada de lucha. Una jornada más de
lucha que unida a todas, rompa las cadenas que oprimen a los hombres y que
hacen del trabajo un estigma que reduce a la condición de seres inferiores a lo
que de él no podemos sustraernos. Una jornada de lucha para dignificarlo; para
elevarlo a la condición de creador de la felicidad universal; para manumitirlo
de la tutela de los vampiros y rufianes de la sociedad; para librarle de esta
prostitución capitalista y purificarlo con los castísimos besos de la libertad,
igualdad y fraternidad humana.
El
proletariado internacional festejará el trabajo cuando libre de patrimonios
particulares y privilegios irritantes sea la fuente de la riqueza y bienestar
social.
Los
productores, entonces, celebraremos la fiesta del trabajo; y la celebraremos
todos los días en el taller, en la fábrica y en el campo; porque cuando el
trabajo sea libre, todos los días serán una fiesta y todas fiestas serán del
trabajo.
Ahora…
¡Celebrad vuestra fiesta del trabajo los que jamás trabajasteis! ¡Redid culto a
la diosa laboriosidad que os ofrece su prostituido seno! ¡Holgad y festejar la
abundancia que os proporciona el trabajo ajeno, mientras lo que lo ejecutan
mueren de hambre! ¡También nosotros sabremos algún día librar el perfume de la
gloria! Y lo haremos muy satisfechos porque será después de haber cumplido con
nuestro deber.
Mientras
tanto no perdamos el tiempo. El proletariado español debe procurar que este
mayo no sea simplemente un mayo más, sino un mayo nuevo.
La
CNT ha de empezar en este mayo su gigantesca obra. Ha de empezar a construir el
edificio social que en los mayos futuros ha de cobijar a todos los
trabajadores.
En
este mayo republicano, cuando los pechos rebosan entusiasmo y alegría, hemos de
pensar en nuestro mayo social.
La
jornada será larga y penosa; pero ya que hemos conseguido ganar lo más difícil
del camino, continuemos la marcha.
La
República del Trabajo no esta muy lejos, procuremos que la CNT pueda declarar
cuanto antes la fiesta de la felicidad del proletariado.
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